Crié a un sirviente obsesivo – Capítulo 30: El camino hacia ti (1)

Traducido por Melin Ithil

Editado por Lugiia


Querido Ray,

¿Cómo estás?

Ya ha pasado un mes desde que te fuiste, supongo que el tiempo vuela muy rápido. Tal vez para cuando recibas esta carta ya estarás instalado en la Academia. Así de lejano te encuentras del Imperio.

Ahora es que he podido darme cuenta de la distancia a la que se encuentra el reino de Crohn.

Parece que la primavera ya está llegando aquí. Todavía hace frío, pero el viento cada vez es más cálido. ¿Sabes algo? Mi cumpleaños es en primavera, así que pronto tendré once años. De esa forma, volveremos a tener dos años de diferencia. Es divertido, ¿verdad?

Me gustó tu fiesta de cumpleaños, así que me temo que le pediré a Betsy que celebre la mía de la misma manera.

Bueno, no importa qué tan parecida la haga, no estarás aquí, lo cual es una lástima. Ahora que lo pienso, te di un regalo de cumpleaños, ¿pero te fuiste sin darme un regalo? Si es así, consideraré el brazalete de rubí que me diste como uno.

Ya estoy sintiendo tu ausencia.

(Año 467 del calendario imperial, tercer día del mes de nieve)

—Yurina

 

Estoy bien. No te preocupes. Y feliz cumpleaños.

—Raynard.

♦ ♦ ♦

Querido Ray,

¡Escuché de Dave que lo estás haciendo muy bien! Dijo que se alegra mucho de que todo fluya de buena manera.

También me dijo que tus habilidades mágicas han mejorado mucho y tus calificaciones son buenas. Tal y como predijo, a una persona talentosa como tú no se le puede seguir el ritmo, incluso si los demás trabajan duro.

En realidad, esta vez quería ir con Dave al reino de Crohn, pero mi padre no lo aprobó porque aún soy joven.

Ya tengo doce años, así que le he dicho muchas veces que no soy una niña, pero él sigue siendo terco. Mis hermanos ya vivían en dormitorios de la Academia a mi edad.

¿Cuántos años tienes ahora? Riggs ingresó a la Academia a los ocho años.

Ahora que lo pienso, te fuiste al reino de Crohn después de cumplir trece años.

De todos modos, podría haber visto tu cara si lo hubiera seguido, lo cual es un poco decepcionante. Por favor, no te deprimas demasiado por la partida de Dave.

(Año 468 del calendario imperial, vigésimo octavo día del mes de las flores)

Añorándote,

—Yurina.

P.D. Recibí tu regalo de cumpleaños a través de Dave. Los ornamentos para cabello en forma de flor están de moda estos días, así que la usaré bien.

Es una flor amarilla, por lo que no destacará mucho debido a mi color de cabello, pero sigue siendo bonita. Gracias.

 

Querida Yurina,

Yo también escuché sobre ti de mi maestro.

Me contó que tu primer hermano, Riggs Carthia, regresó a la mansión tras graduarse de la Academia y que todos están celebrando. Me alegra que haya más personas con las que puedas conversar.

Es una lástima que no haya podido verte, pero había pasado mucho tiempo desde la última vez que vi al maestro. Al parecer, diez días pasan muy rápido. Es una pena que mi maestro se haya ido, pero no te preocupes, no hay tiempo para deprimirme al respecto porque tengo muchos deberes por hacer.

(Año 468 del calendario imperial, tercer día del mes de la cosecha)

—Raynard.

P.D. Me alegro de que te haya gustado tu regalo de cumpleaños. Estaba molesto de apenas tener tiempo para comprarlo, por lo que estaba angustiado de que no te gustara.

♦ ♦ ♦

Querido Ray,

Lamento no haberte respondido antes. Hace poco, se dio la ceremonia de mayoría de edad del príncipe heredero, así que estuve un poco ocupada porque tuve que ir a la finca.

¿Qué tiene que ver la mayoría de edad del príncipe heredero con mi ida a la finca? Suena con una excusa, pero no lo es.

Como sabes, solo tengo catorce años. Todavía me queda mucho tiempo antes de mi debut, así que no puedo darme a conocer aún en ese tipo de ceremonias.

Sin embargo, el príncipe heredero envió una carta a través de Dave en la que decía que le gustaría que yo fuera a su ceremonia. No podía creerlo.

Por lo tanto, fui a la finca con el pretexto de que no me sentía bien. Gracias a ello, pude pasar un fresco verano. La finca de los Carthia está en el sur de la capital, pero es genial porque está situado a lo largo de la costa.

Gracias a mis hermanos gemelos no estuve aburrida esos dos meses.

Ahora que lo pienso, Ray, escuché que el verano en el reino de Crohn es más caluroso de lo habitual. ¿Pudiste superarlo sin problemas? Me preocupa.

(Año 470 del calendario imperial, vigésimo día del mes de los cielos)

Con afecto,

—Yurina.

 

Querida Yuri,

Me alegra que todo esté bien. Estaba preocupado porque tu carta no llegó cuando se suponía.

Bueno, considero que fue una gran idea que fueras a tu finca para evitar asistir a la ceremonia de mayoría de edad del príncipe heredero. Solo es mi opinión, pero me parece que es mejor no toparte con él en el futuro.

Si eso vuelve a suceder, ve a la finca. Creo que es buena idea quedarte allí hasta que sea el momento de tu debut. Por lo que me dijiste, opino que será más divertido estar allí que en la capital. Incluso estás cerca del mar.

Estoy bien. Aunque el verano es muy caluroso, los magos se quedan aquí y, a través de hechizos colocados por toda la Academia, mantienen una temperatura agradable.

Así que no te preocupes por mí y cuídate.

(Año 470 del calendario imperial, segundo día del mes del silencio)

—Raynard.

P.D. Dijiste que fuiste a la finca con el pretexto de que no te sentías bien, pero no es así, ¿verdad? Sé que no, pero solo pregunto por si acaso; me preocupa.

♦ ♦ ♦

Querido Ray,

Espero que entiendas el motivo de mi desastrosa letra. Sé que es difícil de entender, pero es porque estoy escribiendo la carta a toda prisa desde un carruaje tembloroso.

¡Adivina, Ray! ¿Sabes a dónde me dirijo ahora? Me dirijo al reino de Crohn con Dave.

Pronto cumplirás dieciocho años. Le dije a mi padre y a mis hermanos, varias veces, que no podía dejarte solo en una tierra extranjera durante tu mayoría de edad, así que logré que mi padre me diera permiso de ir a verte al reino de Crohn.

Para cuando recibas esta carta, estaré cruzando la frontera del reino.

Espera un poco, estaré ahí pronto.

Iré a verte.

(Año 471 del calendario imperial, vigésimo séptimo día del mes de los cielos)

—Yurina.

♦ ♦ ♦

Hay un rostro que suele venirle a la mente cuando cierra los ojos, uno con una piel impecable, mejillas sonrojadas, frente abultada, linda nariz y labios rojos. Incluso los dedos de la dueña de ese rostro eran largos y delgados. No había parte de ella que no le pareciera bonita, pero lo más le fascinaba eran sus brillantes ojos azules, como si fueran estrellas.

Yurina Carthia.

¿Qué tanto habrá crecido?

Raynard se acostó en la cama e imaginó su rostro de quince años, pero no pudo completar la imagen en su cabeza. Lo único que le llegaba a la mente era su imagen de diez años y aun así era algo borroso.

Habían pasado cinco años desde que se separaron y a pesar de que trató de mantener su rostro en mente, poco a poco fue nublándose el recuerdo. Solo sus ojos azules se mantuvieron claros en su memoria.

Aun así, trató de evocar esa cara: sus parpados dobles eran probablemente un poco más oscuros, su linda nariz se habría vuelto un poco más curvilínea y habría un poco más de emoción en sus ojos.

Me pregunto que tan alta serás ahora.

Cuando salió de la mansión, ella era un poco más pequeña que él, por lo que debía ser mucho más pequeña que él ahora que hace cinco años. Dave también le dijo una vez que él era más alto que sus compañeros, en contraste con Yurina que era un poco más baja para su edad.

La imaginó no pudiendo alcanzar hasta sus hombros, mirándolo con sus ojos cristalinos, casi podía escucharla llamándolo por su nombre con esos gruesos labios rojos.

—Ray.

Temprano por la mañana, una voz suave y fresca, sonando como un pájaro cantando. Al escucharla llamándolo, se sintió como la persona más especial del mundo.

De hecho, quería ser la persona más especial para ella, pero aquel deseo no se haría realidad.

A diferencia de Raynard, quien solo la tenía a ella, Yurina tenía una familia que se preocupaba por ella más que nadie.

Su imaginación se volvió más egoísta. Su nuca delgada y blanca, su pálida muñeca con el brazalete de rubí que consiguió para ella y sus tobillos blancos que parecían asomarse a través del dobladillo de su vestido.

Y si viajaba un poco más arriba de su tobillo…

En ese momento, volvió a sus sentidos. Se levantó de la cama y se secó la cara, enterrando su rostro en su mano porque no podía calmar su respiración.

Estoy loco.

Era obvio que ya no podía pensar siguiendo la razón. Si las cosas iban demasiado lejos, sería un problema, y ya que había estado conteniendo su anhelo con tanta fuerza, estaba perdiendo la cabeza.

Siempre trataba de reflexionar racionalmente para no dejarse llevar por sus emociones, pero cuando ella rondaba su mente, sus pensamientos se salían de control.

No puedo hacer eso.

Lo más probable era que fuese incorrecto decir que mientras más lejos estaba de su vista, menos pensaba en ella, porque a medida que pasaba el tiempo, su anhelo por ella solo crecía. Sabiendo que todavía le quedaban dos años y medio antes de regresar, trató de no recordarla, pero si bajaba la guardia, como hace un momento, su rostro aparecería incluso con sus ojos cerrados.

Bueno, si fuera posible olvidarla, ya lo habría hecho en los cinco años que había pasado ahí, pero cuanto más trataba de olvidarla, más pensaba en su rostro y su sonrisa tan pura. Cuanto más lo intentaba, más sentía que se estaba ahogando.

Haré mis deberes.

Cuando se levantó para ir a su escritorio, llamaron a su puerta. Por lo general, habría sido una interrupción desagradable, pero ahora la necesitaba; gracias a eso podría despejar su mente.

—¿Quién…?

Cuando abrió la puerta rápidamente, encontró a Aiden sonriendo y moviendo algo de un lado a otro.

Antes de la ceremonia oficial de entrada, Aiden se había encontrado a Raynard en el pasillo de la Academia y lo había invadido con preguntas.

Desde ese momento, se la ha pasado con Raynard a lo largo de estos cinco años. A los ojos de los demás, se ven como amigos cercanos, pero Raynard dudaba de ello.

—¿Qué sucede?

—Hola, Ray, adivina que traje. —Aiden sonrió con una cara juguetona como siempre lo había hecho durante los últimos cinco años.

Raynard rápidamente notó que era una carta que estaba agitando como un abanico y se fijó en el remitente de la carta.

Además de Yurina y Dave, solo había unas pocas personas que le enviaban cartas, pero siempre había un leve olor en las cartas de Yurina.

—Dámela.

—¿Cuál es la prisa? Es increíble que haya personas que envían cartas todos los meses a pesar de que no tienen familia. Estoy pensando en enviar una carta a mi familia una vez al año.

—Aiden, dámela. —Raynard extendió su mano con una mirada firme y Aiden no tuvo más remedio que entregarla mientras una expresión incómoda pasaba por su rostro.

—Lo siento, aquí tienes. Tendré cuidado de ahora en adelante.

—Está bien.

—Por cierto, ¿quién es? —Inclinó la cabeza hacia Raynard, quien estaba enfocado en la carta—. ¿Yurina Carthia? Nunca he oído hablar de esa casa, ¿es una noble del Imperio? ¿Dejaste a tu amante atrás?

Aiden era nativo del reino de Crohn, de una región remota del sur, que era equivalente a decir que veía del campo. Aunque la familia Carthia era reconocida en el Imperio, Aiden no estaba tan interesado en el mismo como para memorizar los nombres de todos los aristócratas de alto rango de otro país.

—No necesitas saberlo.

—Bueno, ¿es ella a quien siempre le envías cartas con todo tu anhelo?

—Tonterías. —La voz de Raynard, que siempre sonaba gruñona, ahora estaba algo mezclada con un tono alegre. Al principio, la atención de Aiden era desconocida y vergonzosa, pero ahora, cinco años después, se había acostumbrado.

Sin embargo, debido a su personalidad, no podía ser amable con él.

Curioso, Raynard miró el reverso de la carta y las comisuras de boca se elevaron. Ya sabia quien la había enviado, pero quería verlo él mismo.

 

YURINA CARTHIA

 

Su letra había sido linda desde que era joven, así que se echó a reír tan pronto como vio su letra redondeada, lo cual era muy poco probable proviniendo de ella.

Raynard no estaba consciente de que estaba sonriendo en estos momentos, por lo que Aiden abrió la boca, sorprendido porque no era algo usual en su amigo.

Wow, te ves diferente, ¿por qué no usas esa cara al hablarme?

En lugar de responder, Raynard se encogió de hombros y se apresuró a quitar el sello de cera en la carta. Luego, recordó que Aiden estaba allí, por lo que escondió la carta detrás de él. Aiden entrecerró los ojos mientras lo observaba.

—¿Qué significa eso? ¿No me digas que no puedo mirar?

—No… Pero ¿por qué fuiste tú quien me trajo esta carta?

—Estaba atascada en mi buzón, así que lo traje conmigo. Deben haber cometido un error porque mi buzón está en el lado opuesto. ¿No deberías estarme agradeciendo? De igual forma, no estaba esperando un agradecimiento desde un principio, pero no tienes que tratarme como un invitado no deseado. —A pesar de sus palabras quejumbrosas, no pudo borrar por completo su curiosidad—. Entonces, ¿quién es, Ray? ¿Quién puede hacerte sonreír así? ¿Tienes realmente una amante? ¿No es hora de que tengamos ese tipo de charla?

—No necesitas saberlo.

—¿Por qué hay secretos entre amigos? Yo te lo digo todo.

—Hablas demasiado, y ¿cuántas veces tengo que decirte que me llames Raynard?

—Es demasiado lago, ¿por qué me pides que te llame así cuando tienes un apodo más corto? ¿Y por qué no llamas a tus amigos cercanos por sus apodos? Te dije que me llamaras Ady.

—No, de todos modos, llámame Raynard. —Negó con la cabeza, fingiendo no ver la mirada de decepción en su rostro; solo había una persona que quería que lo llamara Ray.

No podía soportar escuchar ese apodo amistoso, pero incómodo salir de la boca de otra persona.

¿Me avergüenzo de ello?

Se cuestionó a sí mismo por un momento con esos pensamientos, simplemente no le parecía impresionante cuando era Aiden quien lo pronunciaba, pero ¿le parecía vergonzoso?

Ray.

No tenía un significado especial, solo era una abreviatura de su nombre «Raynard», tal y como lo era «Cate» para Caitlin, o «Nath» para Nathaniel.

No había nada de que avergonzarse, nada que lo hiciera más amigable.

Entonces, recordó cómo lo diría ella.

—Ray~

Se sintió mareado y avergonzado pensando en su rostro sonriente con sus ojos azules, entonces se sentía correcto.

No es el momento adecuado.

Sus sentidos volvieron en sí cuando notó la carta en su mano.

—De cualquier manera, gracias por traer la carta, pero estoy demasiado ocupado en este momento, si necesitas algo, vuelve más tarde.

—¿Eh? ¡Oye, oye! ¡Espera un minuto!

Le dio una orden firme y luego cerró la puerta. Alcanzó a ver a Aiden luciendo como si hubiera sido traicionado, pero no le importaba, lo único que importaba era la carta en su mano.

Pasó ligeramente sus dedos encima de donde estaba impreso el nombre de Yurina y enterró su nariz aspirando su aroma. Tal vez a ella le seguía gustando aquel dulce y fragante aroma, al igual que cuando era más joven.

Quiero recordar esto.

Solo un leve aroma permaneció en la carta después de que salió de las manos de la joven, el cual habría sido más fuerte sin tomar en consideración el trayecto. Se sentía triste, pero cada vez que eso sucedía, se daba cuenta de la gran distancia entre el Imperio y el reino.

Te extraño.

El anhelo, que no fue saciado por una simple carta, volvió a surgir en su mente. Luchando por sacudirlo, terminó de abrir el sello y leer el contenido.

 

Querido Ray,

Espero que entiendas el motivo de mi desastrosa letra. Sé que es difícil de entender, pero es porque estoy escribiendo la carta a toda prisa desde un carruaje tembloroso.

 

Su carta estaba escrita con una clara peor letra de lo habitual; sin embargo, ya estaba absorto en el contenido de la carta y nunca se molestó por la escritura.

¿A dónde vas?

Después de leer la carta, se quedó estupefacto y no podía pensar. Volvió a leer el contenido de la carta por si se le escapaba algo, pero nada había cambiado.

 

Para cuando recibas esta carta, estaré cruzando la frontera del reino.

Espera un poco, estaré ahí pronto.

 

¿De verdad estaba en camino…? ¿Yurina? ¿Solo para verlo?

Sin saberlo, saltó de su asiento y salió corriendo mientras se ponía el abrigo.

—Oh, ¿qué? ¡Ray! ¡¿A dónde vas?! —gritó Aiden, sorprendido al verlo salir abruptamente. No obstante, no hubo ni tiempo de que lo corrigiera por llamarle por su apodo, el cual resonó por el pasillo, ya que había salido a toda prisa de la Academia.

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