El dragón volvió a arrebatar a una princesa – Capítulo 4: Limpiar la herida

Traducido por Shisai

Editado por Meli


Tammy se sorprendió por un momento. No entendía por qué Shiloh preguntaba esto. Él pensó… Pensó que Shiloh lo regañaría.

Tammy asintió con la cabeza muy honestamente.

Shiloh sacó un pollo asado dorado entero de su mochila y se lo entregó a Tammy.

—Ve y acuéstate sobre la paja —indicó Shiloh.

Aunque no sabía por qué Shiloh le decía que lo hiciera, Tammy seguía siendo muy obediente. Sin prisa se dirigió a la cama de paja, agarrando con fuerza el pollo asado en sus manos mientras se acostaba.

Podía ver a la princesa tirada en el suelo a la entrada de la cueva por el rabillo del ojo; el polvo y la suciedad del suelo habían ensuciado un poco su vestido rosa. Una idea muy ridícula surgió de repente en la mente de Tammy.

Era como si Shiloh hubiera llevado de forma a la princesa al suelo para que pudiera ocupar el único lugar disponible con la paja.

—Come la carne si te duele.

¿Eh? ¿Qué? Tammy parpadeó y miró a Shiloh.

Shiloh tocó la cabeza de Tammy. Su voz era suave, tranquila y muy agradable.

—Sé obediente —le dijo.

Tammy parpadeó de nuevo, y esta vez sintió que sus oídos estaban un poco calientes.

Shiloh sacó una pequeña botella de vino de su mochila y la vertió sobre la oreja de Tammy.

Hubo un repentino estallido de dolor en su oído. Las alas de Tammy se tensaron inconscientemente y mordió con ferocidad el pollo asado que tenía en la boca.

Recordó que una flecha le había arañado la oreja.

Y Shiloh lo estaba ayudando a limpiar su herida.

Que agradable.

Dolía un poco, pero los movimientos de Shiloh eran lentos y cuidadosos. Tammy sintió que su corazón latía un poco más rápido, una corriente cálida fluía desde donde los dedos de Shiloh tocaron su piel hasta llegar y recorrer su corazón antes de correr a sus extremidades. El toque cálido y suave casi lo hizo incapaz de contener su temblor.

Los ojos de Tammy se humedecieron un poco. No sabía si era por el dolor o por algo más.

Antes de que Shiloh se fuera, ayudó a Tammy a asar mucha comida.

—¿Por qué viniste a salvar a la princesa? ¿Es por una recompensa? ¿O quizás te gusta? —preguntó Tammy mientras comía un pollo asado.

Si Shiloh quería una recompensa, le daría todas las joyas y tesoros de la cueva del dragón. Pero si… Si Shiloh… Si a Shiloh le gustara la princesa, ¡entonces iría a capturar a esta princesa todos los días a partir de ahora! Y… Y… ¡No la dejaría dormir sobre la paja, y solo le daría las peores partes de la carne! ¡De verdad! Pensó en silencio para sí mismo.

—Si no vengo, vendría alguien más —Shiloh se limitó a mirarlo con calma mientras le respondía.

—¿Vendrán otros? —Tammy se quedó aturdido por un momento. No podía entender bien cómo la respuesta de Shiloh tenía algo que ver con la pregunta que había hecho.

Shiloh le entregó a Tammy una manita de cerdo asada.

—Si vienen otros caballeros… te molestaran.

Tammy parpadeó con lentitud.

—Entonces… ¿Por qué no me detuviste de ir y arrebatar una princesa?

—Porque dijiste que estabas aburrido —Shiloh se puso de pie.

Sus ojos marrón oscuro brillaron con una serie de emociones complejas. Las chispas de las llamas saltarinas se reflejaron en su rostro y su expresión se volvió profunda y distante.

Esta persona ya se había convertido en dragón.

Entonces, ¿qué más podía hacer?

No podía hacer nada más que… dejar que este niño, quien debería haber vivido una vida sin preocupaciones, estuviera un poco menos triste.

Lo dejaría hacer lo que quisiera.

Estaba aquí y no dejaría que las cosas empeorarán demasiado.

Después de que Shiloh se fue, Tammy yacía en la piedra, mordiendo la carne mientras miraba al ratón gris. Dudó durante mucho tiempo antes de murmurar:

—Dime… ¿Le gusto a Shiloh?

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