Joven esposa del Capitán (de 62 años) – Capítulo 4: El amor de siete años de Carol


Me dijeron que la primera vez que conocí a Wilhelm-sama, fue en torno a la época en que todavía tenía que tomar conciencia de lo que me rodeaba.

Originalmente, en aquellos días mi abuelo era el Duque de Ambrosio, y Wilhelm-sama era un conocido que él encontró en la escuela. Por eso, el abuelo lo invitaba a su casa y a veces que comían juntos.

Siendo el Capitán de los Caballeros, Wilhelm-sama había sido enviado a muchas expediciones, estuvo en muchos campos de batalla, y también escuche hablar sobre el previo reconocimiento a sus servicios.

Me enteré de que él era amigo de mi abuelo, y lo comprendía.

El Wilhelm-sama de aquellos días era una cabeza más alta que mi abuelo, y era más de dos veces de ancho que él. Además, llevaba cicatrices en todo su cuerpo, y era una persona que tenía una impresión que en general era severa. Llegaba al punto en que lo más probable era que si un niño normal se paraba frente a Wilhelm-sama, huiría.

Pero durante ese tiempo cuando era más pequeña, hacia el Wilhelm-sama quien había venido a nuestra casa a menudo para comer, era consciente de que no me costaba tratar con él. Todo lo contrario, esos robustos brazos me atraparían y me tendrían en el aire, y haría un alboroto “¡kya kya!”.

Lo diré yo misma, era una hombrecito. En el pasado Wilhelm-sama no lo mencionó, pero me pregunto si se él habría preocupado por ello.

Un hombrecito… Sí, yo era demasiado hombrecito.

Nacida como la hija de un Duque, era una vida donde tenía que tener clases por tutores privados y aprender varias cosas diariamente. Pero era incapaz de soportarlo, y mis ojos siempre se alejaban, robados por el paisaje fuera de nuestra mansión. Si salía de la mansión, solía haber un grupo de niños jugando, y me mezclaba con la multitud.

Ese día también, estaba jugando con un grupo de niños como siempre.

—Eh, tú. Si has terminado por hoy, ¿tienes algo más que hacer?

—No, no particularmente.

—Luego ven conmigo un rato. Dijeron que tenían algunos negocios contigo.

Eso me dijo el muchacho que ocupaba la posición del líder de los niños.

No entendía muy bien sus palabras, pero sólo pensé que era extraño que alguien tuviera negocios conmigo y que lo aceptara tan fácil. Tenía alrededor de 7 años en aquellos días. Tener tal negocio con un mero niño, si se pensaba normalmente, no hay ninguna manera de que pudiera ser verdad, pero no me di cuenta.

Siendo dirigida por el niño, llegamos al borde de la Capital Real.

Donde los barrios pobres estaban, por así decirlo.

—Um, qué clase de negocio tienen conmigo…

—Sólo cállate y sígueme.

—… De acuerdo.

Llevada por el chico, llegamos a los barrios bajos.

Allí… Mucho más viejos que el muchacho, habían cinco hombres adultos reunidos.

Sin excepción, todos tenían algo vagamente vulgar en sus rostros. Como si me estuvieran lamiendo por todas partes, dirigieron una mirada como si me estuvieran analizando.

Por instintivo, me escondí detrás de la espalda del chico.

—Bueno, no es linda. Si ella no fuera una niña de la Familia Ambrosio, la  vendería a un comerciante de esclavos y haría un buen dinero.

—¿No está bien?. Solo tomamos el rescate y luego la vendemos fuera. Si su suerte en buena, tendrá algunos clientes. En un burdel, ¡eso es!

—Hey mocoso, tu trabajo aquí está hecho. Deja a esa chica y piérdete.

Evidentemente, yo estaba en un apuro.

No importa como lo pensara, ese desde luego no era un comportamiento amable y las cosas que decían, eran todas perturbadoras. No importa la forma en como procesara sus palabras, solo podían ser secuestradores.

Mientras pensaba “hii” en mis pensamientos, levanté mi voz sin esa intención y grité.

—Ah, por el momento tápenle la boca. Hey, ¿Cuánto le vamos a exigir a la casa de ese Duque?

—¡Es-espera un minuto!. ¡Mantuve la parte del trato!, ¡mi hermana…!

—¿Haaah?. Ya la hemos vendido hace mucho tiempo. Piérdete. A menos que también quieras ser vendido.

Reían “jiji” hacia las palabras del niño, mientras los ladrones agitaban sus manos sobre él.

Para esas palabras crueles, como si hubiera perdido su alma, el niño bajó la cabeza. Estos hombres eran sinvergüenzas. Ser engañado por sus palabras, ellos probablemente le ordenaron que me trajera aquí.

Mantener su promesa… ellos nunca tuvieron esa intención.

—¿Qu-qué piensan hacer conmigo…?

—¿Qué dices?

—A pesar de que es una mocosa, es una belleza. ¿deberíamos hacérselo una vez?

—Si  los hacemos el precio va a bajar. Ella se venderá a un buen precio a esos pervertidos que les gustan los mocosos.

No voy a salir de esta situación con vida.

Tengo tanto miedo, que no lo puedo soportarlo.

Alguien sálveme.

Por favor, alguien…

Luego, un solo ladrón probablemente había pensando en sellar mi boca,  el hombre que se acercaba estaba impresionado.

—… ¿Ah?

Los cuatro bandidos, como si estuvieran desconcertados, miraron en mi dirección. Pero el que capturó sus miradas no era yo, era una persona que era mucho más alta que yo.

—No digan nada más que esto, bastardos.

Esa fue sin duda alguna, la voz de Wilhelm-sama, a la que estaba muy acostumbrada.

—¿¡Bastardos!?

Los cuatro bandidos simultáneamente sacaron los artículos se sus cinturas. Las formas eran de diferentes en tamaño, pero todos los objetos eran planos.

Frente a la sed de sangre que contenían, di un paso atrás por reflejo.

Y, cuando di un paso atrás, lo que había era el algo cálido.

—Lady Carol, cierre los ojos.

—¡S-si!

—Voy a terminar esto en un instante.

Como Wilhelm-sama me dijo, cerré los ojos.

Después, escucho un sonido atronador y gritos. El sonido de cortar el viento y el ruido de la gente alrededor. No era capaz de hacer una suposición sobre lo que había sucedido con sólo los sonidos, pero todo lo que podía hacer era creer en Wilhelm-sama.

Además, siempre tocando mi cabeza, estaba la palma de Wilhelm-sama.

Confié mi cuerpo a ese calor, y siento como si estuviera en el lugar más seguro del mundo.

—Lady Carol.

—Sí.

Los sonidos se detuvieron, y la voz de Wilhelm-sama me llamo.

Con sólo eso, sentía como si el latido de mi corazón fuera a volar lejos, pero como Wilhelm-sama me había dicho, no he abierto mis ojos.

Entonces, mi cuerpo de repente se sintió ligera.

—¡Kyah!

—Me acompañará de regreso a la mansión. Esto fue mucho para Lady Carol. Por favor, cierra los ojos por un tiempo más.

Yo estaba siendo abrazada por Wilhelm-sama.

El momento en que comprendí que yo probablemente tenía hasta las orejas rojas, tenía alrededor de 7 años y estaba bien que me llamaran una “lady”. Para para tal lady, ser sostenida como una bebe era embarazoso.

Pero, al mismo tiempo, era una situación con una sensación agradable.

—Lady Carol, está bien que abra los ojos. ¿Fue espantoso?

Escuche a Wilhelm-sama decir eso, pero no abrí mis ojos.

En este momento, yo no tenía la confianza de hablarle a Wilhelm-sama mientras lo mirara a los ojos. Era muy probable que él me estuviera sonriendo con ternura, y no podía soportar ver eso.

Es por eso…

—… Oh, ¿ella se durmió?

Sólo por un poco, voy a fingir dormir.

Wilhelm-sama, estoy durmiendo. No me opongo si me hace alguna pequeña travesura. Por ejemplo, darme un suave beso con esos labios tuyos, no me importaría en absoluto. Aunque sin duda en ese momento, iba a explotar de felicidad.

—Es bien dormir. La acompañaré a salvo de regreso a la mansión.

Ahora bien, he preparado mi corazón, Wilhelm-sama.

Por favor, ahora, a mí…

Mientras seguía fingiendo dormir, cuando me di cuenta, en realidad me había quedado dormida.

Wilhelm-sama no me había hecho nada. Qué pena.

Este día, Carol Ambrosio, de 7 años de edad.

Me enamoré de Wilhelm Aibringer-sama.

8 respuestas a “Joven esposa del Capitán (de 62 años) – Capítulo 4: El amor de siete años de Carol”

  1. watafak xD ¿esperaba que le hiciera algo mientras dormía? Caray, Carol, pls, calmada. Pobre Wilhelm, de las cosas que pensaban de él xDD

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