Actor de Reparto Masculino – Capítulo 28 – Arco 3: Fantasía Occidental

Traducido por Shiro

Editado por Ayanami


Durante el juicio, Osmund insiste, continuamente, en que el único crimen de Sui Yuan es el haber despertado la fuente de la oscuridad. Con el Santo Hijo protegiendo, obstinadamente, al elfo, el juez no lo sentencia muerte. Por supuesto, el ritual de purificación sigue siendo obligatorio, todo lo demás deberá esperar hasta que el proceso finalice. Si su “personalidad original” es restaurada, entonces, el juez aceptará la solicitud del Santo Hijo, convirtiéndolo en el guardián de Sui Yuan. Si su naturaleza malévola prevalece, lo que le espera es una ejecución.

Todos los presentes aceptan en silencio este veredicto, incluyendo el prisionero, quien simplemente está esperando una oportunidad para escapar y buscar así la muerte. De acuerdo a la historia original, el equipo de seguridad, encargado de custodiar a Nardred dentro del templo es extremadamente estricto, razón por la cual, su única oportunidad de fugarse es durante el ritual. Por lo tanto, Sui Yuan permite que las preparaciones del día del ritual se realicen sin problemas y no opone resistencia cuando es llevado al altar.

Los sacerdotes de la raza Celestial están de pie en formación, rodeando el altar, mientras él está encadenado en la mitad del círculo que forman. Osmund, Aurora y otros caballeros santos se ubican a cierta distancia del altar, a unos pasos de distancia de la única entrada del templo. El silencio tranquilo, se siente pesado debido a la tensión nerviosa, mientras la mirada de todos está fija en el ritual, esperando, mientras todos contienen la respiración.

Los sacerdotes comienzan a cantar al unísono, y los cuatro cristales que rodean el altar, gradualmente, comienzan a emitir rayos dorados de luz.

A medida que la magia de luz crea una barrera que envuelve la formación por completo, las cadenas sagradas, que atan a Sui Yuan, comienzan a desenredarse. Envuelto en magia de luz, un dolor insoportable recorre su cuerpo, es como si su carne estuviese siendo desgarrada pieza por pieza. Este nivel de agonía es el mismo que experimentó el día en que absorbió la fuente de la oscuridad.

Apretando los dientes y soportando el dolor, dirige su mirada hacia el cristal del este. De acuerdo a la historia, esa es el área más débil de la configuración. Cuando el Nardred original apostó su vida en este intento final de huir, inesperadamente, logró hacer añicos ese cristal, lo que causó que la barrera colapsara y que el ritual fallara. Ahora, tiene que apuntar hacia éste para que la escena se desarrolle adecuadamente.

Con un gruñido bajo, una hoja negra se materializa en su mano derecha. La súplica sollozante de Aurora para que aguante un poco más, es ignorada mientras se aleja de los bucles de luz que se dirigen hacia él.

Blandiendo la espada afilada, fútilmente, intenta evitar que los interminables rayos mágicos de luz se envuelvan alrededor de sus miembros. Poco a poco, se acerca al lado este del altar. Tan pronto como éste queda a su alcance, cambia de objetivo instantáneamente, cortando el cristal en lugar de las cuerdas de luz alrededor de su brazo izquierdo.

— ¡Esto no es bueno! —Grita un sacerdote, pero su advertencia llega tarde. El cristal se rompe y la barrera colapsa. Una sombra oscura atraviesa el santuario, dirigiéndose directamente hacia la entrada— ¡Rápido, atrápenlo!

Sui Yuan, apenas se aleja del altar, siente que su poder regresa con toda su potencia. A pesar de que su cuerpo se encuentra físicamente débil por haber estado confinado durante este periodo de tiempo, su magia es suficiente para poner un poco de pelea.

Sin darle siquiera una mirada a los otros guardias que corren en su dirección para detenerlo, se dirige con destreza hacia su oponente predestinado. Una cuchilla negra y un cetro dorado chocan entre sí, generando un agudo y resonante sonido que, tras la colisión, reverbera en todo el edificio. La anticipación destella en los ojos de Sui Yuan, pero esto es completamente ignorado por el hombre frente a él.

Cada golpe y puñalada de su arma le permite avanzar, mientras que Osmund retrocede esquivando y bloqueando. Uno atacando ferozmente y el otro cediendo. Al ver que se están acercando a la entrada del templo, Sui Yuan comienza a preocuparse.

— ¡Mátame! —Le murmura por lo bajo, para recordarle a la escoria que tiene por compañero que se apegue al guion, sin importarle el poder estar violando alguna regla.

— ¿Cómo puedo soportar matarte? —Le contesta sonriendo, tensa y amargamente, al mismo tiempo que le dirige una mirada llena de intensidad y gentileza.

— ¡No digas tonterías! —Sui Yuan casi se pone de rodillas para rogarle. El clímax está aquí, ¡¿pero quiere seguir alargando las cosas?!

¡¿Por qué es tan difícil buscar la muerte?!

Osmund se niega a responder, manteniendo la misma expresión. Él no entiende cómo es que este protagonista planea concluir la cosas con el actor de reparto masculino.

Fallando una vez más en conseguir que su colega actúe la escena apropiadamente, decide no perder más tiempo con él. Tiene que morir aquí, por lo que, si Osmund no tiene planeado matarlo, encontrará a alguien más que lo haga. El final de este BOSS malvado no debe ser alterado. A pesar de que morir en manos de otro significa que no está siguiendo la trama, sigue siendo mejor que permitirle a este protagonista mostrarle misericordia al villano. Si Sui Yuan logra escapar del templo, ¡será extremadamente desastroso para su carrera!

Habiendo tomado la firme decisión de morir aquí, cambia de objetivo, alejándose de Osmund y atacando al caballero más cercano. A pesar de que el nivel de esta persona está lejos del Santo Hijo, tendrá que conformarse. Esquivando el ataque poco entusiasta del elfo, el hombre levanta su propia espada sin vacilar, apuntando hacia sus signos vitales. Sui Yuan casi llora lágrimas de agradecimiento.

¡Así es como debe ser!

Osmund frunce el ceño, captando sus intenciones rápidamente, mientras el último renunció a su enfrentamiento para dirigirse a un caballero aleatorio. En el momento en el que ve que el elfo ni siquiera intenta bloquear el ataque, quiere vomitar sangre. En un abrir y cerrar de ojos aparece junto a Sui Yuan, apartándolo del camino, bloqueando un par de ataques más que habrían acabado con su vida. Notando la exasperación en la mirada fulminante que éste le dirige, no puede evitar suspirar en su corazón.

Shiro
Recomendaciones musicales para darle atmósfera al momento: Breath - Lauv Mahogany Sessions & Give Me Love - Ed Sheeran The Live Room.

Aparentemente, ha decidio morir aquí y no aceptará nada menos.

Así, en el siguiente segundo, una vez más, la afilada espada negra se hunde en el pecho del Santo Hijo.

Atraviesa su cuerpo y sale por su espalda, manchando de carmesí las ropas blancas como la nieve en ambos lados de la herida. Sobre las prístinas baldosas de mármol, la sangre fresca gotea desde la punta de la hoja. Un pequeño y adolorido ceño fruncido arruga las elegantes cejas, pero la sonrisa gentil no flaquea. En lugar de retirarse, camina hacia el elfo aturdido, ocasionando que la espada se hunda más profundamente.

— ¡Tú…! —Los ojos de color rojo escarlata se ensanchan llenos de incredulidad. Una salpicadura de la sangre de Osmund mancha su rostro, mientras éste envuelve un brazo firmemente a su alrededor. La otra mano se alza para acariciar su mejilla ensangrentada como si aplacara a un niño perdido, luego, se inclina hacia adelante y besa suavemente sus labios.

Conmocionados por el repentino cambio de los acontecimientos, los presentes sólo pueden mirar, estupefactos. El interior del templo se encuentra en un completo silencio; por lo tanto, el suave murmullo de Osmund puede ser claramente escuchado por todos.

—Ya que deseas morir, te acompañaré. Esta vez, me iré primero y esperaré por ti en ese mundo…

Acunando a Osmund cerca de su pecho, el rostro del elfo está lleno de miedo y pánico, mientras intenta evitar que el hombre en sus brazos escape. Al final, sólo puede mirar asombrado como esos ojos azules se opacan gradualmente, manteniendo una sonrisa desbordante de cariño y afecto en su rostro.

—No… ¡¿Osmund?! ¡Cómo puedes morir! ¡¿Por qué me dejaste matarte?! —Sui Yuan colapsa de rodillas, con el cuerpo sin vida del Santo Hijo en sus brazos. Angustia y desesperación bañan sus palabras, dedos temblorosos recorriendo ligeramente el rostro del otro.

Un segundo más tarde, abruptamente, su rostro queda en blanco.  Agarrando la empuñadura de la espada que reclamó la vida de Osmund, la saca de su cuerpo y, con una mano sosteniendo el cadáver que se enfría hacia sí, y con la otra alzando en alto la espada, apunta el extremo afilado hacia su pecho.

— ¡¡No lo hagas!! —El grito de Aurora rasga a través del silencio, mientras la cuchilla atraviesa limpiamente el corazón del elfo.

La sangre escapa de sus labios. Un par de gotas aterrizan sobre los lívidos labios de Osmund, pintándolos de un rojo cautivador.

—Bastardo… —Un susurro ahogado viaja por el aire. Sus párpados se cierran lentamente, su cuerpo cae hacia atrás en los brazos de Aurora, tan pronto como el elfo apuntó la hoja contra sí mismo, la espadachín había corrido hacia él.

— ¡Nardred! ¡Nardred! —Aurora intenta detener el fuerte flujo de sangre brotando de la herida con una mano, pero todo resulta inútil. Con gran dificultad, unos ojos escarlata, ligeramente desenfocados, se fijan en ella, una risa tensa burbujea, mientras fuerzas dos palabras:

—Lo siento…

—No digas lo siento. ¡No lo digas! No me lastimaste, soy yo quien se equivocó. Quizás fui la causa de todo esto… —Aurora solloza, orando con toda su alma que el elfo viva, que ocurra un milagro. Sin embargo, lo único que siente es cómo el latido de su corazón se hace cada vez más débil, hasta que, finalmente, se detiene por completo.

Arrodillada en el suelo con Nardred en sus brazos y Osmund en los de él, las expresiones pacíficas, en los rostros de ambos cadáveres, hacen que uno piense que sólo se encuentran en un profundo sueño. Aurora es incapaz de oprimir el dolor y la pena que siente. Enterrando su rostro manchado de lágrimas en el cabello largo y negro del elfo, llora miserablemente con el corazón roto, sintiendo como si pudiera ahogarse bajo esta desesperación aplastante.

Los caballeros sagrados, alrededor de ella, permanecen de pie sin saber qué hacer. Al final, un sacerdote se gira y camina lentamente hacia las puertas dobles que, en este momento, se encuentran cerradas, empujándolas hacia afuera.

El aire con un hedor a sangre, sale del santuario, dispersándose en el viento. En la distancia, una enorme campana de bronce, colgada en un capitel sobre la torre del reloj, repica una, dos veces…este tañido fúnebre guiará a salvo a los espíritus de los difuntos, mientras cruzan el río hasta las orillas del Reino Celestial, trayendo consigo la esperanza de que, en ese mundo, esta trágica pareja obtenga la felicidad eterna.

♦ ♦ ♦

Cincuenta años después.

—Maestro, ¿de verdad quiere sepultar las cenizas de Nardred en la misma tumba en la que se encuentran las de Lord Osmund? —Un joven espadachín, acunando una urna negra en sus brazos, pregunta con preocupación— ¡Los sacerdotes del santuario se volverán locos!

— ¡Ha! ¡Como si me importara lo que piensen! —A pesar de tener setenta años en este momento, Aurora aún conserva la apariencia y la actitud de cuando tenía treinta años; hermosa y energética. Con respecto a ella, quien ya se ha convertido en una espadachín nivel Dios, aún tiene un largo futuro por delante. Sólo que, habiendo pasado por un período difícil temprano en su vida, sus ojos reflejan su verdadera edad, aunque su apariencia externa no lo hace. A pesar de seguir siendo astuta, no es tan testaruda como lo fue en su juventud y, debajo de su orgullo hay sabiduría.

— ¡He estado esforzándome diligentemente durante cincuenta años sólo para ver este día! ¿Sabes cuán difícil es obtener el nivel Dios? ¡Me esforcé tanto, durante todo este tiempo, para alcanzar el estatus necesario y así poder hacer lo que me plazca! ¡Así que hoy, sin duda alguna, cumpliré mi deseo y la promesa de toda mi vida! —Aurora agita su mano con displicencia, insinuándole a su discípulo que abandone el tema. Dirigiéndose directamente al cementerio del santuario, ignora las miradas de ira en los rostros de los sacerdotes, desafiándolos a que se atrevan a expresar su descontento.

En medio de este camposanto se encuentra una enorme estela blanca[1]. Justo al lado, de pie, se encuentra un espadachín. Aunque su apariencia es lamentable, con mirar su postura y sus agudos ojos, se logra apreciar el nivel de su habilidad.

—Yo, Ghana. ¡Te estaré molestando! —Aurora le llama amistosamente a modo de saludo, mientras toma la urna negra de los brazos de su discípulo. Agachándose sobre una rodilla en el suelo frente a la estela, la inserta en un agujero recién cavado al lado de una lápida marcada.

— ¿Este es el objeto al que estás tan fuertemente apegada? —El hombre llamado Ghana, observa a Aurora desenvainar su daga y tallar el nombre “Nardred” en la piedra —nunca hubiese pensado que también estuviste envuelta, personalmente, en ese incidente. Durante mis viajes, escuché a un trovador errante cantar acerca de una historia de amor entre el Santo Hijo y un Rey Demonio. Creo que es una canción que todos han escuchado, al menos una vez. Así que, ¿todo se desarrolló como la historia lo cuenta?

—Supongo que es más o menos similar —riendo por lo bajo, Aurora sonríe, mientras sus ojos se llenan de nostalgia. Entonces, un ceño de insatisfacción arruga su entrecejo, como si le molestara el hecho de que su grabado sea demasiado feo. Envainando su daga, se pone de pie.

—En ese momento, los sacerdotes no les permitieron ser enterrados juntos. Pero. pienso que ambos deseaban que fuera de este modo, ¿cierto? Hoy, finalmente, les he ayudado a lograrlo. Considérenlo como…mi última responsabilidad como su amiga…espero que esto sea capaz de aligerar el peso de mis errores en el pasado… —murmura Aurora, mientras observa la lápida. Un segundo después, Ghana coloca un brazo reconfortante alrededor de sus hombros.

—Ahora que has cumplido tu deseo, ¿no es momento de que me des una respuesta? —Pregunta el hombre, mientras arquea una ceja, usando un tono de voz burlón que dispersa el dolor persistente en el corazón de la mujer —me rechazaste la última vez, usando como excusa la necesidad de alcanzar el nivel Dios. Fue algo demasiado cruel.

— ¡Oi, tienes que saber que aquí yace mi primer amor! —Gesticulando con su barbilla hacia la tumba, le advierte ligeramente.

— ¿Y qué? —Ghana permanece indiferente —Lord Osmund murió hace tiempo. Además, ¡ya tiene un amante e incluso está dispuesto a dar su vida para poder estar con su pareja!

Los ojos de Aurora se oscurecen un poco. Ese fatídico día, Nardred se negó a pasar por el proceso de purificación, por lo tanto, lo único que le esperaba era la muerte. No deseaba verlo morir ante sus propios ojos, por lo que Osmund decidió poner fin a su vida primero, con la hoja esgrimida por su amado. Probablemente, estaba seguro de que, tras su muerte, el elfo no sería capaz de soportar el dolor y elegiría seguirlo…como resultado, Nardred asesinó a Osmund, y éste, usó su muerte para garantizar la del otro. Heh…no estaban dispuestos a permitir que los forasteros interfirieran, ni siquiera en su muerte…

Suspirando, Aurora se aleja de los tristes recuerdos de su pasado, enterrando sus emociones en lo profundo de su ser.

—Idiota, ¡no me voy a molestar en lidiar contigo! —Se burla mientras se ruboriza bajo la intensa mirada de Ghana. Girando sobre sus talones, se fue— ¡Espera hasta el día en que puedas vencerme, antes de volver a sacar el tema! ¿Quieres que acepte tu cortejo? ¿Tienes las calificaciones?

—Ai…parece que tengo que esforzarme más —Ghana se ríe, mientras sigue al dúo de maestro y discípulo —trabajar en seducir a una talentosa espadachín nivel Dios es una tarea muy ardua…

♦ ♦ ♦

La autora tiene algo que decir: El fin de otro mundo con una trágica conclusión…

Muchos lectores dicen que no les gustó la protagonista femenina al principio… bueno, ¿les gusta ahora?


[1] Monumento conmemorativo que se erige sobre el suelo en forma de pedestal o lápida.

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