El emperador y la mujer caballero – Capítulo 147

Traducido por Maru

Editado por Freyna


Cuando su flecha no subió lo suficiente y no dio en el blanco, Lucius I suspiró. Su perro de caza también pareció decepcionado. Su viaje de caza no fue muy productivo y, aunque el propósito de esta excursión era solo para tomar un poco de aire fresco, el emperador aún se quejaba.

¿Quizás debería haber traído a Inno conmigo después de todo?

Aunque Sir Ainno podía ser molesto y presumido, era un cazador increíble. Lucius I estaba seguro de que si hubiera traído a su frustrante amigo, habrían atrapado algo bueno.

Así como parecía que su perro de caza había ganado algo de peso debido a la inactividad, la habilidad de caza del emperador no era la que solía ser. Debería haberse mantenido más agudo, pero su reciente vida sedentaria había arruinado sus habilidades. Además de esto, todas las personas que trajo con él hoy no eran cazadores decentes. Pollyanna no era buena con los arcos y las flechas y solo tenían poco tiempo.

Pollyanna también estaba frustrada con sus mediocres habilidades de caza. Necesitaba atrapar algo, cualquier cosa, como regalo para las damas. Últimamente, Pollyanna recibió tantos regalos de varias damas, incluidas las propias esposas del emperador. Pañuelos, flores, perfumes, cosméticos, ropa y zapatos… Pollyanna les había estado agradeciendo con gratitud, pero ya era hora de que se convirtiera en la que estaba dando. Podría ser cualquier cosa, incluso un pájaro bonito o una ardilla serviría.

A veces, Pollyanna repartía especialidades locales de su tierra, pero necesitaba hacer más. Además, el producto local más popular de su casa era el azufre, ¿y quién querría eso?

Por supuesto, Pollyanna podría comprar algo, pero eso parecería menos genuino. Una piedra preciosa cara sería un gran regalo, pero había demasiadas mujeres que necesitaba regalar y, por lo tanto, le costaría demasiado.

—Las tres esposas del emperador y sus doncellas y damas de honor… ¡Y por supuesto, tengo que enviarles algo a Vaxi y Vanessa ya que también me envían regalos todo el tiempo!

Si les regalaba algunas piedras preciosas, no podía simplemente darles las piedras en bruto. Tendrían que trabajar en ellos el fabricante de joyas, lo que costaría bastante. Aunque la tierra de Pollyanna era una propiedad productiva y rica, no se sentía rica porque no llegó a ver realmente su dinero físico. Solo pudo leer los informes del impuesto recaudado de su tierra.

En este tipo de situación, el mejor y más seguro regalo era un animal que ella misma atrapó. Para un caballero, un pescado fresco también era una buena idea, pero a las damas generalmente no les gustaba.

Si pudiera atrapar un conejo… La pata de un conejo era una idea de regalo popular, mientras que se podía hacer algo bonito con su piel. La carne de conejo también era excelente para guisos.

Pollyanna disparó diligentemente sus flechas, pero no tuvo éxito en sus intentos. Algunas otras personas atraparon al menos algunas presas pequeñas como conejos y pájaros, e incluso entonces, se quejaron de decepción.

—Oh, hombre, el viaje de caza de hoy apesta.

—Es porque no orinasteis antes de entrar al bosque.

Lucius I se volvió hacia sus hombres y dijo molesto:

—¡Os dije que vaciéis la vejiga antes de que comience la caza para que tenga buena suerte! ¡Lo dije!

Pollyanna los miró con frustración.

Idiotas ingratos.

Sabía que nunca podría ser tan buena como estos acreianos, que nacieron como cazadores, pero no pudo evitar sentirse decepcionada. Ella era al menos muy buena atrapando esos lagartos, pero eran inútiles para las damas. Y además, hacía frío y las lagartijas no se veían por ningún lado.

Al final, Pollyanna tuvo que regresar a casa con las manos vacías.

Cuando el emperador le sugirió que cenara con él ya que la cocinera iba a hacer un guiso de conejo, Pollyanna aceptó y entró al castillo con el emperador. Hablaban en voz baja y los demás caminaban detrás de ellos sin decir una palabra.

—Sir Pol, pareces disgustada. No todos los viajes de caza pueden ser productivos, por lo que no deberías sentirte mal.

—Pero su alteza… esperaba poder traer algo para sus altezas…

Lucius I miró a Pollyanna con una expresión extraña. La mujer que amaba  no podía llevarse muy bien con sus tres esposas y el emperador no sabía cómo sentirse ante esta extraña situación. Dicen que fue un hombre afortunado cuyas esposas y concubinas se llevaban bien juntas, pero …

¿Qué es lo que amo de ti…?

Estaban entrando al jardín interior en sus caballos cuando varias personas del castillo corrieron hacia ellos y rápidamente los saludaron. Parecían tan aliviados de verlo y el emperador se molestó y dijo:

—Actuáis como si hubiera escapado o algo así.

Bueno, lo hizo una vez para cambiar la capital, pero ¿no sabían que no volvería a hacer algo así?

Entonces, de repente, uno de los guardias reales corrió hacia ellos.

—¿Qué pasa?

—¡Su alteza! ¡Su alteza! ¡Su alteza!

—Si, estoy aquí. Solo respira primero y háblame.

—¡Su alteza real, Stra, está embarazada!

Lucius I sintió que su mundo se volvía patas arriba.

El emperador se cayó de su caballo. Se desplomó en el suelo cuando Pollyanna y los guardias jadearon en estado de shock. Parecía que el emperador no podía responder y la gente no podía decir si fue por la conmoción de caerse de su caballo o por escuchar sobre su esposa embarazada.

—¡Su alteza! ¿Está bien?

Lucius I suspiró profundamente y se puso de pie. Luego, con su voz tranquila, ordenó:

—Deja de exagerar.

Para alivio de todos, parecía que su emperador estaba bien, especialmente para alguien que acababa de caer de un caballo. Lentamente, comenzó a caminar hacia las habitaciones de la dama. Pollyanna se dio cuenta de que aunque Lucius I lucía perfectamente tranquilo, debió haberse sorprendido. Fingía ser indiferente, pero se olvidó de volver a montar en su caballo. Estaba claro que estaba absolutamente sorprendido por esta noticia.

El caballo bien entrenado del emperador permaneció donde estaba sin moverse, y Pollyanna lo convenció mientras tiraba de las riendas. Ella comenzó a seguir al emperador y, de repente, cuando Lucius I comenzó a correr, trató de hacer lo mismo. Sin embargo, vio a Chail, que estaba en la puerta principal y parecía tan infeliz.

Chail era el ayuda de cámara personal del emperador y el jefe de los sirvientes del castillo de Yapa. Cuando vio su rostro, Pollyanna supo que algo no estaba bien. Pollyanna ordenó a sus guardias que siguieran y protegieran al emperador mientras ella se dirigía a Chail. Allí, Pollyanna le preguntó:

—¿Qué pasa, maestro Chail?

—Es una gran noticia, por supuesto, pero… Pasó demasiado rápido, ¿no crees? ¿No estás nervioso por eso?

—Estamos hablando de un joven y una mujer perfectamente sanos, maestro Chail. Definitivamente es algo bueno, creo. ¿No fuiste tú quien le hizo saber a la gente de esto? Quiero decir, ¿no es por eso que las noticias viajaron tan rápido? ¿Qué dijo el doctor?

Pollyanna criticó sutilmente a Chail, quien debería haber mantenido en secreto este tipo de noticias sensibles hasta más tarde. Que un guardia al azar gritara que la esposa del emperador estaba embarazada… Esta no era la forma de dar a conocer una noticia real importante.

Chail luego respondió:

—El médico la está examinando en este momento.

Comenzaron a caminar hacia las habitaciones de las señoras, que estaban llenas de diferentes personas esperando la confirmación del médico. La gente susurró emocionada, pero cuando vieron a Pollyanna, se hicieron a un lado para dejarle un camino despejado.

Era bueno ser una mujer poderosa.

Chail exclamó, claramente impresionado, mientras Pollyanna se encogió de hombros con indiferencia. Entonces, de repente, Chail y Pollyanna pudieron escuchar a la gente murmurar en voz alta. Chail agarró a una de las damas de compañía y le preguntó qué estaba pasando y ella respondió rápidamente:

—Es una falsa alarma. Aparentemente, es solo un embarazo fantasma.

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