Emperatriz Abandonada – Capítulo 13: La celebración del Día de la Fundación (4)

Traducido por Lugiia

Editado por YukiroSaori


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Era el primer día de la celebración del Día de la Fundación y las calles, que observaba de camino al palacio imperial, estaban llenas de festejos. Como no se había celebrado desde hace tres años a causa de la gran hambruna, era natural que todo el mundo estuviera emocionado por su regreso. Tal vez por eso, aunque ya estaba oscureciendo, todavía había mucha gente en las calles.

El sonido de la gente susurrando, la música y los niños riendo con alegría… Había estado disfrutando de los sonidos con la ventana abierta, pero de repente quise salir yo misma a la calle.

Tal vez tuviera una oportunidad más tarde.

Cerré la ventana a regañadientes.

Al llegar al palacio central, entré con la persona que me había estado esperando. Pronto apareció el emperador y pronunció un breve discurso de felicitación, dando comienzo al primer día de la celebración.

Tras pronunciar el discurso, el emperador, quien estaba sentado en lo alto del estrado, nos miró al príncipe heredero y a mí. Ambos estábamos sentados lado a lado en el estrado inferior.

—Señorita Aristia, hoy está cegadoramente hermosa.

—Estoy muy agradecida, Su Majestad.

—Debería vestirse así también de forma regular. No lleve su uniforme todo el tiempo.

—Sí, Su Majestad.

Se rio con ganas después de su broma mientras yo le respondía en voz baja. El emperador volvió a escudriñar mi vestido. Los vestidos que elegí de antemano eran todos de colores oscuros, pero lo cambié porque me molestó que me preguntara si me gustaban los colores oscuros.

Un vestido azul ondeaba suavemente como una ola, y un palillo para el cabello hecho con zafiro y diamante decoraba mi cabello. En mi cuello había un collar de cadena de plata con una aguamarina, mientras que en mis orejas había pares a juego. En definitiva, mi aspecto era diferente al habitual.

En ese momento, vi que cinco mujeres se acercaban a nosotros. Ahora que lo pienso, hoy debían presentarse formalmente como candidatas a ser la esposa del príncipe heredero.

Cuando todas las princesas se inclinaron ante el emperador, este les pidió que disfrutaran del banquete antes de marcharse. Después de inclinarme ante el emperador, bajé del estrado, tomando la mano del príncipe heredero que me había tendido.

—Algunos de ustedes ya la conocen, pero este es el primer acto oficial en el que se encuentran. Por favor, preséntense.

Las princesas guardaron silencio. Sus ojos, de diversos colores, brillaban con hostilidad. Parecía que sentían que tener que inclinarse ante alguien era un golpe a su ego, ya que estaban acostumbradas a vivir como miembros de la familia real en sus países de origen. O quizá habían oído los rumores sobre la supuesta ruptura del compromiso del príncipe heredero conmigo y no querían inclinarse ante mí primero.

Con una sonrisa, la princesa Princia ofreció primero su saludo.

—Hola, señorita Aristia, me alegro de volver a verla. Como se trata de un evento oficial, permítame saludarle una vez más. Soy la segunda princesa del reino de Rua, Princia De Rua.

La princesa me hizo un ligero gesto con los ojos y sonrió. No pude evitar sonreírle también. Cuando ella dio un paso atrás, otra princesa me saludó con rigidez.

—Encantada de conocerla, señorita Aristia. Soy la quinta princesa del reino de Lisa, Beatrice De Lisa.

La princesa del reino de Lisa parecía bastante hostil. Había oído que estaban en medio de una guerra, así que ¿enviaron a una princesa con la esperanza de obtener el apoyo del Imperio? Pero ¿por qué está temblando? Era la única que estaba toda marchita entre las demás princesas que me miraban.

—Soy la octava princesa del reino de Sopu, Veery De Sopu.

—Soy la tercera princesa del reino de Sono, Nayma De Sono.

La princesa Moira se puso detrás de la princesa Veery, quien llevaba un vestido extremadamente llamativo y lleno de joyas, y de la princesa Nayma, quien era de una belleza cegadora. Miró una vez al príncipe heredero e inclinó la cabeza hacia mí, con una sonrisa deslumbrante.

—Ya nos conocemos, señorita Aristia. Soy Moira De Yit, la primera princesa del reino de Yit.

—Saludos, princesa Moira. Soy Aristia La Monique.

Cuando todas las presentaciones terminaron tras la princesa Moira, el príncipe heredero me tendió la mano. Era el momento de iniciar el banquete del Día de la Fundación.

Dirigiéndome a la pista de baile, empezó a sonar una canción lenta, según la costumbre. Gracias a ello, conseguí completar el baile sin mucha dificultad, a diferencia de la última vez, y estaba a punto de hacer una reverencia cuando, de repente, él sonrió y preguntó:

—¿Todavía le quedan fuerzas?

—¿Perdón? Sí, Su Majestad. ¿Qué sucede?

—Eso es bueno. Sigamos y no estropee los pasos.

—¿Qué?

Los susurros estallaron. Todos los nobles comenzaron a hablar entre ellos mientras nos observaban al príncipe heredero y a mí, quienes estábamos cara a cara a pesar de que el baile había terminado. Él simplemente miró a la multitud con indiferencia y levantó una mano.

De repente, la banda comenzó a tocar una nueva canción. Era una canción y un ritmo similares a la que habíamos bailado en su banquete de cumpleaños. Era una canción magnífica y poderosa, y había que seguir bailando como si se saltara. Necesitabas tener un buen trabajo en equipo con tu pareja.

—¿S-Su Alteza?

—Si no se concentra, volverá a perder el ritmo. —Aunque le miré sorprendida, simplemente me atrajo hacia él como si nada.

Dos canciones consecutivas.

Estaba bien, ya que aún estábamos oficialmente comprometidos, pero si un hombre y una mujer sin ningún tipo de relación bailaban dos canciones, era un asunto tan impactante que podía estallar un escándalo.

¿En qué estaba pensando él, cuando todas las candidatas a ser su esposa estaban mirando? Sobre todo, cuando ya corrían rumores de la ruptura de nuestro compromiso. Aunque miré a sus profundos ojos azul marino para tratar de averiguar lo que estaba pensando, no pude leer nada.

—¿Llegó bien a casa ese día?

—Sí, Su Alteza.

—Me gustó el té que dejó tras su partida.

—¿Qué? Se habrá enfriado para cuando regresara de acompañarme…

—El té frío también está bien para mí —dijo después de un tiempo.

Si es así, ¿quiere decir que se bebió el té frío después de volver? No podía imaginarlo, ya que no era propio de él.

La persona que yo conocía habría pedido de inmediato que le trajeran uno nuevo, así que ¿cómo era posible que lo hubiera bebido?

Esta vez, terminé el baile sin problemas, sin apenas desviarme de mi sitio, y salí de la pista de baile tomada de su mano.

Volviendo al lugar donde estaban sentadas las princesas, tomó dos copas de un sirviente y me entregó una, sonriendo mientras hablaba.

—Ha mejorado en todo este tiempo. Hoy ha seguido bien los pasos.

—Le agradezco mucho, Su Alteza.

—Me ha gustado verlos a los dos, pero ¿qué quiere decir con que hoy ha seguido bien los pasos? ¿Ella ha…? —La princesa Veery se interrumpió al preguntar.

Su lujosa pero exagerada tiara estaba repleta de joyas, que brillaban a la luz del candelabro. A la princesa parecía gustarle lo llamativo.

—He oído que la señorita Aristia es un caballero. Debe estar demasiado ocupada para prestar atención a cosas como el baile. La vi antes con su uniforme y realmente parecía un caballero —dijo la princesa Moira con una amplia sonrisa.

Aunque no me agradó el significado de tales palabras, levanté tranquilamente mi copa y bebí. Pronto sería una persona libre después de que una de las princesas se convirtiera en reina menor y Jieun apareciera y se convirtiera en emperatriz.

Como era imposible que la hija de la casa Monique se convirtiera en concubina, la familia imperial solo podía esperar a que yo me convirtiera en heredera. Pensando en eso, podría soportar todo esto.

—Hmm, ella con uniforme… Ahora que lo pienso, recuerdo haberla visto entonces.

—¡Oh, así que se acuerda de mí, príncipe heredero!

—Sí. Me causó una gran impresión.

Ante sus palabras, la princesa Moira sonrió aún más.

Como la princesa Nayma era una belleza que destacaba, incluso cuando fruncía ligeramente el ceño, seguía pareciendo hermosa mientras preguntaba:

—¿Qué parte de la princesa Moira causó una impresión tan profunda?

—Ah, no sabía que se preocupaba tanto por la etiqueta. No es fácil que alguien preste tanta atención a las reglas para cada situación y lugar, así que me pareció bastante impresionante.

—¿Qué?

La princesa Nayma le miró como si no tuviera ni idea de lo que estaba diciendo y yo hice lo mismo. ¿Por qué de repente hablaba de etiqueta? ¿Era cuando se había encontrado con la princesa Moira? Tal vez se trataba de lo que había sucedido cuando el duque Rass y yo habíamos estado haciendo nuestras rondas y ella había insistido en que era más alta en el poder ya que aún no se había presentado formalmente en un evento oficial.

—Gracias, Su Alteza.

—Está bien, princesa Moira. Hmm, pero tengo que decir…

—¿Sí, Su Alteza?

—Parece que también se viste con sencillez. Aunque me siento complacido como persona, la gente no necesariamente ve como algo bueno que usted se vista sencilla a una ocasión como esta.

Todos se giraron para mirar su vestido. Un vestido azul marino que tenía un profundo escote. Faldas abullonadas por una alforja con lazos de color rosa, siguiendo la tendencia más reciente, que lo decoraban regularmente. Y la zona del pecho brillaba con joyas empolvadas. Definitivamente no era lo que uno podría llamar sencillo.

—¿E-Es así?

Su sonrisa empezó a tambalearse, como si estuviera sorprendida. Las princesas Nayma y Beatrice parecían confundidas, mientras que la princesa Veery asentía como si estuviera de acuerdo con él. La princesa Princia había girado la cabeza completamente para ocultar su risa.

—En ese caso, si le parece bien, le daré un vestido. Ha venido como invitada del Imperio, así que no es de buena educación que le deje quedarse con esa ropa.

—¿Me regalará un vestido?

Su expresión vacilante desapareció rápidamente y una brillante sonrisa ocupó su lugar. La princesa Moira había echado los hombros hacia atrás, mirando al príncipe heredero con brillantes ojos verdes. Las princesas Nayma y Veery fruncieron el ceño, mientras que la princesa Princia, por su parte, abrió los ojos en señal de duda.

Ladeé la cabeza mientras lo miraba. Dijo que le regalaría un vestido. ¿Acaso le gustaba? Regalarle ropa a una mujer demostraba interés en el Imperio.

—Ah, pero antes debería pedirle a mi prometida su comprensión.

—¿Sí, Su Alteza?

—Lo siento. Tenía un vestido preparado para usted, señorita Aristia, pero como puede ver, la princesa Moira parece necesitarlo con bastante urgencia. Así que deseo dárselo a ella primero. ¿Está bien?

—Sí, Su Alteza. Por favor, hágalo.

Me detuve un momento antes de asentir lentamente. Llamó a un sirviente que pasaba por allí y le dio una orden antes de levantar en silencio su copa.

Miré al silencioso príncipe heredero y traté de ordenar mis pensamientos. ¿Dar a la princesa un vestido que había preparado para mí? ¿Cómo debía interpretarlo? ¿Intentaba decir que le daría a la princesa Moira el puesto de su futura reina, o tal vez el de futura emperatriz?

Me encontré por un segundo sus ojos azul marino, pero no pude leer nada de ellos. Miré momentáneamente a la princesa Nayma y a la princesa Veery, quienes se esforzaban por lucir lo mejor posible para él.

Me volví hacia la princesa Princia, quien me sonrió y habló en voz baja:

—Señorita Aristia, se ve muy bien de azul.

—Gracias, princesa. He disfrutado el té que me envió.

—Me alegro de que le haya gustado. Es algo tan trivial que me había preocupado que le hubiera ofendido.

—No, estoy muy agradecida.

La princesa Princia, quien llevaba un vestido morado claro, estaba muy hermosa. Aunque no podía compararse con la princesa Nayma, quien al instante causaba asombro por su belleza, la princesa Princia parecía hermosa de una manera tranquila y elegante. Sus ojos color lavanda brillaban mientras miraba a su alrededor, hablándome con la voz baja.

—Por cierto, estoy algo sorprendida. ¿Recuerda la vez que nos encontramos? No con el señor Rass, sino antes.

—Sí, lo recuerdo.

—Le contaré con detalle más tarde, cuando estemos las dos solas, pero el príncipe heredero que vi aquel día es muy diferente al de ahora.

—¿Qué?

—Pensé que era simplemente una persona fría, pero viéndolo hoy… Hmm, no importa. Me aseguraré si observo un poco más.

Estaba desconcertada, pero justo a tiempo, un sirviente hizo una profunda reverencia mientras traía una caja y un cofre elaborados. Todos se volvieron hacia él. Parecía que había un vestido en su interior.

—Dale el vestido a la princesa Moira y deja esto aquí.

—Sí, Su Alteza.

El sirviente se acercó a la princesa Moira y abrió la caja, haciendo que todos se quedaran boquiabiertos.

Un vestido rosa pastel decorado con flores blancas, su falda decorada con encaje blanco. Parecía representar a una niña que soñaba. El rostro de la princesa Moira sonreía alegremente mientras inclinaba la cabeza hacia el príncipe heredero. Todo su cuerpo desprendía un aire de satisfacción.

—No puedo creer que me regale algo tan precioso. Muchas gracias, Su Alteza.

—Si está bien, ¿podrías mostrarme cómo se ve en él?

—Por supuesto. Ahora mismo vuelvo.

Se levantó y me sonrió triunfante, saliendo rápidamente de la sala de banquetes, escoltada por un sirviente. La princesa Nayma y la princesa Veery miraban fijamente hacia donde había desaparecido, mientras yo notaba que la princesa Beatrice permanecía sentada sin pronunciar palabra.

En medio de una variedad de expresiones, me encontré con unos ojos azul marino que me miraban. Extrañamente, parecía que estaba sonriendo.

—Lamento esto.

—Está bien, Su Alteza.

—Entonces, me gustaría darle esto primero. Se hizo como un conjunto con el vestido, pero como puede ver, la situación no lo permite. La próxima vez le daré otro vestido que haga juego.

¿Qué quiere decir ahora con esto?

¿Intentaba salvar su reputación ante las princesas, ya que todavía estábamos comprometidos en teoría? Lo miré con duda mientras él empujaba el cofre que el sirviente había traído en mi dirección, sonriendo débilmente.

Dudé un momento antes de abrirlo. En ese momento, mis ojos se abrieron involuntariamente. La princesa Princia, quien estaba sentada a mi lado, jadeó con asombro.

—¡Oh, Dios!

Dentro del elaborado joyero había un collar y un par de pendientes. El collar estaba hecho de una refinada cadena de oro. Piedras de color rosa pastel, del tamaño de la mitad de la uña de mi dedo meñique, decoraban la cadena cada tanto. Los pendientes están hechos con las mismas piedras rosas que la base, con una cadena de oro que colgaba, tachonada con pequeños diamantes que brillaban. Aunque no era llamativo, era un diseño muy lujoso y elegante.

Cuando levanté la cabeza, con los ojos llenos de sorpresa, vi que me miraba con calma.

—¿Le gusta?

—Sí. Gracias, Su Alteza.

—Es un alivio —dijo, asintiendo en silencio.

Miré el cofre entre el asombro y los suspiros de envidia de las princesas. Aunque fuera un regalo para guardar las apariencias, era la primera vez que recibía un regalo así, y no sabía qué decir. Mi cabeza se mareó con emociones complicadas, de irritación y un fragmento de algo que no podía comprender.

Mientras seguía mirando el collar, regresó la princesa Moira, quien había ido a ponerse el vestido. Había pensado que estaría llena de sonrisas, pero no parecía muy contenta. ¿Se sentía mal? Hace un momento parecía estar bien.

—Ya que ha aceptado mi regalo sin ofenderse, quiero invitarle a un baile para expresar mi gratitud.

—Ah… Sí, será un honor, Su Alteza.

La princesa Moira dudó un momento antes de aceptar. Mientras veía a los dos alejarse, me giré hacia una suave mano que había agarrado la mía. La princesa Princia me dio unos ligeros golpecitos en la palma de la mano, mirándome con una sonrisa ambigua.

—Es un alivio.

—¿Qué? ¿Qué quiere decir? —pregunté.

—Supongo que todavía es muy joven.

¿Qué quería decir de repente? Mirándola dubitativa, sacudió ligeramente la cabeza y dijo:

—Ah, me disculpo si se ha ofendido. No quise decir nada malo.

—No, pero ¿qué…?

—No es nada. Bueno, ¿nos levantamos? Me duele un poco estar sentada en el mismo sitio tanto tiempo —dijo mientras se levantaba. Yo la seguí, pensando que estaría bien retirarme ahora.

Mientras me acercaba a la multitud, pensando que debía empezar a socializar con las esposas nobles, de repente oí un grito y a la gente susurrando. En medio de la pista de baile, la princesa Moira estaba inconsciente en el abrazo del príncipe heredero, con aspecto pálido.

—Guardia real —dijo con indiferencia el príncipe heredero mientras la miraba. Un guardia real se acercó rápidamente y sujetó a la princesa—. Llama al médico real. Y trasládala a algún lugar.

—Sí, Su Alteza.

—Todos, por favor, sigan disfrutando del banquete.

Los sirvientes se movieron rápidamente y abandonaron el salón. Él se giró a toda prisa y se fue también, siguiendo a la guardia real que llevaba a la princesa Moira, mientras las otras princesas y yo le seguíamos detrás.

La guardia real dejó a la princesa en la enfermería antes de inclinarse respetuosamente y marcharse. Me preocupé un poco al ver a la pálida princesa.

¿Y si le pasa algo?

Al cabo de un momento, el médico real entró corriendo con urgencia y, en cuanto vio la cara de la princesa, empezó a desatar los hilos del vestido. Como los cordones habían sido atados con fuerza, los nudos no cedían y entonces, ante el forcejeo del médico real, salí rápidamente y pedí prestada una daga a un guardia real. Los apretados nudos se cortaron en un instante.

—Señorita, ¿podría cortar también las cuerdas de su corsé?

Ante las palabras del médico real, corté también las cuerdas de su corsé y la princesa comenzó a respirar profundamente mientras su rostro parecía mucho más tranquilo. ¿Por qué se ataba las cuerdas con tanta fuerza? ¿Acaso se esforzaba para que su cintura pareciera más delgada?

Espera un momento. ¿Esforzarse para que su cintura parezca más delgada? No puede ser…

—¿Qué pasó?

—Su corsé estaba demasiado apretado. Tanto que tenía dificultades para respirar. Como he eliminado la causa, debería volver en sí pronto —dijo el médico real mientras acercaba una bolsa perfumada a la nariz de la princesa.

Las risas estallaron. Hace un momento, la princesa Nayma y la princesa Veery habían estado mirando a la princesa Moira con celos, pero ahora la miraban burlonamente.

En ese momento, la princesa Moira volvió en sí. Miró a su alrededor con los ojos en blanco antes de levantarse a toda prisa y sujetar su vestido caído hacia ella mientras gritaba. Se recogió el vestido y se cubrió el pecho antes de balbucear una pregunta:

—¿E-Esto…?

—Ha vuelto en sí. ¿No se acuerda? Se desmayó de repente mientras bailaba.

—¡Ah! —La princesa Moira se sonrojó.

Ella miró más allá de la princesa Beatriz y la princesa Princia, así como las otras dos que estaban riendo, y su mirada se posó en mí por un tiempo. Sus ojos verdes estaban llenos de ira.

—Parece que está muy cansada. Debería descansar un poco por hoy.

—Ah… Sí, gracias, Su Alteza.

—Entonces, descanse un poco. Ahora nos iremos todos. Hemos estado lejos del banquete durante demasiado tiempo.

La princesa Nayma y la princesa Veery se fueron sonriendo; la princesa Beatrice, mientras se alejaba, dudó y miró hacia nosotros, con la princesa Princia siguiéndola.

Tomé la mano extendida del príncipe heredero y me sumí en mis pensamientos mientras nos dirigíamos de nuevo a la sala del banquete. Antes de que se cerrara la puerta, vi la mirada venenosa de la princesa Moira y me molestó. Su cintura demasiado apretada, el gesto repentino de él al querer regalarle un vestido, así como las confusas palabras de la princesa Princia. Mi suposición parecía haber sido correcta.

—¿Se siente mejor ahora? —preguntó.

—¿Qué?

Me sobresalté al comprender lo que quería decir. Lo había pensado, pero supongo que era cierto. Le había dado el vestido como una forma de advertencia, no una forma de decirle que la había favorecido.

Con el corazón asombrado, le miré sin comprender y le pregunté:

—¿Por qué ha hecho una cosa así?

—Bueno, por varias razones.

—Esto no es propio de usted. ¿Cómo puede mezclar sentimientos personales con un asunto tan serio que concierne a otros países? —Aunque estaba agradecida que hubiera sido considerado conmigo, le hablé con severidad, ya que se trataba de un asunto serio.

Por mucho que hubiera cambiado respecto al pasado, seguía siendo la misma persona que había conocido. Aunque también se podría llamar advertencia a la facción de los nobles, había hecho algo basado en sus emociones personales.

—Parece que usted en realidad esperaba que encontrara una esposa. Incluso si eso significaba que era alguien que la facción de los nobles estaba apoyando.

—Su Alteza.

—Lo entiendo. Lo pensaré —respondió con frialdad y se alejó de mi lado en cuanto llegamos a la sala de banquetes.

No era eso lo que había querido decir. No, ¿era eso lo que había querido decir?

Definitivamente había pensado que si él encontraba una esposa entre las princesas, yo obtendría mi libertad.

Mirando su espalda, enderecé mi expresión mientras las otras damas se acercaban a mí. Así transcurrió el primer día de la celebración.

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