Traducido por Lugiia
Editado por YukiroSaori
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—¿Por qué ha pedido reunirse conmigo en secreto, joven Allendis?
Después de agonizar durante algunos días y noches, solicité una audiencia secreta con el emperador. Pedí ayuda a mi padre, por primera vez en mi vida. Mantener mi reunión con el emperador en secreto era esencial para evitar que la facción de los nobles se enterara.
Mirando sus afilados ojos azules, le conté todo lo que había sucedido desde que me alineé con aquella facción. La información que había robado a la facción imperial, las negociaciones secretas con los cuatro países, excepto el reino de Rua, y los planes detallados para intentar asesinar a Tia en medio de la confusión con las princesas.
Aunque me había esforzado mucho, seguía sin tener el poder de proteger a mi señorita. No me importaba que me castigaran por traicionar al emperador, o por robarles inteligencia. Era mucho más importante para mí protegerla a ella.
Después de escuchar mi historia, el emperador me ofreció un trato sin emoción. Él detendría las conspiraciones de la facción de los nobles y la protegería, y a cambio, yo les robaría inteligencia de alto nivel. Una vez recuperada, esta iría directamente al departamento de investigaciones para ayudar en sus inspecciones sobre las candidatas a reina menor del príncipe heredero. Sabía que este trato no era justo. Habría protegido a mi dama de todos modos, pero lo justo no era importante. Era más importante que la protegiera de la facción de los nobles y de la oscuridad que había en mi interior.
—Aunque me proporcione tal inteligencia, eso no borra su pecado. ¿Por qué me cuenta todo esto? Seguramente no es para aligerar su culpa. ¿Es por esa chica? —El emperador me escudriñó con su mirada—. Parece que tengo razón. Tsk, el número de personas que se enamoran de esa preciosa niña está aumentando. Muy bien, ¿qué debo hacer con usted, cuando muestra interés por mi futura nuera? El crimen que ha cometido tampoco es pequeño.
—Incluso si me ejecuta, lo aceptaré.
—No soy tan tonto. Usted es el genio de la generación, y su talento es parecido al de su padre. ¿Cómo podría ejecutarle así? Hagamos esto. Este es el castigo que le daré.
Después de recibir el “castigo” que el emperador me concedió, salí de la sala del trono.
De repente, eché mucho de menos a mi señorita. Durante los dos meses que me quedaban, quise permitirme verla.
Sin embargo, no pude. Incluso yo sabía que era un peligro para ella. Podía volverme loco en cualquier momento, así que para proteger a Tia de mí, tenía que reducir al mínimo el tiempo que estábamos juntos a solas. Mirando al Primer Escuadrón de Caballeros donde estaba mi dama, apreté los dientes y me di la vuelta, apretando mi corazón que se vaciaba lentamente.
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—Así que hay un escondite en un lugar como este. Qué sorprendente.
Había pensado que no era mucho, pero parece que el poder de la facción de los nobles tenía raíces más profundas de lo que pensaba. Probablemente por eso el actual emperador no pudo acabar con todos ellos.
Una casa andrajosa en la zona residencial de los plebeyos. En la reunión secreta de la facción noble, estaba luchando por robar la información sobre las princesas y los detalles del plan para asesinar a Tia. Recientemente, la casa Zena estaba perdiendo organizaciones de comerciantes que les eran leales debido al palillo de cabello que se había convertido en una tendencia por parte de Tia y la casa Sharya. Tenía que estar aún más alerta para engañar al duque Zena, que era hostil a mi señorita.
No había nada más importante que una fuente de riqueza en una lucha de poder. Tia tenía una enorme fuente de riqueza en sus manos. Gracias a la organización de mercaderes de Sharya, al monopolio de la casa Nuen en la extracción de gemas y a los artesanos de la casa Senque, estaba preparada. Pertenecía a una casa que estaba bajo la facción imperial y había formado un poderoso grupo que había pasado casi desapercibido. Lo había hecho sola, sin ayuda de nadie.
En lugar de luchar, atrapada en la oscuridad, mi pequeña estrella de plata había crecido y comenzado a exudar luz. Avanzaba, lentamente, un paso delante del otro.
Aunque estaba orgulloso de sus logros, seguí caminando con tristeza.
Cada día te echo más de menos, Tia. ¿Te encuentras bien, mi señorita?
Echaba de menos su cabello plateado ondulado y sus cálidos ojos dorados. ¿Cómo actuaría ella si la estrechara entre mis brazos y le dijera que lo estoy pasando mal? Probablemente me consolaría mientras se entristecía por ello también, como si fueran sus propios problemas.
Pero eso era simplemente el consuelo de un amigo y no el de un amante.
Abrazando mi pecho cada vez más lleno de dolor, seguí caminando. De repente, algo brillante apareció a la vista. Era una bola de pelo plateada y temblorosa en la esquina de una tienda cuyo pelaje brillaba como la luna. Su cuerpo tembloroso me recordaba a una versión joven de mi señorita. No podía dejarlo pasar. Sin una decisión consciente, me dirigí a la tienda. Ignorando al dueño de la tienda que me daba la bienvenida, tomé a la pequeña criatura. Ni siquiera se inmutó y simplemente se acurrucó contra mí. Esta pequeña criatura me recordaba a la estrella de plata que amaba. Acaricié con cuidado su pelaje, reconfortándola, a diferencia de lo que era habitual en mí. Después de un largo rato, levantó lentamente la cabeza. Al ver sus ojos dorados, me robó el corazón.
—Tia.
Pagando por la gatita sin darme cuenta de cuánto era, me la llevé conmigo. No podía dejar atrás a esta pequeña criatura que se parecía tanto a mi señorita.
La llamé Tia, en honor a la chica que amaba. Mientras la pequeña gatita me seguía ciegamente como una sombra, me acordaba constantemente de mi estrella de plata cuando nos conocimos.
Durante mucho tiempo, pasé mis días amando a la gata que se parecía tanto a la chica que amaba.
—Hola, Allendis.
Una semana después de mi audiencia con el emperador, me encontré casualmente con mi dama que estaba con el mocoso pelirrojo en el palacio exterior.
Aunque me dolió el corazón al verlos caminar uno al lado del otro, mi felicidad al ver a Tia fue mayor. La había echado tanto de menos, mi pequeña chica que me recibía con ojos vivos y brillantes. Me alegré por un momento al ver su cabello plateado atado con el lazo verde.
¿Sabes que la flor della, que simboliza el amor, está bordada dentro de todos los lazos de cabello de colores que te regalé?
No obstante, esa felicidad solo duró un segundo. Pensé que debía irme. Como el plan de asesinato se estaba llevando a cabo, si la facción de los nobles me veía con Tia, no sabía qué pasaría. Estaba bien que sospecharan de mí, pero sería malo que cambiaran los planes sin que yo lo supiera.
Me di la vuelta después de apenas conseguir despedirme de la dama que amaba. La nostalgia surgió en mí y se me secó la garganta, pero conseguí apartar los pies.
No. No mires atrás, nunca. No olvides tu resolución de proteger a Tia.
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—Ha pasado mucho tiempo, Aristia.
Cuando comenzó la celebración del Día de la Fundación, faltaba un mes para el día prometido. Aunque deseaba ver a mi estrella de plata vestida de maravilla, me dolía el corazón al pensar que estaría con el príncipe heredero. No podía soportar asistir al banquete, pero mi anhelo solo crecía.
Te echo de menos, mi señorita. Te echo de menos, Tia. ¿No puedo ir a verte, solo una vez? Sé que no puedo acercarme para protegerte, y sé que podría ser peligroso, pero solo una vez. Solo una vez, ¿no puedo ir a verte?
Al final de mi vacilación, asistí al tercer día de banquetes. En cuanto entré en la sala de banquetes, me fijé de inmediato en la dama de cabello plateado y mi corazón latió rápidamente.
¿Desde cuándo había conocido a tanta gente? La dama estaba rodeada por un grupo de damas que la servían. El mocoso zanahoria y dos caballeros que no conocía también estaban allí. Al ver que Tia sonreía mientras hablaba con la gente que la rodeaba, me invadió un dolor familiar.
Poco a poco estás brillando más y más, Tia. Te diriges hacia un mundo diferente al mío, mi señorita.
—Entonces, ¿quieres bailar conmigo?
Tenía la intención de irme después de ver su cara, pero al ver su deslumbrante belleza, no pude evitar pedirle un baile. Llevaba el cabello ondulado recogido y un vestido verde claro que no era su estilo habitual. Desprendía un aire fresco y brillante, como los nuevos brotes de la primavera, como la luz que ilumina la oscuridad.
Tia, quien sonreía encantada, me tomó de la mano. El calor que bajó de nuestras manos empapó mi corazón vacío. Una parte de las emociones que se habían acumulado subió a la punta de mi lengua. Le dije que hoy estaba muy hermosa.
Tiempo, por favor, detente ahora mismo, para que pueda sostener con confianza a mi dama en mis brazos delante de todo el mundo, así para siempre.
A medida que la música fluía y el baile se acercaba al final, no había forma de consolar mi corazón alterado. Cuando había decidido asistir al banquete, solo había deseado ver su rostro una vez. Pero mi codiciosa cabeza seguía haciendo más peticiones. Ahora, no quedaba mucho tiempo. Todavía había muchas cosas que quería hacer con mi dama.
Cuando recordé cómo el mocoso zanahoria había presumido de haber ido al pueblo con ella, algo se levantó dentro de mí. Atravesó mi sensatez y acabé preguntándole si no iría al pueblo conmigo. Su inesperado y generoso consentimiento me hizo sentir que podía volar.
Había pensado que sería la última vez que la viera, pero no podía creer que fuera a volver a verla. Seguí sonriendo, sintiéndome como si flotara en las nubes.
♦ ♦ ♦
—He venido a ver a la señorita Aristia.
—Lo siento, joven Allendis. Ella no puede recibir visitas ahora.
—¿Por qué no?
—No se encuentra bien y está durmiendo.
¿Está enferma? Era bastante joven para ser mayordomo, y fruncí el ceño al ver que siempre estaba rígido mientras me hablaba. ¿Qué le pasaba? Había tenido buen aspecto durante el banquete. El marqués no estaba tratando de impedirme ver a Tia, ¿verdad?
—¿Qué le sucede?
—Tiene fiebre, por lo que el marqués le ha dicho que descanse.
—Esperaré.
—No sé cuándo se despertará.
Me enfadé con las palabras del joven mayordomo. Si era el marqués el que intentaba detenerme, aguantaría obstinadamente hasta encontrarme con ella. Si estaba realmente enferma, entonces tenía que verla antes de irme. Solo eso me tranquilizaría.
—Eres bastante arrogante para ser un mayordomo. ¿Desde cuándo se permite a los mayordomos contestar a los nobles?
—Lo siento.
—Olvídalo. Cuando se despierte, dile que la estoy esperando.
Tras despedirme fríamente del mayordomo, esperé con la mirada perdida a la gatita dentro de la cesta durante un buen rato.
El momento que me había prometido el emperador, el momento en que tendría que partir hacia el reino de Rua como parte de la delegación, se acercaba día a día. Me sentía cada vez más inquieto.
Temía que la gata perdiera las ganas de vivir sin mí. Pero no podía llevarla conmigo. Podría ser sensible a los cambios de ambiente. Así que, finalmente, la había traído, pensando que podría dejarla con mi señorita.
Mi chica de cabello plateado, que era cálida por dentro a pesar de parecer sin emociones por fuera. Si era ella, cuidaría bien de la gata a la que había llamado Tia en su honor. Y quizás, cada vez que viera a la gata, podría pensar en mí.
—Ha pasado un tiempo, Tia.
—¿Hmm? Solo han pasado tres días.
La chica de cabello plateado, quien había entrado con su doncella personal, parecía un poco pálida.
Ahora que te has convertido en un caballero en entrenamiento, no puedes estar tan débil, Tia. Sin embargo, supongo que te has vuelto bastante saludable en comparación con el pasado.
Mi señorita había estado muy débil cuando empezamos a entrenar con las espadas. Se quedaba sin aliento después de correr un poco. Cada vez que cambiaba de estación, contraía la gripe, y por lo que había averiguado en secreto, también se desmayaba a menudo. En comparación con eso, parecía estar mucho mejor.
Me molestó su aspecto demacrado y me dolió el corazón cuando dijo que apenas habían pasado tres días.
Esos tres días fueron tan largos para mí, pero fueron tan cortos para ti.
Tres días. Era un periodo largo entre amantes, pero entre amigos no lo era. No podía ocultar mis sentimientos de amargura por cómo el período de tiempo, en relatividad, parecía mostrar lo que uno sentía hacia el otro. Al principio, solo nos teníamos el uno al otro. ¿Cómo se había llegado a esto? Quizás fue un alivio. No te sentirás herida cuando me vaya.
—Debe ser duro.
Mis sentimientos molestos y mi corazón vacío se llenaron de emoción por un momento. Este poder mío, que incluso mi familia había temido, esta memoria maldita, ser capaz de recordar todo vívidamente, la dama de plata lo había llamado algo difícil de tener. Me sentí abrumado y no pude hablar
¿No estás asqueada por mí? ¿Por la forma en que recuerdo cada cosa sin olvidarla? ¿No tienes miedo? Aunque no sea mi intención, recuerdo toda la información que he obtenido de ti. Incluso puedo adivinar tus emociones y pensamientos.
Mi encantadora dama, sigo queriendo más de ti. Me has consolado por esta maldita habilidad por la que todos los demás se compadecen de mí. Eres bastante cruel, haciendo que me enamore de ti repetidamente cuando pronto me voy a ir. Porque sabía bien que no lo decías en serio, porque sabía que eras inocente e ingenua, eras realmente encantadora en cómo eras la única en el mundo que me entendía. Eres bastante despiadada haciendo que te anhele incluso cuando estás mirando a otra persona.
¿Qué debo hacer contigo, hermosa y cruel Tia?
La vi emocionarse al ver a mi gatita, Tia. Quería recordarlo todo de ella: su cabello ondulado, sus cuidadas cejas plateadas, sus largas y espesas pestañas, su afilada nariz, sus dulces labios rosados, su rostro delgado y su cuerpo esbelto, así como sus finos dedos blancos que seguían acariciando a la gatita. Y la forma en que me sonreía tímidamente cuando se daba cuenta de que la estaba mirando. Lo grabé todo en mi cerebro.
—Allen, ¿quieres jugar una partida de ajedrez ya que ha pasado un tiempo?
Estás evitando a la reina de nuevo.
De esto me di cuenta al jugar al ajedrez con ella desde que éramos jóvenes. Al igual que rechazaba su destino para convertirse en emperatriz, rara vez tocaba la reina, incluso cuando podía ganarme usándola. En cambio, estaba obsesionada con los caballos y las torres, como si eso reflejara su deseo de ser un caballero y de suceder a la familia.
—¿Debo darte un consejo?
Nunca imaginé que le diría este hecho. Quería tenerla a mi lado y no preocuparme por la reina.
Había pensado que no se podía evitar ya que era peligroso para ella estar conmigo. Me había convencido repetidamente de que estaría bien. Por supuesto, no estaba bien en absoluto.
Ella había cambiado tanto en comparación conmigo, a quien llamaban genio. Frustrado, me levanté. Pero eso solo duró un momento. Cuando me preguntó cuándo iríamos al pueblo, mi corazón dolorido se derritió rápidamente.
De repente me sentí muy vacío. ¿Seré capaz de vivir lejos de ti, cuando todo lo que dices puede afectarme fácilmente?
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—Allen, si alguien tiene una sombra y quiere escapar de ella, ¿qué debe hacer?
Sombras.
Aunque brilles, vi que la oscuridad entraba y salía rápidamente de tus ojos. Parecía que finalmente te dabas cuenta de tus propias sombras. Mi señorita, ¿quieres salir de las sombras y entrar en el mundo de la luz ahora?
Pero Tia, estás preguntándole a la persona equivocada. Como alguien que está enterrado en la oscuridad, siempre encerrado en su sombra, solo puedo enseñarte una cosa. Solo puedo enseñarte a evitar la luz y a esconderte en las sombras. Nunca he intentado entrar en el mundo de la luz. No sé cómo resolver tu problema fundamentalmente. No sé cómo deshacerme de las sombras. Si alguna vez lo descubres, ¿podrías enseñarme? Una forma de salir de la oscuridad, una forma de dejar esta molesta sombra.
Ya veo. Brillas de forma deslumbrante, y quieres brillar aún más. Como siempre te perseguía, no tuve más remedio que convertirme en una sombra.
Yo era tu sombra.
Hubiera sido mejor si yo fuera esa sombra. Sería capaz de aferrarme a ti sin ningún pensamiento. No tendría que mostrarme en absoluto.
Así que Tia, no odies demasiado a la sombra.
No niegues demasiado a tu sombra, mi señorita.
Si la sombra que te persigue descubre tus pensamientos, será bastante triste. Si incluso tú me niegas, desapareceré silenciosamente en las sombras.
Mi luz de luna, mi amor, mi señorita. ¿Realmente tendré que desaparecer silenciosamente como una sombra mientras te miro? Si eso es lo que deseas, lo haré, Tia. Una sombra que niega a su amo no tiene sentido. Si eso es lo que deseas, lo haré, mi señorita. Espero que te conviertas en una luz que brille intensamente.
—Sí. Es fascinante. Hay mucho que ver.
Con el corazón frustrado, miré a mi señorita que iba de un lado a otro con entusiasmo. Ella sonreía alegremente como si se hubiera sacudido todas sus preocupaciones y pensamientos.
Tal vez esta podría ser mi última cita, tal vez esta podría ser la última oportunidad para mí de estar con la chica que amaba, solo nosotros dos. No podía sonreír con fuerza, por mucho que lo intentara. Solo me sentía más y más vacío.
Sabía claramente que me arrepentiría de no haber disfrutado plenamente de este momento, pero aunque sentía que mi precioso tiempo se me escapaba, no podía disfrutar de las cosas como lo hacía ella.
—¿Te estás divirtiendo, Tia?
—Sí. Debería haber venido a ver esto antes.
—¿De verdad? Es un alivio.
Sí, mientras te estés divirtiendo, estoy bien. Mientras lo estés disfrutando, estoy bien. Estoy bien porque puedo recordar tu felicidad. Como te dije una vez, puedo recordar los muchos recuerdos felices contigo en lugar de los malos, puedo recordar cómo me sonreíste de forma tan hermosa en lugar de pasar un mal momento.
Es un alivio que pienses que nuestro tiempo juntos es divertido. Es un alivio que nuestra última cita siga siendo un buen recuerdo para ti.
—Allen, ¿quieres ir allí también?
Asentí a la encantadora chica que sonreía. Seguí a la dama plateada mientras me arrastraba emocionada hacia una tienda.
Había estado tan triste que nada parecía penetrar, pero de alguna manera, me absorbió el contenido de la obra. A medida que avanzaba la historia, no podía apartar los ojos. La historia era tan parecida a la mía.
El hombre de la sombra que quería el puesto de su hermano débil y mudo. Yo quería el puesto de Alexis. La mujer que fue elegida como compañera por la familia del hombre. Tia, a quien mi padre había elegido como pareja de Alexis. El joven que amaba a la chica, y yo que anhelaba a Tia.
Me vi superpuesto al joven que enviaba repetidamente cartas a la mujer. Recordé los días en que escribía numerosas cartas a Tia cuando bajaba a la finca. Incluso ahora, cuando me invadían las emociones, escribía decenas de cartas que nunca enviaba.
Mi corazón empezó a doler cuando el joven no pudo confesar su amor a la mujer al final. Todos los que nos rodeaban, incluso mi señorita, se reían. Pero yo, como alguien que se relacionaba con el joven más que nadie, no podía. Me sentía como si fuera él. Empaticé estrechamente con su desesperación.
—¿Cómo es que el amor es tan cruel? Cuando te vi sonreír, pensando en mí, mi corazón se sintió dulce como la miel, pero al verte llevar un vestido puro para otra persona, mi corazón se amarga. Es como si hubiera bebido veneno. Ahora, todo lo que me queda es mi corazón que se ha quemado y convertido en cenizas. Mis amados, ¡sean felices! Esparciré estas flores de bendición para ustedes.
La última frase del joven tocó mi lado más sensible.
Yo también era así. Cada vez que veía a Tia sonreírme, era dulce como la miel. Pero cuando la vi sonreírle al príncipe heredero, mi corazón se sintió como si se hubiera envenenado también. Y al igual que el joven, mi corazón se había convertido en cenizas.
Si acabara viendo a mi dama con un vestido blanco puro por otro hombre, ¿cómo me sentiría? ¿No elegiría el mismo camino que el joven? Habiendo perdido el propósito de mi vida, ¿podría seguir respirando? Si mi corazón se quemara en cenizas, la sangre que fluye a través de mí también se quemaría a nada.
El grito ahogado de Tia me sacó de mi desesperación y miré para verla sosteniendo una sola rosa roja. Es bastante grave. Parece que no puedo evitar preocuparme por ella incluso estando tan metido en mis pensamientos.
Cuando miré la cara de mi dama, ella estaba mirando la flor roja diciendo que era la primera que había recibido en su vida. Tomé la decisión de confesarle mis sentimientos sabiendo muy bien que probablemente me rechazaría. En lugar de vivir aferrado a un corazón ceniciento como el del joven, quise revelar los sentimientos que tenía por ella.
Así, al menos, lo habría intentado y no tendría remordimientos. También mi señorita se daría cuenta de lo que sentía por ella, solo un poco.
Me parecía bien. Aunque no me aceptara, al menos podría dar a conocer mis sentimientos. Podía estar satisfecho con eso.
—Me gustas, Tia.
No, te amo. Te anhelo. Te admiro y te extraño. Quiero que sonrías para mí y solo para mí. Rezo cada día para que sientas lo mismo que yo. Cada vez que te veo, me siento feliz y rebosante de alegría, aunque me duela el corazón. ¿Cómo podría expresar tales sentimientos con la simple palabra “gustar”?
Pero lo diré así por tu bien, Tia. Si te enteras de mis emociones arremolinadas, podrías asustarte.
Por favor, perdona mi egoísmo, mi señorita. Aunque ya conozco tu respuesta, quería decírtelo para estar más tranquila. Aunque dije que no deseaba agobiarla, por favor, perdóneme por seguir mi corazón y aumentar sus cargas.
—Allen.
Me di cuenta de que rechazaría mi confesión cuando ella, que había estado mirando hacia abajo mientras jugueteaba con el ramo, levantó la cara.
Sabía que, de todos modos, no aceptaría mis sentimientos. La razón por la que me confesé fue la esperanza de que reconociera mi amor por ella, aunque fuera un poco. Y, tal vez, por la pequeñísima posibilidad de que me aceptara. Me había aferrado a esa esperanza, pasara lo que pasara.
Aunque sabía lo que iba a pasar, mi corazón se desgarró al ver cómo mi estrella de plata lloraba mientras se disculpaba. Mientras las lágrimas de Tia caían una a una, mi corazón también llovía.
Quería estar contigo. Esperaba que me quisieras. Pensé que si solo me aceptabas, podría desechar mi codicia por un título y una posición. Pero simplemente había estado soñando. Nunca sería una realidad. Si fuera el antiguo tú, atrapado en la oscuridad, tal vez las cosas podrían funcionar, pero ahora que brillas tanto, no me convendría.
Así que soy tu sombra, una pobre sombra que te persigue a ti que brillas como la luna. No puedo convertirme en una estrella que brilla bajo la luz de la luna.
Me sentí triste cuando vi la sangre que se formó en sus labios. Me dolió que me rechazara, pero más me dolió ver que estaba herida. Lo siento, lo siento, lo siento. Ya lo sabía. Perdóname por haberte herido a causa de mi esperanza egoísta. Por favor, perdóname por haber sido incapaz de dejarte ir.
No llores, Tia. Sonríe, mi señorita.
No quiero recordarte llorando como mi último recuerdo antes de irme. Esperaba que estuvieras en la oscuridad conmigo, pero brillar con fuerza te sienta mejor. Igual que estás más hermosa sonriendo que llorando. Así que no estés triste, Tia. Por favor, todo es culpa mía.
—Tia…
Creí que había renunciado a todo, pero al ver que me seguía aturdida, mi corazón empezó a flaquear.
¿No puedes estar conmigo, Tia? Te amaré y atesoraré más que a nadie. Solo te miraré para siempre y me dedicaré a ti. Por favor.
Los sentimientos y pensamientos que había estado reprimiendo surgieron. Mi corazón vacío ardía. La deseaba. No quería dejarla ir. Quería encerrarla donde nadie pudiera verla y que solo me mirara a mí.
Mirarme a mí. A mí, que estoy mirándote así. Ven a mí. Ven a mí, que te quiero tanto. Quédate conmigo. Por favor, te lo ruego, mi señorita.
¿Y si la arrastro a la casa que había preparado previamente y la encierro allí? En este momento, ellos piensan que estará hasta tarde en el festival. Había comida y dinero en el escondite de la facción de los nobles. Nadie podría encontrarla si pasaba por allí, tomaba las provisiones necesarias y escapaba de la capital. Tenía suficiente dinero para vivir el resto de mi vida. Si podía salir así de la capital sin ser descubierto, no habría nadie que nos descubriera para siempre. Después de todo, como alguien a quien llamaban el genio de esta generación, estaría bien.
Mis pies se dirigieron a la zona residencial plebeya. Mi corazón latía con fuerza al ver que Tia me seguía sin pensarlo dos veces. Una vez que llegáramos al escondite, podría noquearla. Entonces, podría subirla al carruaje y podríamos abandonar la capital.
Perdóname, Tia. Al final serás feliz. Estaré allí para atesorarte y amarte. Tú también querías escapar de tu sombra. Si vives escondida conmigo, no tendrás que enfrentarte a la sombra ni luchar por escapar de la oscuridad. También podrás escapar de la pesada identidad de la prometida del príncipe heredero, así como de la presión de ser la heredera de la casa Monique y vivir una vida normal.
Así que quédate conmigo, mi señorita.
—Allen, este no parece ser el camino a casa.
Al ver que sus ojos dorados me miraban inocentemente sin un ápice de sospecha, al ver que me miraba llena de confianza como solía hacerlo, la explosiva y caliente energía explosiva se desvaneció lentamente. Mi cabeza, que había estado perdiendo el control y se había vuelto borrosa, volvió a ser clara.
Mi corazón se hundió. Aunque había estado decidido a atesorarla, a protegerla, por un momento mis impulsos habían reinado y había estado a punto de herirla. A pesar de haber decidido dejarla brillar, había estado a punto de arrastrar a mi amada estrella de plata al mundo de la oscuridad.
Lo siento, Tia. Debo haber perdido la cabeza.
¿Qué debo hacer, mi señorita? Creo que me estoy volviendo loco poco a poco.