Traducido por Shiro
Editado por Ayanami
—¿Puede ir más rápido? —Li Cong Qing apresuraba al conductor de caballos con frecuencia, deseando que pudieran crecerle alas y así poder volar de vuelta a casa.
—Señor, esto es lo más rápido. Si aumento la velocidad, ¡el carro con seguridad se hará pedazos! —El conductor ya urgía con diligencia a sus dos lamentables caballos para que corrieran como si volaran.
Originalmente, él quería montar un caballo para poder ir más rápido, sin embargo, sus habilidades en este aspecto eran sumamente decepcionantes. ¿Quién sabía si incluso antes de llegar a la capital, se llegase a fracturar sus manos y piernas al caer o se torcía y partía el cuello a medio camino? Aunque se encontraba impaciente por regresar, sentarse de forma obediente en el carruaje seguía siendo mucho más seguro.
Mientras esperaba sentado, evocó toda clase de asuntos entre él y el emperador, uno a uno. Por último, recordó lo ocurrido después de aquella noche seis años atrás. Aunque había sido desnudado y devorado por completo, lo que le siguió era aún incierto. ¿Tendría que convertirse en el… favorito del emperador y seguir viéndose con él?
Al principio, tenía la intención de entrar a la corte como académico y, simplemente, pasar el tiempo tranquilo mientras lo tomaba con calma. ¿Cómo podía esperar que sin ton ni son sería arrastrado a la cama de dragón del emperador? ¡Qué cosa tan complicada y extraña!
Ese día, antes del amanecer, el cielo no se había iluminado aún. Como, por lo general, debía atender la corte de las mañanas, había cultivado el hábito de despertarse de inmediato, siempre a la misma hora, sin importar la hora a la que fuera a dormir. A pesar de esto, permanecería en la cama, sólo cuando el sirviente venía a llamarlo era que se levantaba en agonía.
Cerrando sus ojos, en un estado entre dormido y despierto, su mano tocó algo suave y cálido…
¿¿Ehh?? ¿Qué puse en mi cama? Aunque es bastante agradable al tacto.
A causa de ser tocado por aquí y por allá, el emperador fue despertado. A continuación, agarró esa mano traviesa que iba dejando un incendio a su paso, y dijo con suavidad:
—Aún es temprano, duerme un poco más.
—Hmmm… Xiao Guo Zi, no olvides despertarme más tarde…
¿Me confundió con el encargado de la mansión?
El emperador sonrió.
—Sí.
—Su Majestad, es hora de vestirse —Wei Xiao Miao se encontraba junto a la cama, listo para servirlo.
El emperador se aseguró de que la persona siguiera abrigada bajo la colcha, antes de levantarse y salir de la cama, permitiéndole a Wei Xiao Miao que lo sirviera al momento de lavarse la cara, enjuagarse la boca y vestirse.
Después de un rato, Li Cong Qing murmuró distraídamente.
—Xiao Guo Zi, ¿ya es hora?
—Aún no. Puede dormir un poco más —le contestó Wei Xiao Miao.
—Xiao Guo Zi, ¿por qué hoy tiene dos voces…? —Su voz, gradualmente, se debilitó, cayendo dormido de nuevo.
El emperador se giró y le dio un beso en la boca, le ordenó a las personas que se quedarían esperando por él que no lo despertaran, y se fue.
El estado entre dormido y despierto de Li Cong Qing se aclaró cuando el cielo estaba brumoso y brillante. Parpadeando varias veces, gritó:
—¡¡AH!! —Y se sentó de un salto. Luego, levantó la colcha y salió de la cama. De repente, sintió un ligero escalofrío, por lo que, bajó su cabeza para encontrarse con que estaba completamente desnudo, sin un solo hilo encima.
¿Eh? ¿Por qué me dormí sin ropa anoche? ¡No está bien! ¿En dónde estoy?
Parpadeando sus ojos un par de veces más para ver con claridad, finalmente, se dio cuenta de que no estaba en casa. Entonces, de pronto, recordó que ayer había pasado la noche en el palacio. Sus mejillas, inconscientemente, comenzaron a arder.
—Señor, ¿ya se levantó? Los sirvientes entrarán para atenderlo. —Alguien habló desde el frente de la habitación.
—No hay necesidad. ¡No entren! —Li Con Qing se apresuró a tomar el uniforme de la corte que colgaba de la pantalla y se vistió de manera ordenada y pulcra, abriendo la puerta con rapidez.
—Señor, por favor, lave su cara. —Dos asistentes del palacio llevaban agua fresca mientras esperaban junto a la puerta.
Él se lavó la cara y enjuagó la boca con descuido y celeridad, saliendo con diligencia justo después. Corriendo mientras ataba su sombrero y cinturón de oficial.
En el salón, ya habían comenzado a discutir los asuntos de los oficiales. Por lo que inclinó su cuerpo, y entró de puntillas. Afortunadamente, su lugar era en la parte trasera más cercana a la puerta, por lo tanto, no molestaría a nadie.
El asiento de dragón del emperador estaba en un lugar alto, de modo que pudo verlo entrar en secreto con claridad.
¿Por qué insiste tanto en asistir a la corte?
Reflexionó para sí, al no lograr comprender.
La idea de conferirle el título de emperador consorte se intensificó, pero, al final, la refrenó. No quería forzarlo a hacer algo que no quisiera, con la salvedad de los asuntos en la cama, por supuesto.
Recordando el primer encuentro sexual de la noche anterior, su cuerpo, inadvertidamente, despertó una montaña de fervor. El emperador no era una persona que se entregaba a los placeres carnales en absoluto, pero Li Cong Qing había despertado un enorme deseo que nunca antes había sentido. Quería abrazarlo, besarlo apasionadamente, penetrar su cuerpo a profundidad, y luego arremeter contra él con firmeza, una y otra vez… Sólo con pensarlo, casi temblando ligeramente, su abdomen se encendió y comenzó a sentir una ondulante corriente eléctrica.
—¿Su Majestad? ¿Su Majestad? —Un ministro anciano de alto rango llamó con suavidad al emperador distraído.
—Pensaré de nuevo acerca de este asunto —dijo, una vez que recuperó su foco, se sentía dividido, la mitad de su corazón estaba en la corte, mientras que la otra estaba con Li Cong Qing. Después de discutir varios temas, simplemente, le puso fin por el día.
♦ ♦ ♦
Li Cong Qing regresó al Ministerio de Ritos, parecía estar irritado y de mal humor.
No había manera de encontrar una posición cómoda para sus nalgas, cada vez que se sentaba, se levantaría inmediatamente después, como si hubiese alfileres y agujas sobre la superficie. Era imposible sentarse y era incómodo permanecer de pie. El ministro anciano notó el color inusual de su rostro, y vio que no parecía sentirse cómodo, por lo que le permitió irse temprano para que descansara.
Cuando el emperador le solicitó a Wei Xiao Miao que lo convocara, él ya había dejado el palacio.
—Reportando a Su Majestad, el señor ya se ha ido a su casa. ¿Debería ir a buscarlo?
—No es necesario.
En su corazón, sentía que lo mejor era que hubiese regresado. Si Li Cong Qing estuviera dentro de su alcance, sólo pensaría en arrastrarlo a la cama para hacer esto y aquello. Debido a esto, sentía que podía convertirse en una persona que sucumbía constantemente a los placeres carnales.
Entonces, sacudió la cabeza y se burló de sí mismo en su interior. Esta era la primera vez que deseaba a una persona de este modo, desde hacía mucho tiempo. En realidad, esto nunca antes le había ocurrido. ¿Quería probar algo nuevo? ¿O se había enamorado de verdad? Sin importar lo que fuera, este no era un impulso momentáneo en absoluto.
No importa. En la vida, era difícil encontrar una oportunidad en la que se pudiera seguir a la naturaleza de manera cuidadosa y considerable. Si Li Cong Qing no estuviera rechazando el favor imperial con vehemencia, podría disfrutar de un placer que no lograba describir con palabras. Por lo tanto, no debía llegar al punto de forzarlo ya que podría espantarlo y hacerlo querer escapar; y si lo hacía sentir acorralado podría convertir, deliberadamente, esto en un problema.
♦ ♦ ♦
Después de que Li Cong Qing regresó a su casa, se fue directo a la cama, cubriéndose con la colcha, como si estuviera anidando. Quería dormir, pero no podía. Su cabeza era un desastre, quería pensar acerca de todo y, al mismo tiempo, no tenía idea sobre qué pensar.
Li Cong Yin escuchó de sus subordinados que el segundo maestro había regresado durante el día, por lo que finalizó con premura su trabajo en la empresa comercial y se apresuró a volver. Volviéndose más competente en su profesión, preguntó ya sabiendo la respuesta.
—Hermano, anoche te quedaste en el palacio, ¿no es así?
—Hmm —contestó sombrío. Estaba molesto, pero no tenía energía.
—¿Con qué estuviste ocupado? Veo que estás cansado, ¿quieres que pida que te preparen sopa de tortuga de caparazón blando[1]? Es reconstituyente.
—No como tortuga.
—Aii… A veces tienes que comer tortuga así no te guste. Yo, como tu hermano mayor, temo que tus riñones sufran de mala salud.
—¡A ti es a quien no le funcionan bien los riñones! —Incapaz de contener su réplica, sacó su cabeza para mirarlo con furia. El sacar la cabeza de ese modo, le daba una apariencia algo similar a la de la tortuga de caparazón blando.
La expresión en el rostro de Li Cong Yin era retorcida, luego, sonrió siniestramente, como si supiera acerca de lo sucedido. Li Cong Qing sintió que no estaba padeciendo de insuficiencia renal sino cardíaca. Lo ocurrido la noche anterior era sin duda un tabú. Si sólo se tratara de dos hombres que mantenían relaciones sexuales sería sencillo. Sin embargo, uno de los hombres involucrados era el Hijo del Cielo actual.
¡El delicado y atesorado patio trasero de tu hermano fue desflorado anoche tal como lo deseaste!
Quería decirle sin tapujos. ¡Permitir que el gran y poderoso, sabio y brillante, Su Majestad el emperador, lo desflore; sin duda divertiría a este demonio sin corazón!
Li Cong Qing escondió la cabeza en su caparazón, no estaba de humor para lidiar con el maestro de la familia Li, quien, de todo corazón, vendió a su hermano menor para conseguir gloria. A continuación, se acurrucó de forma idéntica a la de una tortuga, recogiendo sus miembros debajo de la colcha de algodón.
Entonces, dejando escapar un suspiro, pensó: Qué molesto… Olvídalo. Mejor, primero duermo y luego pienso.
Ya no quería pensar en nada. Su mente se encontraba sobrecargada, angustiándolo. ¡Aún aspiraba poder gozar de cientos de años de tranquilidad!
A pesar de sentirse agitado e inquieto, pudo dormir como de costumbre, de lo contrario, no sería merecedor del título de «Ministro Asistente Soñoliento».
♦ ♦ ♦
Después de dormir durante todo un día, se dirigió al palacio para asistir a la corte de la mañana, insistiendo en no ausentarse sin una buena razón.
Al principio, pensó que el emperador lo convocaría, lo cual, lo perturbó a lo largo del día, ya que no quería escuchar tal notificación. Así pues, pasó el segundo día y el tercer día también. El emperador parecía haberse olvidado de su existencia.
Lógicamente hablando, Li Cong Qing debería sentirse afortunado, suspirar de alivio era lo que debía hacer. Pero en su interior, no podía evitar sentir una leve desilusión, como si le faltara algo. Durante la corte, dejó de quedarse dormido para pasar a estar distraído. Una y otra vez, dirigiéndole miradas a hurtadillas a la persona que se sentaba en lo alto, inesperadamente, con expectativa de que esa persona lo notara un poco. Sin embargo, dicha persona no le dirigió una sola mirada.
Y así, la indiferencia del emperador hacia él se extendió hasta el sexto día. Cosa que hizo que en el corazón de Li Cong Qing, inconscientemente, se encendiera en una ira indescriptible.
El emperador, de hecho, sólo tuvo un fugaz momento de interés. Sólo quería probar algo nuevo y diferente, y como resultado, se dio cuenta de que no soy en absoluto delicioso.
Por eso, una vez que se bajó de la cama de dragón, se deshizo de él con facilidad, olvidándolo por completo.
¡Ai, ai, está bien! Sólo tengo que verlo como la escena de un extraño sueño de primavera.
Después de todo, era un hombre, aparte de sufrir un enorme agravio, su cuerpo no perdió ni siquiera un pequeño pedazo de carne, a diferencia de las mujeres, quienes tienen que darle la mayor importancia a su castidad y reputación, llegando al punto de cometer suicidio si son mancilladas.
Además, añadir algo no me resta nada. Así también está bien.
El séptimo día, la mente fluctuante de Li Cong Qing, finalmente, se había calmado, por lo que tenía la intención de retornar a su previo estado de calma, como la superficie de un lago sin ondulaciones. No volver a pensar en el emperador ni en lo ocurrido para no afligir su corazón. Pasando sus días con negligencia, y enterrando, en lo profundo de su ser, la melancolía y desilusión que lo embargaba.
Por otro lado, durante estos días, el emperador no parecía lucir fuera de lo normal, la expresión de su rostro permaneció siempre estable, sin emociones, y su comportamiento metódico, sin permitirle a las personas conocer sus verdaderos sentimientos.
Aunque, en realidad, el emperador estaba completamente al tanto de Li Cong Qing, lo veía llegar siempre puntual a la corte de las mañanas, y con cada día que pasaba, su sed y su deseo se incrementaban, eran cada vez más intensos. Suprimiendo su anhelo forzosamente, resistió la urgencia de llamarlo, por un lado, no quería sucumbir ante el placer tan ansiado, y por el otro, para darle más tiempo a Li Cong Qing para que reflexionara y se adaptara a la situación.
Debido a este asunto, el emperador se encontraba ausente, bien fuera durante la corte mientras se discutía algún tema, en el estudio imperial cuando gestionaba asuntos gubernamentales, incluso hasta llegar al punto de dar un paseo por el jardín imperial y quedarse viendo fijamente el arbusto de rosas chinas por un largo tiempo.
Hasta que llegó el octavo día, el emperador debía ir al templo Bai Hu para adorar a Buda y honrar a sus ancestros. El Ministerio de Ritos era el encargado de los ritos y ceremonias de la familia imperial, y naturalmente, él solicitaría al ministro asistente para que lo acompañara, ni siquiera se le permitió a otros nobles y oficiales de alto rango que lo siguieran.
El templo Bai Hu no quedaba muy lejos del palacio, y había un camino que los comunicaba directamente. El emperador iba en el carruaje imperial y Li Cong Qing, quien había venido a acompañarlo, debía seguirlo caminando detrás de él según la costumbre. Sin embargo, el emperador hizo una excepción, otorgándole una silla de manos para que fuera junto a él. En el pasado, sólo la emperatriz había tenido el honor de recorrer el camino hacia el templo Bai Hu junto al emperador. No obstante, como Li Cong Qing era quien poseía el puesto más alto entre todos los cortesanos presentes, nadie se atrevió a objetar esta excepción.
Li Con Qing, quien originalmente había preparado su corazón con antelación para conservar la calma, no pudo evitar que sus latidos se hicieran más rápidos. La silla de manos estaba medio metro por debajo del carruaje imperial, por lo que, con sólo girar ligeramente su cabeza podía ver el rostro de perfil del emperador. Pero su cabeza estaba inclinada hacia abajo y no se atrevía a levantarla, mucho menos dirigirle una mirada al hombre a su lado.
La silla de manos oscilaba de aquí a allá ligeramente, a pesar de que su corazón se encontraba agitado, el vaivén era, en realidad, terriblemente cómodo. A medio camino, sus párpados no pudieron evitar entrecerrarse, hasta que finalmente se quedó dormido.
El emperador, preocupado porque pudiera caerse de la silla al ver que su cabeza se mecía de una lado a otro, le llamó:
—Li Cong Qing.
—¿Hmm? —Al abrir sus soñolientos ojos, inconscientemente, enfocó su mirada en la persona que recién lo llamó.
El emperador lo miraba con una sonrisa en sus labios. Esa apariencia soñolienta, además de esos ojos vidriosos, era algo que el emperador encontraba lindo en extremo. Nunca antes había conocido a alguien que le gustara dormir más que a él, al punto en que no dejara escapar una sola oportunidad en la que pudiera dormir.
—¿Su Majestad tiene alguna orden para este humilde súbdito? —Li Cong Qing hizo acopio de su quebrantado espíritu con premura, y bajó su mirada, sumiso.
—Querido ministro, ¿has observado las estrellas recientemente? Me gustaría saber si has visto alguna configuración excepcional.
Su comentario lo dejó estupefacto por un rato. ¿Cuándo se había convertido en el «Querido ministro» del emperador? ¿Por qué no sabía nada de esto?
—Respondiendo a Su Majestad, este humilde súbdito no ha observado las estrellas en muchos días.
—Hmm… No me extraña que no te hayas quedado dormido durante la corte de las mañanas. —El emperador rió con suavidad y, continuando la charla ociosa dijo—: El oficial Si Ming, del Ministerio de Astronomía, ha visto a mi estrella fénix rojo desplazarse subrepticiamente.
Li Cong Qing lo miró con perplejidad, sin entender sus palabras. Las mariposas en la boca de sus estómago habían comenzado a revolotear, desobedeciendo sus deseos. ¿Qué quería decirle el emperador con esto? ¿Por qué sentía que sus latidos se habían acelerado?
El emperador notó que sus mejillas se enrojecieron, y su rostro estupefacto parecía decir que entendía y, al mismo tiempo, no lo entendía. Lo encontraba tan lindo que quería tirar de él y hacerlo entrar en el carruaje imperial, abrazarlo, y allí mismo hacer con él esto y aquello, queriendo expresar la pasión y el anhelo que había reprimido durante los últimos días.
Algunos días atrás, el emperador había notado que Li Cong Qing no estaba durmiendo durante la corte de las mañanas; parecía angustiado. Él no era alguien que pudiera esconder con facilidad sus sentimientos; fracasando en ocultar su inquietud, ansiedad, tristeza, y sensación de pérdida. Aunque el emperador parecía indiferente, podía entender la situación con claridad.
Como prueba estaba bien, darle espacio para que comprendiera sus sentimientos también era beneficioso. Con esto también podía ver que Li Cong Qing no sólo había accedido aquella noche por sentirse impotente o comprometido, en cierta medida él estaba igualmente dispuesto. Por lo tanto, el emperador se dio cuenta de que no sólo anhelaba su cuerpo, sino también su corazón. De haber sido una mujer, sin duda alguna lo habría hecho entrar al palacio, confiriéndole además el título de concubina imperial.
Desafortunadamente, Li Cong Qing era un hombre hecho y derecho. Lo que resultaba en que fuera imposible que se convirtiera en concubina o emperatriz. Asimismo, había rechazado el título de emperador consorte. Por lo que sólo le quedaba hacerlo permanecer a su lado.
Como emperador que era, ¿por qué debería desperdiciar tanta energía si deseaba a una persona? Con uno de sus decretos, ¿había algo que no pudiera obtener? Sin embargo, no quería obligar a un súbdito indefenso; quería que Li Cong Qing estuviera dispuesto con todo su corazón.
Li Cong Qing… Li Cong Qing… ¿Sabes cuánto he pensado en ti?
[1] La tortuga china de caparazón blando (Pelodiscus sinensis) es una especie de tortuga de la familia Trionychidae. Más info aquí.