Contrato con un vampiro – Capítulo 58: Malentendido

Traducido por Herijo

Editado por Tsunai


—Por cierto, Azusa, ¿qué piensas del Akaoni? —preguntó Sukiharu en la azotea tras el sonido de la campana. Su tono no era severo, pero su mirada dejaba claro que no aceptaría evasivas.

—¿Qué pienso de él en qué sentido? —preguntó Azusa, confundida, mientras el rubor se le extendía por el rostro.

—No me refiero a si te agrada como persona. Te estoy preguntando qué opinas de él como hombre.

—Es… un gran hombre, ¿verdad? ¡Me gusta! Obviamente, me gusta.

—No estoy hablando de aprecio. Estoy hablando de si te gusta como hombre, Azusa.

—U–Um… bueno… —tartamudeó Azusa, dando un paso atrás.

TNo podía decirlo con certeza. Era evidente que Kyoua le importaba, pero no sabía si ese afecto era romántico o solo admiración. La confusión pesaba más que cualquier certeza.

—Entonces… ¿te importa ir sola al salón de clases? —preguntó Sukiharu con una media sonrisa, cansada y resignada.

—¿Eh? ¿Por qué? Estamos en la misma clase. ¿Qué tiene de malo volver juntos?

—Tengo una pésima corazonada ahora mismo, así que prefiero no hacerlo. Iba a protegerte si no tenías sentimientos por él, pero viendo que quizá sí… regresaré solo.

—No entiendo. ¿De qué hablas?

—No quiero involucrarme en esto. Esta vez… creo que el problema es completamente tuyo.

—¿Qué estás tratando de decir?

—Lo entenderás con el tiempo. Y por cierto, voy a tomarme el resto del día libre.

—¿¡Qué!? ¿Por qué?

—Vete ya. ¡Llegarás tarde si no te apuras! —Sukiharu la empujó suavemente hacia la puerta de la azotea y la cerró tras ella con decisión.

—¿Qué demonios quería decir Sukiharu? No entiendo nada… —murmuró mientras retomaba el paso hacia su próxima clase.

Podría haber cruzado el puente hacia el otro edificio, como siempre, pero al ir con el tiempo justo decidió tomar un atajo por el patio. Con casi todos los estudiantes ya en sus aulas, era la única persona caminando rápidamente por aquel pasillo al aire libre. El silencio se le pegaba a los talones.

Azusa estaba a solo unos pasos de girar la esquina e ingresar al edificio escolar cuando alguien la sujetó del brazo de forma repentina. El tirón fue lo bastante fuerte como para hacerla retroceder varios pasos.

—¡Ay! —chilló cuando su nariz chocó contra algo duro.

Ese “algo” duro resultó ser un pecho.

Parpadeó, aturdida, y alzó lentamente la mirada. Se encontró con un rostro familiar… y una mirada cargada de furia.

—K–Kyouya… ¿qué estás haciendo aquí?

—Vine a buscarte.

—P–Pero… tengo clases por la tarde.

—Lo sé.

—U–Um… ¿estás molesto por algo?

—No realmente.

—Eso definitivamente significa que estás enfadado, ¿sabes?

Sin decir nada más, Kyouya la agarró del brazo con más firmeza y la jaló con él. Azusa, que apenas reaccionaba, se dio cuenta al instante de que se dirigían a la salida del colegio.

—¡E—Espera un momento, Kyouya! ¡Te dije que tengo clases por la tarde!

—Y te dije que lo sé.

—Entonces… ¿por qué nos vamos?

—¿No podemos simplemente irnos?

—¿Perdón?

¿Qué significa eso…? ¿Solo es cosa mía o realmente quiere que me vaya con él? Azusa ladeó la cabeza, desconcertada. ¿Habrá alguna razón específica…?

—¡Ah! —exclamó, como si una bombilla se encendiera sobre su cabeza—. ¿Necesitas sangre?¿O tal vez no…?

El ceño de Kyouya se frunció aún más ante la pregunta. Su expresión se ensombreció, como si algo lo estuviera atormentando, pero Azusa no lograba entender qué pasaba por su mente.

—¿Me equivoqué…? Entonces…

—¿Puedo tomar un poco de sangre?

—¿P–Perdón?

—Tomaré un poco.

—¡E-Espera! ¡K–Kyouya!

Sin previo aviso, Kyouya la abrazó con fuerza. Azusa, sorprendida y avergonzada, intentó zafarse, pero cuanto más luchaba, más fuerte era su agarre.

—No te resistas.

—¡Pero… estamos en la escuela!

—Tú hiciste lo mismo antes.

—¿Cuándo?

—¿Abrazar a Sukiharu está bien, pero a mí no?

—¿Eh…? ¿Nos estabas viendo, Kyouya?

Su silencio fue respuesta suficiente. El abrazo se volvió más intenso. Ella no podía ver su rostro, pero el aura que emanaba de él era claramente hostil, herida… poseída por una emoción amarga. Dudando, Azusa alzó los brazos y los rodeó con cautela alrededor de su espalda. Él se sobresaltó.

—L-Lo siento… —murmuró ella—. ¿Estás molesto porque bajé la guardia con Sukiharu? Sé que puede sonar mal, y quizás te sientas traicionado, pero… ya no considero a Sukiharu un enemigo. Decidí… hacerme parte de su familia.

Azusa lo sintió inhalar bruscamente. Sus brazos, que la rodeaban, se apretaron de forma dolorosa.

—Al diablo con eso.

—¿Eh…?

—No me he contenido todo este tiempo solo para ese tipo… se quede contigo.

—¿Qué…?

De pronto, Kyouya la soltó solo para sujetarla de los hombros y acercarla de nuevo con fuerza. Sus dedos se clavaban con intensidad en su piel. Sus ojos, antes de rubí brillante, se habían oscurecido en un rojo profundo, tempestuoso.

—K-Kyouya… Um, Tsukiha…

—Cállate de una vez —murmuró con voz áspera.

Y no fue solo su voz lo que la interrumpió.

Su cuerpo tembló cuando él presionó los labios contra los suyos. No fue un roce suave. No llegó a ser un beso profundo, pero fue un contacto urgente, cargado de emoción. Azusa golpeó su pecho con las manos, intentando resistirse. Kyouya no la soltó.

Y cuando creyó que finalmente se apartaría… sintió un pinchazo agudo en el cuello.

—¡Ah… aah…!

Kyouya había hundido el rostro en su cuello y bebía su sangre con desesperación. Cada sorbo hacía vibrar su garganta. Azusa podía sentir cómo su fuerza se desvanecía a una velocidad alarmante: estaba bebiendo más de lo habitual.

—Tonto… Kyouya… —alcanzó a murmurar, mirándolo a los ojos justo antes de que su conciencia comenzara a desvanecerse.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido