Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 1: Asesinato


Durante la escuela secundaria y la preparatoria, fui excluida… No era nada demasiado serio porque no me acosaban ni me golpeaban, no me hacían nada. Aun así, era rechazada por los demás. A esa edad no era consciente de la razón, puesto que lo hice bien en la escuela y tenía un temperamento amigable. Descubrí el motivo demasiado tarde, cuando era una estudiante de segundo año de la universidad, solo porque escuché por casualidad a un grupo de chicas hablando.

—¿Suhee Kim? Es una ramera.

—Lo sé, esa zorra siempre está buscando a un sugar daddy. No puedo soportarla.

[Nota: Sugar daddy un hombre maduro y económicamente solvente que se desenvuelve con facilidad en cualquier espacio. Le gusta estar con chicas jóvenes, pero es lo suficientemente realista como para saber que ninguna muchacha se acercará a él sin un interés de por medio, así que está dispuesto a pagar por su compañía de una manera “decorosa”. Es decir, no le da una cantidad de dinero, sino que le compra ropa, regalos, la lleva a cenar y viajar. Todo ello sin ningún compromiso.]

Cuando oí a mis supuestas amigas hablando mal de mí, me deprimí. ¡Es tan injusto! Si sólo supieran que he estado eternamente soltera y que nunca… Oh, ¿cuál es el punto de explicarme? Ellas tan solo dirían que estaba inventándome excusas o me llamarían mentirosa.

De todas maneras, las otras chicas comentaron que era bastante ligona con los chicos. No tenía ni idea de a qué se referían hasta que cumplí los veintitrés años, cuando lentamente empecé a comprenderlo. A pesar de que nunca los busqué, los hombres me perseguían… con dinero. Me comprarían bolsos de diseño o maquillaje caro que me gustaba, aunque nunca los pedí. Al principio me incomodaba, y me negaba, pero gradualmente empecé a disfrutarlo.

Quizás mis amigas de la universidad tenían razón sobre mí. Quizás era una ligona que medía a los hombres por el tamaño de su billetera. Pero, a los veintiséis años, cambié mi camino. Este cambio vino cuando empecé a salir con Jinsu. Jinsu no era rico ni particularmente atractivo, pero él obviamente se preocupaba por mí. No ponía mi mundo patas arriba y me hacía ver las estrellas, pero me hacía feliz. Más que la emoción de ser perseguida por hombres ricos y bañarme en lujos, saboreaba la comodidad de comer algo sencillo que él preparó en su pequeño apartamento. Mirando atrás, podía decir sin dudas que mi tiempo con Jinsu fue el más feliz en mi vida.

Entonces, todo cambió en un instante. Un hombre que solía seguirme todo el rato, diciéndome una y otra vez lo mucho que me quería – me amaba – esperó a que me encontrara sola y entonces clavó un cuchillo en mis carnes. Dijo que si no podíamos vivir juntos, deberíamos morir juntos. Escuché su risa siniestra y su voz que de alguna manera me parecía pegajosa.

Nameless
¡Y aquí presente hay un yandere, denle un fuerte aplauso! :’v

Repetía: —Te amo. Te amo.

Mi visión se volvía borrosa.

—Tú zorra. ¡Esto no habría pasado si tan sólo me hubieras amado!

Sentí como la vida era drenada de mi cuerpo mientras su voz se volvía cada vez más distante.

—No…

Protesté. Un rostro se apareció frente a mí y luché para mantener la conciencia. El recuerdo del mensaje de texto que acababa de recibir de Jinsu me asaltó. He salido temprano del trabajo y he preparado estofado. Regresa a casa pronto. Te echo de menos.

Jinsu me estaba esperando en casa. Traté de levantarme, pero fallé. Me arrepentí de no haberle respondido de vuelta diciéndole que también le echaba de menos.

Quiero… vivir.

No le había dicho a Jinsu ni una vez que le amaba. La imagen de su dulce rostro se veía cada vez más borrosa ante mis ojos. No me había percatado de lo mucho que lo amaba hasta este momento. Pero ahora, al borde de la muerte, desbordaba con anhelo de verlo. Mi desesperanza, sabiendo que nunca más vería a Jinsu otra vez era más dolorosa que el agudo dolor del metal en mi carne.

Escuché la voz enfermiza del hombre otra vez.

—Te amo.

Lloré. Sabía que me estaba muriendo. Pero había algo que quería decir. En vez de maldecir amargamente, en vez de dejar escapar un grito final, con mi último aliento empecé a decir, —Jinsu, te a…

Pero entonces fui abrumada por el sueño.

¿Realmente he caído dormida? Definitivamente no estaba muerta. Estaba acostada dichosamente en una cama, un techo alto sobre mí. Había una moderna luz de LED. Una agradable melodía New Age sonaba. Sentí algo suave y agradable al tacto, y un reconfortante, dulce aroma me hacía cosquillas en la nariz. Todo estaba bien. Pero entonces me percaté de que una cosa estaba fuera de lugar.

Con el principio, me di cuenta, no estaba en mi casa. Puse toda mi atención. ¿He sido secuestrada? Mi mente estaba en blanco, y chillé.

—Oooohhhwahhhh

¿Qué es esto? Ninguna palabra salió de mis labios. Estaba estupefacta. Solo entonces me percaté de lo que había sucedido. No podía creerlo. Traté de cerrar los ojos y volverlos a abrir. No, estaba todavía soñando. Traté de pellizcar algo.

No puedo mover mi mano. No solo era incapaz de mover mi mano, me sentía como si ese no fuera mi cuerpo.

¡Soy un bebé! Todo parecía absurdo.

Entonces oí una voz.

—¿Otra niña inútil? Deberías estar avergonzada de ti misma.

No lo sabía entonces, pero esa voz pertenecía a mi padre.


Nameless
Maldito machista >:’v

4 respuestas a “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 1: Asesinato”

  1. Lo que la gente ve y lo que realmente pasa, no siempre es lo mismo. Es una de las cosas que me desagrada, puedo hacer con mi vida un saco y nadie tiene nada que opinar. Eso de los acosadores es bastante delicado, he visto casos de casos y es bastante feo.

    Y empezar tu vida con esas palabras de tu padre… no promete ser una vida llena de amor paternal.

  2. Lamento decirlo, pero sí, todos estos acontecimientos que la llevaron a la muerte y sus amigas de mierda con culpa de una sociedad altamente machistas y el que diga lo contra nos agarramos a argumentazos.

Responder a fernando2015site Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido