Emperatriz Abandonada – Capítulo 12: El problema con la sociedad… (5)

Traducido por Lugiia

Editado por YukiroSaori


♦ ♦ ♦

A diferencia de todas las canciones lentas que habían sonado hasta ahora, esta canción era rápida y alegre. Teníamos que movernos como si estuviéramos saltando, pero como el ritmo cambiaba a la mitad, era fácil perder el ritmo. A pesar de haber pasado mucho tiempo en la sociedad en el pasado, incluso yo me encontraba nerviosa por esta canción.

Había prestado mucha atención para no perder el ritmo, pero el que había estado en silencio todo este tiempo, habló.

—Es una sorpresa. Había pensado que estaría con el joven de la casa Verita o el caballero de la casa Rass.

—¿Perdón? ¿La casa Rass?

—Me refiero al que ha sido nombrado caballero recientemente. No al que está ayudando a su padre como escudero.

—Ah, ¿se refería a Carsein?

Durante nuestra conversación, el ritmo cambió. Aunque tanteé mis pasos por un momento, pronto me adapté al nuevo ritmo y traté de fingir calma mientras sonreía.

—¿Se llama Carsein? De todos modos, pensé que estaría con ellos.

—El señor Carsein está hoy en el trabajo. No estoy segura de Allendis… Quiero decir, el joven Allendis.

—¿Son lo suficientemente cercanos como para llamarse por sus nombres? Dice sus nombres con bastante naturalidad.

¿Cuál era el motivo detrás de sus palabras? Mientras no fueran apodos, si alguien tenía algún conocido, no era extraño llamarlos por sus nombres. Como no podía pensar en su motivo, me resultaba difícil encontrar una respuesta adecuada.

Mientras consideraba qué decir, comenzó el momento culminante de la canción. Gracias a los delicados pero llamativos movimientos, se consideraba un hermoso baile, pero si uno no era capaz de colaborar con su pareja, era bastante imposible llevarlo a cabo. Por eso, esta canción la bailaban principalmente los amantes o las parejas casadas.

Seguí los pasos con inquietud. Nunca había bailado esto con él, lo que me preocupaba bastante.

Sin embargo, tal vez como estaba excepcionalmente alerta, nos las arreglamos para terminar la parte más difícil del punto culminante sin problemas.

¡Ah!

Tal vez había bajado la guardia después de completar la parte difícil. Mis pasos se habían enredado. Perdí el equilibrio y estuve a punto de caer cuando un fuerte brazo me agarró por la cintura.

Suspiré aliviada y calmé mi corazón sobresaltado. Agradecí al príncipe heredero que me miraba sin comprender.

—Gracias, Su Alteza.

—Cuanto más le conozco, más no puedo entenderle.

—¿Perdón?

—Pensaba que era tan rígida como una muñeca, pero no parece ser así. Actúa como una señora experimentada, pero luego pierde el ritmo en sus pasos… —Al decir eso, me observó y susurró en voz baja, acercando sus labios a mi oído—: Tal vez este es el encanto que esos dos han descubierto.

Se trataba de una situación similar a la que había sucedido durante la ceremonia de la mayoría de edad. En aquella ocasión, había temblado de miedo, pero ahora no daba tanto miedo. Me sorprendí de mí misma, pero eso desapareció inmediatamente y empecé a ser consciente de los ojos que nos rodeaban.

Me miró de forma evidente y sonrió mientras yo me sonrojaba. Me agarró la cintura con más fuerza y dijo:

—No vuelva a perder el ritmo y siga bien mis pasos.

—Sí, Su Alteza.

Era alguien que solo prestaba atención a sus propios pasos, pero a diferencia de lo que era habitual en él, me guiaba con cada cambio de ritmo. Gracias a eso, terminamos con seguridad el baile y suspiré con alivio mientras le daba las gracias.

—Gracias, Su Alteza.

Él asintió en silencio y detuvo a un sirviente que pasaba por allí. Tomando dos copas de su bandeja, el príncipe heredero me entregó una.

—Entonces, ¿está pensando en volver a la jerarquía de serpientes de nuevo?

—¿Perdón, Su Alteza? ¿Jerarquía de serpientes?

—Me refería al grupo de chicas.

—¿Qué…?

—Siempre están siseando, fingiendo una sonrisa mientras albergan veneno. Si no las llamo serpientes, ¿qué más serían?

Lugiia
Es cierto, son unas víboras xD

De repente, me eché a reír. Aunque reírse a carcajadas iba en contra de la etiqueta, no había forma de evitarlo. Me tapé la boca con la mano e hice lo posible por reprimirla, pero fue lo mejor que pude hacer.

Me sentí como si me hubieran limpiado el barro que me había hecho sentir tan infeliz. Me sentí renovada.

—¿Fue tan gracioso?

Ante su mirada ilegible, me limité a sonreír. ¿Cómo podía decirle que me parecía una expresión tan apropiada? ¿Cómo podría decirle lo renovada que me sentía después de escuchar eso?

—De todos modos, es agradable verle sonreír.

—¿Perdón, Su Alteza?

—En lugar de su expresión rígida, sonreír le sienta mejor.

¿Esto es lo que se siente estar avergonzada? Tal vez era porque no había cumplido con la etiqueta. Sintiéndome acalorada, utilicé una mano para abanicarme mientras él me sonreía. Como sentí que no debía seguir a su lado, pedí que me dejara salir apresuradamente.

—Su Alteza, ¿puedo volver con mis amigas ahora?

—Sus amigas… Bueno, lo entiendo. Adelante.

—Gracias.

Suspiré aliviada para mis adentros y estaba a punto de volver a mi lugar original cuando vi un punto de color verde claro pasar revoloteando entre la multitud.

¿Era Allendis?

Miré a mi alrededor para comprobarlo. Al intentar moverme entre la multitud, mucha gente se detuvo para hablar conmigo. Estaba a punto de rendirme cuando me escabullí por las puertas del salón de banquetes.

Teniendo cuidado de ver quién podría estar prestándome atención, me cuestioné mis próximas acciones. ¿Qué debería hacer? Parecía que Allendis se dirigía a la parte trasera, ¿debía seguirlo?

Con cuidado, salí de la sala de banquetes y miré a mi alrededor. Como era una hora tardía, los pasillos del palacio central estaban bastante oscuros a pesar de estar iluminados con velas.

Pensé en volver, pero continué mis pasos. No podía soportar volver sin más, ya que recordaba el aspecto que tenía Allendis la última vez que lo vi. Y como mi corazón y mi cuerpo también estaban cansados, quise descansar un poco.

¿Cuánto tiempo había pasado? Me había alejado bastante de la sala de banquetes, pero no veía su cabello verde claro por ningún lado.

¿Me había equivocado?

Me giré, pensando que simplemente debía volver, cuando vi una sombra negra parpadeando al final del pasillo.

¿Quién es?

La sombra miró a su alrededor antes de entrar en una habitación. Cuando estaba a punto de pasar de largo, me vino un pensamiento repentino. Había algo extraño.

Si no era algo secreto, no había necesidad de hacer eso. ¿Por qué se había percatado de sus alrededores antes de entrar en una habitación?

Por si se trataba de alguien peligroso, pensé en llamar a un caballero antes de dejar de lado esa idea. ¿Y si me había equivocado? Sin embargo, estaba preocupada. Era una figura demasiado sospechosa para que me fuera sin más.

¿Qué debía hacer?

Dudé un momento antes de dirigirme hacia donde la sombra había desaparecido.

Como alguien que está recorriendo el camino de un caballero, incluso como un caballero en formación, no puedo simplemente retroceder ante algo así.

Acerqué mi oído a la puerta que estaba bien cerrada, pero el interior de la habitación estaba en silencio. Dudando, empujé la puerta ligeramente. Por fortuna, se abrió sin hacer ruido. A través del pequeño hueco, no pude ver nada dentro de la habitación.

Sin embargo, estaba claro que había entrado aquí.

Pensé que quizás me había equivocado y estaba a punto de cerrar la puerta cuando otra puerta dentro de la habitación me llamó la atención. Parecía que había otra habitación en su interior.

Al acercarme con cuidado, escuché un murmullo. Era una voz baja, pero como mi entorno estaba en silencio, pude escuchar lo que decían sin mucha dificultad.

Escuché con atención pensando que si lo que oía era sospechoso, podría entonces llamar a los demás caballeros.

—Es el cumpleaños del príncipe heredero. El tiempo vuela.

—Es cierto.

—Ahora también es un adulto. Mientras no haya nada que se interponga, será fácil colocar a otra chica allí arriba. Qué pena.

—Eso es lo que estoy diciendo. La emperatriz debe venir de la facción de los nobles. ¿La señorita Aristia? Eso no puede ocurrir nunca, duque Zena.

—Tiene razón. Si queremos recuperar el poder que hemos perdido con el actual emperador, tenemos que hacernos con el príncipe heredero sin duda.

Las palabras «facción de los nobles» y «duque» captaron mis oídos.

¿Era esta la conversación de la facción de los nobles, incluido el duque Zena?

Mi corazón latía con fuerza. Calmé mi respiración y me incliné más cerca para escuchar las palabras que venían del interior.

—Aunque temo un poco las consecuencias, ¿no sería mejor deshacerse de ella por completo?

—Lo he intentado varias veces, pero el hábil emperador la protege tan bien que no es fácil.

—¿Ah, sí?

—Es cierto. Su mansión también tiene más de cien caballeros custodiándola, y el marqués tampoco es una persona fácil de tratar. Estaba buscando una oportunidad y pensé que ella rompería el compromiso al convertirse en un caballero en formación, pero viendo la actitud del príncipe heredero hoy, parece que el emperador la colocó en el escuadrón de caballeros para que no podamos ni tocarla.

—¿No es ese el problema? Pensamos que era la oportunidad perfecta y difundimos los rumores, pero el emperador y el príncipe heredero ni siquiera parpadearon.

¿Fue así? No es de extrañar que se haya extendido un rumor tan ridículo.

—Parece que tenemos que encontrar algo más para manipular a la opinión pública para que no tengan más remedio que romper el compromiso.

—Ya he encontrado su punto débil. La cuestión es encontrar otra mujer que sea apropiada para ocupar su lugar.

—Pero, duque Zena, si rompen el compromiso, entonces la señorita Aristia puede convertirse en la heredera de su casa. ¿Qué pasa con el juramento de sangre?

—Hmph, ¿crees que es fácil para una chica convertirse en un caballero oficial? ¿La heredera de la casa Monique? No me haga reír —dijo el duque Zena, resoplando.

Aunque el juramento fuera así, su discurso sobre mi debilidad me llamó la atención. ¿Cuál era esa debilidad de la que era consciente? ¿Estaría quizá relacionada con la sangre vulgar que mencionó anteriormente?

Pero, lo viera como lo viera, no había razón para que nadie dijera que yo tenía sangre vulgar.

—Puede que sea así, pero sigo sospechando por qué se unió al escuadrón de caballeros. Desde luego, esa decisión significaría una ruptura del compromiso. ¿Lo está dejando ser por las consecuencias?

—Eso es posible. No creo que deje que su hija se entrene durante unos años en el arte de la espada solo para engañarnos poniéndola en el escuadrón. Eso sería ridículo. Pero lo entiendo, ya que la casa Monique es muy leal —dijo el duque Zena en tono burlón. Algunos de los otros hombres rieron, concordando con sus palabras.

—De todos modos, lo importante ahora es encontrar una chica que sustituya a la señorita Aristia. Puesto que es difícil deshacerse de ella por ahora, deberíamos encontrar a alguien que tenga las condiciones adecuadas mientras tanto.

—¿Qué hay de la señorita Raiya? Es su pariente lejana y también lidera actualmente a las otras damas de nuestra facción.

—No seas estúpido. Al emperador no le gusta el santuario, pero ha hecho de esa chica la prometida del príncipe heredero debido a la profecía. ¿Cuál crees que es la razón? Es por el público. Tenemos que encontrar otra chica que coincida con lo que la profecía denota.

»En primer lugar, tenemos que separar al príncipe heredero y a esa chica —continuó el duque Zena con voz molesta—. Creía que él no tenía ningún interés en ella, ya que los dejaba ser incluso cuando el segundo hijo de la casa Rass pasaba tiempo con ella. Pensé que era porque ambos estarían en su poder en el futuro de todos modos, pero viendo su actitud de hoy, creo que estaba equivocado. De todos modos, no tengo un buen presentimiento.

—Buscaré a alguien lo antes posible. ¿Y qué piensa hacer con la señorita Aristia? —Había una gruesa frialdad en la voz del desconocido que había preguntado al duque sobre sus planes para mí.

—Dejarla en paz por ahora hasta que encontremos una chica apropiada. Si hay alguien protegiéndola en secreto, no tendremos ninguna posibilidad. Ténganlo en cuenta. No podemos dejarnos atrapar por el emperador ni por nadie de su lado. Las cosas están tranquilas ahora, pero son personas que una vez mataron a más de la mitad de los nobles. Tengan mucho cuidado, y actúen con más cautela aún.

—Lo tendremos en cuenta.

—Bien. Si dejamos nuestros lugares vacíos por mucho tiempo, parecerá sospechoso, así que salgamos uno por uno.

Salí de la habitación lo más silenciosamente posible antes de que ellos dieran un pie fuera.

Aunque tenía que esconderme en algún sitio, solo había un camino de vuelta a la sala de banquetes. Intenté empujar la puerta de la habitación contigua, pero estaba cerrada. A este paso me descubrirían.

¿Qué hago?

Justo en ese momento, alguien tiró de mí por detrás. Aunque forcejeé, al tener la boca bien tapada, no pude emitir ningún sonido. El hombre me arrastró detrás de una estatua, a su sombra, y me susurró en voz baja:

—¡Shh! No tengo tiempo de explicarle las cosas ahora, así que quédese callada.

Me había quedado rígida, pero mi cuerpo se aflojó un poco ante la familiar voz baja. Asentí en silencio y el hombre retiró su mano, colocándose firmemente frente a mí. Mi visión estaba cubierta por el uniforme blanco.

Oí que se acercaban unos pasos. Los pasos que se habían detenido brevemente cerca del hombre continuaron en la distancia, hacia la sala de banquetes. Parecía que pasaba desapercibida entre las sombras gracias a mi vestido negro.

Al pasar algunas personas más, había empezado a relajarme, pero al oír los pasos, volví a ponerme rígida.

Los pesados pasos se detuvieron de repente. Se me entrecortó la respiración y mi corazón latió con fuerza. ¿Me habían descubierto?

—¿No es un guardia real? ¿Qué hace aquí?

—Cumplo con mis obligaciones, señor.

—Hmm, ¿es así? —La voz destilaba arrogancia. Era el duque Zena.

Me entró un sudor frío. Me tapé la boca y contuve la respiración. Temía que, si me movía un poco, me oyera.

El duque Zena hizo una pausa antes de hablar.

—Lo entiendo. Está trabajando mucho.

Luego de esas palabras, sus pasos se alejaron. Respiré aliviada y el hombre que se había movido de su posición se inclinó respetuosamente hacia mí.

—Por favor, discúlpeme por lo de antes, señorita Aristia.

—Ah, ha pasado mucho tiempo, señor Seymour. ¿Pero cómo…?

Aunque lo había adivinado, la persona que me había salvado de la peligrosa situación era efectivamente el señor Seymour. Me alegré de volver a verle, ya que había pasado un tiempo, pero más que eso, dudé y me sorprendí de cómo había conseguido salvarme en el momento perfecto.

—Pasaba por aquí.

¿Qué?

Si iba a poner una excusa, debería haber encontrado una mejor. ¿Qué fue eso? Mientras le miraba, estupefacta, desvió la mirada y habló:

—Sería mejor que vuelva a la sala de banquetes.

—De acuerdo.

No pude evitar ceder. Aunque quería interrogarlo más, tenía razón en que debía volver a la sala de banquetes.

Caminando por el pasillo, me sumí en mis pensamientos. Aunque el duque Zena ya había intentado en repetidas ocasiones deshacerse de mí, gracias a la protección del emperador, había fracasado. También había dicho que era posible que hubiera gente vigilándome en secreto.

Recordé de repente cómo el emperador había enviado inmediatamente a la guardia real hacia mí cuando se enteró de que me había quedado sola en mi casa durante la gran hambruna. En ese momento, solo lo había visto como una forma de mantenerme atada a la familia imperial…

¿Y si ya habían intentado ese tipo de cosas en aquel entonces?

Tan pronto como florecía un brote de duda, me aferraba de inmediato a la siguiente pista. En ese caso, también parecía que mi padre, así como los caballeros de la familia, habían intentado no dejarme sola recientemente.

El señor Lieg, quien me había seguido a toda prisa cuando estaba dando un paseo nocturno, también lo hizo. Mi padre, quien solía ser estricto a la hora de separar el trabajo de los asuntos personales, había dejado su posición vacía durante las horas de trabajo para venir a casa a escoltarme.

Espera, ¿había venido a acompañarme?

Recordé de repente cómo el príncipe heredero había venido a buscarme de improviso esta tarde, y cómo me había preguntado si había ocurrido algo fuera de lo normal. ¿También lo sabía él? ¿Vino personalmente a acompañarme porque estaba preocupado?

Es imposible. Debo de estar alucinando.

Me burlé. Aunque se hubiera ablandado últimamente, era imposible que llegara tan lejos por mí.

—Como me han visto antes, creo que es mejor que no entre con usted. Por favor, entre primero.

—Entiendo. Gracias por ayudarme, señor Seymour.

Después de darle las gracias, entré de  inmediato a la sala de banquetes. Vi que un grupo de chicas se acercaba a mí alegremente, preguntando dónde había estado.

Dejando este asunto de lado, decidí preguntarle a mi padre después.

Mientras apartaba las dudas que se acumulaban en un rincón de mi cabeza, sonreí con alegría hacia las damas frente a mí.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido