Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 04: ¿Papá o prometido? (2)

Traducido por Lucy

Editado por Meli


—¡Papi! —grité entusiasmada, corrí hacia él y me aferré a su pie.

No, no estaba fingiendo. Tenía tanto miedo, que estaba feliz de que él estuviera allí. Aunque no sabía qué hacía en ese lugar.

Su expresión fría no cambió. Tal vez estaba molesto porque me metí en problemas.

—¿Quién eres?

—Soy su papi —contestó ganapán con una arrogante y amenazante elegancia.

Temblé.

El museo, antes vacío, se llenó con decenas de caballeros del Primer Batallón de la Guardia de la Noche de la dinastía Goryeo. Guardias bajo el mando del rey, conocidos como Guardia Real o de la Noche Especial. Eran caballeros especializados en la guerra de guerrillas: hombres que permanecen casi siempre invisibles, imperceptibles; espías, asesinos encubiertos.

La escena anunciaba: «¡Yo soy el rey!»

—Será mejor que no te muevas, —le advirtió al hombre, que en un instante, fue sometido por los guardias—. Mis noches especiales, son caballeros con excesiva lealtad.

Ganapán se rascó la cabeza, lucía como un chico de barrio: pantalones deportivos y camiseta de manga corta.

Se veía tan irreal: el rey vestido con ropa informal, en lo que parecía un paseo casual, rodeado de poderosos guardias.

—Trae al director del museo —ordenó.

—¡Sí! —Una persona desapareció y apareció en un instante—. El director del museo.

—Dígame, Su Majestad.

—¿De quién es este museo?

—Es propiedad mía y de un amigo.

—Lo compraré.

—¿Qué?

—Solo el edificio, no los documentos. Te pagaré el doble.

—¿Qué…? Eso, eso…

Era una locura comprar algo al doble del precio del mercado, pero a él parecía no importarle. Se acercó al hombre que me intimidaba.

—Oh, me duele. —Ganapán fingió sin ninguna moderación y luego indicó—: Esto es un intento de asesinato. Cierren este lugar, a partir de ahora, esto es una prisión. Y él estará encerrado aquí desde hoy.

Los tres estudiantes asintieron y comenzaron a hablar sin parar:

—Vaya, una nueva prisión.

—Debe ser modificada, pero la ubicación es excelente.

—Tiene el tamaño adecuado, pero debe ser equipada… Necesitamos presupuesto.

—Creo que será del presupuesto del rey.

¡Ridículo! ¿Una prisión privada? Eso era algo que debía cubrirse con fondos públicos, aun cuando él era el rey, no podía despilfarrar el dinero.

—Se hará una asignación —dijo un estudiante y Alex asintió.

—A partir de hoy, se convertirá en una prisión. El primer preso será este hombre. —declaró ganapán.

Obvio, todo se trataba de una farsa ¿quién atentaría contra el rey frente a las noches especiales?

—Entonces, ¿lo vas a vender o no? —preguntó al director del museo.

—L-Lo venderé. —Asintió con una sonrisa disimulada.

Debía estar feliz, el museo no se veía como un gran negocio, era un lugar enorme, pero estaba muy lejos de la ciudad. Era evidente que, el único que estaba perdiendo dinero era el tonto rey.

♦ ♦ ♦

Kim Hwansung y Kang Kitae, permanecieron en silencio, solo ellos sabían que la muñeca de trapo, que viajó en zigzag por el museo y causó el incidente, había sido manipulada por el rey.

El príncipe dio un pisotón.

—¡Papá! ¿Está mi perro en peligro?

—Tranquilo.

No puedo creer que el príncipe se preocupara por el bienestar de la princesa. Eso no tiene sentido, pensó asombrado Kang Kitae

—De acuerdo.

—Quédate aquí y no te muevas —dijo Kim Hoonsang y se alejó.

—¿Qué? —Kim Hwansung ladeó la cabeza—. ¿Qué le pasa?

—Esto es lo que se llama: «aparición dramática» —explicó Alex.

—¿Una aparición dramática?

Alex asintió con una sonrisa amable.

No lo entienden, él fue el héroe que salvó de una crisis a la princesa. 

—Claro, el rey es asombroso. Incluso convirtió este sitio, en donde tuvo lugar el intento de asesinato, en una magnífica prisión. Aunque tal vez deba cubrir los gastos con su dinero, debido a que el problema surgió por su hija.

—Ya veo. El rey es un señor celestial —afirmó otro estudiante.

El rey había salido del castillo y movilizado al ejército, algo que por lo general lleva días de preparación, en cuanto supo que la princesa podía interpretar el lenguaje antiguo.

Hizo un alboroto, como si fuera a la guerra solo porque extrañaba a su hija. No creo que sea consciente de ello, pensó Alex mientras sonreía.

—¿Por qué demonios te ríes? —preguntó uno de sus acompañantes.

No. No puedo evitar reírme, salió tan de prisa, que ni siquiera ha podido ponerse el uniforme, Alex se tragó sus palabras, solo él sabía el motivo oculto detrás de la compra del museo y su conversión en una prisión.

Al mismo tiempo, Han Jinsoo se sintió extraño. Podía sentir mucho maná, esa gran presión, solo la había sentido frente al monarca.

El rey no puede estar aquí, ¿así que quién demonios es?, se preguntó y aceleró el paso para indagar sobre la poderosa energía.

—¿Su Majestad…? —Atónito, observó al rey que vestía ropa informal, la princesa Kim Sanghee se colgaba de su pierna derecha mientras lloriqueaba.

—La niña está tan feliz porque su padre vino. De verdad. ¿Esto es un sueño…? No es un sueño, ¿verdad? ¿Verdad, papi?

Molesto, el rey apartó a la princesa, pero a ella no le importó; se colgó de su pierna izquierda y se frotó la mejilla.

—¡La niña ha echado mucho de menos a su papi en los últimos tres días! Pero está muy contenta de verlo. Tengo ganas de volar por el cielo. —El rey dejó de moverse y ella se impacientó—. ¿Te molesta que… te haya llamado papá? Lo siento, papá. Estoy tan feliz de verte en un lugar inesperado. Voy a parar…

Kim Sanghee detuvo sus palabras en cuanto miró a Han Jinsoo.

Oh, Dios mío. ¿Qué está pasando? Primero el rey con sus noches especiales y ahora Han Jinsoo, el mayor genio del reino. ¿Qué es este museo?, pensó sorprendida Kim Sanghee.

Los recuerdos del Han Jinsoo de su pasado llenaron su mente, y la pena, por no haberse despedido y decir «te quiero», la invadió. Dos gotas de lágrimas cayeron y el rey lo notó, aun cuando ella las limpió de inmediato.

Han Jinsoo, ignoró a la princesa, se puso la mano en el pecho e hizo una cortés reverencia al rey.

—Hola, ¿cómo estás? Hace tiempo que no te veo —saludó el rey.

—Su Majestad, he estado trabajando duro para ser una pequeña ayuda para el reino.

—Ya eres fiable.

Había una extraña tensión entre los dos.

Kim Sanghee, no podía comprender lo que sucedía, todo lo que ocurría en el museo parecía irreal: Alex llamándola tesoro; el rey castigando a un hombre por un intento de homicidio inexistente; el lugar siendo transformado en prisión y ahora, la presencia de su prometido.

Pero el rey la sorprendió aún más, le entregó una muñeca que parecía muy costosa, un objeto invaluable, según Alex. Entonces, como si le pidiera elegir a quién quiere más, si a papá o mamá, le indicó que le regalara la muñeca a alguno de los dos.

¿Qué? ¡Esto es más brutal que ser tratada como un perro!, se lamentó en su interior, mientras alternaba su mirada entre los dos hombres frente a ella: su padre y su prometido.

—Su Majestad, por supuesto, lo debe recibir…

—No, tú eres su prometido, ¿verdad? Te lo mereces.

Ambos argumentaron sobre quién debía recibirlo, el ambiente se sentía tenso.

¡Demonios! ¿A quién debo dar la muñeca? ¿Tengo que hacer «De tin marín de dos pingüé»? Si es una broma, me está poniendo muy nerviosa.

Meli
Cúcara, mácara, títere fue… XD La verdad no sé si hice bien en editar así esa frase, pero no se me ocurrió nada más

—No puedo recibir algo que el rey no… —dijo Han Jinsoo—. Debes darle la muñeca a Su Majestad, no a mí.

—No, dásela a tu prometido.

Kim Sanghee caminó entre los dos hombres que la veían con atención, fijando los ojos en el objeto en sus manos. Entonces, ella le entregó la muñeca al hombre que eligió.

♦ ♦ ♦

Kwak Kihyun caminó con dificultad.

Oye hombre, ¿en serio debías dejarme tirado en la carretera?

Aunque el sedán era impulsado por maná y se enlentecía cuantas más personas fueran a bordo, su solo peso no podía hacer una gran diferencia, aún seguirían viajando a cientos de kilómetros por hora. En otras palabras, si iban juntos, se retrasaría únicamente unos segundos, así que no había razón para arrojarlo y abandonarlo.

¡Eres un bastardo barato y sucio! Nunca olvidaré esto.

No podía entender la obsesión de su amigo por una niña de nueve años, que solo había visto una vez, cuando esta tenía cuatro años.

Debe haber algo que no me ha contado.

Para Kihyun, Jinsoo prestaba excesiva atención a la princesa, tanto que ignoraba a la sexta princesa del Imperio.

En ese momento, vio que una niña de nueve años estaba entregando una muñeca. Él gritó para sus adentros.

¿Por qué demonios está toda esta gente aquí…? Pensemos, pensemos. Hay que actuar de la manera más sabia.

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