Traducido por Ichigo
Editado por YukiroSaori
—Dime, Gille. Dilly podría venir a mi próxima fiesta nocturna, pero ¿vendrás tú?
Era una buena tarde cuando le hice esta pregunta a Gille.
Él parpadeó sorprendido por mi repentina pregunta, pero pareció que enseguida entendió lo que le decía.
—Es casi tu cumpleaños, ¿no es así, Vernoux? Felicidades.
—Todavía es muy pronto.
—Pero es raro que Dilly salga en público.
—Escuché que la Condesa Weltoria le dijo a mamá que llevaría a Dilly con ella. El conde Pameradia también tiene que estar de acuerdo, así que casi puedo asegurar que irá. Bueno, aunque Dilly no venga, he pensado que es seguro que el príncipe Sylvester irá de incógnito.
Dije eso y Gille se rió.
—Todavía es muy pronto para hablar de eso, pero gracias.
Se reía, pero se le notaba un poco nervioso. Esta era su primera oportunidad de aparecer frente a Cordelia como “Sylvester”. Aunque lo siento por Gille, no creo que una conversación entre “Sylvester” y ella terminara bien. Porque eso era lo que ella había estado evitando hasta ahora.
De seguro Dilly preferiría ver a “Gille” antes que a “Sylvester”. Probablemente estaría tan abatida por conocer a “Sylvester” que no podría hablar mucho con Gille, debido a esa tensión. Bueno, eso es solo si ella viene.
—Pero, vas a cumplir trece años pronto, ¿no es así, Vernoux? Siempre me da envidia que tu cumpleaños llegue tan pronto.
—Nuestros cumpleaños no están tan lejos.
—Lo sé. Pero aún así estoy un poco celoso. No es justo.
Incluso si él dice que es injusto, no es como si pudiera hacer algo al respecto. Por cierto, él nunca había pensado así. No puedo entenderlo a veces. Es complejo entender lo que piensa, entonces me di cuenta.
—Hablando de eso… ¿no han pasado ocho años desde que nos conocimos?
—Tienes razón.
Tanto Gille como yo nos giramos para mirarnos al caer en cuenta. Y ambos comenzamos a murmurar.
—Ocho, es como la mitad de nuestras vidas.
—De alguna manera, no lo parece.
Sin embargo, ocho años para un niño de trece años era mucho tiempo.
♦️ ♦️ ♦️
Tenía cinco años cuando conocí al príncipe Sylvester.
Voy a ser sincero, nunca quise ir al castillo.
Por supuesto, no era que no me interesara el castillo, era imposible que no me interesara un edificio que estaba construido como una gran base secreta. Sin embargo, en ese momento, ya sabía que existían manierismos dentro del castillo. Quería explorarlo libremente, pero no quería ir si tenía que ser obediente y escuchar lo que decían los adultos. El edificio era increíble y me resultaba difícil contenerme.
Pero, sin pensarlo, llegó una carta invitándome al castillo. En resumen, decía lo siguiente: Eres un candidato a compañero de escuela del príncipe, así que ven.
Mi madre y mi padre se alegraron, me animaron diciendo que seguro haría muchos amigos, debido a su actitud no pude decir que no quería ir.
Pero aún así, solo convocaban candidatos de la misma edad escolar. Daba la sensación de que solo era para aparentar y al principio se hacía algo parecido a una entrevista. Por mucho que tuvieran en cuenta tu parentesco, probablemente se preocuparían si dejaban que un simplón se quedará al lado del príncipe.
En ese momento, me perdí por un instante.
Pensé que, si le hacía la puñeta a la otra persona, podría alejarme de esta problemática situación. Básicamente, odiaba las cosas problemáticas. Pero, renuncié a ese plan. Pensé que también sería problemático si padre y madre se enfadaban conmigo cuando llegara a casa. No, en lugar de enfadarse, tuve la sensación de que se preocuparían demasiado.
Como resultado, me uní con éxito al grupo de amigos de la escuela de su alteza. Por supuesto, no estaba nada contento con esto.
El trabajo de ser amigo de su alteza en la escuela ocurría una vez cada pocos días, estudiábamos junto a él y algunos otros niños seleccionados.
De alguna manera sabía que esto era un gran honor. Sin embargo, a mí, que entonces tenía cinco años, no me parecía maravilloso que mi tiempo libre se viera repentinamente restringido. Por supuesto, los adultos probablemente pensarían en esto como una oportunidad para hacer conexiones personales, pero por desgracia, yo todavía era un niño. Además, era el hijo del marqués Flantheim, que creaba relaciones en función de si le gustaban o no y no por medios calculados. No podía dedicarme a algo tan trivial… Bueno, pero no puedo negar que me alegraba de tener un amigo.
Las sesiones de estudio consistían principalmente en practicar para el debut. Las habilidades prácticas consistían en el taijutsu, el entrenamiento con la espada y magia básica… Bueno, aunque diga eso, tardamos algunos años en tener esas clases. Cuando éramos más jóvenes, jugábamos juntos, comentábamos las obras de arte de cada uno, dibujábamos y hacíamos ejercicio.
La primera impresión que tuve de su alteza fue que parecía muy maduro. A menudo miraba al cielo durante nuestros descansos. También era manso. No hacía berrinches aunque perdiera contra alguien, y rara vez entablaba conversación con los demás. Era bastante distraído.
Por otra parte, pronto comprendí que odiaba perder. Al principio, Su Alteza perdía a menudo en los juegos y no era muy atlético. Sin embargo, eso era solo al principio.
Yo observaba a Su Alteza de esa manera, pero eso no significaba que me hiciera amigo de él de inmediato.
No era el único, a los demás les pasaba lo mismo. Al menos durante el primer año, mantuvimos distancias con él.
No es que quisiéramos mantener las distancias con él, pero su alteza rara vez nos hablaba y nuestra posición social era la de criados. A veces, después de las sesiones de estudio, adultos desconocidos nos recordaban que no debíamos acostumbrarnos mucho. Aunque la verdad, en lugar de seguir ese consejo, simplemente no hablaba con él porque no teníamos la misma onda.
Por lo tanto, incluso después de un año, para mí era solo el príncipe que solo estudia conmigo. Éramos compañeros de estudio que solo tenían un contacto mínimo entre sí. Eso era todo.
Pero aunque tuviéramos una relación tan dudosa, se transmitía de forma natural a los demás que éramos amigos del colegio.
—Diga, joven Vernoux. ¿Es cierto que estudias con el príncipe? ¿Dé que hablas con el joven príncipe?
Me lo preguntaban a menudo cuando mi padre me llevaba a las casas donde había alguna hija de mí misma edad.
Ah, ¿así que esto es sondear a alguien?
Conocía bien esa palabra cuando era niño. Pero aunque lo entendiera, no diría algo tan grosero en voz alta.
—Su alteza es una persona tranquila, así que no habla mucho.
Nunca había hablado con él ni nada parecido, así que no se podía evitar.
Sin embargo, las chicas se sintieron decepcionadas por mi respuesta. Bueno, por supuesto que lo estarían.
—Lo siento.
—N-No, ¡no tienes nada por lo que disculparte!
Las chicas sacudían la cabeza apresuradamente cada vez que decía eso e inmediatamente cambiaban sus expresiones.
¿Tan encantador era el título de príncipe?
Por supuesto, la Familia Real que construyó este reino era digna de respeto. Sin embargo, honestamente no sabía si su alteza era alguien que debía ser respetado. Era trabajador e inteligente. Tampoco era un mal tipo, pero la realidad es… normal. No sabía en qué estaba pensando.
Pero aún así, las chicas me preguntaban por él.
Aunque el Príncipe es un joven príncipe, no era como los jóvenes príncipes que aparecían en los libros ilustrados. Siempre siento curiosidad por él porque no sé lo que está pensando.
Esto no solo se aplica a mí.
—¿Así que también te pasa lo mismo, Myles?
—Sí, pero no conozco a tantas chicas como tú, así que no es tan malo. Puede que me lo pidan cuando mi hermana crezca un poco, pero acaba de cumplir un año, así que no quiero pensar en ello todavía.
Un día después de que hubiera pasado un año sin que habláramos mucho con su alteza, estuve hablando con Myles, el hijo de un conde que tenía la misma edad que mi padre.
Hablábamos de la situación. Myles generalmente estaba de acuerdo con mis opiniones. Lo de su hermana menor era probablemente una broma. O bien, él era un potencial hombre con complejo de hermana.
—Pero incluso si habláramos de él, las opiniones de todos serían diferentes.
—Sí, tienes razón.
—Por lo tanto, podría ser útil en situaciones en las que no se puede mentir.
—Bueno, eso es cierto.
No era como si alguien estuviera fingiendo, realmente éramos “niños que estudiaban juntos”. No sé si pasar nuestros días así era bueno o malo. Sin embargo, este fue el momento en el que empecé a pensar que era algo bueno, ya que a mí tampoco me incomodaba.
—Oh, es un gato.
—¿Gato?
Vi un gato blanco caminando con la cola levantada al otro lado de los árboles, fuera del pasillo.
—Voy a perseguirlo un rato…
En ese momento, no podía recordar por qué tenía tanta curiosidad por el gato. Probablemente me interesaba ver algo por primera vez en un lugar por el que siempre paso.
—Vernoux, tus padres se enfadaran si no vas pronto a casa.
—Papá dice que hoy tiene una reunión. Así que no se enfadará, ya que llegará tarde a casa de todos modos.
—Tu madre se enfadará. Mis padres se enfadarán conmigo así que me voy a casa. ¡No te vayas muy lejos!
—¡Lo sé!
Me alejé del reticente Myles y salí corriendo del pasillo hacia el jardín. El gato no cambió su paso al verme y continuó caminando enérgicamente por el jardín. Corrí y lo perseguí.
Pero, perdí de vista al gato blanco.
—Estoy seguro de que estaba por aquí…
Nunca me acerqué al lugar de la fuente de agua. Puede que me haya adentrado en el castillo más de lo que pensaba.
Pensé eso sin dejar de sentir curiosidad por el gato, así que caminé lentamente hacia ese lugar… Me di cuenta de que había una persona inesperada al otro lado de la fuente. Tampoco se esperaba que yo apareciera por aquí.
—¿Eh? Qué coincidencia. Encontrarse en un lugar como este.
—Su alteza…
Allí estaba él abrazando al gato en cuestión. El gato bostezo.
No debí haber perseguido al gato.
Sin embargo, era imposible que me fuera después de que me hablara. Maldije al gato despreocupado.
—¿Es ese gato su mascota, su alteza…?
—No. Este bebé es probablemente del pueblo. Seguramente ha venido a dar un paseo.
Yo, que no podía pensar en ningún tema común para hablar de inmediato, hablé del gato que era el culpable de esto.
El resultado fue que la conversación terminó inmediatamente.
—¿Te gustan los gatos?
—¿Eh…? Es más interés que gusto o disgusto.
—Entonces, ¿quieres sostenerlo?
—N-No. No tengo que ir tan lejos…
La conversación, que yo creía terminada, fue alargada por su alteza. Pero, tampoco pude mantener esa conversación.
Para ser sincero, era extraño. Al igual que responder a un adulto molesto, que me regañaban, podía contestarle con sensatez, pero no podía.
Siendo la otra persona el príncipe, era normal acobardarse. No, no debería ser eso. Probablemente es porque no puedo sentir ninguna malicia ni hostilidad viniendo de él.
Su alteza me sonrió irónicamente, sin responder.
—Lo siento, es aburrido, ¿no?
—No, le agradezco su amabilidad.
—No, no estoy hablando de ahora. Se trata de las sesiones de estudio… O más bien de los tiempos de descanso. Ustedes no pueden hablar como quieran cuando yo estoy cerca, ¿verdad?
Por un momento no pude seguir lo que decía.
—Eso no es cierto.
—Gracias por tu preocupación. Pero, ya lo sé. Así que, lo siento.
Me pregunto si lo escuchó en alguna parte. No tenía ni idea de dónde podría habernos visto. Hablé cómodamente con Myles mientras caminábamos por los pasillos. En primer lugar, él no tenía la culpa, pero si realmente se sentía culpable por ello, me resultaba difícil responder.
Sin embargo, también pensé que no debía limitarme a asentir.
—Su Alteza. Todos los que están estudiando junto a usted, algún día servirán como sus criados.
—Lo sé.
Su Alteza estaba desconcertado por mi repentino comentario. Yo también reproché mi respuesta. Sin embargo, no pude detener lo que ya había comenzado.
Ah, ya no importa, pensé y continué.
—Pero, no sabemos mucho sobre usted. Así que tengo una sugerencia. ¿Por qué no invita a todos a comer dulces mañana?
—¿Invitarlos a comer dulces?
—No es que no queremos hablar con usted. Pero, nos han enseñado que la Familia Real es diferente a nosotros. Por eso pensé que podría ser una oportunidad para poner algo de igualdad entre nosotros.
Sinceramente, hasta yo pensé que esto era completamente opuesto a lo que estaba pensando desde hace un tiempo. No era inconveniente que las cosas se quedaran como estaban, y no era que quisiera hablar con él.
Sin embargo, no sabía si debíamos dejar a nuestros compañeros de clase sintiéndose apenados por la distancia.
Su alteza gimió en voz baja ante mis palabras.
—¿Funcionarán las cosas con algo así?
Yo también pensé lo mismo.
Sería increíble que uno o dos caramelos acorten la distancia que nadie pudo acortar en este último año.
Pero, no se me ocurrió ninguna otra propuesta en el momento.
—Todo el mundo es de mente simple. Incluso ahora hemos sido capaces de hablar durante todo este tiempo gracias a un solo gato.
Incluso si no funciona, había una posibilidad de que las cosas avanzaran más que si no hacía nada.
Así que todo irá bien… Trate de convencerme. Quizás así deje de creer que es su culpa, cuando no ha hecho nada malo.
—¿Es así? Entonces, hablaré con madre al respecto.
Si tuviera que decirlo, no parecía que estuviera convencido de ello. Para decirlo claramente, parecía que lo estaba presionando.