Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 10: ¡Tú, imbécil!

Traducido por Nina

Editado por Haru


El día en que conseguí algo de afecto de mi padre, todavía ventilé mi frustración pateando las sábanas de mi cama por la noche, pero iba a ser un momento vital en mi vida. La Escoria Real vino varias veces después para cenar conmigo. Seoyeong estaba tan complacida que me duchaba a besos.

—Estoy tan orgullosa de ti— alegaba.

—¿Lo estás?

—Sí, es todo un honor cenar con Su Majestad.

Madre, quería decir. El principal matemático y otros escolares en el reino me han llamado un prodigio ¿y tú estás impresionada porque soy invitada a cenar con mi padre?

Ordenó juguetona, —Di que me quieres.

Cuando los niños cumplen ocho años, su relación con sus madres se espera que se torne más distante, y muestras de afecto se juzgaban de inapropiadas. Mientras que los chicos entraban a la escuela cuando cumplían ocho, las chicas no podían siquiera soñar con ello. Ellas apenas tenían una fiesta del té de mayoría de edad con parientes féminas.

Lancé mis brazos alrededor de mi madre lo que la llevó al borde de las lágrimas. Todas las mujeres, incluida mi madre llevaban solitarias vidas y este pequeño gesto significaba el mundo para ella.

Mi puerta se abrió de par en par. —¡Atrapa!— Hwanseong tú imbécil, te la devolveré algún día. Pero, para mi vergüenza, corrí a atrapar la muñeca de trapo ansiosamente.

—Oh, ¿Madre está aquí?

—Hola, Su Majestad.- Seoyeong saludó al mocoso.

Él respondió, —Sí, quería jugar con la pequeña Mutt.

Seoyeong no parecía perturbada por cómo me había llamado Hwanseong por este humillante apodo y me hacía ladrar con su orden. En vez de eso, lucía satisfecha. Parecía considerar un honor que el noble príncipe prestara alguna atención a esta humilde fémina.

Exclamé, —¡Qué honor verte Su Majestad!— Esperaré el momento adecuado para tomar mi venganza.

La muñeca de trapo en mi mano, abracé la pierna de Hwanseong. Él era mucho más alto que yo. Salté de arriba a abajo emocionada. Él se rió y dijo:

—Tú realmente eres como un perro callejero. Uno realmente feo.

Di un paso atrás e hice un puchero, —No, no digas que soy fea.

Él contestó, —Tengo que hacerlo. Es la verdad.

Supliqué, —Me haría realmente feliz que dijeras que soy bonita.— Oh mátame ahora. ¿Dónde está mi orgullo?

Cedió magnánimamente, —Bueno, no eres tan fea.

Hwanseong recordó entonces, —Oh, estás siendo llamada para cenar.- La expresión contenta de mi madre cambió a una de preocupación, seguramente por el shock de que el príncipe fuese encargado con la baja tarea de llamarme a cenar.

Pregunté, —¿Vamos a comer juntos, Príncipe Hwanseong?

—Sí – dijo, —Tú, yo, y Padre. Oh, tú también estás invitada, Madre.

Seoyeong estaba obviamente exaltada. Rápidamente, recuperó la compostura. Mientras que mi tonto comportamiento era excusable debido a mi tierna edad, tal actitud en mi madre se consideraría impropia.

Mi pobre, feliz madre se frotó suavemente los ojos abrumados de emoción. Era patético que fuera tan conmovida por ser invitada a cenar, ¡a comer con su propio marido! ¿Se había dado ella cuenta de lo capullo que él era?

La Escoria Real, Seoyeong, Hwanseong, y yo nos sentamos alrededor de una larga, oblonga* mesa.

[Nota: Para el que no lo sepa, algo oblongo significa que es más largo de lo que normalmente sería, más larga que ancha.]

En un tono serio, Escoria preguntó, —¿Quién camina a cuatro patas por la mañana, dos al mediodía, y tres en la tarde?

Me pausé y ladeé la cabeza. Hwanseong adivinó, —¿Un perro?

—Error.

Qué divertido que los dos se vieran tan serios. ¡Incluso un niño de tercero sabría contestar a esto! Me recordé a mí misma que ya no estaba en la Tierra.

—Tú, contesta —Escoria me dijo.

Seoyeong lucía alterada de que Escoria dirigiese su atención a mí. Estaba tentada de decirle a Seoyeong, “Ya sé que las chicas son tratadas como basura aquí, pero no dejes que pequeñas preguntas te molesten. Si les dejas ver lo intimidada que estás, perderán incluso más respeto por ti.” No, esto no tenía sentido. Los hombres tenían algo que no tenían las mujeres. Los hombres monopolizaban el poder mágico y lo utilizaban para dominar a las mujeres.

Contesté, —Necesito más tiempo. Tengo que pensarlo con cuidado. –

Dejando mi cuchara en la mesa, fingí estar pensándolo arduamente. Juzgando por sus expresiones, estaban convencidos de que esa pregunta era muy difícil. No podía responder demasiado rápido, puesto que podrían sospechar. Podrías creer equivocadamente que pretendía esforzarme para ser educada, ya que la pregunta intentaba ser un reto, pero eso está bastante lejos de la verdad. Estaba actuando bajo el instinto de supervivencia.

Cuando la cena se acercaba a su final, hablé tímidamente, —¿Es quizás una persona?

Escoria me miró. Dijo, —Eres realmente bastante remarcable.

Salté de mi asiento y corrí pasando a la sorprendida Seoyeong en su dirección. Pregunté, —Padre, puesto que he resuelto el acertijo, ¿podrías darme por favor un regalo?

El creciente pánico de Seoyeong era palpable. Casi podía escuchar sus pensamientos. Sanghee……. ¡Noooooo! ¿Cómo puedes atreverte? Las manos de mi pobre madre estaban temblando.

—¿Un regalo? —Escoria rió.

—¡Sí! ¡Algo genial!

Hwanseong intervino entonces, —¡Diez barras de chocolate!

Ugh. Tú puedes tener barras de chocolate pero yo tengo otros planes.

—¿Qué te gustaría?

—¡Acaríciame!— respondí.

Sus manos, que colgaban bajo la silla, eran tan grandes como platillos. Bajé mi cabeza y me froté contra su palma. ¡Para verme reducida a esto! Qué despreciable era esta condición.

Escoria se rió sinceramente. Seoyeong lucía nerviosa mientras que Hwanseong se rió en voz alta.

—¡La está acariciando!— Se rió abucheando. Quería abofetearle. Escoria al principio se resistió, como si hubiera hecho una petición extravagante, pero empezó a acariciar mi cabeza. Se comporta como si me estuviera haciendo un gran favor. Escondí la rabia en mi corazón y actué como si fuera la chica más feliz del mundo.

—Papi.- Oyendo este familiar término, Seoyeong entró en modo de completo pánico. Incluso los príncipes no tenían permitido tal familiaridad.

Repetí, —Papi ¡te quiero!

Sólo tenía siete años, así que esto estaba permitido. Podía ser así de atrevida, solo porque tenía siete años. Me aseguré eso.

Los ojos de Seoyeong, alarmados, suplicaban que me detuviera.

Escoria no dejó de sonreír sin embargo. ¿Ves? Quería decir. Utiliza tu cabeza. ¿Estaría él sonriendo si estuviera enfadado? No hay necesidad de estar tan aterrada.

Escoria dejó de sonreír entonces. Le dijo a Seoyeong, —Luces como un cadáver.

—No, no— protestó.

No hay necesidad de negarlo. En verdad, ella se veía absolutamente aterrada. Ella respondió, —Esta pequeña niña es bastante excéntrica.

Hwanseong intervino, —¡Porque ella es un perro!

Escoria anunció, —Estoy muy satisfecho con ella. Si hubiera nacido como un chico, ciertamente habría crecido para ser un héroe nacional.

Le corté, —Si pudiera ser un héroe, ¡tendría permitido casarme contigo! —enfaticé mis palabras con pequeños puños apretados y un puchero resentido. Ciertamente era bastante adorable.

Seoyeong estaba al borde del colapso, tan sorprendida por mi audacia. ¿Cómo podía interrumpir yo al rey? Esperó la explosión que nunca vino. Yo sabía cuán lejos podía empujar estos lazos.

Esta vez, Escoria acarició mi cabeza, sin que yo tuviera que pedírselo.

Le dijo a Seoyeong, —Espérame esta noche en tu dormitorio.

Seoyeong asintió frenéticamente.

♦ ♦ ♦

Algunos días atrás.

El reino tenía montones de doncellas. Habían doce reinas y casi treinta princesas. Las damas a cargo las atendían día a día. Sujin, quien cuidaba a la Princesa Sanghee exclamaba ahora, —¿Qué? ¡No puede ser!

La otra respondió, —¡Es verdad! ¡El rey invitó a la Princesa Sanghee especialmente para cenar con él!

Sujin no podía creérselo. Esta era una rara ocasión, y no había pasado nunca durante el reinado del actual rey.

—Quizás envenenaran a la chica si piensan que ella es más problemática de lo que vale.

—¡No digas tales cosas! ¡Traerá mala suerte! ¡Y la princesa es tan hermosa y buena!

—¿Por qué estás tan molesta? Estás molesta solo porque sabes que es verdad.

Sujin se mordió el labio en silencio. Sí, podía pasarle a cualquier chica. Si alguien se disgustaba con ella, quizás fuese invitada a cenar con alguien, donde sería envenenada, de acuerdo a la costumbre. No se esperaba que el rey sintiera el más mínimo afecto por una hija. Ella no sentía que el rey actual tuviera tan viles tendencias, pero había leído de estos incidentes en los libros de historia, especialmente si una princesa se atrevía a esforzarse para ganar una posición equivalente con los príncipes.

Las noticias de que la Princesa Sanghee disfrutaba del favor del rey así como del afecto de los príncipes se propagó, alcanzando los oídos de las otras princesas, las treinta y dos de ellas.

Nina
¡Por el amor de dios! ¡Este rey se reproduce más que los conejos!

—Ella tendrá su mayoría de edad pronto- la Princesa Seohee, quien tenía doce años, dijo.

—Tenemos que enseñarle una lección. ¿Cómo se atreve esa pequeña mocosa de siquiera soñar con involucrarse con los príncipes?

—Tienes razón. Ella es fea y no tiene maneras. Es nuestro deber enseñarle una lección. Tiene ocho años ahora, es lo suficientemente mayor para saber cómo actuar. ¿No es nuestro trabajo enseñarle algo de respeto?

—Tienes razón, Princesa Seohee. Es nuestro deber.

—Tenemos que usar la mayoría de edad para inculcar algo de razón en ella.

♦ ♦ ♦

Era el último día de 1003 por el calendario Aureus.

—Hwanseok— dijo Hwanseong, —¿Te percataste de que mañana es la mayoría de edad de Sanghee?

—¿Es eso así?— era la respuesta desinteresada.

1º de Enero, 1004. El día que la mayoría de edad de Sanghee Kim llegó.

4 respuestas a “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 10: ¡Tú, imbécil!”

  1. Y ahí señores, entra la envidia de las hermanas en la ecuación. BAH. COMO PUEDEN SER 32? Miercoles jajajaja, completamente de acuerdo con el comentario de que ese señor se reproduce más que los conejos.

  2. Cuando leo un capítulo de esta novela siempre tengo sentimientos encontrados, me da rabia que se tenga rebajar a actuar como un perro y rogar por cariño, pero luego pienso que llegará el día en que los papeles se inviertan y se me pasa el coraje
    Gracias por el capítulo

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