Traducido por Endgame
Editado por Sakuya
Corregido por Maru
Lo sabía.
Sabía que iba a morir.
Esa idea se le vino a la mente a Cornou mientras se lavaba los dientes, tras la cena.
Ya han pasado diez años desde que se convirtió en rey. A través de este tiempo, él tuvo que esconder su verdadera forma de ser y ponerse una “máscara” para ser un gran gobernador.
Cuando él llegó al trono, la nación estaba pasando por una hambruna y tuvo que bajar los impuestos, cultivar las tierras, controlar las inundaciones, preparar el riego de las tierras, ajustar y arreglar leyes. Siete años luchando contra distintos problemas que tuvo la nación, antes de poder volver a subir impuestos. De hecho ahora se encontraba luchando contra lo que era la educación de la nación.
La nación por fin veía la luz del dia. Los ciudadanos cantaban alabanzas. Incluso las personas de los países vecinos, lo elogiaban como un rey sabio.
—¡Más! ¡Elogienme más!
Esa fue su reacción hace tres días.
Pero ahora, hasta las alabanzas le resultaban irritantes.
Para ser honesto, Cornou odiaba los problemas. No, no solamente los problemas, también las cosas que duelen, las cosas que eran difíciles y las cosas tristes. Tener que esforzarse mucho, tener que soportar, tener que trabajar, tener que dejar la cama, tener que concentrarse, tener que entrenar. Todas esas cosas las detestaba. Incluso detestaba tener que ir en Ooma, cuando hacía turismo por la nación, de hecho también encontraba agotador conversar con las personas.
De hecho, si pudiese, se quedaría encerrado en su habitación dedicándose a sus aficiones.
Un hombre como él, había enfrentado a taimados políticos en batallas de ingenio o de otras cosas. Había pasado diez años reformando la nación. Y la razón era muy simple, era para que la mujer que amaba lo mirara
De vez en cuando recordaba esa vez, cuando hace quince años los dos se conocieron.
En ese momento Cornou debió haber tenido 13 años y ella tan solo 5.
La niña había subido un árbol sin pensar y cuando ya estaba en la punta se dio cuenta que no podría bajar.
Con un fiero pelo rojo, además de unos brillantes ojos azules como un lago, lo habían impresionado bastante.
En ese tiempo ella era una niña con bastantes energías, algo adecuado al salvaje color de cabello que tenía. Y era completamente opuesta al recluso de Cornou. De hecho, sus padres bromeaban a menudo, en que si pudiesen juntar la sabiduría de Cornou con las energías de Hitow, conseguirían a la persona perfecta
Él la volvía a ver cada cierta cantidad de años, y con ese tiempo, ella era tan animada como siempre y cada vez más hermosa. De la misma manera, sus sentimientos hacia ella también iban cambiando.
De ser una niña ruidosa a una chica que era considerada como una hermana. Y de esa hermana pequeña a la chica de la cual estaba enamorado.
Quería ser su pareja.
Quería ser digno de ella.
Quería mejorar el país para poder mostrárselo con orgullo.
Con eso en mente, Cornou se esforzó por guardar su verdadera forma de ser, para lograr ser el rey perfecto.
En poco tiempo sus esfuerzos rindieron frutos y cuando Hitow cumplió 16 años, envió una propuesta de matrimonio, la cual el rey de Sunayu (el padre de Hitow) acepto con placer. De hecho, el rey de Sunayu quería que la boda fuese lo antes posible pero, Cornou pidió que esperaran.
Como Hitow se volvía cada vez más linda a medida que crecía, por miedo e perderla a manos de otro, envió la propuesta. Aún así, no estaba realmente preparado.
En los cuatro años antes del matrimonio, él quería restaurar y volver a su nación lo más fuerte posible.
Cuando imaginaba la vida que tendrían juntos, sus pasos se volvían luz y con la posibilidad de transformar el infierno en el paraíso. Los malditos cretinos que no hacían nada más que quejarse, se convertían de pronto en estúpidos pero adorables niños para el.
Y cuando finalmente, cuando por fin podía recibirla…
—Quiero posponer el matrimonio. Aún cuando usted está en la edad de casarse, además de tener un sucesor, dicho esto, está en mi deber, manifestarle que sería ir en contra de mi conciencia, retrasar el nacimiento de su heredero, debido a circunstancias de mi propia nación. Si tiene el deseo de anular el compromiso, no habría problemas….
Esa fue la réplica que recibió cuando envió un mensaje informando cuándo sería el día del casamiento. La carta simplemente decía que ella deseaba posponer las cosas sin dar ninguna razón. En otras palabras, ella simplemente deseaba anular el compromiso.
¿Qué había hecho? ¿Qué cosa comió? ¿Cómo pasó los últimos tres días? Honestamente no tenía memoria para eso. Durante tres días, él fue como una cáscara vacía. De hecho, solo ahora que se estaba lavando los dientes sus sentidos volvieron a él.
De repente nada importaba.
Salir no provocaba nada más que dolor, y los petulantes políticos le volvían a causar terror.
Estaba cansado de eso.
Estaba cansado de todo eso.
Estaba cansado de dar todo y tener que aguantar.
Así como un viento del oeste comienza a soplar, las décadas de calma terminaron. Esa suave brisa se transformó en una tormenta y Cornou sentía, no, él sabía que venía lo peor.
No creía que serían capaces de soportar la tempestad sin la princesa Hitow. Así que decidió desaparecer antes de que la tempestad llegara.
Cornou había estado estudiando el uso de cuerdas.
Después de tirar un par de veces para probar su fortaleza, la lanzó sobre una viga y creó un lazo. De pie sobre una silla puso su cuello a través del anillo formado.
Todo lo que tenía que hacer era patear la silla y todo estaría bien. Estaría libre de todos sus problemas.
Cornou cerró sus ojos.
—¡¿Qué estás haciendo?! —gritó una voz profunda.
La voz venía de alguien que conocía la verdadera forma de ser de Cornou: Baz, su fiel criado.
Baz era la única persona que tenía permitido entrar en el cuarto de Cornou.
Pero ¿por qué estaba aquí? Cornou claramente le había dicho que necesitaba pensar y quería estar solo.
—¡Por favor para, debes parar por favor!
Cornou no pudo mostrarle su cara.
Él no quería terminar con su vida delante de su amigo, pero al mismo tiempo si terminaba con su vida así, liberaría a Baz de un rey tan problemático.
Cuando eran niños pequeños, Baz comía secretamente las zanahorias de él. También lo ayudaba a limpiar la cama cuando se orinaba. ¡Continuó hasta que Cornou cumplió diez años!
Después, cuando Cornou se convirtió en rey, él pacientemente despertaría al Señor que odiaba levantarse temprano por la mañana, y cuando Cornou tomaba decisiones que personalmente odiaba, Baz escucharía sus quejas hasta muy entrada la noche.
A pesar de todo, Baz, por favor vive para ti mismo, desde ahora en adelante.
Cornou aguantó el aliento y…
De la nada apareció un rectángulo de luz haciendo ruido. Era un espacio rectangular suspendido a media altura. Dentro se encontraba una mujer de un largo pelo negro, que le cubría su rostro. Sus ojos eran tan negros como la noche más oscura.
—¡Hola!
Un pequeño grito escapó de su garganta.
—Qué horripilante momento para aparecer.
Al momento en que dijo eso, Cornou supo quién era ella. Era una mujer que vino gateando desde el mundo de los muertos, desde lo más profundo de la tierra. Era un espectro y a juzgar por la espuma (seguramente la del baño) ella venía del Infierno de la espuma, donde los pecadores se ahogaban por la eternidad.
El suicidio era algo prohibido. Se decía que quienes terminaban con su propia vida, jamás se volvían a unir al círculo de la vida. Sería condenado a estar en prisión en las profundidades de la tierra. Cornou siempre había considerado eso como una superstición ridícula, pero ahora estaba considerándola seriamente; se estaba odiando por su estupidez.
—Me pondré mi Barth Rohb, así que, quédate ahí, ¿vale? ¡Absolutamente no puedes moverte de ahí!
Osea, será mejor que no huyas de mi.
Ese espectro estaba aquí para llevarlo al abismo.
De pronto sus rodillas se debilitaron, perdiendo así la fuerza de sus piernas y no pudo evitar caer.
Ese temblor también alcanzó el resto de su cuerpo, perdiendo por completo el equilibrio.
La silla comenzó a inclinarse, y la soga comenzó a presionar en su garganta.
—¡Rey!
—¡Aahhh! ¡Te lo dije! ¡No te muevas! ¡Aahh! ¡Cómo se supone que me vista cuando estas asi! Mmmmm… ¿¡Qué debo hacer!? Oh, ya sé.
La mujer se escurrió de la entrada del inframundo, portando unas largas tijeras de la longitud de su brazo.
—¡Hiiiiiii!
Cornou intentaba desesperadamente poner bien la silla a sus pies, pero sus temblorosos pies no le hacían caso, y el nudo cada vez le apretaba más.
Agua caía desde la mujer que se acercaba.
Tenía espuma cayendo desde su cabello y su cuerpo, ensuciando el piso por el que pasaba.
Mientras la espuma brillaba a la luz, Cornou estaba apunto de orinarse.
Los brazos empapados encontraron su camino a las piernas de Cornou.
Era el fin.
Cornou tenía terror cuando los políticos le gritaban. Pero no era nada, comparado al horror de esta mujer espectro.
Pudo haber continuado viviendo aun con el rechazo de la princesa Hitow, él sabía que las cosas podían terminar así.
Cornou sentía que las lágrimas caían de sus ojos.
La mujer colocó una pierna sobre la silla inclinada y saltó hacia él.
La pata de la silla enderezada golpeó ruidosamente contra el suelo.
—¡GAHAH!
Por un momento se aflojó la soga, y aire surgió a través de su garganta.
La mujer continuó subiendo, hasta casi llegar a la cara de Cornou con las tijeras en sus manos.
Era imposible, incluso gritar.
Cornou se encontró congelado desde su mismísimo núcleo.
El cuerpo color miel se presionó contra él, su figura era bastante delgada y podría haberla empujado lejos fácilmente. Pero a pesar de eso, él no podía resistirse.
Las cuchillas de la tijera estaban ahora por encima de su cabeza.
Guosh.
Justo al escuchar el sonido, la cuerda se cortó. Cornou al ya no tener ningún soporte, cayó sobre la silla. Gracias a que se había protegido mientras caía, no tenía ninguna herida en su cabeza, aun así, su cuerpo se golpeó contra el suelo.
El daño le estaba provocando muecas de dolor, cuando de repente sintió algo suave encima de él.
—Owowow.
Era la mujer espectro.
—¡Ahhhh!
Por reflejo, movió a la mujer encima suyo con su brazo, pero la sensación transmitida a su piel fue asombrosamente suave.
No pudo evitar sonrojarse.
Fue solo por un momento que la espectro le había hecho sentir así. Más importante aún, fue el hecho de que, durante mucho tiempo se había prometido a sí mismo a la princesa Hitow.
Prefirió empujar lejos el cuerpo suave.
Cuando lo hizo la mujer parpadeó y…
—¡GYAAAAAHHHHH! —Gritó. —¡ROPA! ¡ROPA!
La mujer palideció al mirar su propio cuerpo.
Ella era un espectro, aún así, era también una mujer (supongo).
Cuando estaba sentado allí esperando, vio por la esquina de su mirada, que ella regresaba por la puerta del inframundo.
Pero después de sólo dos, tres pasos, dio vuelta sobre sus talones y volvió a mirar a Cornou. Mientras colocaba sus manos sobre la soga que antes estaba alrededor de su cuello dijo:
—¡Estoy confiscando esto! No sé lo que pasó, pero todavía eres joven, así que ¿por qué no lo intentas un poco más?
Todavía sentado en el piso, Cornou simplemente asintió con la cabeza.
No tenía idea por qué, pero aparentemente, ella había renunciado acerca de llevarlo al inframundo.
La mujer corrió por el piso mojado, antes de saltar hacia la puerta rectangular.
Con un manto en su pecho, la ahora mujer de rojo brillante le habló a Cornou.
—Esto no sucederá otra vez, ¿entendido? Esto es demasiado para mis emociones, por lo que vas a tener que superarlo tú solo.
Otra vez, Cornou asintió con la cabeza.
Con un ruido, la puerta desapareció.
Cornou lentamente cerró sus ojos y volvió a abrirlos.
Paredes de color blanco y una ventana construida en ellos. A través de la ventana, unas hojas verdes y susurros en el viento.
Las cosas volvieron a la normalidad, el espectro se había ido. Cornou miró a su alrededor de la sala tan familiar. Había un dicho que decía “una vez seguro, no orar más”.
Quizás él podría olvidar el terror y preguntarse incluso si fue un sueño, pero las cuchillas de las grandes tijeras, parecían advertirle lo real que fue, además, aún había espuma en el piso.
Hablando de eso…
Cornou dio vuelta a su alrededor y encontró que Baz se desplomó contra la pared frente a la puerta. Al parecer sus piernas habían cedido. Estaba sentado allí, mirando fijamente en dirección al espectro ahora desaparecido, sin siquiera parpadear.
—¿No necesitabas algo? —preguntó Cornou.
—Mmmm, sí. De hecho, así es.
Todavía mirando aturdido, Baz se dirigió a Cornou.
—La princesa Hitow está aquí.
Cornou dudaba de lo que había escuchado.
Aunque se conocían el uno al otro durante mucho tiempo, cuando la realeza se visita mutuamente, siempre se envía un mensajero con días de anticipación.
Pero esta temeridad era propio de ella. Sin saber, las comisuras de sus labios se levantaron en una sonrisa.
Ella estaba aquí, probablemente para hablar acerca de la boda. Cornou se puso de pie, sacudió ligeramente su ropa para enderezarla .
La Princesa Hitow estaba aquí quizás, para cancelar el compromiso. Si ese fuese el caso, tal vez ella podría decirle muchas palabras duras rechazándolo. Pero misteriosamente, no pensó en correr.
Si había algo sobre él que no le gustaba, todo lo que tenía que hacer era corregirlo.
Si el problema era realmente de su parte, todo lo que tenían que hacer era trabajar conjuntamente para solucionarlo.
Mientras ella estuviera ahí, esfuerzo, resistencia, él le daría todo.
Una vez que se imaginaba otro encuentro con ese terrible espectro, sentía que no había nada que él no pudiera hacer.
Rumbo a la puerta, tomó el brazo de Baz. Después de que él lo jaló para arriba, lo miró sonriendo
—Estoy seguro que es una buena noticia.
Me alegro por el vato. Izumi llegó a tiempo.