Contrato con un vampiro – Capítulo 43: Una nueva normalidad

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


—¡Azusa! Olvidé mis libros para la siguiente clase, ¿podría sentarme contigo?

—¿Por qué parece que siempre olvidas tus libros… Higari?

—No pienso responder al menos que me llames Sukiharu.

—Sukiharu… ¿Por qué pareces olvidar siempre tus libros?

—Porque es necesario

—Sé que lo haces a propósito.

Había transcurrido una semana desde que Azusa comenzó a asistir a la escuela y ya estaba más que calificada para manejar a Sukiharu, quien parecía olvidar algún libro todos los días para tomar ventaja del asiento a su lado. Trataba de conversar con ella, quisiera o no, por más de la mitad de su tiempo de descanso, y la invitaba a almorzar con él de manera casual sin importar cuantas veces le dijera que no.

De ese modo, parecían estar juntos todo el tiempo, y el miedo que sentía hacia él parecía disminuir cada vez más en comparación con lo molesto que era.

—¿Qué piensas hacer en el almuerzo, Azusa?

—Pienso comer en algún lugar lo más lejos de ti —Respondió Azusa con su frase típica.

—Entonces, supongo que te seguiré a donde vayas, así ninguno de los dos comerá nada.

—Sabes que eres una verdadera molestia, ¿verdad? —No pudo evitar quejarse entre dientes. Preocupada de que la hubiera escuchado rápidamente volteo a verlo, pero Sukiharu simplemente se encontraba ahí sonriendo como si nada hubiera pasado.

Había cumplido su promesa al pie de la letra, desde ese día no había matado o herido a nadie, se llevaba muy bien con sus compañeros, y la forma en que sonreía en clase lo hacía parecer una persona totalmente diferente a la responsable de su secuestro. Por lo menos, dentro de la escuela, siempre se encontraba sonriendo de buen humor.

—No debes hacer eso, la estás poniendo incómoda. Por qué no mejor almuerzas conmigo.

—Estoy cansado de comer siempre contigo, Iouta.

—Vamos, el almuerzo terminará pronto. Nos vemos luego Azusa.

—Hasta luego.

Esta se había convertido en la rutina usual después de rechazarlo. Iouta y Sukiharu parecían ser la perfecta descripción de mejores amigos para cualquiera que los viera. Probablemente, Sukiharu tenía motivos ocultos al saber que Iouta era el hermano menor de Kyouya, pero Azusa, aún no había encontrado una buena excusa para separarlos, por lo que se limitó a mantenerlos vigilados.

♦ ♦ ♦

No era una sorpresa que Iouta Kisaragi fuera popular. Su cabello rojizo con una tonalidad ámbar a la luz del sol, sus grandes y redondos ojos que daban un aire de juventud y encajaban a la perfección con sus refinados rasgos faciales. Su voz era un poco más profunda de lo que uno pensaría por su apariencia. Todo eso sin mencionar su agradable personalidad y la sonrisa angelical que tenía. Además de su lado maternal de la familia, los Kisaragis, eran vampiros pura sangre con un linaje de hijos extraordinariamente fuertes. Y su padre era el actual líder de la Asamblea Aka «aunque pocos sabían acerca de esta información» con su físico causado por su linaje, que le permitía ser superior a la mayoría de sus contemporáneos, y un intelecto no mucho mayor, pero… solo era natural que fuera popular. Ridículamente popular, quisiese o no.

Popular al punto de que un gran grupo de fans se había formado en su escuela. Justo cuando todo eso estaba sucediendo, Iouta Kisaragi, de repente se volvió amigo de una humano promedio, que salió de quién sabe dónde, causando caos entre todas sus fans mujeres.

—¿Eres Azusa Saito, verdad? Tenemos algo que hablar.

—¿No crees que estás coqueteando demasiado con nuestro Iouta?

—Vaya cliché… —Fueron las primeras palabras en salir de mi boca. Un grupo de 4 chicas la había llamado al patio trasero de la escuela, fuera de la vista de todos, con un ceño realmente molesto.

—Probablemente te sientas muy orgullosa por tener una pareja de contrato.

—No lo estoy.

¿Qué tiene que ver mi contrato en todo esto? ¿Es algo así como una señal de estatus?

—¿Cuál es tu relación con Iouta? ¡Responde!

—Simplemente conozco a su hermano mayor

—¡Nunca he oído acerca de que tenga un hermano, deja de decir tonterías!

No estoy mintiendo. El que no sepan no quiere decir que sea mentira… Azusa suspiro profundamente, queriendo llorar por como su preciada hora del almuerzo estaba siendo ocupada por esta tontería. Las 4 chicas rodeándola se sintieron aún más ofendidas por su actitud.

—¡Qué tontería!

—¡Entiende que no está pasando el tiempo con alguien horrible como tu por gusto! ¡Guárdate eso en la cabeza!

—¡Maldita perra!

—¡Esto es lo único que te mereces! —Gritó la última de las cuatro, mientras sacaba una navaja de su bolsa.

Esto obviamente causó que Azusa retrocediera, pero un simple análisis de la situación le permitió ver que habían traído el cuchillo solo para amenazarla, esto debido a la forma en que lo sujetaba en su mano. No lo hacía de una forma que fuera capaz de cortar a nadie, ni apuntaba hacia ella, simplemente utilizaba el brillo de la hoja como una amenaza vacía. Aparentemente, estas chicas pensaron que ganarían amenazando a la débil humana con una navaja.

Azusa observó cuidadosamente a su alrededor. Tomó un trapeador que estaba recargado en una pared cercana y le dio unas cuantas vueltas.

—Bien… —Azusa se respondió a ella misma.

—¡¿Qué está bien?!

—Simplemente estaba viendo que el peso fuera el adecuado.

—No tengo idea de a lo que te refieres, pero…

—Los cuchillos son peligrosos, así que por qué no lo haces a un lado? —Dijo Azusa, mientras mandaba a volar la navaja.

—¿¡Qué demonios!?

—La realidad es que la mayoría de los vampiros no son mucho más fuertes que el humano promedio antes de su ceremonia, ¿no? O eso escuche de un amigo. —Por supuesto la persona a la que se refería era Ichy, quien antes de entrar a la escuela le mencionó como no debería asustarse por estar rodeada de futuros vampiros, ya que, a pesar de que existen excepciones como Kyouya y Sukiharu, la mayoría de los alumnos están a la par de las habilidades físicas de los humanos. Lo que hacía que ella fuera más fuerte.

—Tengo un alto rango en Kendo así que no los golpeare muy fuerte. La que quiere intentarlo es bienvenida a hacerlo. Dijo Azusa con gusto, mientras sostenía el trapeador como si se tratase de una espada.

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