¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 13: ¿Qué significa pertenecer?

Traducido por Lugiia

Editado por Shiro


Violette colocó su bolso sobre su escritorio y suspiró mientras se dejaba caer en su asiento. Debido a que durante el desayuno estuvieron sus padres, le fue fácil pasar desapercibida. Sin embargo, el trayecto a la academia era un asunto diferente. Si ella quería ir sola, pero Maryjun quería que fueran juntas, entonces irían juntas.

No pudo calmarse durante el trayecto ni relajarse en absoluto hasta que estuvo lejos de Maryjun. Violette se sentía más cómoda en la academia que en casa. Si no quería ir a la escuela, podía dejarla y quedarse en casa como una ermitaña, pero ¿y si las cosas fueran al revés? Estaba considerando seriamente la posibilidad de encontrar una forma de mudarse.

—Iré a algún sitio esta tarde antes de volver a casa —murmuró Violette para sí misma, esperando que Maryjun no la encontrara después de clase. Si tenía que pasar tanto el desayuno como la cena con su familia, al menos quería un rato a solas antes.

—Señorita Violette, ¿cómo se encuentra hoy? —preguntó una alumna en un asiento vecino.

—Estoy bien, ¿cómo está usted? —respondió Violette, devolviendo una sonrisa adecuada. Las personas la habían evitado el primer día que se enteraron de los rumores, pero parecía que esa incomodidad se había acabado: los demás estudiantes habían empezado a saludarla y a charlar con normalidad. No podía discernir si todavía les importaba o no el rumor; pero, de todos modos, nunca había tenido muchas amistades reales en la academia, así que esto no cambiaría mucho su rutina diaria.

Mientras mi vida sea tranquila, no me importa.

Le parecía bien estar sola. Esperaba que los demás pudieran ver que se había rendido.

Apoyó el codo en el escritorio, colocó la barbilla sobre su mano y bajó la mirada al suelo. Aunque su postura era inadecuada, la noble figura de Violette la transformaba, de algún modo, en algo hermoso. Al fin y al cabo, era la hija del duque Vahan.

♦ ♦ ♦

Después de las clases de la mañana llegó el almuerzo, y Violette se dirigió por los pasillos a la cafetería. Solo un puñado de estudiantes traía sus propios almuerzos; aunque algunos de ellos se jactaban de que el chef de su casa era mejor, la cocina de la academia aguantaba con creces el escrutinio de los mejores gourmets. El menú de la academia era sano y amplio; cualquiera podía encontrar algo que le gustara. La molestia de llevar una bolsa extra no parecía merecer la pena para la mayoría de ellos.

Violette también se ceñía a la comida de la cafetería, aunque en realidad deseaba poder traer comida hecha en casa. Sin embargo, no quería crear más trabajo para el personal de la casa Vahan ni pedir favores a nadie cercano a su padre.

En cualquier caso, hacía tiempo que había desayunado y empezaba a tener hambre. Como necesitaba comer antes de que su estómago empezara a refunfuñar, aceleró el paso. Los estudiantes ya pasaban por delante de ella con bolsas de comida para llevar, lo que significaba que la cafetería probablemente ya estaba llena.

Si hay demasiada gente, me llevaré la comida y comeré fuera.

No es que se sintiera sofocada en la espaciosa academia, solo no le gustaba estar rodeada de demasiada gente. Aunque parecía que a sus compañeros ya no les interesaba el rumor, no podía estar segura de ello. Cabía la posibilidad de que siguieran hablando de ella. Teniendo en cuenta el revuelo que había causado hacía poco, Violette quería ir a lo seguro. Los rumores viajaban rápidamente y se propagaban de todas las formas posibles, haciéndole imposible a ella aclararlos o detenerlos. Lo mejor era evitar involucrarse.

—¡Señorita Violette!

Violette se sobresaltó y se maldijo por haber reaccionado de forma exagerada; pero, sinceramente, cuando alguien la llamaba por su nombre completo, lo normal era que hubiera problemas. Se giró poco a poco para ver a un chico de cabello azul marino con gafas que la saludaba mientras se acercaba.

—Joven… ¿Mila? —preguntó Violette.

—Ha pasado tiempo —respondió él.

Se trataba de Milania Dior, un estudiante de tercer año. Decían que su sonrisa podía derretir el corazón de la señorita más frígida, pero ella sabía que no debía bajar la guardia. Sus gafas le hacían parecer un intelectual, y muchas de las chicas decían que el lunar bajo su ojo derecho era extremadamente sexy. Era el tipo de persona que irradiaba estilo: le quedaba bien cualquier cosa que se pusiera.

También era el vicepresidente del consejo estudiantil y amigo íntimo del príncipe Klaude. Era la última persona a la que Violette quería ver.

—Sí, ha pasado un  tiempo —dijo Violette.

Milania era el hijo mayor de un duque. Como compañero de la aristocracia, ya se habían cruzado varias veces. Muchos de los estudiantes de la academia habían asistido a eventos de la alta sociedad desde que eran niños. La comunidad aristocrática era un mundo pequeño. Además, como jóvenes hermosos de alta cuna, atraían un tipo de atención similar de la gente que los rodeaba. Tenía sentido que se conocieran, y no era necesario que hubiera algo malo para que él la buscara.

Excepto que… dado el momento, ella dudaba de que solo quisiera intercambiar cumplidos.

—¿Va a comer? Veo que sus compañeras habituales no están con usted —continuó Milania.

—¿Hmm…? —Violette tardó un momento en comprender a qué se refería; entonces recordó a la pandilla de chicas que solía seguirla a todas partes.

Antes de que Maryjun llegara a la escuela y comenzaran los rumores, cuando su madre aún vivía, siempre había estado rodeada de señoritas que esperaban utilizar una conexión con ella para sus propios fines. Pero ahora, todas mantenían su distancia.

Siendo sinceros, a ella no le importaba. Nunca las había considerado amigas, y no las echaba de menos ni lamentaba haber perdido el contacto. Supuso que ya habían encontrado a alguien más a quien aferrarse. En realidad, era un alivio.

Su interés debía de haberse evaporado porque los rumores sobre su madrastra ponían en duda su poder y su posición en el futuro. Su yo del pasado se habría aferrado a los amigos que la habían rechazado, sin darse cuenta de por qué lo hacían. Su yo actual no creía en nadie que renunciara a una amiga por los rumores sobre sus padres. Le hizo preguntarse si las miradas de simpatía que había recibido antes tenían menos que ver con los rumores y más con su próximo aislamiento.

—Es cierto… esas chicas probablemente no me hablarán ahora —dijo Violette con rotundidad.

—¿Hm…? —preguntó Milania.

—Ya no están interesadas en mí.

Para empezar, no es que se interesaran por ella. Ella había estado tan desesperada por cualquier atención que no le había importado si tenían motivos corruptos. Pero ahora sabía que eso era solo un abuso disfrazado de amor. Aunque no hubiera pasado nada más, rodearse de gente así habría acabado por partirla en dos. Se reprendió a sí misma por no haberlo comprendido hasta ese momento.

—Joven Mila, debe haber oído el rumor… sobre mi familia —dijo Violette.

—Pues…

—Esas chicas nunca me vieron como una amiga, solo como una oportunidad. Más importante, ¿necesita algo de mí? —Cambió de tema con prisa; no eran lo suficientemente cercanos como para querer profundizar en ello.

Aunque, en esos momentos, enjuiciaba con dureza a sus antiguas amigas…, en el pasado, ella había intentado utilizar a Milania como un atajo para acercarse a Klaude. Había planeado utilizarlo y tirarlo a la basura cuando terminara, pero Milania había descubierto su plan y lo detuvo. En sus recuerdos, él siempre estaba sonriendo… pero ella estaba tan concentrada en Klaude, en la idea que tenía de él en lugar de él como persona, que no se dio cuenta de nada más. Recordando con ojos más claros, supo que su voz había destilado desdén cada vez que hablaban.

En ese momento lo entendía. Sin duda alguna, Milania la despreciaba.

Aunque se conocían desde la infancia, no había ningún tipo de afecto especial entre ellos, y Violette nunca había iniciado una conversación con él, que ella recordara. Tal vez su confusión se reflejó en su rostro, porque la expresión de Milania se tornó preocupada.

—¿Pasó algo entre usted y Klaude en la fiesta del té? —preguntó Milania.

—¿No se lo ha dicho ya el príncipe Klaude?

—No quiere hablar de ello.

Entonces, ¿por qué la molestaba Milania al respecto? Debería saber que ella y Klaude tampoco eran precisamente cercanos.

—Es obvio que algo ocupa su mente. Por eso… pensé que usted podría saber algo —afirmó Milania.

Violette quería preguntar por qué, pero supuso que era una causa perdida, y no quería explicar lo que había pasado en la fiesta del té, quería olvidarlo por completo. Permaneció en silencio.

Milana la miró fijamente; Violette sintió que su cara se enrojecía de vergüenza ante tan intenso escrutinio. Debía saber que ella no le estaba contando todo. Hizo una pausa como si estuviera sumida en sus pensamientos, pero parecía falsa.

—Déjeme reformular la pregunta —continuó finalmente Milania, con exagerado desconcierto—: ¿Pasó algo entre él y Yulan?

3 respuestas a “¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 13: ¿Qué significa pertenecer?”

  1. Aishh todos me caen mal menos yulan bebe y la ayudante, hasta la hermana tratando de forzar cosas solo por sus caprichos es que no se pone el el lugar la prota y entender su actuar .

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