El Caballero Afortunado y la Princesa Condenada – Epílogo: Realmente afortunados

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


Los dos rieron y lloraron durante algún tiempo, pero una vez que se calmaron, Christ empezó a limpiar los ojos de Sonia.

Oh, está secando mis lágrimas. En este momento parecemos amantes, haciendo que los dedos de Sonia se encogieran con vergüenza. Pero sin embargo la hizo feliz, así que le dejó continuar.

Christ de repente dibujó su cara de cerca. Sabiendo lo que vendría después, Sonia cerró ligeramente los ojos. ¡Pero!

—Dejemos el resto para más tarde. Puedo sentir varios pares de ojos pegados a mi espalda —dijo Christ.

Sonia abrió los ojos y miró por encima de la espalda de Christ en la oscuridad. Allí, encontró a varios hombres y mujeres enmascarados mirándolos, sonriendo de oreja a oreja… Eran el rey y la reina. Además, el príncipe heredero y la princesa heredera. Incluso Severin estaba allí.

—¿Qué hace la Familia Real aquí afuera espiándonos…? —susurró Christ resentido.

♦ ♦ ♦

La boda fue magnífica y grandiosa. Teniendo en cuenta que la iglesia central, la Familia Real y la familia D’Claire colaboraron en los arreglos, este era un resultado natural.

La propia familia de Christ, los Cortot, no podían descartar la sensación de que se estaba quedando atrás, pero sabían que no había nada que pudieran hacer al respecto. Como tercer hijo, Christ no heredaría nada de la fortuna de Cortot. En otras palabras, todo lo que heredó de sus padres fue su apellido. A pesar de eso, su familia proporcionó toda la ayuda posible para la boda, ya que su hijo se casaba con la más prominente nobleza, la familia D’Claire.

—Si te ibas a casar con una noble, me hubiera gustado que escogieran alguien de menor rango —se quejó su hermano mayor con un suspiro.

Christ había ahorrado personalmente parte de su estipendio trabajando como caballero, complementado con la ayuda secreta del rey, permitiéndole mantener las apariencias. Pero nunca esperé que la celebración fuera tan extravagante… Chris tpensó para sí mismo. El desfile se extendió hasta donde la vista podía ver, por el largo camino hacia el Castillo D’Claire. Quién sabe cuánto tiempo tomará llegar al castillo para que finalmente pueda relajarme…

Christ tuvo que luchar para que Sonia no notara que ahogaba un bostezo mientras sonreía felizmente a su lado al mismo tiempo que saludaba a las masas.

Mientras tanto, Sonia tenía una mentalidad similar. Estoy exhausta… Sentada con la espalda recta, extendió su brazo saludó alegremente a los ciudadanos, aunque fuera difícil debía estar a la altura de sus miradas llenas de expectativas… ¡lo soportaré! Pero no podía dejar de pensar en todo lo que faltaba…

Sonia lamentaba haber subestimado la magnitud de los preparativos para la ceremonia de hoy. En realidad, la ceremonia que habían imaginado era una boda a la antigua, celebrada de forma reservada en su residencia principal el Castillo D’Claire, con sólo un puñado de asistentes y el sacerdote. Luego harían una recepción para celebrarla durante unos días. Al menos, eso es lo que ella planeó con Christ.

Pero entonces la Familia Real y la Iglesia Central tuvieron que intervenir, diciendo:

—¡Los dos héroes del siglo no pueden tener una boda tan reservada y pequeña!

Una boda pequeña no era adecuada pero esto realmente superó la magnificencia… Voy a empeñar este carruaje de Su Majestad. Detrás de su sonrisa, Sonia ya calculaba la adicción que obtendría al presupuesto familiar.

El carruaje avanzaba lentamente, y para cuando finalmente se retiraron del castillo de la ciudad, ambos Sonia y Christ parecieron liberar toda la tensión de sus cuerpos mientras suspiraban al mismo tiempo, los dos se volvieron para mirarse y estallaron en risa.

—Sir Christ, usted se siente igual ¿verdad?

—¿Usted también, duquesa Sonia? Ya estoy bastante nervioso. Además, permanecer sentado en este carruaje es simplemente agotador —dijo Christ. Mientras hablaba, una expresión de insatisfacción se formó en el rostro de Sonia. Christ inclinó la cabeza, encontrando esto extraño—. ¿Te molesta algo?

—Te das cuenta de que ahora somos marido y mujer, ¿no? Suena distante cuando me llamas duquesa. Por favor, no lo hagas más.

—¡Tienes razón! —Christ estuvo de acuerdo con una risita alegre. Tomó las manos de Sonia y la miró a los ojos mientras decía—. Sonia.

Había algo sexy en el susurro masculino dirigido solo para para sus oídos, haciendo que las mejillas de Sonia enrojecieran.

—Si, um, qué, por favor dime, ¿Cómo te gustaría que te llamara? —preguntó, todavía agitada. Christ pensó que era linda y respondió con una sonrisa—. Como gustes.

—Ummm… Sir Christ no es diferente a como te he estado llamando, pero sería un poco descarado decir simplemente tu nombre… ¿Qué piensas de Querido?

—Está bien, si eso es lo que quieres, Sonia.

—¡Caramba! Eso no me ayuda a saber que te gustaría, sir Christ… oh te llamé sir Christ, nuevamente.

Al ver a Sonia ponerse tan nerviosa por un pequeño error, Christ se rió felizmente mientras decía:

—No hay prisa. Podemos acostumbrarnos gradualmente. Tenemos un largo futuro por delante.

—Tienes razón. No necesitamos… —Pero ella no pudo terminar porque sus labios fueron cubiertos por los de Christ.

Sonia gimió antes las caricias de su lengua en su boca. Después de que ella hiciera ese gemido sofocado, sus labios se alejaron.

—Lo mismo sucede con esto. Ahora sólo nos hemos besado dos veces —dijo con un guiño. Algo en él se parecía a un niño travieso. Pero aún así, no se podía ocultar la confianza de un adulto maduro.

Christ era el caballero más fuerte de Pharrell como el Caballero Diamante de la Orden de las Piedras de Nacimiento. Fuerte y resistente, pero también alegre y amable. Por encima de todo, amaba a Sonia. Gracias a él, su maldición se había roto.

—Quizás soy afortunada por haberme casado con un hombre tan maravilloso —susurró Sonia, un murmullo tan bajo, que no había forma de que Christ pudiera escucharla.

—¿Dijiste algo? —preguntó él, mirándola atentamente.

—No hay ningún espectador en este momento, así que estaba diciendo que deberíamos levantar el techo del carruaje y disfrutar de un tiempo a solas —respondió Sonia.

—Estoy totalmente de acuerdo.

El lacayo que permanecía en la parte de atrás los escuchó y fue lo suficientemente considerado como para encargarse de accionar la palanca unida al cuerpo del carruaje. La cubierta plegable se abrió para formar un techo. En el momento en que la tapa se cerró por completo, el lacayo notó que los dos se acercaban.

Saltó desde el asiento del novio del carruaje para unirse al cochero con las riendas en la mano. Era mejor dar a la pareja algo de privacidad por un tiempo. Tenían mucho tiempo antes del desfile, donde tendrían que montar otro espectáculo. El carruaje se balanceaba y crujía mientras avanzaba. Se mecían tanto que el cochero que conducía el carruaje tenía que estar alerta mientras los llevaba al Castillo D’Claire.

¿Qué fue de ellos después de eso? Muy parecido a cualquier buena historia, pero sin embargo, un final que todo el mundo deseaba más que todo lo demás. Tan simple como eso.

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