Traducido por Lugiia
Editado por Freyna
El tiempo vuela cuando te diviertes, pero se ralentiza cuando las cosas van mal.
El tiempo que Violette y Yulan pasaron en el café se esfumó, y ahora que Yulan la llevaba a casa, Violette sintió una pesada carga sobre sus hombros. Aunque había olvidado por un tiempo la melancolía que solía sentir al final de la jornada escolar, ahora se había vuelto más pesada por el retraso.
Sin embargo, el día que había pasado fuera le había servido de algo; se sintió mejor que de costumbre al llegar a casa. Les dijo a los sirvientes que estaba llena con los panqueques para no tener que sentarse con su familia en la mesa del comedor. Sin embargo, se preguntó qué pensarían. El desayuno de mañana probablemente sería más deprimente, pero por ahora, disfrutaba de la sensación de libertad de hoy.
—Señorita Violette, he preparado su cambio de ropa —dijo Marin.
—Gracias.
Violette se dio un baño rápido y se puso el vestido que Marin le había preparado. Era sencillo, de color blanco y sin adornos, el tipo de ropa de descanso que priorizaba la comodidad sobre el diseño, pero lo suficientemente elegante como para poder llevarlo fuera de casa sin provocar un escándalo.
Violette solía llevar ropa sencilla, pero lujosa, que dejaba traslucir su belleza natural. Sus accesorios eran pequeños y sutiles. Por desgracia, la moda femenina actual que mejor le sentaba a Violette era rígida y difícil de mover. Le resultaba agotador no poder ponerse nunca lo que quería, ni siquiera cuando estaba sola; su padre le había prohibido la ropa de chico que llevaba de pequeña por considerarla inapropiada, así que se esforzaba por encontrar vestidos sencillos y cómodos para llevar en casa.
La prenda de esta noche era un vestido de línea A que no le apretaba la cintura. Era limpio y elegante, pero no creía que le sentara bien. Un vestido bonito como este le quedaría mejor a Maryjun.
—Señorita Violette, si va a descansar, ¿le hago una trenza en el cabello? —dijo Marín.
—Sí, si no es molestia.
—Por supuesto que no.
Violette se sentó frente al gran espejo de cuerpo entero; Marin ocupó su lugar detrás de ella y comenzó a peinarla lentamente. El cabello de Violette era suave y se enredaba con facilidad, y su tono gris brillaba incluso en la tenue luz de la habitación. Dividiéndolo en finas secciones, Marin le hizo una trenza suelta y ató el extremo con un cordón blanco. Siempre tenía mucho cuidado con su cabello, lo trataba como un regalo precioso.
—No duele, ¿verdad? —preguntó Marin.
—No, gracias —dijo Violette. El reflejo en el espejo no se parecía a ella. Esta versión de sí misma era desconocida para sus compañeros de clase y su familia. Por lo general, no se maquillaba, pero solo este cambio de ropa y de peinado le daba un aire marcadamente diferente.
Se recostó en su cama, enterrando su mejilla en la suave almohada. Marin había preparado su cama, y las sábanas aún olían a sol. Era una de las pocas cosas de la casa que se habían hecho solo para ella.
—Hoy me divertí —murmuró Violette.
—Me alegro —dijo Marin.
—Los panqueques estaban deliciosos.
—Sí.
—Eran como un sueño…
No tenía que cuidar sus modales ni evitar sus cosas favoritas porque la hicieran quedar mal. Incluso si se llevaba un bocado de su propio cabello, podía reírse y dejarlo pasar. Soñolienta, le contó a Marin todo lo que había pasado.
—Si está agotada, por favor, descanse —dijo Marin.
—Está bien… —Los ojos de Violette se cerraron solos. Había pensado que podría permanecer despierta más tiempo, pero esta somnolencia no provenía del cansancio. El suave y cálido confort de su cama la hundió suavemente. Desplazó poco a poco sus pesadas extremidades hasta una posición más cómoda, y Marin subió rápidamente el edredón para cubrir sus hombros.
Enterró su cara en el calor que la rodeaba, con los recuerdos felices del día jugando detrás de sus párpados. Murmuró un último “gracias” a Marin.
Cuando se quedó dormida, se dio cuenta de que, incluso después de todo, había acabado disfrutando del día.
♦ ♦ ♦
—Buenas noches, señorita —dijo Marin.
Ella sonrió al oír el sonido de su maestra durmiendo. La pequeña persona dormida en la gran cama tenía una cualidad efímera, completamente diferente a su elegancia habitual. Los sueños eran mucho más amables con Violette que la vigilia; incluso la peor pesadilla desaparecía al despertar.
Marin vigilaba a Violette cada noche mientras se dormía y le deseaba dulces sueños.
Por favor, deja que tu mente te conceda una hermosa fantasía, no un doloroso recuerdo del pasado.
Aunque el mundo real fuera cruel y asfixiante, esperaba que Violette pudiera reír libremente en el mundo de los sueños.
Seguro que esta noche tendría un buen sueño.
Violette siempre dormía en la misma posición pequeña y acurrucada, pero esta noche, su forma acurrucada no parecía que estuviera tratando de protegerse del peligro. En cambio, era como si se hubiera quedado dormida mientras abrazaba un precioso tesoro.
—Creo que ha dado el primer paso.
Violette veía claramente a Yulan como alguien que la amaba incondicionalmente, un compañero cuyo afecto podía aceptar sin sospechar. Él le daba el tipo de amor que debería recibir de su familia, y ella se lo devolvía. Por ahora, él era la única persona en la que Marin podía confiar para tratar bien a Violette…
El único que podía hacer feliz a Violette.
Marin creía saber hacia dónde se dirigía el corazón de Violette, y esperaba que funcionara. Aún no estaba allí, pero ¿no sería mejor que se enamorara de la única persona que siempre la hacía sonreír? Debería hacer lo posible por convertirse en el amante de Violette… No, debería pasar de largo de amante y convertirse en su prometido oficial.
Violette ya sentía un profundo afecto por Yulan, pero cambiar una amistad por un romance era lo más complicado. El propio Yulan comprendía que era más fácil decirlo que hacerlo. Ella tenía que suponer que por eso mantenía la pretensión de ser su hermano menor, y que estaba esperando con mucho cuidado el momento adecuado para cambiar las cosas en una dirección romántica.
Sus tácticas son impresionantes, lo reconozco.
Si Yulan llegaba a herir a Violette o a entristecerla, Marin lo destruiría, por supuesto. Hasta ahora no había sido más que considerado, y Marin tenía bastante fe en que seguiría así. Pero hasta que Violette no se enamorara de verdad de él, Marin no le ayudaría.
Sin embargo, esperaba que fuera Yulan. En su corazón, ella lo apoyaba; pero esperar que estuvieran juntos y ayudarle activamente eran dos cosas diferentes. Sabía todo sobre el amor obsesivo y unilateral, y sobre las personas tan cegadas por sus sentimientos que causaban un daño irreparable. Después de todo, Marin y Violette habían experimentado lo peor del amor. Ella quería que Violette fuera feliz, y eso significaba que no podía forzarla.
Al final, no puedo hacerlo sola.
Marin sabía que no podía ser ella quien hiciera feliz a Violette. Y no era solo porque fueran del mismo sexo; incluso en el pasado, cuando eran mucho más tabú, las relaciones entre personas del mismo sexo seguían floreciendo cuando la gente lo deseaba.
No obstante, aunque se convirtiera en el hombre perfecto y Violette se enamorara de ella, no podría hacerlo. Violette necesitaba a alguien que pudiera sacarla de esta casa, y por mucho que Marin apreciara a Violette, eso estaba más allá de su capacidad. Marin tendría que confiar en alguien más para salvar a su amada maestra. Todo lo que podía hacer era esperar, e imaginar la sonrisa de Violette el día en que finalmente se enamorara. Quería que Violette tuviera la familia ideal que se le había negado toda su vida, la familia que los Vahan deberían haber sido.
—Aun así, no voy a renunciar a ella tan fácilmente.
Cualquiera que quisiera ganarse el corazón de su bella, inteligente y maravillosa maestra tendría que esforzarse. Ella construiría el obstáculo más alto para hacer tropezar a los tontos que habían sido atraídos por las seductoras cualidades superficiales de Violette. No obstante, si encontraba a la persona adecuada, alguien que pasara sus pruebas y a quien Violette amara de verdad, Marin utilizaría todos los poderes a su alcance para prepararle un puesto de honor a su lado.
Todavía no sabía si ese asiento pertenecería a Yulan, o a algún otro príncipe maravilloso que aún no había conocido, pero estaría preparada para lo que viniera.