El Perezoso maestro espadachín – Capítulo 33: Movimiento (1)

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


En las alcantarillas de la Baja Solia, Hamil se encogió. Su cuerpo estaba destrozado.

—Pensar que las cuatro personas que intentamos asaltar ayer eran miembros de la Casa Iphelleta. Tuvimos muy mala suerte… No, ¿quizás fue buena suerte?

Aunque no podía respirar muy bien, seguía vivo, porque el mayordomo de la Casa Iphelleta se apiadó de él.

Hamil pensó que estaba muerto con toda seguridad. Considerando todo, era correcto decir que él había sido afortunado.

—¿Es de mañana…o de tarde?

Hamil levantó la cabeza para mirar a través de una abertura en el techo de la alcantarilla y calcular la hora. El color del cielo era una mezcla de naranja y azul oscuro.

—Llegué por la tarde, pero me desperté cuando el sol estaba a punto de ocultarse… Parece que estuve durmiendo todo el día. Ayer fue un día duro.

Su cuerpo estaba en un estado horrible, además tuvo que llevar a Beta a cuestas todo el camino porque ella estaba inconsciente.

Incluso Hamil pensó que su fuerza mental era digna de elogio.

—Hey, Beta. ¿Sigues entre los vivos?

Hamil levantó su cuerpo, el cual le dolía por todas partes, y llamó a Beta, a la que ayer le costó traer hasta aquí.

Beta estaba cerca.

—Maldita sea. Maldita sea. Esa chica…

Ella estaba tratando de recomponer su respiración. Tenía heridas graves en un brazo y una mano, pero parecía estar bien en el resto de su cuerpo.

—¿Estás… bien?

—¡¿Te parece que estoy bien?! —Beta, gritó con fuerza.

Su voz era lo suficientemente fuerte como para que resonara en la alcantarilla.

Alguien en la Baja Solia le gritó “¡Cállate!” en respuesta a su rugido.

—Maldita sea, mi brazo y… los dedos de mi mano están rotos. Es mi fin.

Para ocultar la mirada desesperada en su rostro, Beta se acostó boca abajo, aunque eso significara restregar su cara en el suelo de la alcantarilla.

Como no podía usar la mano, parece que le será difícil levantarse por sí misma.

—No es el fin. Sólo tienes que curarlas yendo al templo.

—¿Esas personas son muy poderosas, crees que ayudarán a alguien de la Baja Solia? ¡Ja! Eso ni siquiera tiene gracia.

Hamil, que al menos aún tenía brazos funcionales, se esforzó por acercarse a Beta y la ayudó a levantarse.

Tenía la cara desencajada por las lágrimas y su nariz estaba goteando. Tenía un aspecto gracioso.

—Cálmate.

Aunque la cara de Beta hacía que a Hamil le costara trabajo no reírse, lo consiguió. Él sólo mostraba una expresión seria y sincera en su rostro, comenzó a hablarle a Beta para calmarla.

Beta y Hamil se miraron cara a cara durante un rato. Ella se limpió bruscamente las lágrimas con el hombro y luego se levantó.

—¿Beta?

—Ahora que hemos llegado a esto… me vengaré.

Al menos sus piernas estaban bien. Beta se levantó, e inmediatamente, comenzó a ir a algún lugar.

Al escuchar la palabra “venganza”, Hamil intentó levantarse para detenerla, sin embargo, no fue capaz.

Las partes de su cuerpo, sus piernas, quienes habían recibido la mayor parte de los daños de ese viejo mayordomo no se habían recuperado del todo.

—¡Detente, Beta!

Como Hamil apenas podía caminar en ese momento, no pudo llegar hasta ella. En cambio, intentó convencerla de que parara con sus palabras, sin embargo, los pasos de Beta no se detuvieron.

—¡Sería más rápido si simplemente corrieras al casino!

La voz de Hamil se hacía cada vez más lejana para Beta, pero ella seguía sin detenerse.

Siguió adelante, dobló una esquina en los pasillos de la alcantarilla y dijo, —¡usaré la basura!

Ella gritó esas palabras en voz alta y muy clara. Fue para que Hamil, que estaba al otro lado, y que seguía intentando convencerla de que lo reconsiderara, pudiera oírlo.

—¡Oye! ¡Oye!

En la Baja Solia, había un dicho, “si te muerden, entonces muerde más fuerte”.

Beta insistía en poner en práctica esas palabras. Sus ojos destilaban una fuerte intención asesina.

Beta caminó mucho, hasta el punto en que ya no podía oír la voz de Hamil. Finalmente, se detuvo en una esquina de la alcantarilla. Frente a ella, había alguien durmiendo con un trapo como cubierta.

—¡Levántate!

Beta pateó a la persona que dormía en la esquina.

—Nainiae —llamó, pero no hubo respuesta —oye. Nainiae, he dicho que te despiertes. —¿Cómo puede alguien dormir tan profundamente en un suelo de piedra?

Aunque Beta la pateó varias veces, esta chica llamada «Nainiae» no se despertaba. Beta utilizó la punta de su pie para deshacerse rápidamente del trapo a un lado.

—¿No me oyes? Te estoy diciendo que te levantes.

Una pequeña ráfaga de aire movió el trapo y acabó volando hacia el agua sucia de la alcantarilla.

Sin la manta y con el sonido resonando en sus oídos, Nainiae, que hasta ahora estaba durmiendo, observó a Beta.

Beta arrugó la cara por un momento, su horrible rostro le resultaba repulsivo.

Hubiera sido más agradable si eso fuera todo lo que Beta tenía que soportar, pero en lugar de eso, también podía oler un terrible hedor.

Era peor que algo proveniente de la basura.

¿Es realmente una mujer…?

Beta pensaba que, si estuviera en el lugar de Nainiae, ya se habría ahorcado.

—Beta… ¿Qué te trae por aquí?

Le faltaban dos dedos. Nadie sabía si los había perdido o vendido.

La mano derecha de Nainiae sólo tenía tres dedos. Usando su mano derecha, se deshizo cuidadosamente de los mocos de su horrible cara. Lo que le ocurrió en el rostro pudo ser el resultado de que le hubiesen derramado un frasco de productos químicos en la cara. Dicha quemadura le había dejado un lado con un tono diferente al otro, y uno de sus ojos estaba blanco como el de una persona muerta.

Se siente como pedirle un favor a una persona muerta —Beta trató de contener las ganas de vomitar y dijo —tengo que pedirte un favor.

—¿Un favor?

La mirada del ojo muerto de Nainiae se dirigió a Beta. Soportando el hedor, Beta sonrió alegremente y respondió, —Sí. Es algo que no puedo hacer sin ti.

—¿Algo que no puedes hacer sin mí?

—Así es. Tú eres la única que puede ayudarme. Tengo fe en ti. Por eso te pido este favor.

Nainiae se quedó en silencio, sumida en sus pensamientos. Beta tragó saliva.

—¿Así que?

Rompiendo el silencio, Nainiae bajó ligeramente la cabeza y murmuró.

—Bueno, está bien.

Nainiae se levantó con lentitud. Parecía frágil como una persona que estuviera en estado crítico.

Beta movió la comisura de sus labios.

♦ ♦ ♦

En medio de la plaza principal de Solia, la gente de la Casa Erenjium pudo salir de la arena antes que la gente en los asientos de los espectadores porque participaron en el torneo. Ahora, estaban en su camino a la Baja Solia.

—Fue entonces, cuando desvié las espadas gemelas de ese bastardo con un solo golpe. Después de eso, ¡cargué directamente!

El segundo hijo de Erenjium estaba presumiendo mientras contaba los detalles del torneo de hoy, pero inclinó la cabeza hacia un lado y dijo, —¿Hermano mayor? —Preguntó, al ver la actitud de su hermano.

Sus ojos se movían. Sus brazos estaban cruzados, pero no sólo sostenían su cuerpo. Se podría decir que se apretaban con fuerza como si tuviera miedo.

Aplion se agarró al hombro de su hermano mayor, lo sacudió ligeramente y dijo —hermano mayor, ¿pasa algo?

Su hermano solía ser siempre enérgico y estar lleno de alegría.

Era muy extraño verlo actuar así.

—¿Ah? Aplion…

—¿Hermano mayor? —Volvió a insistir.

—No. No es nada… No pasa nada.

Aploc finalmente respondió a la pregunta de su hermano pequeño y sacudió la cabeza con fuerza.

Sin embargo, su expresión era de miedo, como si hubiera presenciado la peor escena de su vida.

—Algo sucedió, ¿no? ¿Qué ha pasado? Por favor, dímelo. ¿No dijiste que es mejor pensar juntos en los problemas difíciles?

—¿No te he dicho ya que no hubo nada malo?

Aploc abrió sus brazos, que hasta ahora estaban cruzados, y golpeó a su hermano pequeño con un movimiento de su brazo.

Al no poder resistir la fuerza de su hermano mayor, la espalda de Aplion chocó con la pared del carruaje.

—Hermano mayor… Hermano mayor…

El sirviente que conducía el carruaje echó un rápido vistazo detrás de él al interior del carruaje.

Pudo ver al sirviente de Aploc que estaba gravemente herido. Era seguro que algo debía de haber ocurrido. Sin embargo, Aploc no iba a abrir la boca para explicarlo.

Era como si alguien le hubiera lavado el cerebro.

—No es nada. No le des importancia.

De nuevo, Aploc se cruzó de brazos, se abrazó las axilas y empezó a temblar.

♦ ♦ ♦

Afortunadamente, todos mantienen la boca cerrada.

En lo alto del carruaje. Riley se sintió aliviado tras escuchar las voces del carruaje de abajo. Parecía que dejarles las cosas claras mientras estaba dentro del castillo de Solia era bastante efectivo.

—Si hablaran, sería un inconveniente para mí.

Riley jugueteó con la máscara que llevaba puesta. Estaba a punto de quitársela y volver al castillo de Solia…

—¿Um?

Podía sentir unos ojos sobre él. Riley enfocó sus sentidos, podía sentir varias presencias a su alrededor

Al agudizar sus oídos, pudo escuchar voces cercanas.

—Ese es el tipo.

—¿Ese enano?

—Sí. Es el joven maestro del que habló Beta.

—¿Joven maestro? ¿Ese enano que lleva una máscara?

—No puede ser…

El carruaje avanzaba sin descanso. Había dos personas bloqueando su camino.

Los dos estaban mirando a Riley en la parte superior del carruaje, como si trataran de quemar agujeros a través de él con sus miradas.

—Pero, ¿no veo ninguna escolta? ¿Qué pasó con la criada y el mayordomo? Y además de todo eso… ¿Qué hace un joven maestro de la Casa Iphelleta encima de un carruaje como ese? ¿Incluso con una máscara?

De las dos personas que bloqueaban el paso del carruaje, una de ellas negó con la cabeza, quien lo hizo tenía una tela sucia que cubría todo su cuerpo desde la parte superior de la cabeza, su aspecto era peor que el de un mendigo.

—No sé nada de eso, tampoco sé la razón por la que sus escoltas no se encuentran con él, sin embargo, de toda la gente que mencionó Beta, ese tipo es el que está más cerca de nosotros.

El carruaje de Erenjium se adelantó mientras echaba tierra.

El sirviente que conducía el carruaje se puso pálido al darse cuenta de que había dos personas paradas justo en su camino. Les hizo un gesto y gritó: —¡Ustedes dos, allá! ¡Por favor, retírense! Apártense.

Las personas no tenían intención de apartarse. Simplemente se quedaron allí en el camino del carruaje y miraron a Riley, que llevaba una máscara.

—¿Qué vas a hacer, Beta?

El que estaba oculto bajo el trapo le preguntó a Beta que estaba de pie a un lado.

—No es obvio… En realidad, esto es mejor…

Beta torció las comisuras de sus labios y dijo, —Simplemente mátalo.

—¿Qué…?

Después de escuchar la conversación, Riley estaba a punto de reírse de su ridiculez, pero de repente abrió mucho los ojos.

La persona cubierta por el trapo levantó una mano en su dirección. Era una mano derecha a la que le faltaban los dedos corazón y meñique.

Frente a esa mano, parecía que el maná se estaba acumulando. Finalmente se convirtió en una luz de color negro.

Fulgur Hastam[1] —expresó, junto con el lanzamiento del hechizo, la luz de color negro se volvió aguda.

Pronto, un rayo de color negro intenso fue lanzado.

El carruaje de la Casa Erenjium fue atravesado por una lanza de rayos. Con un solo golpe, el sirviente en el asiento del conductor del carruaje se convirtió en carbón quemado.

Por supuesto, al perder al conductor, los caballos se desbocaron y relincharon salvajemente.

El rayo negro atravesó al sirviente y destruyó la parte superior del carruaje.

Los hermanos Aploc y Aplion salieron despedidos del carruaje, y el coche de la Casa Erenjium quedó volcado a un lado.

En cuanto a Riley, que estaba en la parte superior del carruaje, —Eso de ahora… ¿No puede ser?

Con los ojos bien abiertos, aterrizó en lo alto de un edificio cercano.

—Falló…

La mirada del joven cubierto bajo el trapo se dirigió hacia la azotea donde aterrizó Riley.

Debido al caos que se produjo sin previo aviso, los ciudadanos de la plaza principal de Solia gritaban y corrían por todo el lugar presas del pánico.

—¡Es magia! ¡Magia!

—¡Alguien está disparando ataques mágicos al azar!

—¡Mamá! ¡Mamá!

Era un completo desastre.

La Plaza Principal se convirtió en un caos en un instante. Al ver esto, Riley se encogió y miró al “mago” que estaba cubierto por un trapo.

—Por casualidad, eso es…

Bajo el trapo, aunque era difícil de ver debido a las sombras, la cara que había debajo era más que horrible.

Uno de los ojos estaba blanco y muerto. La piel estaba roja y desprendida, como si hubiera sido quemada por algún producto químico.

El mago que Riley estaba mirando dijo —Sólo tienes que esperar. Beta dijo que tenía fe en mí. Por eso…

Y entonces…

El maná se acumuló detrás de ella, y luego comenzó a exudar luz de color negro.

La maga murmuró —necesito mostrarle mi gratitud.

Al ser testigo de los grandes hechizos mágicos del tamaño de una roca que flotaban en el aire, Riley tragó saliva.

Nunca había visto este tipo de fuegos artificiales o formaciones de hielo. Ni siquiera en su vida pasada.

¿Oh?


[1]Fulgur Hastam, del latín que se puede traducir en Lanza de relámpagos o Lanza relámpago.

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