Guerras Primordiales – Capítulo 19: Salieron las lunas

Traducido por Rencov

Editado por Tanuki


Shao Xuan pasó todos los días en la habitación de piedra, tratando de memorizar todas las imágenes en el lado derecho del muro. Asimismo, aprendió a pintar, porque pensó que tal vez podría ser útil en el futuro. Bueno, no tenía nada más que hacer de todos modos.

Gracias a que todos los niños habían almacenado suficiente pescado, así como comida y leña de la tribu, gozaron de un invierno agradable. Y con las hierbas de uso común que Ge le entregó a Shao Xuan, tampoco ocurrieron accidentes. A medida que pasaban los días, la tranquilidad persistió, y sin darse cuenta el invierno pasaba más rápido de lo que imaginaban. 

Hace dos días, uno de los niños más jóvenes pescó un resfriado y le dio fiebre. Shao Xuan cocinó una sopa con las hierbas de Ge y lo alimentó para ayudarlo a que pasara por su garganta. Después de dos días, su condición se estabilizó. Ahora solo tenía que sobrevivir estos últimos días. Pues con una mala salud, ninguna de las hierbas habría sido efectiva. Él pudo haber estado tan muerto como el antiguo dueño del cuerpo de Shao Xuan, antes de que alguien pudiera pedir ayuda a los demás. Por fortuna, durante el tiempo antes de la llegada del invierno, todos los niños se habían vuelto más saludables. Habían hecho ejercicio constantemente y tenían una alimentación y una provisión mucho mejor, por lo que no se enfermaron con tanta facilidad como antes.

Dentro del cuarto de piedra, Shao Xuan había colocado una estera de piel en el suelo. Dado a que a veces dormiría directamente en frente de la pared, si trabajaba demasiado tarde en los frescos. Pintaba cuadros con los dedos en el suelo. Y después de terminar una imagen, la firmaba. Al invierno solo le quedaba de veinte a treinta días, dos tercios de su duración habían pasado. Si sobrevivieran estos últimos días, tendrían una mejor situación de vida. Shao Xuan se sentía lánguido y su cuerpo estaba enmohecido por el óxido, ya que había pasado mucho tiempo dentro.

Mientras pensaba, César, que yacía a su lado, movió las orejas y miró hacia la entrada de la habitación de piedra.

Entonces escuchó la voz de Ge.

Hoy no era el día en que él debía entregar comida. ¿O fue que pasar tanto tiempo en la habitación le afectó el cerebro?

Lleno de curiosidad, Shao Xuan salió de la habitación y fue a ver qué sucedía.

—Tío Ge, ¿qué te trae por aquí hoy?

Shao Xuan, echó un vistazo a los triángulos que dibujó en la pared para mantener la noción del tiempo. Debido a que Ge vendría cada tres días, él no usó el carácter “Zheng”, que contiene cinco trazos. En cambio, dibujó triángulos en la pared. Ahora el último triángulo le faltaba un trazo, así que eso significaba que Ge debía venir mañana.

Ge estaba parado a un lado de la hoguera, sacudió los copos de nieve de su abrigo y luego sacó un rollo de piel de animal.

—Estoy aquí por algunos chicos. Reúne a todos los que estén escritos en este rollo, que sean mayores de once años.

Shao Xuan tomó el rollo y le echó un vistazo. En él había siete nombres, incluidos Ba y Tu. A estos dos de repente les brillaron los ojos y lo miraron con expectativas, como si tuvieran algo en mente.

Los nombres que estaban en el rollo eran de aquellos conocía Shao Xuan, por lo que los reunió, incluidos a dos que estaban tomando una siesta. Aquellos dos dormilones que fueron despertados por la fuerza todavía tenían sueño, pero cuando vieron a Ge y a los otros niños a lado de él, de repente se les vino algo en la mente y sin perder más el tiempo dejaron de frotarse los ojos. Rápidamente recogieron sus pertenencias y corrieron hacia él con grandes sonrisas en sus caras.

La vista de Ge mostraba duda en los collares de dientes de pescado que colgaban de los cuellos de los siete niños, y revisó cuidadosamente sus placas de identificación. En los días normales estaba a cargo de la entrega de alimentos, por lo que tenía ciertas impresiones de los huérfanos. Pero esta vez, uno nunca podría ser demasiado prudente. Tenía que verificar y estar seguro.

—Sí, exactamente siete.

Ge arrojó a cada niño una capa de cuero después de haber enrollado la piel del animal

—Ponganselos y síganme después… Mo-Er, tú también vienes conmigo.

Mo-Er tenía solo diez años, pero cumpliría once después de este invierno.

A las órdenes de Ge, Mo-Er se vistió y se llevó su cuchillo. A diferencia de la admiración o emoción de los otros pequeños, él caminó hacia Ge con calma, como si lo hubiera esperado.

—Bien. Ah-Xuan, puedes volver a dormir ahora. Yo me los llevaré. Mañana regresaré con la comida.

Ge levantó la cortina de paja y se fue con los ocho niños.

Shao Xuan levantó un poco la gruesa cortina de paja y el viento helado que entró hizo que sus ojos sintieran un dolor punzante. Su vista se volvió borrosa, pero aún podía ver la espesa capa de nieve fuera de la cueva, y el camino creado por Ge. A ambos lados del camino, la nieve era más alta que los niños que caminaban por el sendero. Sus delgadas figuras tiritaban en el frío, pero siguieron a Ge de cerca, sin dudar y sin intención de volver la cabeza. Estaban ansiosos por irse.

Al dejar caer la cortina, Shao Xuan regresó a la cueva. Los niños que se quedaron habían dejado de sentir sueño y miraban el fuego, fijamente.

Shao Xuan sabía por qué.

Después del invierno, habría un Festival de la Nieve y algunas actividades sacramentales. Lo más importante era que durante las actividades sacramentales era el Despertar Totémico de cada año. Uno se convertiría en un guerrero totémico, si pudiera despertar su poder, y si no, debía esperar otro año.

Normalmente, los niños mayores de diez años serían enviados a la montaña para la preselección, antes del final del invierno. El Chamán mantendría a los niños que tuvieran altas probabilidades de despertar sus poderes totémicos y enviaría a los demás de regreso. Sin embargo, en comparación con otros infantes de la tribu, la mayoría de los huérfanos de la cueva tenían mala salud, por lo que se les retrasaría un año en la preselección, y por ende tendrían once años. Mo-Er fue una excepción, ya que no se le consideraba huérfano. Estaba mucho mejor en forma física que otros debido a su constante entrenamiento y práctica.

Los niños que siguieron a Ge debían sentirse muy emocionados y ansiosos a la vez. Todos ellos esperaban ser elegidos por el Chamán, pues siempre que fueran elegidos, tendrían una probabilidad del noventa por ciento de despertar sus poderes totémicos, de lo contrario despertarían su poder totémico el próximo año con un cien por ciento de certeza.

Shao Xuan tenía solo nueve años y cumpliría los diez después del invierno. Todavía era muy pronto para él, así que después de que Ge se fue, les dijo a los niños que vinieran a él si algo sucedía. Luego regresó para continuar trabajando en los frescos, en la habitación de piedra.

Después de cuatro días, cuando Ge estaba entregando comida nuevamente, trajo a cuatro niños molestos. Tu y Ba estaban entre los que habían sido enviados de regreso. Los niños mayores se quedaron. Teniendo ya trece años, era normal que fueran elegidos. Al cumplir catorce años después del invierno, eso sería anormal si no despertaran sus poderes totémicos para entonces.

El anterior “líder de la cueva” también tenía trece años y conocía a alguien que vivía en la ladera de la montaña. Durante esta época invernal se estaba preparando para el entrenamiento. La mayoría de los guerreros creían que antes de que uno despertara su poder totémico, cuanto más fuerte se era, más fuerte se volvería. Así pues, Ku le pidió a una familia que lo llevará durante el invierno. Estaría mejor alimentado y aprendería algo de la experiencia de otros guerreros totémicos. Era mucho mejor que quedarse en la cueva. Y esa fue también la razón por la cual él subió a la montaña antes en lugar de pasar el invierno en la cueva de los huérfanos.

—No se enfaden. Tarde o temprano se convertirán en guerreros totémicos. Tal vez el año que viene.

Ge consoló a los cuatro niños tristes y se fue después de que dejó la comida.

—Envidio a los elegidos por el Chamán. Pueden escuchar sus sermones —dijo uno de los niños traídos por Ge.

—Oigan, ¿qué les dijo el Chamán?

Los otros niños se acercaron, preguntando con curiosidad.

—El Chamán…

Hace un minuto, los cuatro niños estaban decaídos. Pero ante esa pregunta, levantaron la cabeza en un ángulo de cuarenta y cinco grados, y dentro de sus ojos había admiración y respeto.

Shao Xuan curvó sus labios dentro.

¿Sermones? ¡Más bien un lavado de cerebro!

Ese viejo mago.

Él solo podía maldecir en su mente. No era lo suficientemente estúpido como para decirlo en voz alta. ¿Ves a esos cuatro? ¡Solo pasaron unos días con ese viejo mago, y perdieron la cabeza por completo!

Después de ese pequeño episodio, la vida interior volvió a la normalidad. Aunque Tu y Ba todavía estaban molestos, la vida continuaba.

Durante una noche, cuando Shao Xuan se encontraba durmiendo, soñó con dos lunas crecientes, nieve derretida, hielo y fuego… Hasta que escuchó gritos, y los gritos se hicieron cada vez más fuertes, y eso lo despertó de sus sueños.

El sonido no provenía de los niños en la cueva, sino de personas de afuera.

Uno de los niños mayores escuchó atentamente después de despertarse, y de repente se puso muy alegre.

—¡Debe ser el final del invierno!

Shao Xuan bostezó y apretó la manta, envolviéndola alrededor de él. Todavía era de noche y el fuego ya tenía rato apagado. No se podía ver nada, y solo se podían escuchar las discusiones entre los niños.

Él le pidió a César que lo llevara a la entrada.

Levantando algunas de las gruesas cortinas de paja, pudo escuchar los gritos con mayor claridad, que obviamente estaban llenos de emoción y alegría.

Independientemente del viento helado, Shao Xuan miró hacia el cielo.

La nieve dejó de caer, y las lunas que había desaparecido desde hace tiempo mostraron su apariencia una vez más. Aunque solo eran los contornos en sus etapas crecientes, trajeron mucha esperanza y una atmósfera movida.

El invierno había terminado y se programaron las actividades sacramentales del Festival de la Nieve.

¿Adivina cuántas personas se convertirían en guerreros totémicos? Esa era la pregunta común de las personas de la tribu y casi todos estaban pensando en eso mientras gritaban de alegría.

En todas partes de la tribu había alguien parado en el techo y mirando al cielo, ignorando totalmente el viento helado. Justo cuando dejaron de gritar con entusiasmo y comenzaron a discutir sobre el próximo Festival de la Nieve, oyeron la voz de un niño desde la cueva huérfana.

—Salieron las lunas, sí… ¡Qué alegría, sí… Que felicidad, sí… sí, sí, sí!

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