¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 77: Aliento de leviatán

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


Cuando se quedó solo, Yulan arrugó la frente y reflexionó en silencio sobre la forma de actuar de Violette, sintiéndose conmocionado y desesperado. A pesar de estar de pie, sintió que podía desplomarse en cualquier momento. Ante su apariencia, dudaba que alguien viera las comisuras levantadas de su boca como una sonrisa. Desde luego, no tenía ninguna posibilidad de convencerse a sí mismo de su sinceridad.

Podría haberla perseguido fácilmente, pero ¿para qué? Sin un plan, solo estaría jugando con su corazón. No necesitaba perseguirla y presionarla con preguntas, sino contemplar la causa de ese repentino pánico que rondaba los rasgos de Violette.

¿Asuntos familiares, tal vez? No, es algo diferente.

No sería la primera vez que aquella mansión se convierte en un lecho de espinas para Violette. En ella, Violette no tenía ni el más breve momento de paz. Por exasperante que fuera, también significaba que nada en su vida familiar podía haberla perturbado tanto. Por muy chocantes que fueran los acontecimientos bajo aquel techo, se había resignado a ser espectadora. Apagaba sin falta sus sentimientos y esperaba a que pasara la tormenta, protegiéndose del diluvio de dolor.

Entonces, ¿qué pasa? ¿Tiene que ver conmigo? No, probablemente no.

Pocos factores podían perturbar tanto a la normalmente tranquila Violette. ¿Podría ser Klaude?

No, esa probabilidad era baja. Violette en su estado actual hacía que su antiguo yo, una alborotadora en busca de amor, pareciera una ilusión. Yulan no estaba seguro de si su docilidad se debía a un cambio de actitud o a que su amor se había enfriado. Lo segundo se acercaba más a la verdad, pero él no tenía forma de saberlo. Aun así, a Yulan le resultaba difícil culpar a Klaude por haber perturbado su corazón esta vez.

¿Hice algo? No, no puede ser eso.

La última vez que se vieron, Violette sonreía alegremente. Él se habría dado cuenta enseguida si ella hubiera estado fingiendo. Tenía la costumbre de estar al tanto de sus sutilezas y se desvivía por eliminar sus penas. Naturalmente, Yulan conocía los límites de lo que podía hacer, pero aun así se enorgullecía de su capacidad para proporcionarle la más mínima escapatoria.

El hecho era que él mismo era la razón más probable de que Violette se sintiera tan inquieta en su presencia.

Aunque ese tipo es lo único que nos separa.

La silueta del hermoso príncipe centelleó en la mente de Yulan. Había descartado a Klaude como candidato, pero estaba profundamente unido tanto a Yulan como a Violette. Sin embargo, él no debería haber tenido nada que ver con esto. Violette ya le había rechazado.

En ese caso, ¿podría ser, Milania, el mejor amigo de Klaude? No, él tampoco. Las palabras y el comportamiento de Milania nunca fueron suficientes para molestar a Violette, incluso si estaba relacionado con Yulan… No, aún más si Yulan estaba involucrado. Yulan podía imaginarse fácilmente a Violette tratando con Milania sin ningún problema.

Lo único que le quedaba era su amigo, Gia…, pero eso era absolutamente imposible. Aunque Gia vivía la vida a su paso y hacía cosas que ni siquiera Yulan podía entender, tenía poco interés en los demás. Gia era mucho más observador. No le interesaban los rumores que rodeaban a Yulan y Violette, por lo que no iniciaría nada por su cuenta. Además, Violette aún no se había abierto a Gia. Alguien tan distante no tendría un efecto tan profundo en ella.

Entonces, ¿quién fue? Si hay alguien que puede alterarla tanto, debería saber quién es.

Al llegar a un callejón sin salida, suspiró. Se apoyó en el marco de la ventana y miró distraídamente al techo. Ahogó el chasquido de su lengua, irritado ante aquel enemigo desconocido. Los posibles sospechosos seguían apareciendo y desapareciendo uno tras otro, reduciéndose poco a poco. De forma inconsciente, había excluido a varios objetivos que no le interesaban.

Esta persona tenía que ser alguien que hiciera desgraciada a Violette y una persona que supiera de Yulan. Personalmente, él veía a las personas que le rodeaban como basura sin valor. Odiaba a la familia Vahan, pero no les prestaba especial atención como individuos; eran solo una colección de gente increíblemente estúpida, ignorante y detestable.

Justo entonces, oyó la voz de Maryjun.

—¡Yulan! ¿Ya te estás yendo a casa?

—Sí, estoy a punto.

La mayoría de la gente podría comparar la sonrisa de Maryjun con flores bailando en el aire. Sus brillantes ojos azules centelleaban, y cada mechón de su cabello mecido por la brisa era hermoso. ¿Qué clase de aspiraciones tenía la gente para que esta chica estuviera tan bañada en amor, empapada de él y criada con tanta ternura?

—Um, si no te importa, ¿podemos hablar un momento? —preguntó Maryjun.

—De acuerdo. Solo un momento.

La sonrisa de Maryjun ganó otro nivel de resplandor ante la respuesta de Yulan. Seguramente, muchos se imaginarían un gran girasol floreciendo detrás de ella, un telón de fondo acorde con esta chica brillante, amable y encantadora. Yulan, por el contrario, imaginó una bestia serpentina, gruesa y negra, capaz de partirle el cuello a Maryjun en un instante. Imaginó sus palabras tomando forma y envolviéndose alrededor de su frágil garganta.

Para Violette, Maryjun era una bomba que podía explotar en cualquier lugar y en cualquier momento. Era un demonio; un presagio de miedo y estupidez que metía las narices en todos los resultados posibles, aplastando todas las opciones a su alcance. Debía ser ella. La chica que tenía delante era la culpable más probable del comportamiento anormal de Violette.

Eso significaba que Maryjun estaba arrastrando a Yulan en esto. Ella estaba utilizando a Yulan con algún fin, aunque no estaba seguro de si sus planes se centraban en Violette o en él mismo. No sabía cuáles eran sus intenciones, ni le importaba. Lo importante era que Maryjun lo estaba utilizando para causar daño a Violette de alguna manera.

Será mejor que investigue esto más a fondo.

Yulan tenía que averiguar qué estaba tramando aquella chica. Todo su ser estaba dedicado a erradicar las penas de Violette, a allanar su camino hacia la salud y la felicidad. Tenía que averiguar si Maryjun era una de esas penas; de ser así, tendría que tratar con ella como individuo y no como miembro de la familia Vahan.

Yulan tenía que estar preparado para estrangularla con una sola palabra.

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