Traducido por Lugiia
Editado por Freyna
Las palabras de Yulan se hicieron eco con las de su padre aquella mañana, pero no podían ser más diferentes. Violette parpadeó en la oscuridad tras su mano mientras Yulan esperaba a que sus labios tensos se relajaran.
Había madurado mucho. Seguía siendo aquel chico amable y gentil que la había seguido con los ojos llorosos, pero había crecido hasta convertirse en un físico que podía envolver a cualquiera. Era un poco agridulce, saber que ese pequeño llorón se había ido para siempre.
Yo… nunca pensé que me sentiría así, viendo crecer a un hermano menor.
Si se tratara de Maryjun, no estaría sintiendo nada de esta soledad o deleite. Había asumido que la parte de “hermana mayor” de ella estaba rota de alguna manera, ya que no se atrevía a sentirse así con su hermana de sangre.
Una vez más, Yulan le dio exactamente lo que necesitaba.
Había querido devolverle toda su generosidad, pero aquí estaba él, dándole de nuevo. Sintió una punzada de frustración al saber que nunca lo alcanzaría, pero parecía que su relación nunca cambiaría. Puede que Yulan haya superado lo de ser “lindo”, pero ella seguiría tratándolo como su precioso hermano pequeño.
—Gracias… —dijo Violette en voz baja.
—¿Te sientes mejor?
—Sí, siento haberte preocupado.
—Me alegro, pero vamos a tomar un descanso, ¿de acuerdo?
La oscuridad de la mano de Yulan se retiró y la luz la cegó por un momento. Yulan no mencionó sus ojos húmedos ni su nariz congestionada; había conseguido que no se le salieran las lágrimas, pero había estado a punto de hacerlo. Violette le dio las gracias una vez más. Debió percibir que ella no quería llamar la atención.
—Hay un café más adelante que se supone que es muy bueno. Estoy seguro de que te encantará —dijo Yulan alegremente.
—¿Tiene algo que te guste comer?
—Sí, también sirven comida salada.
—Entonces, suena perfecto.
—¡Está bien!
Sin ningún tipo de incomodidad, Yulan tomó la mano de Violette y comenzó a caminar.
Siempre había permanecido a su lado, pero esta vez lideraba el camino. Violette podía ver sus orejas asomando entre su cabello castaño. Aunque caminaba con paso acelerado, no tiraba ni se movía demasiado rápido para ella. De vez en cuando, se giraba para mirar hacia atrás, y su expresión se volvía aún más dulce.
Sus pasos resonaban con deleite cada vez que golpeaban el suelo, como si estuviera bailando.
Ahora, esta podría ser la primera vez en su vida que se sentía realmente bendecida.
♦ ♦ ♦
—¡Mhm…! —Violette no pudo encontrar maneras de expresar su felicidad.
—Ja, ja, ¿es tan bueno? —preguntó Yulan.
—¡Mhm, mhm…!
Cuando ella volvió a asentir con entusiasmo, Yulan se echó a reír.
Era liberador hablar con la boca llena y apreciar realmente su comida por primera vez. En una cafetería informal como esta, por fin pudo soltarse un poco.
Violette tenía delante unos panqueques redondos y esponjosos. Quería preguntar cuántos había apilados para conseguir una pila tan alta, pero cuando los cortó, descubrió que solo había dos enormes y esponjosos panqueques. Estaban cubiertos de crema y se derrumbaban un poco con el tiempo, pero cada bocado que Violette se llevaba a la boca era pura felicidad.
—¡Me alegra que te gusten! Estaba un poco preocupado, ya que nunca habías comido panqueques.
—Son muuuy buenosss —gimió Violette.
—Sí, se nota. Supongo que este café fue la decisión correcta.
Al otro lado de la mesa, Yulan comía un simple sándwich de jamón con lechuga. El café servía algunos platos salados, pero los postres eran claramente su especialidad. Había pedido su comida para que Violette no se sintiera mal comiendo sola, pero no estaba tan interesado. De los cuatro triángulos de sándwich que tenía en el plato, solo se había comido uno.
—En lugar de mirarme, deberías comer tu comida. Tu sándwich se va a poner rancio —le advirtió Violette. Este café no era una panadería, así que el pan no duraría mucho. Era el tipo de lugar en el que los pedidos salían rápidamente y se disfrutaban de inmediato, por lo que no estaban hechos para durar mucho tiempo.
—Quiero ver cómo comes. Yo me comeré el mío dentro de un rato —dijo Yulan.
—Oye, no mires —dijo Violette con fingida molestia.
Él le lanzó unas disculpas ligeras. En realidad, no estaba enfadada con él, solo le causaba un poco de vergüenza. Los utensilios que tenía en las manos se detuvieron y se quedó mirando a Yulan hasta que este se rindió finalmente. Con un puchero, él tomó una parte del sándwich y se lo terminó de un bocado.
Su expresión era diferente; menos amable de lo normal. No había abandonado por completo los modales ni nada por el estilo, pero cuando se limpió la boca con el pulgar, no parecía diferente de los chicos normales. Parecía una persona diferente: menos refinada, más tosca.
—¿Vio…? —preguntó Yulan.
—Ah, lo siento… Es que nunca has hecho eso antes, así que yo… —dijo Violette, apagando su voz.
—¿Nunca…? Pero comemos juntos todo el tiempo.
—En la academia, siempre cuidas tus modales. Verte así es… inusual.
La academia enseñaba la etiqueta, por lo que los estudiantes se comportaban de la mejor manera posible todo el tiempo, incluso durante los descansos. Yulan y Violette habían comido juntos muchas veces, pero siempre en la academia o en algún acto de la alta sociedad. Iban a muy pocos sitios en los que no tuvieran que darse aires de grandeza. Si alguien viera cómo comía ahora, diría que era un maleducado.
—Supongo que sí. Siempre nos vigilamos a nosotros mismos, y es un hábito difícil de romper —dijo Yulan. Como hijos de aristócratas, les habían inculcado toda la vida que siempre había alguien vigilando, así que era mejor actuar sin reproches. Pero nadie podía estar de guardia las veinticuatro horas del día, todos los días. Los aristócratas siempre buscaban lugares donde poder bajar la guardia.
Este café era un lugar así. Sería una grosería, en realidad, utilizar los modales de la alta sociedad en un restaurante tan informal y cotidiano. Después de todo, la gente decía: “Sigue las convenciones de la zona en la que resides o estés visitando”.
—Hemos sido tan cuidadosos toda la vida… No hace daño a nadie soltarse un poco. Sería un error perder la oportunidad de relajarse —explicó Yulan.
—A veces tienes una forma de pensar muy tosca —dijo Violette.
—¿De verdad? Pero bueno, no soy el único que está mostrando un lado diferente hoy.
—¿Eh…?
Yulan extendió lentamente su gran mano y deslizó sus dedos por el borde del labio de Violette. Luego, le arrancó un largo mechón de cabello gris.
—Te estás comiendo el cabello —dijo Yulan.
Violette se sonrojó profundamente. Tardó un momento en comprender lo que Yulan estaba haciendo, pero cuando él agarró el cabello suelto, se horrorizó. No importaba dónde estuviera, no debería haberse relajado tanto. ¡Siempre era tan cuidadosa con su cabello! Debía haber bajado la guardia más de lo que pensaba.
—Es raro que metas la pata así… Es bastante bonito —dijo Yulan con una sonrisa.
—¡F-Fue un accidente…! —tartamudeó Violette en respuesta. La voz burlona de Yulan le hizo cosquillas en los tímpanos, y su amplia y alegre sonrisa la pinchó. Sus mejillas se encendieron, pero en lugar de inventar una réplica, volvió a centrarse en los panqueques que tenía delante.
—¿Están buenos? —preguntó él.
—Deliciosos —respondió Violette. La verdad es que estaba comiendo demasiado rápido como para saborearlos realmente, pero aun así eran satisfactorios.
Soy tan feliz 💖