El Conde y el hada – Volumen 1 – Capítulo 7: La estrella es la marca del Conde

Traducido por Den

Editado por Nemoné

Corregido por Gia


En el estanque, que a primera vista parecía poco hondo, Lydia y Nico se sumergieron para ir a las profundidades del mar. Incluso si parecía un océano, estaban en territorio de hadas.

Era un reino separado, aislado de las aguas y en el fondo del mar, por lo que podrían respirar bien sin tener que preocuparse por ahogarse. El agua no estaba helada y no mojaba sus ropas. Solo se sentía como si flotaran, y la presión constante en su cuerpo, como si caminaran en el agua.

Un banco de peces pasó frente a ellos.

Lydia siguió a Nico, mientras era conducida hacia el resplandor frente a ellos. Era la ciudad de las merrows, donde se encontraban edificios que parecían casas, alineadas en la cima de una colina, decoradas con conchas y algas marinas.

Había una luz brillante por encima de ellos, lo cual podría simbolizar a las almas de los pescadores que las merrows recolectaban.

—Mira, es una humana.

—Está caminando libremente.

—Eso quiere decir que no es de los nuestros.

—¿Y qué es esa criatura pequeña que lleva consigo?

—Parece un hada.

—Ah, no estamos en exhibición, ¿saben? —murmuró Nico irritado y chasqueando la lengua.

Podía decir que varios merrows les lanzaban miradas furtivas desde las rocas.

Las merrows tienen la parte superior del cuerpo exactamente como la de una mujer. En realidad, son más atractivas que una humana, con la parte inferior del cuerpo en forma de una aleta de pez y cubierta de escamas, eran como aparecían en los cuentos de hadas. Sin embargo, en el caso de los merrows, su rostro y sus brazos estaban cubiertos de escamas, tenían aletas en su cabeza y en la espalda. Ellos se parecían mucho más a los peces.

Mirando a la multitud, Lydia se detuvo.

—Discúlpenme, ¿no acaban de traer a un humano aquí? ¿Alguien lo ha visto?

—Si no le han quitado el alma todavía, entonces fue llevado a la hacienda.

Se dirigió hacia donde uno de ellos señaló. No pasó mucho tiempo hasta que una colina cubierta de algas apareció a la vista.

Bancos de peces circulaban en el interior de la hacienda. Lydia, inmediatamente, vio una figura de cabello dorado observando desconcertadamente su alrededor.

—¡Edgar! Gracias a Dios no te han quitado el alma todavía.

Se volvió a mirar a Lydia, quien corría hacia él como si no pudiera creer lo que estaba viendo.

—No puedo creer que aparezcas incluso en mis sueños. Entonces, ¿estabas tan enfadada conmigo?

—Esto no es un sueño.

—No, es un sueño. Porque estoy en el fondo del mar, viendo tranquilamente a los peces nadar a mi alrededor. Además de eso, no importa cuán fuerte me pellizque, no me duele.

—Bueno, sí, esta situación puede parecerte como si estuvieras en un sueño. Sin embargo, no es como si yo estuviera soñando ahora mismo. —De la nada, Edgar pellizcó la mejilla de Lydia—. ¡Ay! Eso duele, ¡qué estás haciendo!

—Tienes razón. ¿Qué está pasando?

—Oh, ¡no importa! De todos modos, vienes conmigo. ¡Te haré saber que estoy aquí para salvarte!

Lydia tiró con fuerza de su manga, pero este se quedó quieto y no se movió.

—¿Salvarme? Sin embargo, aunque sea salvado, no hay esperanza para mí. Ermine ha muerto, y no tengo suficiente poder para salvar a Raven.

—Raven todavía debe necesitarte.

—Si fuera a ser llevado donde Príncipe, solo utilizarían el espíritu dentro de él, el cual me obedece, para propósitos malvados.

—Entonces, no tienes que dejarte capturar.

—¿No te dije que es inútil? Incluso durante todo este tiempo, aunque tenía la impresión de estar escapando de sus garras, él solo nos estaba dejando vagar libremente. Incluso utilicé un truco sucio contigo, así que no hay razón para salvarme.

Así que admites que me estabas engañando.

Lydia sintió una decepción amarga, pero también pensó que si ese era el caso, entonces no podía dejarlo morir.

—Si mueres de esta forma, entonces nunca te lo perdonaré, porque no te cortaste por culpa… Fue porque te diste cuenta que no había una estrella en el zafiro de la espada, ¿verdad? Si no había ninguna, entonces no serviría como prueba de que eres el conde. Te diste cuenta de que todos tus esfuerzos fueron inútiles y solo renunciaste a toda esperanza.

Edgar miró a Lydia con ojos oscuros y sombríos, luego, sonrió mientras suspiraba.

—Tienes razón, pero aun así…

—Haré que te arrepientas, con todo tu corazón, de haber intentado matarme. Vas a ver que, cuando sacrificas a otras personas con esa actitud arrogante tuya, todas las cosas malas que has hecho regresarán a ti, por lo que te daré lo que nunca habrías recibido si me hubieras cortado en ese momento —dijo Lydia, mientras Edgar permanecía en silencio y agregó—: No puedo prometer que saldrá bien, pero si funciona, será mejor que te arrepientas con todo tu corazón.

Tirando otra vez de su manga, mientras todavía la miraba con incredulidad, se tropezó mientras la seguía.

—Oye, no podemos permitir que lo liberes como te plazca.

Un merrow, quien parecía ser el cuidador de la hacienda, apareció y detuvo a Lydia.

—No estoy haciendo esto por una sencilla razón. Necesito negociar sobre él, así que dime quién está a cargo del cuidado de la espada del conde.

Al mostrarle la espada, que tendió con rudeza frente a él, el cuidador se encogió de hombros y apuntó a una casa en la cima de la colina.

—Es una pena para los humanos. Si todas las mujeres fueran tan tercas aquí, ellos preferirían que sus almas se convirtieran en luz.

Observó como el merrow miraba a Edgar con lástima, quien desvió su mirada con una sonrisa amarga, por lo que Lydia salió de la hacienda enfadada.

—Bueno, perdona por ser tan testaruda.

—En realidad, me encanta la parte de ti que dice las cosas directamente.

—No puedo prometerte de que estaremos bien, incluso si tratas de halagarme.

—Tienes que estar bromeando, Lydia, todavía podemos dar marcha atrás. —susurró Nico, mientras saltaba sobre su hombro. Cuando supo que no iba a cambiar de idea, se volvió hacia Edgar—. Oye, bruto. Incluso si vives después de esto, no pienses que estarás a salvo. No estaré satisfecho hasta que las brownies arranquen cada hebra de tu rubia cabeza.

—Nico, eso es inútil. Hice que Edgar me ayudara a hacerles un camino de guía. No harían algo así a alguien que le deben.

—¡Qué! ¿Estás diciendo que ayudó en eso? ¡Maldita sea! ¿Entonces qué sentido tiene que yo venga aquí a salvarlo? ¡No hay ningún motivo para que esté aquí!

—Lo siento mucho por lo que hice, Nico. Hasta que el pelo de tu cola crezca, te compraré como regalo un abrigo de punta larga para esconderla. —Quizás porque pensó que estaba en un sueño, Edgar aceptó el hecho de que podía hablar con Nico sin dudarlo.

—¿Lo dices en serio…?

Sintiendo una fuerte atracción hacia el sonido de un abrigo, Nico suavizó su actitud.

—Sí, lo prometo. Por supuesto, si somos capaces de regresar.

♦ ♦ ♦

Después de llegar a la cima de la colina, y pasar por una puerta cubierta de estrellas de mar, se encontraron con una cortina de medusas que se superponían una sobre otra en un patrón de encaje. Al otro lado de esta, apareció una merrow.

Era la joven merrow que conocieron en el castillo del Conde Caballero Azul. Esta echó un vistazo a Lydia y a Edgar, y dejó escapar un suspiro de preocupación.

—¿Doctora de Hadas, qué significa esto?

—¿Eres quien está a cargo aquí?

—No, es mi padre.

—Me gustaría hablar con él.

—Por favor, síganme…

Fueron conducidos hacia una habitación.

No habían tejados en las casas de los merrows. Apenas había paredes de rocas, pilares y arcos, hechos con huesos de animales marinos, alineados uno al lado del otro, y separados por algas y cortinas de conchas marinas.

El merrow que era su padre, estaba en una habitación que tenía un pilar particularmente hermoso, decorado con perlas de ostras.

—¿Lydia, estás segura de que estarás bien? Parece un merrow obstinado —susurró Nico.

—Hmm, quién sabe. —Lydia mostró su respeto haciendo una reverencia. Edgar solo se quedó mirando con curiosidad al robusto merrow, y a Lydia no le importó su comportamiento—. Mi nombre es Lydia Carlton, soy una Doctora de Hadas.

—¿Cuál es tu propósito?

—He venido para recuperar la “estrella de merrow”. —Diciendo eso, le tendió la espada y el zafiro.

—El conde la tiene. Deberías haber oído que si no ha regresa, entonces no podemos ponerla.

—¿No hay nada más que pueda hacer? Si este zafiro fue una vez la llamada “estrella de lam”, ¿entonces no significa eso que su gente una vez la puso?

—Es verdad. Como signo del vínculo entre el rey y el Conde Caballero Azul, nuestro ancestro, quien era el sirviente del lord, colocó la estrella delante de ellos. Sin embargo, solo porque eso sucedió en el pasado, ¿estás diciendo que deberíamos hacerlo otra vez? No podemos porque no hay un conde.

—Él es el conde. Obtuvo la moneda y la llave de plata. También resolvió el acertijo y logró llegar a la ubicación oculta de la espada. Sus merrows prometieron aceptar al nuevo conde, aquel que hubiera cumplido las condiciones de la promesa hecha en el pasado.

Edgar se volvió para mirar a Lydia con sorpresa, pero no dijo nada.

—Sin embargo, no cumplió con la última condición. Sangre fue derramada por la espada.

Ese era el problema.

—¿Por qué pondrían el requisito de probar la espada? Esa no era la condición original, sino un medio para proteger al heredero del conde de posibles conspiraciones, ¿no es así? —El merrow guardó silencio, por lo que Lydia eligió sus palabras con cuidado y continuó—: Podría haber la posibilidad de que alguien se aprovechara fingiendo ser el descendiente. También podría haber alguien engañándolo y acompañándolo para conseguir la gema. Sin embargo, esta es una espada hecha de magia, no puede herir al descendiente del conde ni a su gente de confianza. ¿Me equivoco?

—Estás en lo cierto… Hija de la Tierra. Hemos hecho que todos los que vinieran reclamando el arma, y llamándose a ellos mismos el conde prueben la espada. Si había aquellos que derramaban sangre con ella, entonces también era nuestro deber eliminarlos.

Si fuera el verdadero conde, entonces no malinterpretaría el significado de «intercambia una estrella». No había forma de que este trajera a alguien como sacrificio, y a los únicos que debería llevar consigo eran sus acompañantes de confianza.

Pero, si hubiera la posibilidad de que alguien derramara su sangre, entonces eso demostraría que había alguien con malas intenciones que se había infiltrado en el grupo. Si el verdadero conde estuviera ahí, entonces era más importante para las merrows protegerlo y eliminar a aquellos con intenciones malvadas.

—Entonces, renunciar a la espada a cambio del alma de aquel que derramó sangre significaría que usted y sus merrows torcieron la promesa con el conde.

—Hemos actuado de acuerdo a la promesa. Si dices que no, entonces, hija de la Tierra, eso significa que tendríamos que recuperar la espada que tienes en tus manos. Además, deberíamos arrastrar a todas las almas, que estaban presentes en esa cueva, al mar.

Ah, quizás fue una tontería de mi parte pensar que podría discutir un trato con ellas. Esto es malo, necesito pensar en algo.

Lydia entró en pánico y trató de maquinar un plan en su cabeza.

—Eso es… Ese no debería haber sido su propósito original. Sería una desgracia para sus merrows y la gente de la isla seguir esperando por siempre al descendiente del conde, quien podría haber muerto. —Lydia se tragó la ansiedad que estaba acumulando en su garganta. Tenía que lograr que, de alguna manera, consintiera su idea—. Así que me gustaría pedirle que lo acepte como su nuevo conde.

El merrow miró a Edgar con ojos irritados.

—¿Estás diciendo que deberíamos aceptar a un ladrón?

—Sí, puede ser un ladrón y tratar a los demás como si no fueran nada, pero la cualidad más importante y única en él es que nunca abandona su deber como noble.

—“Único factor bueno” es un poco grosero, ¿sabes?

Sin prestar atención a Edgar, Lydia continuó:

—¿No es ese el deber que sus merrows desean del lord humano? Tomará todas las responsabilidades, incluso hará que puedan seguir viviendo en esta isla.

—Espera un momento, Lydia.

—No dirías que no puedes hacerlo, ¿verdad? Eres un noble. ¿Qué tiene de malo tener a hadas viviendo en tu feudo?

—Bueno, sí, pero solo tener la aprobación de las merrows no me hará el lord.

—Pero todo lo que necesitamos es la estrella en el zafiro.

—Si dices que tanto la necesitas, entonces, me gustaría pedirte que entendieras nuestra situación, Doctora de Hadas.

—Por supuesto, yo…

—¿Aceptarías nuestro deber de actuar según lo prometido con el Conde Caballero Azul? —le preguntó el merrow a Lydia.

—Sí…

—¡Lydia, no! —gritó Nico de repente.

Era una trampa establecida por el merrow, pero ya era demasiado tarde para cuando Lydia se dio cuenta.

Nico miró hacia abajo para ver que había agua subiendo con lentitud alrededor de sus pies.

—Nosotros también podemos aceptar tu oferta. Tendrás la estrella; sin embargo, será a cambio de ti. El alma de un Doctor de Hadas es mucho más valiosa que la de un mero humano.

Lo que era importante para las merrows, era que no rompieran la promesa con el conde. Lydia quiso aprovecharse de eso, e intentar obligarlos a aceptar a Edgar como conde, pero ahora estaban entre la espada y la pared.

Parece que las merrows se estaban aferrando obstinadamente a la idea de que aquello que sería intercambiada por la gema, debía ser una alma humana. Incluso si había un mérito en convertir a Edgar en conde, estaban implicando de que no había ninguna promesa de presentar una nueva estrella.

—Espera —dijo Edgar, poniéndose delante de Lydia—. El verdadero significado del contrato que todos ustedes hicieron, era aceptar la estrella del descendiente del conde e insertarla en el zafiro, ¿verdad? Entonces debería negociar con la mía.

Lydia estaba sorprendida y aterrorizada por lo que había dicho de repente.

—N-No tienes ninguna.

—La tengo, justo aquí.

Edgar sacó su lengua como un niño y les mostró la cruz marcada en esta. Parecía demasiado dolorosa para llamarse como tal, y Lydia no pudo soportar verla.

—Puede que no sea la estrella del Conde Caballero Azul, pero lo importante es mantener el honor de no romper la promesa con el conde, ¿verdad? Entonces, todo está bien siempre y cuando respetemos las formalidades. De esta manera, no tendremos que cambiar la interpretación, y sus merrows podrán actuar exactamente como la promesa.

—Qué forma más interesante de pensar.

—Justo como Lydia dijo al principio, protegeré el derecho de vivir en la isla. Por supuesto, eso si me acepta.

La forma en la que Edgar hablaba, con esa actitud tan firme y resuelta, le hizo parecerse al Lord Caballero Azul, quien debió de haber tomado una posición contra las merrows al mismo tiempo.

El merrow parecía estar pensando en ello, pero solo fue por un momento. El agua fangosa que había estado hundiendo los pies y las piernas de Lydia retrocedió.

—Hmm, una estrella tetraédrica [1]. Bueno, debería funcionar. El zafiro estrellado es pentagonal, pero no hay una regla que diga que la “estrella de la merrow” tenga que ser esa. —Un viento, no, un alzamiento del mar se arremolinó alrededor de Lydia y Edgar—. Le pido al nuevo Conde Caballero Azul que no olvide que las merrows se han convertido en sus súbditos.

—Aquí viene la ola —murmuró Nico, aferrándose a la falda de Lydia. Al mismo tiempo, Edgar atrajo a Lydia a su pecho.

—¡¿Qué estás haciendo?! —exclamó Lydia.

—Parece que será peligroso.

—Estoy bien.

—No, es por mí.

—¿Eh?

—¿No parece más seguro si me sujeto a ti?

—¿Sujetar…? ¡Esto parece más como si nos estuviéramos abrazando!

—También quería expresar mis sentimientos de gratitud por arriesgar tu vida al salvarme.

—No lo malinterpretes, solo hice mi trabajo. Además, mis defensas estaban bajas y se aprovecharon de mí.

La apretó fuerte contra él. Estaban en una posición donde su mejilla estaba apoyada contra su hombro, pero Lydia sintió que su cuerpo se relajaba y las lágrimas corrían por sus ojos. Realmente pensó que no lo iba a lograr.

—Esa parte de ti es…

No pudo oír nada de lo que Edgar estaba diciendo, mientras ambos, más un animal, fueron engullidos por una violenta ola.

♦ ♦ ♦

—Señorita… Señorita, ¿está bien? —El cuerpo de Lydia fue sacudido y abrió los ojos gradualmente—. Oh, gracias a Dios, está despierta.

Habían dos hombres desconocidos mirándola. Lydia estaba acostada en la habitación de la casa de alguien

—Fue encontrada inconsciente en la orilla. Aunque fuimos quienes la encontramos, el propietario de esta casa dice que nunca la ha visto, y no parece ser una residente de esta isla, ¿eso significa que usted es la señorita Lydia Carlton?

Lydia todavía no estaba despierta del todo, pero asintió perezosamente.

—Sí, soy yo… ¿Quiénes son…?

—Somos la policía de esta provincia. Nos informaron, desde la policía de Londres, de la posibilidad de que estuviera secuestrada y confinada en la Isla de Man, así que vinimos a investigar.

—Parece que hace dos días, su padre, el Sr. Carlton, presentó un informe —agregó otro de los oficiales.

Así que su padre había notificado a la policía antes de ir ahí con los hermanos Gossam. Lydia se sentó de prisa. Nico, quien estaba justo a su lado, dejó escapar un maullido.

¿Dónde está Edgar?

—Por cierto, nos gustaría preguntarle sobre el hombre que también fue encontrado inconsciente a su lado en la orilla —dijo el policía, girando en dirección a la puerta abierta de la habitación contigua.

Lydia se sintió atraída hacia esa dirección también, y vio a Edgar acostado en la cama con los ojos cerrados.

El policía se acercó a la puerta y lo miró de forma sospechosa.

—Comparte la misma descripción del ladrón que entró en la residencia Gossam y de quien se dice que la secuestró —comentó.

—Ah, no, eso…

Mientras Lydia luchaba por hablar, uno de los policías notó la espada que estaba apoyada contra la pared, cerca de la chimenea.

Si la espada del Conde Caballero Azul era dejada desnuda en una casa sencilla como esa, parecería una espada mucho más pomposa y jactanciosa que cuando estaba en la cueva, lo que desconectaba de la realidad.

—Esa de seguro es una espada anacrónica [2] para este tiempo. ¿Quizás fue amenazada por él con esta arma peligrosa…?

—No la toques.

Edgar se sentó de una manera cansada y lenta en la habitación contigua.

—Esa es mi espada —agregó.

El policía debió haberse sorprendido por su presencia amenazante, y decidió dejarla en su lugar. Sin embargo, se recuperó y volvió a preguntarle.

—Ha despertado también. Discúlpeme, ¿puedo preguntar su nombre?

—¡Milord!

En ese momento, la puerta se abrió de golpe. Quién entró corriendo fue el posadero, el señor Tompkins, el mayordomo de la familia Ashenbert.

El mayordomo se detuvo cuando vio a Edgar, y enseguida se irguió. Asintió para saludar a los policías, y rápidamente se acercó a su nuevo amo para arrodillarse frente a él.

—Es un placer darle la bienvenida de nuevo, milord. —Muchos de los mayordomos de su familia debieron de haber estado esperando por el día en el que pudieran decir eso. Parecía emocionado—. Por favor, disculpe por llevar estas ropas casuales. El propietario de esta casa me informó que estaba aquí, pero fue tan repentino que corrí lo más rápido que pude cuando escuché que el lord de la casa había regresado vivo.

—Está bien, no te preocupes.

—Espere un momento, eso quiere decir que este hombre es… —cuestionó el policía, todavía con cara de desconfianza.

—Ese caballero es el conde Ashenbert, el lord de esta isla —respondió Tompkins.

—¿Es eso cierto? Nunca escuché que el lord estuviera viviendo en esta isla.

—Sí, dado que ha estado fuera por mucho tiempo.

—Tompkins, ¿podrías traerme un vaso de agua? —pidió Edgar, como si no le importara el interrogatorio del policía. Además, le ordenó al mayordomo como si fuera lo habitual. Por supuesto, debe estar acostumbrado a ordenarle a la gente.

—Sí, de inmediato —respondió el mayordomo, y se dirigió alegre hacia la cocina.

—Entonces, milord, ¿podría explicarnos cómo conoció a la señorita Carlton y cómo acabaron ambos en la orilla? Nos informaron de que había sido secuestrada.

—¡Ah, este hombre salvó mi vida! —dijo sin pensar en por qué debería encubrir a un criminal como él.

Pero al final, Lydia decidió acompañar a Edgar. Sin darse cuenta de que estaba ocultándole un plan terrorífico, e incluso después de averiguarlo, no pudo escapar. Para colmo, lo siguió a las viviendas de las merrows para salvarlo, así que no tenía ninguna intención de entregarlo a la policía ahora.

—Quienes trataron de secuestrarme fueron los ocho hermanos de la familia Gossam, y creo que todavía yacen inconscientes en el subterráneo del castillo. Por favor, póngalos bajo arresto —agregó.

—¿Ocho hombres están inconscientes en una habitación subterránea? ¿Milord, fue usted quien se enfrentó valientemente a semejante número?

Edgar negó con la cabeza y miró a Lydia como si también quisiera saber la respuesta a eso.

—Hmm… Esos fueron mis amigos —respondió Lydia.

—Si no es un problema, nos gustaría hacerles unas cuantas preguntas.

Lydia no sabía cómo responderle. Si les decía que eran hadas, entonces se reirían de ella. Al ver a Lydia así, Edgar se lo imaginó y les respondió:

—Eso será imposible porque son hadas.

Y le sonrió a Lydia. Como amigos compartiendo el mismo secreto. El policía los miró dudoso.

Hubo otra ruidosa conmoción en la puerta. Quien entró tambaleándose fue Carlton. Raven también estaba con él.

—¡Papá!

Lydia corrió hacia él y saltó a sus brazos. Mientras los dos estaban encantados por su reencuentro, pudo mirar por el rabillo del ojo a Edgar y a Raven estrecharse la mano con fuerza.

Sabía que para los dos, eso no era un final del que pudieran estar alegres. La tristeza de perder a Ermine debía ser grande. Sin embargo, Lydia logró no ser asesinada por Edgar. Quizás, la muerte de Ermine le enseñó a Edgar los sentimientos de Lydia, quien deseaba desesperadamente salvar a su padre.

Por eso, la razón por la que Edgar no cortó a Lydia, sino a sí mismo, no fue porque se desesperó al no haber una estrella en la espada. Quizás, no todo fue una mentira, como cuando dijo que no podía mentirle a Lydia, mientras se cortaba.

No querer herir a los demás, tanto como sea posible, debió haber sido también el verdadero deseo de Edgar, y es por eso que cumplió su promesa de que ayudaría a Lydia y a su padre. O eso esperaba.

—Oye, Lydia, sal y mira. —Ante la voz de Nico, finalmente se alejó de su padre.

Carlton fue detenido por los dos policías, quienes esperaban ansiosos a que terminaran con su reencuentro feliz para bombardearlo con preguntas. Después de que Lydia escuchara cómo su padre explicó que, tanto Raven como él ataron a los hermanos Gossam en la puerta del castillo, salió de la casa.

La vista de la orilla del mar se extendía frente a ella. Completamente diferente de cuando llegaron por primera vez a la isla, las olas arribaban con calma a la orilla.

Pudo ver un puñado de brownies remando en un tronco, como si fuera un barco sobre las olas. Sentía que, ahora seguramente podrían ir y venir entre el continente y la isla de forma segura, como lo hicieron en el pasado.

Lydia observó a Nico correr hacia ellos después de decirle que iba a despedirse de las brownies, y volvió a entrar en la casa.

Cogió la espada del Conde Caballero Azul, que había sido colocada contra la pared cerca de la chimenea, y miró que había una estrella cruzada que brillaba intensamente en medio del zafiro.

—Eso fue muy mágico. Todavía pienso que lo que sucedió fue un sueño. Sin embargo, esta gema demuestra la realidad.

No había notado que Edgar estaba junto a ella. Tan cerca que le hizo recordar cómo estaban abrazados antes, y su corazón comenzó a palpitar rápido sin ningún motivo.

Para Edgar, eso debía de haber sido parte del sueño en el que estuvo, pero para Lydia, eso pasó en la realidad.

—¿Así que te arrepientes un poco ahora?

Incluso si era solo para reducir su vergüenza un poco, sabía que lo dijo de una forma que no era para nada linda.

—Sí. He aprendido que si estás con alguien compasivo, entonces no puedes esperar lo que podría pasar. He descubierto que estar con ese tipo de personas, puede hacer que nada vaya según lo planeado y ellos, de alguna forma, te hacen sentir mal, y casi te matan.

Pero Edgar no fue nada lindo por la forma en cómo lo dijo con esa sonrisa suya. Más bien, sonó como si tratara de empezar una pelea.

—Espera un minuto, ¿te estás burlando al decir que soy crédula y que se aprovechan fácilmente de mí?

—No, no. Estoy realmente agradecido. Además, me gustaría pensar que había algo especial entre nosotros. Parece que nunca podrás abandonarme.

Le dirigió una mirada seductora que la hizo retroceder aún más.

—Ah… ¿No te dije que no lo malinterpretaras?

—Pero, ¿sabes? Una chica normalmente no seguiría ni intentaría salvar al hombre que la trató de matar. Sin embargo, incluso si me equivoco, estaría más que encantado.

—¡Solo quería que te arrepintieras de lo que hiciste! Y sin embargo, ¿qué es esta actitud tuya después de que fui y te salvé? En términos generales, es un grave error pensar en cosas que no van según lo planeado, e intentar que otras personas hagan lo que dices. Demuestra que eres insensible.

—Bueno, no creo que me haya saltado los puntos para hacer que confíes en mí. Si no hubieras sabido la verdad, ¿no piensas que te habrías enamorado de mí?

Incluso si se enfadaba con su excesiva arrogancia, casi se dejó llevar por su elegante sonrisa.

Caray, este hombre es inútil.

—Eres un canalla arrogante. Me equivoqué al pensar que tenías algo bueno en ti. Escucha con atención, nunca te perdonaré, ¡y tampoco pretendo hacerlo! —Lydia pasó por su lado para irse.

—Espera.

—Es demasiado tarde para intentar encubrirlo…

—Deja la espada aquí. O no seré capaz de cumplir la promesa con las merrows.

Lydia no pudo evitar perder la paciencia. Le lanzó la espada bruscamente.

—Serías feliz siempre y cuando tengas la espada, ¿verdad? Entonces aquí la tienes. Esto finaliza mi trabajo. No quiero volver a ver tu cara otra vez. No aparezcas de nuevo frente a mí, ¿entendido?

Mostrando su rendición, Edgar levantó las manos. Ese gesto lo hacía parecer que seguía burlándose de ella, enfadándola aún más. Musitó un «adiós» mientras jadeaba, y se dio la vuelta para marcharse. Tiró de su padre, quien estaba en una profunda conversación con el policía, y se fueron de la casa.

—Papá, regresemos a casa. ¡Quiero olvidar todas las cosas malas que sucedieron!

—Realmente muestra su enfado directamente hacia usted. Es casi revitalizador.

Escuchó a Lydia quejarse con fuerte. Cogió la espada mientras entrecerraba los ojos, como si estuviera pasando un buen rato. Raven se acercó a él.

—Lord Edgar, ¿por qué dijo a propósito algo que enfadaría a la señorita Carlton?

—Supongo que para ocultar mi vergüenza.

—Hmm…

—Porque le dije que esa parte suya también era linda mientras la abrazaba.

—No es tan embarazoso. Creo que ha dicho cosas mucho más vergonzosas a diario.

—No lo entiendes, Raven. Es fácil de decir si no lo haces en serio.

—Entonces… ¿no sería inútil si corta lazos con usted?

Edgar sonrió, pero su sonrisa se ensombreció y, lentamente, bajó la mirada con una expresión descorazonada.

—¿Debería contenerme por un tiempo? —Raven guardó silencio con su habitual rostro inexpresivo, pero, mirando más de cerca, había una mezcla de confusión y tristeza en sus ojos. Edgar colocó su mano en su hombro—. Vamos a recoger algunas flores… para rendirle homenaje.

♦ ♦ ♦

—Oh, Dios mío, ¡¿qué significa esto?!

Habían pasado dos semanas desde que Lydia y su padre regresaron a la casa Carlton en Londres. Disfrutaron de pascua juntos y, cuando Lydia recogió el periódico, dejó escapar un grito.

Un artículo en el periódico decía que el heredero de la familia del conde había regresado de una ausencia de trescientos años, y que le permitieron una audiencia con la reina. También fue formalmente reconocida su posición en la corte por Su Majestad, pero ese no era el problema.

El problema era la parte sobre cómo el legendario vástago [3] de la familia del conde, de quien se decía que tenía tierras en el Mundo de las Hadas, había contratado a un Doctor de Hadas privado. El nombre que estaba impreso era: Lydia Carlton.

—¡Tienes que estar bromeando!

Lydia se precipitó para quejarse hacia su padre, pero se congeló cuando vio a Nico hacer poses en frente de un espejo largo.

El gato llevaba un abrigo fino, hecho a medida, lo suficientemente largo como para esconder su cola. Se miraba con orgullo al espejo, mientras se arreglaba satisfactoriamente el pelaje.

—Nico, eso es…

—Ah, sí, acaba de llegar. Me sorprendió que recordara su promesa. Puede ser un canalla, pero, ¿no crees que tiene buen gusto?

Tenía un mal presentimiento.

—Lydia, llegó una carta para ti.

En ese momento, su padre se acercó a ella.

La mente de Lydia todavía estaba distraída con Nico, cogió la carta sin pensarlo mucho. Sin embargo, cuando vio la gran cresta en la cera de sellado, frunció el ceño mientras su mal presentimiento empeoraba aún más. Se tomó su tiempo mientras, nerviosamente, cortaba el sello.

«Estimada señorita Lydia Carlton,

Es grato informarle por esta feliz ocasión, acerca de su contratación como la Doctora de Hadas privada de la familia del conde. Por favor, visite la casa familiar lo antes posible. Su Alteza es consciente de su participación en el gobierno del feudo de Inglaterra del Mundo de las Hadas. Nos gustaría que considere aceptar esta oferta lo antes posible, debido a que será lo mejor para usted.

Atentamente: 

Conde de Ibrazel

Edgar J.C. Ashenbert».

Lo que significa que no podía negarse. Lydia tembló de rabia mientras cerraba las manos en apretados puños.

—¡Ese maldito canalla!


[1] En la imagen inferior se muestra una estrella tetraédrica.

Resultado de imagen para estrella tetraédrica

[2] Con anacrónico se refiere a algo que no corresponde o parece no corresponderse con la época a la que se hace referencia, o de la que se habla.

[3] Un vástago es un persona, o animal, que desciende de otro.

Den
Gracias por haber leído el primer volumen de El Conde y el hada. Espero que les haya gustado ^^

Nemoné
¡Nos leemos en el Segundo volumen!

5 respuestas a “El Conde y el hada – Volumen 1 – Capítulo 7: La estrella es la marca del Conde”

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