Guerras Primordiales – Capítulo 4: Los niños de la cueva son tan espeluznantes


Por supuesto, Shao Xuan no esperaba que César diera un golpe fatal, pues estaba prohibido dentro de la tribu. Sin embargo, nunca le entregaría a nadie sus cosas, especialmente a esos tres pequeños bastardos.

Justo cuando Shao Xuan estaba inmerso en sus pensamientos acerca de si debía aplastar a sus enemigos con piedras o golpearlos con sus propias manos, los tres niños subían la montaña, sin darse cuenta de la emboscada. Su atención estaba en otros aspectos, como por ejemplo, evitar ser golpeados con las rocas que caían. Ellos no sabían qué camino era seguro para subir, así que solo podían intentar y hacer desvíos en base a la dirección desde donde provenían los temblorosos sonidos.

 — ¿Realmente este es el camino, Zhan? — Sai caminaba delante del grupo y acababa de evadir una piedra que había caído desde arriba de manera oblicua. Miró furioso al que estaba escondido tras de él, con sus cejas levantadas.

El tímido niño llamado Zhan encogió su cuello y respondió — ¡Estoy seguro! Mi papá estaba a cargo de la patrulla de hoy y el vio cuando Mai venía por aquí. Nos estamos acercando. Debe haber un montón de cosas buenas ya que Mai es un guerrero de rango medio.

Sai dudó y siguió caminando mientras pateaba una piedra que había caído junto a su pie.

Al verlos acercarse, Shao Xuan contuvo el aliento y espero por el momento perfecto. Ya que habían trabajado juntos antes en varias ocasiones, no necesitó decir ni una palabra, pero le dio una señal a César cuando llegó el momento indicado. Luego dio un gran paso hacia Sai y con su puño derecho lo golpeó en el rostro.

Sai tuvo una rápida reacción, pero no tuvo la oportunidad de esquivar totalmente el ataque sorpresa de Shao Xuan, a pesar de que era el más alto entre los tres. Apenas pudo esquivar moviéndose a un lado para salvar su nariz, pero aún así su rostro fue fuertemente golpeado. Antes que pudiera reaccionar de nuevo, otro golpe dio en su mandíbula, lo que le hizo marearse y caer.

Sin embargo, esto era solo el comienzo. Después de un breve periodo de tiempo, los puñetazos de Shao Xuan llegaron uno detrás de otro sobre el rostro de Sai. Había decidido no usar las piedras para aplastar al enemigo.

Incluso atacar con sus manos desnudas podía causar suficiente dolor y sufrimiento. La gente de la tribu del Cuerno Flameante era muy fuerte, e incluso los niños, quienes no habían despertado el poder de sus tótem, podían vencer a la mayoría de la gente que Shao Xuan había conocido en su vida anterior. Quería terminar rápidamente, así que no contuvo su fuerza.

Al mismo tiempo que Shao Xuan se precipitó hacia Sai, César saltó sobre Ye. Justo como lo había entrenado, César mordió la ropa de piel de animal de Ye y la cuerda de paja de su cintura, en vez de morder su carne directamente. Mantuvo su hocico cerrado y arrastró a Ye en otra dirección. A pesar de que aún estaba en su infancia, él podía arrastrar fácilmente a un niño de diez años, lo que no le dejaba ninguna oportunidad a Ye de causar algún problema a Shao Xuan o de que se pusiera en pie.

En cuanto al tercer chico llamado Zhan, Shao Xuan tenía la intención de dejarlo solo por un tiempo, porque él era tímido y no podía compararse con los otros dos en cuanto a fuerza y crueldad.

Zhan y Ye se sorprendieron cuando Shao Xuan se abalanzó y atacó a Sai al mismo tiempo que César saltó para retener a Ye, antes de que pudiera ayudar a Sai. Mirando esos colmillos, ambos, Zhan y Ye, estaban tan asustados que casi orinan sus pantalones, especialmente Ye, quien había sido violentamente arrastrado por César. No podía hacer nada más que pedir ayuda.

Zhan se dio cuenta de lo que estaba pasando después de un rato, y agitó una rama en la dirección de Shao Xuan. Shao Xuan también estaba prestando atención a las reacciones de Zhan mientras continuaba golpeando el rostro de Sai. La rama  erró en dar a su cabeza, pero su espalda estaba ardiendo en dolor, ya que no pudo evitar completamente el ataque. Comenzó a golpear el rostro de Sai aún más rápido.

Sai era, de hecho, dos años mayor que Shao Xuan, y mucho más fuerte. Pero perdió su capacidad de pelear bajo la lluvia de puñetazos, él era un niño sin su poder del tótem aún, después de todo.

Shao Xuan respiró profundamente, sabiendo que perdería su no ganaba rápidamente. Durante los últimos seis meses, él había vacilado lo suficiente.

Después de haber resuelto el mayor problema, Shao Xuan  rodó por el suelo, alejándose de la rama. Observó a Zhan con una feroz mirada en sus ojos, a la izquierda de su combate anterior, lo que hizo que el palo en la tímida mano de Zhan temblara. Zhan se estremeció de miedo, viendo que Sai ya había caído, sin la capacidad de pelear, y Ye, en el otro lado, también estaba en una situación bastante difícil, todo asustado y gritando. Él sostuvo el palo más firmemente, pero apartó la mirada de la de Shao Xuan. Shao Xuan sabía que Zhan se había acobardado al ver su reacción, así que se levantó y avanzó hacia él paso a paso. La velocidad a la que Shao Xuan se acercaba no era rápida, pero cada paso que daba era como un puñetazo al corazón de Zhan, y el rostro de este se iba oscureciendo con cada golpe.

Entre los dos, Zhan era el que tenía el cuerpo más alto y un arma, pero obviamente era el más débil en términos de ímpetu. Cuando Shao Xuan estaba a solo unos pasos de Zhan, este tembló y lanzó la rama al suelo, retrocediendo para demostrar que se había rendido. Ellos se habían encontrado un par de veces, y así, Zhan sabía en el fondo que Shao Xuan no continuaría peleando contra él una vez que mostró aquel gesto, incluso si lo había golpeado varias veces en la espalda antes.

Sai acababa de recuperarse un poco y estaba extremadamente furioso al ver a Zhan rendirse ¡Qué imbécil!

Sai sabía que esto era malo cuando descubrió que el agresor era Shao Xuan. Debido a que en el pasado se encontraron varias veces y nunca habían conseguido ventaja sobre él. Sin embargo, ¡esta vez había sido noqueado en el suelo antes de que pudiera luchar! ¡Era frustrante! Ellos estaban tomando un riesgo al ir ahí e intentar probar suerte para ver qué podían encontrar, pero inesperadamente, ¡Shao Xuan ya estaba aquí y muy por delante de ellos! ¿Acaso Shao Xuan tenía la nariz de un lobo? Comparados con él, los tres llegaron tarde, ¡y lo que fue aún más humillante es que perdieron la pelea también! Pensando en esto, Sai miró a Shao Xuan como si hubiera un profundo odio entre ambos.

Shao Xuan lo ignoró, pero no planeaba dejar ir a Zhan tan fácilmente. No lo golpeó ya que había vencido a Sai, simplemente lo pateó en la dirección de este. Recogiendo del suelo la rama lanzada por Zhan, Shao Xuan caminó hacia ambos, que aún estaban tumbados en el suelo. Tomó el peso de la rama y lentamente frotó sus manos en esta. La sangre en sus puños de la lucha previa se raspó en la vara, mientras sonreía a los otros dos. Viendo esas sonrisa, Sai y Zhan sintieron la piel de gallina, querían huir de inmediato, porque sentían que algo malo les iba a pasar. Sin embargo, Sai estaba tumbado en el suelo y no podía ponerse de pie de nuevo, mientras Zhan rápidamente retiró sus pies para retroceder.

Shao Xuan bajó su cuerpo y abruptamente agitó la rama hacia ellos. Fue repentino y dio directo al punto sin ninguna vacilación. En ese momento, Sai y Zhan estaban sudando frío por todas partes y sentían que habían perdido el aliento. Todo se desvaneció frente a sus ojos, solo teniendo la rama entre ambos.

¡Click!

La rama golpeó el espacio entre Sai y Zhan, y se rompió en pedazos tan pronto tocó el suelo. Los pedacitos de madera volaron hacia los rostros de Sai y Zhan, cortandolos ligeramente. Shao Xuan se acercó a los dos con una expresión fría.

 — Las cosas de allá me pertenecen. Saldrán de aquí después de que las haya recolectado ¿Entendido? — Su voz no era fuerte, pero tenía una extraña sensación de presión. Quizás Sai y Zhan sintieron que la rama de antes habría caído sobre sus cuerpos si no se hubieran rendido. Sai permaneció en silencio mientras miraba a Shao Xuan, sin embargo, Zhan estaba temblando como una hoja en el viento, y asentía rápidamente para demostrar que comprendía. En sus ojos, todavía había precaución y miedo.

Zhan pensó — “No es de extrañar que los padres prohibieron a sus hijos acercarse a los que son de la cueva huérfana. ¡Los niños de la cueva son aterradores! ¡Ellos son aún más espeluznantes que Sai, quien ha peleado a menudo en el pasado!”

Shao Xuan no planeaba perder más tiempo con ellos. Si Sai pudo venir aquí con sus amigos, entonces otros podrían venir también. Él sabía que era capaz de lidiar con esos tres niños solo a través de estrategias y que la victoria se logró con la ayuda de César. Tendría que huir si llegaban más personas o niños mayores.

Pensando en esto, Shao Xuan se apresuró a recoger las piedras.

2 respuestas a “Guerras Primordiales – Capítulo 4: Los niños de la cueva son tan espeluznantes”

Responder a Silvia Nuñez Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido