¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 59: Un paso demasiado lejos para mantenerla a salvo

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


—Príncipe Klaude, ¿qué debo hacer aquí? —preguntó Maryjun.

—Ah, esa parte requiere que usted… —comenzó a explicar Klaude.

La pareja hablando tan íntimamente ante Violette parecía hermosa; encajaban de maravilla uno con otro. Era como la escena de un cuento de hadas en la que el príncipe y la princesa se abrazan. Violette ya estaba acostumbrada a tal escena.

♦ ♦ ♦

Todo empezó la mañana anterior. Por lo general, Violette pasaba a un segundo plano durante este feliz momento familiar, pero hoy era diferente. Su atención estaba a punto de desviarse de su delicioso desayuno cuando…

—Eso me recuerda algo —dijo Maryjun de repente—. ¿Es cierto que has estado asistiendo a sesiones de estudio después de clase?

—¡Ugh…! —Violette se atragantó con su risotto suave como la seda, y luego contestó—: Sí, supongo.

Que se dirigieran a ella tan bruscamente la inquietaba, pero lo que la chica había preguntado era aún más preocupante.

—He estado estudiando en nuestra biblioteca desde que me enteré de que se acercan los exámenes, pero nunca te vi allí, así que me pregunté por qué. Entonces, justo el otro día, oí el rumor de que has estado estudiando con Yulan y el príncipe Klaude.

—Eso es… cierto.

A Violette se le heló la sangre y su lengua se convirtió en papel de lija. Su oído, por el contrario, se volvió dolorosamente agudo, de modo que cada palabra de Maryjun sonaba claramente en sus oídos. Luchó contra el impulso de aplaudir ese sonido.

No era de extrañar que el tiempo que habían pasado juntos hubiera desatado los rumores. Klaude siempre era el centro de atención en la academia, y Violette también destacaba. Además, todo el mundo sabía que Violette suspiraba por él. Añadir a Yulan a la mezcla, que por lo general no se atrevería a ser visto con Klaude, realmente debe haber despertado la curiosidad de la gente. Sin embargo, esto no era algo que Violette quisiera discutir en la mesa familiar.

—¡Debe ser divertido estudiar con amigos! —dijo Maryjun—. ¡Pueden trabajar juntos para resolver cosas que no entienden, y hablar de lo que quieran durante los descansos!

Maryjun no tenía segundas intenciones, y su afirmación carecía de cualquier sentimiento envidioso que uno pudiera esperar oír. Solo había oído el rumor y pensó que sería una conversación interesante. La chica de corazón puro se había criado en una burbuja, por lo que nunca se había planteado hablar de lo que realmente quería decir. Siempre decía exactamente lo que quería. Violette supo, entonces, que había una razón por la que Maryjun no había pedido unirse.

A pesar de todo, alguien pretendía darle más de lo que pedía.

—Maryjun, puedes unirte a ellos a partir de hoy —dijo su padre.

—¿Qué?

—Seguro que progresarás más con ellos que sentada en un pupitre sola en casa. Su Alteza es excelente, así que puedes ir a pedirle ayuda.

Francamente, Violette se lo esperaba. Después de lo que dijo Maryjun, por supuesto que su sobreprotector padre decidió intervenir. Los ojos de Auld eran suaves y llenos de amor mientras observaba cómo Maryjun ladeaba la cabeza, desconcertada. Si esto era todo lo que alguien veía de Auld, simplemente verían a un hombre que amaba a su hija… pero solo si no veían que había hecho su declaración sin el permiso de nadie.

—Por favor, espere —intervino Violette—. Aunque ella desee participar en las sesiones de estudio, aún no se lo hemos solicitado al príncipe Klaude y a los demás…

—Esta es la primera prueba de Maryjun —intervino Auld—. Como su hermana mayor, ¿no deberías ayudarla?

Su gentil mirada hacia Maryjun se volvió mortalmente aguda al atravesar a Violette. En su mente, ¿cómo podía Violette disfrutar en exclusiva de tal bendición cuando Maryjun estaba privada de ella? Aunque Auld era perfectamente racional cuando se trataba de su trabajo, su familia —es decir, su esposa y Maryjun— era el centro de su mundo. Por la felicidad de Maryjun, sacrificaría descaradamente a Violette.

—Solo porque algo esté bien para ti, no significa que esté realmente bien. Estoy seguro de que ya te he dicho muchas veces que abandones esa tonta idea.

—Sí, tiene razón —dijo Violette.

No recordaba que él se lo hubiera dicho nunca, pero probablemente sí. Era como si le estuviera diciendo que dedicara toda su vida a Maryjun. Su puño cerrado estaba caliente y sus huesos crujían por la tensión. Sentía que algo se había roto en su interior, pero aún no se había molestado en abordarlo. La comida que había ingerido amenazaba con volver a salir; sentía tantas náuseas que probablemente no podría comer más. Aunque la comida había sido preparada pensando en ella, no tenía espacio para pensar en ello.

Lugiia
Ya son demasiadas ganas de poner a este padre idiota en su sitio, en serio

Violette se obligó a asentir.

—Comprendo. Hablaré con Su Alteza y a los demás.

Si ella lo rechazaba, él no se daría cuenta de dónde se había equivocado. Para alguien tan obsesionado con analizar el comportamiento de Violette para denigrarla, estaba completamente ciego a la naturaleza egoísta de sus propias acciones. Mientras la miraba con desprecio, imaginó que debía de estar satisfecho consigo mismo. Después de todo, estaba ayudando a Maryjun, lo que hacía que cualquier exigencia fuera necesaria y justa.

Qué bien debía sentirse siendo tan ingenuo.

—Pero hoy no será posible —añadió Violette.

—¿Qué?

El desdén en su rostro se renovó, pero Violette le devolvió la mirada con frialdad.

—No es un asunto que pueda decidir yo sola. Primero tengo que hablar con los demás miembros y obtener su aprobación.

Si las cancelaciones de última hora eran desconsideradas, lo mismo podía decirse de las incorporaciones de última hora. ¿Cómo puede una ser mala y la otra buena? La gente suele decir que cuanto más, mejor, pero el dicho se desmorona cuando se trata del tamaño de una multitud. Al fin y al cabo, se trataba de una sesión de estudio, un esfuerzo de grupo, y Violette no era la única que podía elegir. Por lo tanto, recogió los sofismos [1] que le había lanzado su padre y se los devolvió.

—Tú…

—Me disculpo. No me encuentro bien, así que me retiraré.

Sabía por experiencia que su irritación se había convertido en ira, así que se levantó antes de que pudiera explotar. Su retirada sustituyó cualquier tipo de despedida gentil que pudiera haber ofrecido. No le interesaba lo que él tuviera que decir. No importaba lo que ella intentara decirle, no había forma de que él lo entendiera.


[1] Sofismo: se le conoce como falacia de argumento o razonamiento falso, formulado con el objetivo de engañar al adversario.

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