Emperatriz Abandonada – Capítulo 12: El problema con la sociedad… (2)

Traducido por Lugiia

Editado por YukiroSaori


♦ ♦ ♦

Estaba desayunando con mi padre cuando Alan apareció con una pila de invitaciones y me las entregó. Aunque habían llegado invitaciones dirigidas a mí desde que debuté en la ceremonia de mayoría de edad del príncipe heredero, nunca habían sido tantas como hoy.

Era posible que Alan me hubiera dado por error las destinadas a mi padre. Como él solía rechazar la mayoría de ellas, era raro que se cumplieran los objetivos de aquellos que las redactan. Aun así, era el funcionario y comandante en el que más confiaba el emperador. Y como actualmente estaba soltero, mi padre recibía decenas de invitaciones al día.

Sin embargo, el destinatario en estos momentos era precisamente yo.

Mientras miraba sin ganas el montón de invitaciones una por una, preguntándome los objetivos de sus redactores, había un nombre que destacaba entre todos los demás.

 

La casa Nuen.

 

Una de las damas que había asistido a la fiesta de jardín de la casa Verita era la señorita Niave su Nuen. Ella había sido la que me contó los rumores sobre Carsein y yo, y también se había ido a medias después de derramar té sobre su ropa. Abrí el sobre y leí el contenido.

 

Para la señorita Aristia.

¿Podrá usted asistir a la pequeña fiesta que organizará mi familia dentro de cinco días?

Deseo disculparme por mi descortesía de la última vez.

 

Rebusqué en mi memoria un momento antes de hacerle una pregunta a mi padre.

—¿Papá?

—¿Qué sucede?

—La casa Nuen es famosa por sus rubíes y diamantes, ¿verdad?

—Sí. Gracias a eso, son una de las casas más ricas del Imperio.

Tenía razón. Ya que había estado buscando una reunión social razonable, esto era genial. El momento, el estatus y la situación eran perfectos.

—¿Por qué lo preguntas?

—Ah, he recibido una invitación. Habrá una fiesta en cinco días, así que pensé que podría asistir.

—La casa Nuen… No está mal.

—¿Verdad? —respondí mientras sonreía ligeramente.

Mi padre me miró preocupado.

—Aunque no quería que pisaras la política, como has nacido noble, este es un destino inevitable. Entonces, ¿a quién tendrás como acompañante?

—No lo sé… —dije con una sonrisa incómoda.

En cuanto a las personas lo suficientemente cercanas que podrían ser mi pareja, solo estaban Allendis y Carsein, pero no era apropiado que les pidiera que asistieran conmigo en esta situación.

—Entonces, ¿quieres ir conmigo?

—¿Qué? ¿De verdad?

—Sí. Ahora que lo pienso, nunca he asistido a una fiesta con mi hija.

—¡Muchas gracias, papá!

Como de repente tenía que asistir a una fiesta dentro de cinco días, empecé a anticiparla mucho. Al ver lo feliz que estaba, mi padre sonrió débilmente.

—Parece que has elegido con mucho cuidado la fiesta a la que vas a asistir. ¿Hay algo que necesites pedirme?

Al oír eso, pensé en algo que podría necesitar.

—Ah, ¿podría quizás obtener algo de información sobre las familias de nuestra facción? Todo, desde cosas secretas hasta asuntos triviales.

—Eso no es difícil.

—¿De verdad? ¿Será posible dentro de cuatro días?

—Bueno, se lo pediré a Ruth. ¿En qué otro momento podría hacer uso del ministro?

Al escuchar la seria respuesta de mi padre, me disculpé mentalmente con el duque Verita.

Antes de retroceder en el tiempo, yo también había empezado a aparecer en la sociedad por esta época. Por aquel entonces, no había nadie que me ayudara. Como no tenía experiencia, solo a través de ensayo y error conseguí apenas sobrevivir en la sociedad.

Esta vez, iba a ser mucho más fácil, pero como el presente era un poco diferente del pasado, necesitaba información precisa. Aunque no la obtuviera, podría reunir los rumores y aprender un poco de esto y aquello. Sin embargo, este método era mucho más eficiente.

No sería un miembro de la casa Monique si evitara las peleas que se cruzaran en mi camino.

Después de todo, debía idear algunas tácticas.

♦ ♦ ♦

—Tia, esto es lo que pediste.

O mi padre era muy hábil o, lo era el duque Verita, porque me trajo toda la información sobre las familias de la facción en solo dos días.

La información sobre nuestra familia, así como la de la casa Rass y la casa Verita, no estaba allí. El grueso documento contenía información sobre las otras cuatro casas de marqueses y las casas de barones de menor posición.

—Cuando hayas terminado de leerlo, asegúrate de quemarlo.

—Sí, papá.

Agarré la gruesa pila de documentos y me dirigí a mi despacho.

Mientras leía los documentos durante toda la noche, los comparaba con mis recuerdos del pasado. Aunque la mayor parte coincidía, los documentos también contenían muchas cosas que desconocía. Después de releer la nueva información unas cuantas veces y memorizarla, empujé los documentos a la chimenea ardiente.

Algún tiempo después, una vez destruidos los documentos, me levanté de mi asiento. Como había estado sentada en mi escritorio toda la noche, me dolía todo el cuerpo.

Pensando en ir a entrenar para calentar un poco, me puse la ropa de entrenamiento y me dirigí al campo de entrenamiento.

Había cinco caballeros entrenando en el campo. Qué trabajadores. Mientras los admiraba en secreto, entré en el campo y un joven caballero que estaba más cerca de mí me saludó apresuradamente.

—Señorita, ¿qué está haciendo aquí a una hora tan temprana?

—Hola, señor Eckse. Solo sucedió.

El joven caballero de cabello castaño era el señor Eckse, con el que ya había hecho un combate de prueba antes. Al verlo, pensé en una de las cosas que había leído antes en los documentos.

Eaire Eckse. Aunque tenía la sangre de la casa Eckse en él, el título de barón de su padre no era hereditario, por lo que no pudo recibir un segundo nombre. Puede que su casa no fuera prominente, pero de todos modos eran una familia de la facción del emperador.

Por supuesto, si no fueran de la facción del emperador, no se habrían convertido en uno de los caballeros de nuestra familia.

—Pero no tiene muy buen aspecto, señorita. ¿Se ha quedado despierta toda la noche?

Un caballero de mediana edad, que había visto a menudo estos días, se interpuso entre el señor Eckse y yo.

Fray Seine Lieg. El tercer hijo del conde Lieg. Como su hermano mayor heredó el título de conde, naturalmente recibió un título no hereditario. La casa Lieg era parte de la facción del emperador y era un lugar que había producido muchos caballeros hábiles a través de las generaciones. Tal vez por eso el señor Lieg también poseía habilidades inigualables.

—Ah, sí. En efecto, me quedé despierta.

—No debería seguir haciendo eso. Su piel va a sufrir.

—Si ese es el caso, ¿no debería dejar de aprender a manejar la espada también? —pregunté.

—Bueno, eso es cierto. Pero aprender esgrima ayuda a entrenar su resistencia. También le ayuda a mantener una figura esbelta.

Mientras sonreía ampliamente, él me devolvió la sonrisa.

—Ya se lo he dicho antes, por favor, sonría a menudo. Luce muy hermosa.

—Me halaga, gracias.

—Hoy no va a ir al palacio, ¿verdad? Se sentirá mal al haber estado despierta toda la noche, así que entrene solo un poco y vaya a dormir. Me preocupa que su salud se arruine a este ritmo.

—Lo haré. Gracias por su preocupación.

Sonreí al señor Lieg, quien me regañaba con voz preocupada. Terminando un simple entrenamiento, me dirigí de regreso a la casa.

♦ ♦ ♦

Por fin, llegó el día de la fiesta.

Con el corazón palpitante, me preparé para mi visita a la casa Nuen. Como hoy tenía que dar un aspecto suave pero maduro, me maquillé más fuerte de lo habitual y me recogí el cabello, naturalmente, dejando caer un poco por los lados.

Para ir a juego con mi padre, quien siempre llevaba su uniforme, me puse un vestido de un blanco sutilmente brillante con algunos acentos marinos.

Me miré en el espejo y practiqué mi sonrisa durante mucho tiempo hasta que me pareció perfecta.

La mansión de la casa Nuen no era tan grande como esperaba. Sin embargo, de camino a la sala de banquetes guiada por su mayordomo, el interior de la mansión parecía extravagante y estaba decorado con muebles de la más alta calidad.

Me sentí satisfecha ante el elegante interior. Parecía que había elegido bien.

—El marqués Keirean La Monique y la señorita Aristia La Monique van a entrar.

Al oír al sirviente anunciarnos, una dama se apresuró a acercarse y hacer una profunda reverencia.

—Marqués Monique, señorita Aristia, es un honor para nosotros que vengan a un lugar tan humilde. No saben lo que me ha alegrado recibir su confirmación de asistencia. Soy la vizcondesa Beverly su Nuen —dijo una señora de mediana edad con una amplia sonrisa. Al ver que mi padre asentía ligeramente en respuesta, la saludé con una sonrisa.

—Tenía ganas de conocerla, vizcondesa. Soy Aristia La Monique.

—Es un honor conocerla. Nunca había soñado que llegaría el día en que pudiera servir en nuestra casa al famoso marqués y a la señorita que se convertirá en emperatriz. Oh, vaya, les he retenido demasiado tiempo. Dejen que les acompañe al interior.

La vizcondesa, quien había estado hablando con entusiasmo, se dio cuenta de repente de su error y se apresuró a conducirnos al interior.

Yo estaba satisfecha. Aunque formaba parte de una familia rica, seguía pareciendo una persona bastante ingenua. Me preocupaba que fuera demasiado codiciosa, así que fue un alivio. Con una sonrisa de satisfacción en los labios, de repente vi que mi padre me sonreía amargamente.

Mirando sus ojos azul marino, sonreí con torpeza.

—¿No te gusto de esta manera?

—Bueno, es mejor que ser apuñalado por la espalda como un tonto.

—Gracias, papá.

—Ya que has empezado esto, asegúrate de hacerlo bien.

—De acuerdo, lo haré.

Ante sus palabras, que significaban que me apoyaría en silencio, mi corazón se emocionó. Estaba muy agradecida con mi padre. Siempre me había apoyado desde que había regresado en el tiempo.

Mientras éramos escoltados por la vizcondesa, intercambiamos saludos con algunos nobles y sus esposas antes de pedir que me excusaran, escabulléndome de la vista de los que se habían congregado alrededor de mi padre.

Me preguntaba dónde podría estar mi objetivo, por lo que miré un momento a mi alrededor y vi a las damas agrupadas en grupos de dos en dos y de tres en tres. En el tercer grupo, encontré a la persona que estaba buscando. Coloqué una sonrisa en mi rostro. ¿Empezamos?

Mientras caminaba hacia mi objetivo, fingiendo no saber nada, una chica se acercó con cautela y me saludó.

—Saludos, señorita Aristia. Por favor, discúlpeme por lo que pasó la última vez.

Sonreí alegremente a la chica que me miraba con ojos temblorosos.

—Saludos, señorita Niave. ¿Qué quiere decir? No hizo nada malo. De hecho, siento no haber podido ayudarle ese día.

—¿Perdón?

—Como puede ver, todavía soy bastante joven, así que no pude ser de ayuda. Si fuera un poco más grande, le habría dado uno con mucho gusto.

La puse a prueba para ver si entendía lo que quería decir, aunque no se lo explicara de forma directa. Derramar té en un vestido era algo realmente embarazoso, así que intenté no mencionarlo delante de las demás señoritas. Si no era capaz de entender siquiera que me refería a que mi talla de vestido era muy pequeña para ella, me pondría en una situación difícil. De ser así, sería mejor para mí buscar a otra persona.

Para mi alivio, ella pareció entenderme mientras agachaba la cabeza para expresar su agradecimiento.

—Sé muy bien que usted intentaba ayudar. Aunque no pude mencionarlo antes, estaba muy agradecida.

—No es nada. No pude ser de ayuda. Me avergüenza que me dé las gracias.

Levanté las comisuras de los labios en señal de satisfacción. Aunque ella le mostraba a los demás un carácter inocente, era algo ingeniosa y con un título adecuado. No obstante, entre las damas de la facción del emperador, no podía formar parte de la corriente principal.

Aunque tenía suficiente poder como para haber sido invitada a la fiesta de jardín de la casa Verita, no era tan poderosa, ya que la señorita Ilyia se había negado a prestarle un vestido por una razón que desconocía.

De verdad no quería entrar en un lugar tan complicado en esta vida.

Había esperado poder practicar tranquilamente esgrima y convertirme en caballero y heredera de mi familia. Antes, no había deseado poner un pie en el campo de batalla de las mujeres. Aunque me disgustaba, me recompuse. Tenía que proteger a la gente que me rodeaba.

—Me alegré mucho de haber recibido una invitación. Para ser sincera, me sentía muy sola. No tengo ningún amigo de mi edad.

—¿No es muy cercana a los dos jóvenes? Son amigos desde que eran pequeños.

—Es cierto, pero son hombres, ¿no? Cuando hablan de cosas con las que solo los hombres pueden relacionarse, me siento excluida. Tenía tantas esperanzas de encontrar algunas amigas, pero no he tenido oportunidad hasta ahora. Solo ahora soy capaz de entablar esas relaciones.

—¿Me está dando una oportunidad?

Vi cómo sus ojos marrones temblaban. Al mismo tiempo, vi que una mirada calculadora pasaba rápidamente por sus ojos. Me había preocupado de que fuera totalmente inocente, dado lo que había mostrado durante la fiesta en el jardín, pero parecía haber aprendido algo de ese incidente.

—Gracias, señorita. Le serviré con toda mi sinceridad.

—Oh, querida, es extraño usar esa expresión entre amigas. Espero que nos llevemos bien, Niave. Le quiero como una buena amiga.

Sonreí con alegría y la llamé conscientemente por su nombre. Era una señal de cercanía. Una brillante sonrisa se dibujó en el rostro de la señorita Niave, que no era ni demasiado fea ni bonita, y vi cómo algunas damas que estaban a nuestro alrededor le lanzaban miradas de envidia.

—¿No me presentaría a sus amigas, Niave? Como no ha pasado mucho desde que entré en la sociedad, no conozco a mucha gente.

—¡Por supuesto! Son las señoritas de la casa Nayeera, de la casa Sharya y de la casa Senque.

—Ya veo. Señoritas, es un placer conocerlas. Viendo que están juntas, deben ser muy amigas de Niave. En ese caso, espero que puedan convertirse en mis amigas cercanas también.

—Es un honor, señorita Aristia.

—Le serviremos con sinceridad.

—Gracias por darnos esa oportunidad, señorita Aristia.

Sonreí alegremente a las chicas, quienes se apresuraron a agachar la cabeza y jurar su lealtad. Mi ganancia fue mejor de lo que esperaba.

La casa Nuen era famosa por los rubíes y los diamantes, la casa Nayeera era famosa por los zafiros de buena calidad, la casa Sharya dirigía una organización de comerciantes y la casa Senque tenía muchos maestros en la elaboración de joyas. Para ser mi primer ingreso, esto no estaba nada mal.

Con mi amistad, les daba la oportunidad de entrar en los círculos sociales principales, mientras que ellas se convertían en la base para que yo me hiciera un hueco en la sociedad. No era un mal intercambio.

De repente, eché mucho de menos a Allendis y Carsein. Podía estar con ellos sin tener que calcular los beneficios de todo. Eran las personas que me hacían sonreír de forma sincera, en lugar de hacerme poner esa sonrisa falsa.

Aunque al principio me había acercado a ellas con esas intenciones, al ver que estas chicas solo me habían sonreído amablemente después de haber evaluado mi valor, mi corazón se sintió vacío. Era el mismo sentimiento que siempre había ocupado un rincón de mi corazón cuando había luchado en sociedad para ser reconocida por el príncipe heredero en aquel entonces. Hacía mucho tiempo que no me sentía así.

—Tia.

—Sí, padre.

Creía que había evitado que mis sentimientos se mostraran, pero parecía que no podía engañar a mi padre. Se acercó a mí, mirándome con preocupación.

—Lo siento. Parecía que estabas disfrutando, pero estoy un poco cansado. Hace mucho tiempo que no asisto a una fiesta. Si te parece bien, ¿volvemos?

—Oh, vaya, solo he pensado en mí y no he podido atenderte. Lo siento, padre. Volvamos rápido.

—Lo siento. He interrumpido tu diversión con tus amigas.

—No, padre —respondí, negando con la cabeza hacia él—. Señoritas, aunque ya hayan oído, tengo que volver. Gracias por invitarme, Niave, fue divertido.

—Fue un honor para nosotras tenerla aquí, señorita Aristia. ¿Puedo enviarle una invitación de nuevo la próxima vez?

—Por supuesto, Niave. Ahora somos amigas. Sarah, Catherine, Enteya, lo mismo va para ustedes. Me molestaré si me dejan fuera.

—Nunca le dejaríamos fuera. Estaremos contando los días hasta que nos volvamos a encontrar.

—Gracias. Entonces, nos veremos la próxima vez. Vamos, padre.

—Vamos. Señoritas, nos veremos la próxima vez. Hasta pronto —dijo mi padre.

Hasta el último momento, me aseguré de mostrar mi sonrisa falsa y dejé la casa Nuen con mi padre.

Me senté junto a él en el carruaje. Como una niña, me apoyé en su hombro y él estiró una mano para acariciar ligeramente mi cabello.

—Debe haber sido duro, siendo tu primera vez, pero lo has hecho bien.

—¿Lo hice? Es un alivio.

—No sabía que mi hija tenía esta faceta. Fue sorprendente.

—¿No estás decepcionado conmigo?

—Es algo necesario para sobrevivir en una sociedad cruel. Pero por muy gruesa que sea la máscara que pones, sé que eres una niña amable que también es blanda. ¿Cómo podría decepcionarme de ti? No hay que preocuparse.

—¿Ellas también lo pensarán? —pregunté con voz cansada. Mientras pasaba el tiempo con esas chicas, me sentía constantemente inquieta. En el pasado, no había tenido a nadie con quien pudiera hablar. No me había dado cuenta de lo preciosa que podía ser su existencia.

Por eso me asustaba que alguien me odiara, incluso cuando sonreía y entablaba relaciones falsas.

Aun así, tenía miedo de decepcionar a las personas verdaderamente valiosas con esta faceta mía. Ya que finalmente me había dado cuenta de la gravedad y la existencia de las personas que se acercaban a mí con sinceridad, tenía miedo de que se alejaran de mí con frialdad, diciendo que no sabían que era una persona así.

—Aunque no puedo decir que me gusten del todo, sé que no te tratarán mal. Tú también lo sabes.

—¿De verdad?

Apoyé mi cansado cuerpo contra él y cerré mis pesados ojos. Mi corazón y mi cuerpo estaban muy agotados el día de hoy.

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