¡¡Gotas~!! La historia de la Princesa de la Fragancia~ – Acto 20: El pequeño cielo estrellado

Traducido por Ichigo

Editado por YukiroSaori


Cordelia se quedó sin palabras, aturdida por su amigo, que había aparecido de repente de la nada. Sabía que era Gille por su voz, pero no sabía por qué iba vestido así.

—¿Una máscara de zorro…? —No pudo evitar preguntar.

Nunca había visto una máscara como esa en este mundo. Sin embargo, reconoció la máscara de zorro blanco con bordes rojos alrededor de los ojos. Le pareció que era un poco diferente a las que tenía en sus recuerdos, pero se acercaba a una máscara de zorro japonesa.

Probablemente no es algo que se haya hecho en este reino. Pero, ¿por qué el joven Gille lleva una cosa así?

Era realmente extraño que llevara una máscara de zorro mientras estaban rodeados de cosas occidentales.

Cordelia miró fijamente a Gille, pero no pudo deducir su expresión bajo la máscara. Predijo que probablemente se estaba riendo, porque sus hombros temblaban un poco.

¿Es este el momento de reírse? No, definitivamente no lo es.

—Estás entrando sin permiso… Joven Gille.

Sí, el hecho de que él apareciera de repente, la máscara de zorro y cómo se metió en el segundo piso… Esos problemas permanecían, aunque ella decidiera no pensar en nada más.

Él se quitó lentamente la máscara cuando ella se quejó conmocionada.

—No entré sin permiso. Vine aquí por un encargo, entregar algo al conde Hale. Solo que aún no me he ido a casa.

Parecía muy tranquilo después de haberse quitado la máscara.

Sin embargo, la voz de Hazel sonó en su cabeza al ver su expresión.

¿La señorita Cordelia y… su amigo, tienen los mismos sentimientos?n¿No es encantador imaginar el amor entre… amigos de la infancia?

Cordelia intentó desesperadamente no atragantarse y lo hizo pasar por una tos.

—¿Dilly?

—Lo siento, quiero preguntar esto como referencia, ¿hace cuánto tiempo terminaste tu recado?

—Eso es un secreto.

Cordelia llegó a la conclusión de que era lo mismo que entrar sin permiso, a juzgar por la forma en que Gille estaba evitando la pregunta. Incluso si conseguía el permiso para entrar en la mansión, probablemente suponían que ya se había marchado.

¿Qué está haciendo este chico?

Como Cordelia lo miraba fijamente con sospechas, rápidamente añadió:

—Me enteré por Vernoux de que te estabas quedando en esta mansión. Pensaba ir a casa en cuanto terminara.

—Ya veo… ¿Creías que lo entendería y que diría algo así? Ni siquiera sé cómo encontraste esta habitación.

La mansión era enorme. No habría sido capaz de encontrarla fácilmente, aunque supiera que se alojaba allí.

Pero, Gille respondió rápidamente a esa pregunta.

—No es difícil. Su magia es realmente similar a la del bosque, así que es fácil de seguir.

—¿Perdón?

—Si es alguien a quien he conocido antes… Es cierto, puedo encontrarlo enseguida siempre que no esté ocultando su presencia. Si lo hacen, solo podría sentir que algo está fuera de lugar.

Gille lo dijo con despreocupación, pero Cordelia se sorprendió.

—Esa es una habilidad muy avanzada…

Incluso Cordelia sabía que no era una magia que pudiera utilizar un niño. Los magos de la casa Pameradia la utilizaban como parte de su trabajo, pero era algo que solo hacía un experto.

¿Es Gille un experto en magia?

Cordelia miró fijamente a Gille, y él desvió la mirada.

—Tuve que perfeccionar mis habilidades para poder escaparme de casa. Soy sensible a la presencia de los demás porque no puedo escabullirme si los demás me ven.

—Ya veo… Así que también eres bueno ocultando tu presencia.

Ella no sabía si era mago o no, pero se quedó boquiabierta de que perfeccionara su habilidad por una razón tan ridícula; pero comprendió que ese motivo era realmente apropiado para su edad.

Los humanos eran seres que iban detrás de lo que querían… Aunque era demasiado grande para que ella estuviera de acuerdo con él, recordó que se conocieron en la ciudad. No era sorprendente que Gille hiciera cosas poco convencionales, ya que era amigo de Vernuox.

Después de concluir eso, la única pregunta que le quedaba era sobre la máscara que tenía en la mano.

—Hoy tienes una máscara muy peculiar.

Gille miró la máscara y la movió para que le cubriera ligeramente la cara.

—Mi familia contrató hace poco a una persona muy avispada. A diferencia de otros, puede encontrarme, incluso si oculto mi presencia, así que la llevo cuando salgo a escondidas, como un seguro. Después de todo, aún no saben que tengo esta máscara.

—Creo que destacas más si llevas algo así…

—En realidad no. Bueno, eso es solo si oculto mi presencia. Se verá como algo transparente, siempre y cuando no haga una acción que me delate, ya que no la reconoce. Practiqué con Vernoux la primera vez que probé la máscara. Oculté mi presencia, cuando fui a verle.

Gille rió con picardía. Sería una tontería pensar que no sabía moverse de incógnito. Aunque habían pasado cuatro años desde entonces, había mejorado mucho sus habilidades.

—Entonces…, ¿de dónde sacaste esa máscara?

—En el mercado.

—¿Mercado?

—Se acerca el Festival de la Fundación, y muchas caravanas vienen a la Capital Real. Tienen muchas cosas raras. Yo compré esto.

Cordelia se sorprendió con esas palabras.

Las caravanas que venían a la Capital Real. Por supuesto, no era la primera vez que oía hablar de ello. Las caravanas no eran lo único que venía cuando se celebraba el Festival de la Fundación; también venían comparsas, cuentacuentos, artistas callejeros y artesanos. Los terrenos cercanos al castillo se convertían en un lugar turístico muy popular.

Como resultado, Elvis e Isma estarán más ocupados que de costumbre. Habrá un aumento de los trabajos de defensa y asignación. Durante esas fechas, Cordelia actuaba más dócil de lo normal, porque no quería estorbar a su ocupado padre y hermanos. Ella nunca había estado en el Festival de la Fundación.

Estaba interesada en el festival y en las caravanas. Sin embargo, se convenció de que era similar a inspeccionar el feudo, ya que no podía ir a la capital real.

Ertiga es una gran zona comercial, por lo que las mercancías que aparecen allí no difieren mucho de las que aparecen en la Capital Real, se convenció a sí misma.

Pero, ¿cuál era la realidad? Gille tenía en sus manos algo que nunca había visto antes.

La gente que visita la Capital Real es diferente a la que visita nuestro feudo.

Pero aunque lo supiera, el trabajo de Elvis e Isma no disminuiría más de lo habitual, así que no tenía más remedio que renunciar a ello.

Me pregunto si el mundo que podré ver cuando crezca será más amplio.

Cuando pensó eso, quiso crecer más rápido. Pero, al mismo tiempo, recordó que como niña podía seguir inmersa en su investigación.

Gille, que se aventuraba abiertamente por la Capital Real, le pareció astuto, haciendo de sus sentimientos una maraña.

—He oído que estabas ocupado, pero pareces inesperadamente libre.

Estaba mal desquitarse con Gille, pero no pudo evitar la envidia. Gille le sonrió irónicamente y tosió antes de cambiar de tema.

—La razón por la que estoy aquí es… Me enteré de que te resultaba difícil salir por la noche, así que me traje… Esto. Quería enseñártelo.

Dijo mientras levantaba una pequeña maceta de sus pies; en ella había un árbol de unos 40 centímetros de largo. Este tenía pequeñas flores blancas floreciendo. Cordelia reconoció la flor.

—¿Jazmín…?

—Ah, así que conoces esta flor después de todo.

—Sí, pero no he podido encontrar ninguna. En los libros no dice dónde crece. Joven Gille, ¿de dónde has sacado esto?

—De la Colina de la Caída de las Estrellas. Es tranquilo allí, y el paisaje es increíble, así que quería mostrártelo, Dilly.

Ya veo, así que las estrellas no eran lo único que el joven Gille quería mostrarme; también quería que viera esta flor. Aunque ver las estrellas es muy tentador, no creo que pueda ir. Pero ahora que veo esta flor, realmente quiero ir allí. 

Quiero ir. Estrellas y flores. Quiero verlas a las dos. Y si es posible, quiero traerme una gran cantidad de existencias. Recibió la maceta y la contempló mientras pensaba con fuerza.

Podía imaginar el aroma que emitirían los aceites esenciales de jazmín, o también podría convertirlas en una compresa para el cuidado de la piel, el dolor muscular y el dolor reumático. Pero había un inconveniente. El jazmín tenía una baja tasa de extracción de aceite, como las rosas. Por lo tanto, era imposible extraer aceites esenciales de un solo manojo.

Sin embargo, no podía ocultar que estaba contenta de que Gille le hubiera entregado esta maceta.

¿Qué debo hacer? ¿Por dónde empiezo? No, no hace falta que lo piense. Primero debería aumentar mis existencias. Es imposible que consiga aceites esenciales sin la cantidad adecuada. Pero mi invernadero ya está lleno. ¿Bastará un solo árbol? ¿Y a dónde debería ir si quiero más de uno? 

Gille miró a Cordelia con satisfacción y se rió.

—En realidad, no fue lo único que vine hacer hoy… también traje esto. Es difícil que crezca en este reino, a causa del invierno, pero he pensado que podrías cultivarlo en tu invernadero.

—¿Aloe vera?

—Realmente sabes mucho de plantas…

Cordelia abrió los ojos con sorpresa, y Gille dejó salir una risa un poco rara.

Sin embargo, eso no le importaba en absoluto, porque el aloe vera era mucho más importante para ella. El aloe vera no solo podía usarse para curar las quemaduras, también podía convertirse en una loción si se raspaba el gel y se ponía a fuego lento. Por supuesto, la loción también era compatible con jazmín.

—¿También encontraste esto en la caravana? No crece en invierno, así que no es una planta de este reino, ¿verdad? Entonces, ¿las caravanas también venden cosas maravillosas como esta?

—No, lo conseguí de alguien que conozco. Hay una investigadora que conoce los efectos de esta hierba, y pasó mucho para importarla en privado… No sé si fue por el equilibrio de la temperatura o por la magia, pero la mayoría se marchitó. Ella había conseguido muchas, pero esta es su última maceta. Se sintió mal porque todas se habían marchitado, así que la regaló con la esperanza de que alguien pudiera cultivarla.

—¿Es quizás alguien que conoces…?

—Sí. ¿Es sorprendente?

—Sí.

Cordelia asintió con franqueza a Gille, que parecía un niño travieso.

—La conocí por casualidad, pero es muy amable e interesante. Empecé a llamarla profesora, así que a veces me entrena.

—¿Cómo se llama?

—No sé su nombre real, pero se llama la “Bruja Verde”. Vive en la Capital Real.

»Me doy cuenta, aunque pongas esa cara. Tú también quieres conocerla, ¿verdad, Dilly?

Los hombros de Cordelia saltaron un poco. Había dado en el clavo. Incluso estaba bien decir que había dado en el centro.

Estaba un poco indecisa, porque le parecía imprudente, pero quería conocer a la investigadora, que estaba interesada en el aloe vera. Además, esta profesora podría saber más sobre las hierbas que le interesaban a Cordelia.

Gille miró a Cordelia, que se mostraba conflictiva, y sonrió.

—No tienes que preocuparte por eso. La profesora dijo que quería conocer a la chica que parecía interesada en el aloe vera. Te guiaré hasta ella si te viene bien. Si es por la tarde… Oh sí, es posible que salgas de tu casa si dices que tienes algo que hacer con Vernoux, ¿verdad?

—Eso debería estar bien… Pero, estás ocupado, ¿no es así joven Gille? El joven Vernoux me dijo que lo estabas.

—Está bien. Hay días en los que no puedo escaparme, pero si hago bien mi trabajo no debería ser un problema. Además, quedarme en casa me enferma y mi cabeza no deja de dar vueltas. Bueno, igual tendré que escabullirme.

Lo dijo en broma, mientras reía un poco, y Cordelia volvió a preocuparse. Ella quería conocer a esa profesora, si Gille decía que estaba bien. También era más fácil para Cordelia salir después del Festival de la Fundación.

Pero, eso era solo si no estaba sola.

—Joven Gille, ¿sería posible que Ronnie viniera?

—¿Ronnie?

—Sí. Es un mago de nuestra casa. También me ayuda con mi investigación. También es mi guardia.

La persona con la que podría relajarse, mientras estaba fuera, era definitivamente Ronnie.

Era flexible, y estaba segura de que se divertiría si se encontraba con el investigador.

Pero, el joven Gille siempre oculta su identidad, ¿estará bien con que nos acompañe un desconocido? Incluso se desvive por conseguir que el joven Vernoux cambie su apariencia. Puede que se oponga a mostrar su aspecto a los demás, aunque no sea el real. 

Gille frunció el ceño por un segundo ante la pregunta de Cordelia, y luego se relajó al instante.

—No me importa. No pasa nada si es alguien que tú has elegido.

—Está bien que digas que no, ¿sabes?

—No, está bien. No me molesta.

—Pero…

—No tienes que preocuparte por ello.

Entonces, ¿por qué frunció el ceño antes? pensó ella, pero Gille había insistido.

—¿De verdad te parece bien…?

—Por supuesto.

Cordelia preguntó una vez más, solo para estar segura, y Gille respondió inmediatamente. Si era así, probablemente no tenía que contenerse.

—Entonces, por favor, llévame a conocerla después del Festival de la Fundación.

—De acuerdo. Ahora, lo último que quería hacer. Puede que te decepcione, pero estas flores no eran lo único que quería mostrarte. Quería mostrarte mi obra —dijo mientras sacaba una caja negra del tamaño de su palma.

—¿Esto es?

Parecía una caja normal. Si tuviera que describirla más, entonces parecía una caja sólida. Probablemente estaba hecha de metal.

Pero no podía decir para qué se utilizaba.

Cordelia miró la caja y luego a Gille.

—¿Joven Gille?

—Lo siento, Dilly. Mi terrible falta de plan ha quedado al descubierto.

—¿Eh?

¿Plan? ¿Qué tiene que ver eso con la caja?

Cordelia lo cuestionó en su mente, y Gille habló torpemente.

—Esto… No se activará, a menos que estemos dentro de una habitación… Mm…

Cordelia entendió sus vagas palabras.

Ya veo. Si dijo que había que activarla, debe tratarse de alguna especie de máquina. Y si solo se puede usar en el interior es normal dudar, entrar en una habitación siendo un pequeño caballero y yo una pequeña dama, a una hora en la que el sol ya se ha puesto, no parece adecuado.

Está siendo descuidado, aunque es consciente de ello…  Lo hace parecer algo lindo.

Cordelia dio un paso atrás y le reveló el camino hacia la habitación.

—No me importa que entres. Por supuesto, no creo que esté bien que el conde Hale se entere de esto.

Por supuesto, probablemente no se convertiría en algo problemático, ya que Gille parecía dudar en entrar.

El joven Gille dice que tiene buenas relaciones con el Conde Hale.

¿Quién diablos es él? Siempre pensó que no le importaba, pero la duda en su mente se profundizaba cada vez que recibía más información sobre él.

—Me lo pensaré más la próxima vez.

Gille entró en la habitación sin saber que Cordelia dudaba de él. Sin embargo, siguió actuando con consideración. Se sentó junto a la ventana. Aunque todavía estaba dentro de la habitación, se sentó en una esquina.

Luego colocó la caja negra en el suelo y jugueteó con el interior. Una suave luz salió del interior de la caja.

—¿Esto es una lámpara?

—No es una lámpara… Voy a cerrar las cortinas un rato. ¿Podrías atenuar un poco la habitación?

—Sí, está bien.

Mientras la lámpara estuviera encendida, entonces estaría bien que ella atenuara la habitación. Gille cerró las cortinas cuando escuchó la respuesta de Cordelia.

Ella atenuó la luz de la habitación, y la luz que brillaba a través de la caja se hizo aún más brillante. La luz oscilaba y parpadeaba, como una vela.

Me pregunto qué va a pasar. Miró a Gille. Parecía algo rígido. Probablemente estaba nervioso, como había mencionado antes, en voz baja.

Entonces, cerró los ojos y levantó la caja; puso una mano una encima de la caja y murmuró:

—Gota de luz, vuela.

Una luz salió de la caja, en forma de gotas de agua, como invitada por las palabras de Gille.

Cordelia abrió los ojos. Era tan hermosa que no se dio cuenta de que la había cautivado. Se arrodilló y se acercó a la maquina, como si ésta la invitara a acercarse. Mientras tanto, una luz brillante y suave seguía saliendo de la caja.

No sabía cuánto tiempo duraría.

Pero, al final, la luz se calmó, como las bengalas y desapareció.

Sin embargo, la habitación no se oscureció. No, el interior de la habitación estaba efectivamente oscuro. Sin embargo, había suficiente luz para que ella pudiera ver la caja, aunque las cortinas estuvieran cerradas. Tendría sentido si la luz de la luna hubiera entrado por la ventana, pero eso era imposible con las cortinas cerradas.

Esto es raro, pensó, mientras levantaba la cara y sus ojos se encontraban con los de Gille, cuyos rasgos estaban iluminados por una luz pálida. Entonces, se dio cuenta de que había un montón de luces centellantes detrás de él.

No, no solo detrás de él; las luces flotaban por todas partes en la habitación.

—¿Son estrellas…?

—Sí. Me preguntaba si podía traerlas conmigo, así que hice esto. Es el cielo de medianoche de esta temporada.

Gille habló de forma un poco embarazosa, y luego añadió rápidamente en un susurro:

—Esa caja almacena las posiciones de las estrellas.

Las estrellas realmente le hicieron sentir una sensación de perspectiva, y parecían brillar en un lugar que ella no podía alcanzar.

—Joven Gille, dijiste que esto era obra tuya, ¿no?

—Sí, porque quería que Dilly lo viera.

—Esto no es solo un trabajo manual, ¿no es la creación de una herramienta mágica?

—No es tan sorprendente. Usé magia antigua como referencia, pero sigue siendo solo un juguete para niños comparado con las herramientas mágicas realmente útiles.

—Por supuesto, es increíble. Nunca he oído hablar de un artilugio así, ni habría sido capaz de idearlo.

Rara vez se producían nuevas herramientas mágicas, porque era difícil controlar el proceso de creación. En todo caso, era incluso difícil reproducir productos ya hechos. Por lo tanto, no era una tarea fácil crear nuevas herramientas mágicas. Gille podría haber querido decir que no eran un producto doméstico, por lo tanto era un juguete, pero se equivocaba. Eso no cambiaba la dificultad de su fabricación.

Gille se rió. Parecía algo avergonzado.

—Las estrellas llevan mucho tiempo observando este mundo. Así que, cuando miro a las estrellas, siento que tengo que vivir de una manera que no las haga sentir avergonzadas.

—Entonces, ¿es por eso que te gustan las estrellas?

—Sí. Y además…

Se detuvo a mitad de la frase, y Cordelia inclinó la cabeza con curiosidad.

—¿Qué es?

Pero Gille movió la cabeza de lado a lado.

—Nada… Lo dejaré por ahora.

—¿Es un secreto?

—Lo es. Al menos por ahora.

—De acuerdo… Pero, por favor, hábleme de las estrellas en su lugar. Por fin tengo la oportunidad de ver este hermoso cielo nocturno.

No pensaba forzarle a responder… O más bien, sentía que él no respondería aunque ella intentara sacarle la respuesta. Gille era amable, pero también era alguien capaz de aprender una habilidad de alto nivel, solo para salir de incógnito. Probablemente no era alguien que cambiara de opinión fácilmente una vez que hubiera decidido algo. Además, había dicho “ahora”, así que probablemente se lo contaría cuando le apeteciera. Por lo tanto, quería oír hablar de las estrellas brillantes.

Los ojos de Gille brillaron, y entonces entrecerró los ojos y señaló una luz.

—Bueno… Empecemos por la estrella roja que flota en el Oeste y la estrella azul que flota en el Este. Verás, son esta estrella y aquella otra. Parece que son una pareja, ¿no? Se llaman “estrellas gemelas”. Se dice que las Diosas de la Belleza viven en estas estrellas, pero siempre discuten por quién es mayor.

—¿En serio?

—Probablemente se llevan muy bien. Si no lo hicieran, no discutirían así.

—Eso puede ser cierto.

—A continuación te hablaré del Águila Marina Estelar. Es la estrella que está al lado de la estrella roja. El Águila Marina Estelar tiene los ojos puestos en el Pez de Arena que tiene delante. Ha declarado que cortejará a la Estrella Roja, si atrapa al Pez de Arena.

Gille habló, mientras sus manos se deslizaban en el aire. Entonces, las estrellas se conectaron por medio de líneas de luz y las constelaciones se colorearon de una manera fácil de entender.

—¿No es el Pez de Arena más grande que el Águila Marina Estelar? Parece que es muy difícil de atrapar.

—Tienes razón. Pero, su pico es muy afilado. Así que, estoy seguro de que será capaz de atraparlo.

De repente, Gille giró el dedo como si fuera un bastón y las líneas que unían las estrellas desaparecieron.

Observó las estrellas como si estuvieran reflexionando y luego dijo :

—La siguiente es esa.

Antes de volver a conectar las estrellas.

—La Estrella del Dios del Mar, al sur, es el hogar del único dios que ha pisado la tierra. Se dice que anhelaba tanto el mar que convocó a todas las estrellas para llegar a él. Y lo que hicieron fue una colorida carretera celestial… El río de las estrellas. Muchos de los dioses y diosas se alegraron por ello, pero el Águila Marina Estelar dijo que era difícil atrapar al Pez de Arena y se resintió mucho con el Dios del Mar por ello.

—Oh mi… También es difícil mantener el equilibrio en los cielos.

—Lo es. La idea de que todo el mundo acepte algo, solo porque a mucha gente le gusta, definitivamente no existe en este mundo. Pero solo por eso creo que… El Dios del Mar está tratando de ver si pueden comprometerse entre ellos. No creo que sea inútil buscar la posibilidad, incluso si no pueden resolver el problema por completo, porque el Dios del Mar parece muy sabio… Aunque se hayan peleado entre ellos.

Gille dijo eso mientras miraba las estrellas y sonreía irónicamente.

Se dio cuenta de que la tensión que había sentido al entrar por primera vez en la habitación había desaparecido. Estaba mirando con entusiasmo las estrellas.

—Realmente te gustan mucho las estrellas —murmuró Cordelia.

Gille le devolvió la afirmación con una sonrisa.

Volvió a mirar al pequeño cielo y agitó ligeramente la mano.

—La última estrella de la que quiero hablarte es mi favorita. La estrella situada ligeramente al norte del centro se llama “El Ojo del León”; está en medio del Rey Celestial, la constelación del Rey León. Y guía a la gente por la noche. El Rey León es… Como esto, supongo. Y hay una línea similar de estrellas cerca de él. Es más pequeña que el Rey León… La constelación del Joven León; que se considera el hijo del Rey León. Seguro que lo reconoces Dilly, tiene el mismo nombre que los jóvenes caballeros de este reino.

Gille, que había estado de pie hasta ahora, habló mientras se arrodillaba y miraba al cielo, para mostrar su respeto.

—El Joven León admiraba a su padre, el Rey. Respetaba a su estimado padre y creía que algún día llegaría a ser el mismo tipo de Rey que su padre, si seguía haciendo lo correcto. Sin embargo, era de mente estrecha. Eso no era todo. Era un niño que perseguía la falsa imagen que tenía de su padre. Por lo tanto, tenía la posibilidad de convertirse en un rey tonto. El que detuvo al Joven León fue la estrella frente a él.

—Frente a él… ¿Esa pequeña estrella?

—Sí. Es pequeña, pero brilla con fuerza, ¿verdad? Esa estrella se llama el “Oráculo Guía”. El Oráculo le dijo esto al Joven León, “Si quieres ser como el Rey León, entonces debes tener el poder de atraer a la gente como él. Pero aún no tienes ese atractivo.”

—Ella realmente… Se lo dejó claro, ¿no?

—Ella es genial, ¿verdad? Realmente me encanta esa historia; pienso en la determinación de ambos, y en que no quiero perder ante eso.

Gille se sentó como si se estuviera relajando, y luego levantó la mano hacia el cielo. Por supuesto, su mano no alcanzó la luz; solo la iluminó la luz de las estrellas.

—No…

—¿Mmm?

—Por favor, no te precipites tanto.

No había pasado tanto tiempo desde que empezaron a hablar. Aún así, le parecía que Gille actuaba con más madurez que su edad real. Recordó aquel día, antes de que empezara a intercambiar cartas con él, cuatro años atrás; él se había apresurado a proteger a una chica. Era educado y tenía un gran sentido de la justicia, pero la impresión que ella tenía de él era la de un chico sencillo.

Sin embargo, hoy estaba tranquilo y daba una fuerte impresión. Al mismo tiempo, ella sentía que él quería crecer, y que tenía prisa por hacerlo.

—¿Qué pasa?

Gille ladeó la cabeza con curiosidad, probablemente porque no esperaba que ella dijera eso. Cordelia dudó un poco y luego dijo con franqueza.

—Porque es solitario, ¿no? Una vez que nos convirtamos en adultos, probablemente no tendremos tantas oportunidades de intercambiar cartas, o de encontrarnos así. Así que, por favor, no te apresures. Llegará un momento en que no tendremos más remedio que crecer.

Hablaba en tono de broma, pero la mayor parte era verdad. Por supuesto, Cordelia estaba confundida por algunas cosas, y había momentos en los que deseaba convertirse en adulta; por lo tanto, podría haber sido injusto que le dijera eso.

Pero, a diferencia de Cordelia, no parecía que Gille se arrepintiera de ser un niño.

De alguna manera, se siente como si me hubieran dejado atrás.

Y se sentía sola por alguna razón.

Y, además, había algo más. Pensaba que la forma en que Gille actuaba hace cuatro años era genial, aunque nunca lo admitiría, porque era vergonzoso. Por supuesto, es posible que no cambie su forma de ser, aunque se convierta en adulto. Sin embargo, la razón por la que fue a ayudar a la chica sin dudarlo, en ese momento, era porque era un niño inocente que no se dejaba llevar por la lógica. Pensó que la razón por la que se sentía sola era porque sus principios podrían cambiar si de repente se convertía en adulto. Por supuesto, Cordelia comprendió que ésos eran solo sus propios pensamientos egoístas.

Sintió que un silencio incómodo cubría la habitación.

¿Volverán las cosas a la normalidad si le digo que estoy bromeando? Gille murmuró en el momento en que pensó eso.

—¿De verdad… te sentirás sola?

—¿Eh?

—No, si ese es el caso… Entonces…

¿Es simplemente por la influencia de la luz que se está poniendo ligeramente rojo?

Parecía que Gille estaba pensando en voz alta más que haciendo una pregunta a Cordelia. Luego se tapó la boca con la mano, y ella oyó algo que parecía un murmullo; pero no pudo distinguir en absoluto lo que decía.

—Lo siento, ¿podrías repetirlo?

—No, no es nada. Ah, sí, tengo que ir a casa pronto… ¿Podemos volver a vernos? Te enviaré una carta.

—¿Eh? Sí. Muchas gracias.

Ella también se levantó después de que Gille se levantará alegremente. La ventana estaba justo detrás de él. No estaban lo suficientemente lejos para que ella no lo viera salir. Cordelia recordó de repente cuando Gille dio un paso hacia el balcón.

—Joven Gille, por favor, espere.

—¿Qué pasa?

Ella confirmó que él se había detenido, y luego se apresuró junto a la mesa a la ventana. Recogió el bordado de león que había enhebrado por la tarde.

—Por favor, llévate esto. No está muy bien bordado, pero es un león. Es un poco llamativo… Pero es mi agradecimiento por hoy.

Cordelia colocó en la mano de Gille el pañuelo que había terminado de bordar ese mismo día y que había sacado por reflejo. En aquel momento le atraían más los otros hilos que el oro, pero ahora se alegraba de haberlo bordado con un hilo del mismo color que las estrellas. Estaba un poco agradecida con Hazel, que le había sugerido el diseño.

Había una cosa que le preocupaba, que no era el color o el diseño.

Sino su propia habilidad.

No es que fuera mala, pero tampoco podía decir que fuera buena. Vio con sus propios ojos que Hazel bordaba mejor que ella. Pero aún así, pensó que su trabajo manual haría un poco feliz a Gille, si le gustaban los leones. Por supuesto, se sintió un poco avergonzada. Su obra no podía compararse con el pequeño cielo estrellado que le había regalado Gille.

Gille se quedó helado con el pañuelo en la mano.

Me pregunto si debería haber bordado algo más bonito en él y dárselo más tarde, después de todo…

A Cordelia le costó levantar la vista porque él no había movido la mano. Podría levantar la cara si él pudiera decir al menos algo… Pero el silencio continuaba.

¿Podría estar… conmocionado?

No es tan malo, o eso quiero pensar. Cordelia se fue inquietando en el silencio.

Esto no puede seguir así…

Si este silencio va a continuar, ni siquiera me importa que diga que es malo… Cordelia se decidió y levantó la cara, alimentada por ese pensamiento.

Gille, que se reflejaba en sus ojos, permanecía congelado en el sitio, con los ojos muy abiertos mientras miraba el pañuelo que tenía en la mano. Parecía una estatua de piedra.

Ella comprendió que él no estaba asqueado, y que simplemente estaba congelado en el lugar.

—¿Joven Gille…?

Sus hombros temblaron un poco ante su pregunta, ya no estaba petrificado. Al mismo tiempo, extendió el pañuelo en su mano, y lo miró fijamente como si lo devorara.

—¿Errm…?

—¡Gracias…! Estaba extremadamente sorprendido. Estoy realmente feliz.

Se cubrió la boca con ambas manos, tan pronto como dijo eso, y se apartó de ella. Ella notó su expresión de felicidad. Tan feliz, que incluso ella se estaba avergonzando.

—Yo… Te daré uno nuevo cuando mejore un poco en el bordado.

Llegó a la conclusión de que había hecho una buena elección al regalárselo, ya que él estaba así de contento, pero al mismo tiempo, también pensó que no estaba tan bien hecho.

Sin embargo, Gille la miró como si acabara de decir una barbaridad.

—No, no te voy a devolver esto.

—¿Por qué no?

—Es mío.

Cordelia se quedó boquiabierta por un segundo ante la audacia y claridad con la que Gille lo había afirmado. Se llevó la mano a la espalda para declarar que no se lo iba a devolver, y el pañuelo desapareció de su campo de visión.

—Entonces abandonó la idea de darte algo más…

Que le gustara tanto significaba que le parecía bien ese pañuelo. Cordelia no lo entendía muy bien, pero no necesitaba arrebatárselo si él decía que le parecía bien. Para empezar, era imposible que ella se lo arrebatara.

—¡Uf! —Pero, Gille se atragantó cuando Cordelia dijo eso.

 Sus ojos vagaban por todas partes y su actitud era diferente a la de antes; parecía como si no pudiera decidirse. Cordelia no pudo evitar soltar una carcajada.

—Dilly.

—¿Sí?

—Gracias por lo de hoy. Espero verte pronto.

Habló mientras le daba la espalda y esta vez, saltó por el balcón y desapareció.

Su figura se superponía a la que vio en la fiesta de la noche y, al mismo tiempo, sintió que se había acostumbrado a verlo.

¿Que haya mejorado en poco tiempo significa que hace poco que ha empezado a escabullirse de lugares altos? Por supuesto, no tengo las habilidades para confirmar esto.

El aura que la rodeaba no había cambiado mucho, a pesar de que Gille se había ido. Aunque, para empezar, tenía poca presencia. Pero, ciertamente, sintió una sensación de quietud a su alrededor cuando ya no pudo verlo ni escuchar su voz. Podía oír claramente el sonido de las cortinas.

Ella jadeó cuando escuchó ese sonido.

—Maldita sea. ¡Qué me pasa…! Me olvidé de preguntarle al joven Gille por qué está interesado en las hierbas medicinales, y qué le estaban enseñando.

Le preguntaré la próxima vez que nos encontremos. 

Cordelia dijo eso mientras cerraba lentamente la ventana.

Las estrellas aún brillaban con fuerza en la habitación.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido