Felicidades Emperatriz – Capítulo 39: La lucha por la daga


Dentro de la mejor tienda de armas de la Ciudad Gloria.

—Señor, ¿qué puedo ofrecerle?

El comerciante sintió que el caballero que entraba en la tienda, eran alguien que era diferente de la gente común y corrió para saludarlo.

—Cuchilla corta.

Dijo Hua Jin, sin mirar siquiera a las armas en los estantes, con sus dedos tocando el mostrador.

El vendedor entiende intuitivamente e instruyó a su trabajador para que vaya a buscar el arma desde el interior.

Con sólo una mirada, Hua Jin vio una daga de cobre quemado negro, pero justo cuando estaba a punto de extender la mano para agarrarla, una voz detrás gritó.

—Esa daga de allá, ¡esta dama la quiere!

Hua Jin se dio la vuelta.

¡Oye!

Era una cara familiar… En verdad, sólo Hua Jin es capaz de encontrarse con sus enemigos en tal situación. Esta vez fue Chun Yu Ru.

Yu Ru fue incapaz de reconocer a Hua Jin, ya que estaba usando su ropa de hombre de nuevo. Con el corazón dispuesto a adquirir la daga, se acercó y cogió la daga

—¡Esto es algo precioso, comerciante! Tomaré este artículo

Hua Jin interrumpió fríamente.

—Yo vi primero la daga.

Yu Ru se giró para mirar a Hua Jin y tragó las palabras que estaba a punto de soltar. Sus ojos se hicieron dulces y discretos. Con una suave sonrisa dirigida hacia Hua Jin.

—Este caballero, ¿podría ser capaz de separar su amor por este articulo?

Hua Jin vio su mirada, reflexionando sobre si esta chica estaba tratando de seducirla. Hua Jin puso por un momento una mano en su rostro antes de regresar donde Jiao Yue y Chu Yun, quienes se reían desde atrás.

—¿Ella realmente no me puede reconocer?

Ambos asintieron con la cabeza.

Hua Jin se quedó sin palabras.

Había oído rumores de que las personas del pasado tenían poca inteligencia, pero ella no esperaba que fuera cierto.

—¡Squeak! ¡Squeak!

De repente, Bo Li apareció, hizo un grito y corrió hacia Yu Ru desde las piernas de Hua Jin

Yu Ru se sobresaltó por Bo Li, retrocedió un par de pasos y se cubrió la boca antes de gritar.

—¡¡Kyaa!! ¡¡¡Hay una rata aquí!!!

La acción de retroceder, realmente le había costado… Yu Ru, incapaz de detenerse, accidentalmente pisó a su sirviente. El sirviente, como por reflejo, empujo a Yu Ru lejos, y antes de que Yu Ru pudiera reaccionar ante la situación, ya se había estrellado contra el pecho de Hua Jin.

A pesar de los daños físicos que tenía Hua Jin le dolían, el daño mental era peor. De repente, unos cuantos kilos de carne de cerdo, golpearon su pecho. Esto sin duda dañaría su pecho haciéndolo más plano…

Hua Jin abrió la boca y habló.

—Pecho…

Pero antes de que pudiera terminar de decir “aplastado”.

Yu Ru cubrió su propio pecho y se sonrojó.

—¡Tú! ¡Eres una persona desvergonzada! Cómo te atreves a tocar mi…

El sirviente se dio cuenta de su error y rápidamente trató de desviar la atención hacia Hua Jin.

—¡Canalla! Mi ama es de clase alta, no deberías ni poner los ojos sobre ella, ni mucho menos tocarla.

Hua Jin frunció las cejas y se rió.

—¿Tu pecho?¿Llamas a esa cosa plana, pecho? ¡Relájate! Nadie se refería a tus fracasadas proporciones corporales, me refería a mi propio pecho.

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