Traducido por Lugiia
Editado por Freyna
Cada año se celebraba en todo el mundo una fiesta conocida como Navidad. Era un gran día de tradición y festividades que se extendía… hasta la propia casa de Violette, aparentemente.
Había una razón para el comentario inseguro: Violette no supo que era Navidad hasta que llegó el día.
Solo se dio cuenta de qué día era cuando salió de su habitación para ir a desayunar y se encontró con que el pasillo se había transformado de la noche a la mañana. En esta época del año, el mundo estaba decorado con tres colores: rojo, blanco y verde, tonos vibrantes cuyo contraste era aún más evidente cuando ella pasó de la oscuridad a la luz.
Supongo que hoy es Navidad.
Estaba familiarizada con la festividad a su manera. La academia se había puesto en modo navideño. Hacía tiempo que el paisaje urbano se había adaptado a la época y ella ya había asistido a varias fiestas. En general, se celebraba en todas partes, excepto en su propia casa.
—Teníamos estos adornos en casa, ¿eh?
Puede que su padre los trajera de otra residencia. Tal vez celebraba la Navidad allí. En cualquier caso, era probable que la cena de esta noche causara alboroto.
Poco después de salir de su habitación, Violette vio a Marin caminando hacia ella. Marin se fijó de inmediato en su maestra y aceleró el paso, aunque sus pasos seguían sin hacer ruido.
—Saludos, señorita Violette.
—Marin, llegas justo a tiempo.
—Disculpe mi tardanza en saludarla por la mañana.
—He salido antes de lo habitual, eso es todo. ¿Ya es esa hora?
—Oh. Um, sobre eso… ¿Por qué no le sirvo el desayuno de hoy en su habitación?
—¿Hm?
Había supuesto que Marin la había llamado porque el desayuno estaba listo, pero al mirar la expresión de Marin, se dio cuenta de que no era así. Una mañana a solas en su habitación sería bienvenida, pero aún se sentía recelosa; no de Marin sino de los otros miembros de su casa.
—¿Ha pasado algo? —preguntó Violette.
—No, nada. Pero… es Navidad.
Violette la miró extrañada. No entendía qué tenía que ver la Navidad. Mucha gente, especialmente los niños, consideraban este acontecimiento muy agradable, pero para Violette no era más que un día cualquiera.
No obstante, al parecer, este año no sería un día cualquiera.
—El señor desea terminar pronto su trabajo, así que no asistirá al desayuno. La señora y la señorita Maryjun tienen planes para salir a desayunar.
—Ah.
Violette comprendió la situación y la sugerencia de Marin. Esta doncella comprendía verdadera y profundamente el corazón de su maestra. Si su padre no iba a estar presente y las otras dos tenían planes, entonces Violette tenía una excusa fácil para ausentarse de la mesa del desayuno. Incluso si las dos damas la esperaban, probablemente darían prioridad a sus propios planes si se retrasaba. No obstante, si su padre se enteraba de que había aparecido y luego abandonaba la mesa del desayuno, sería terriblemente problemático.
—Creo que esta noche habrá cena de Navidad, así que lo mejor sería que descansara ahora —dijo Marin.
—Ya veo.
Aunque Violette se lo esperaba, la expresión de dolor de Marin le dijo que se tragaría la cena de esta noche sin probarla.
—¿Puedo pedirte que me des una excusa, entonces?
—Ya le he dado una: “No tiene buena complexión, así que descansará hasta la cena”.
—¿No se te ocurrió que podría asistir?
—Pensaba tomar medidas contundentes si por casualidad decidía hacerlo.
—A veces dices cosas que dan miedo.
Estaban bromeando, pero en el fondo había verdad. Marin sabía que la posibilidad de que Violette declinara su propuesta era inexistente.
Una vez que Violette aceptó su oferta, dio media vuelta y se dirigió a su habitación. Ya se había cambiado de ropa, pero ahora tenía la oportunidad de desayunar y comer en su habitación gracias a su doncella. Imaginó que se sentiría más cómoda si volvía a su ropa cómoda.
—Marin parecía ocupada —reflexionó.
Ella solía trabajar exclusivamente para Violette, pero hoy parecía estar corriendo por todas partes. Bueno, era la primera Navidad de la casa Vahan. Los sirvientes que habían trabajado en la otra residencia probablemente estaban acostumbrados a las tareas esperadas, desde la decoración hasta la preparación de la cena, pero aquí en la casa principal no habían existido celebraciones. Los sirvientes debían de trabajar en tal estado de pánico para adornar sus numerosas habitaciones y pasillos, ya que era mucho más grande que la otra residencia. Era lógico que necesitaran la ayuda de todo el personal disponible.
Ella también traerá mi desayuno. Lo menos que puedo hacer es vestirme.
Violette era perfectamente capaz. Fuera de los vestidos de fiesta, hasta una niña podía cambiarse de ropa.
—Me pregunto dónde habrá puesto las nuevas. —Vestirse a sí misma no era un problema, pero encontrar su nueva ropa para la casa en el excesivamente grande vestidor podría serlo. El armario era lo suficientemente espacioso como para corresponder a la enorme mansión a la que pertenecía.
Aunque muchos aristócratas siempre hacían que sus sirvientes les vistieran, Violette se ocupaba de la mayor parte por sí misma debido al ambiente en el que se había criado. Hacía lo que podía para aligerar la carga de trabajo de Marin. Aun así, Marin se ocupaba generalmente de la preparación de la ropa de Violette y de la gestión de su armario. Como lavar ropa era una de las tareas de Marin, así era más eficiente. Aun así, el desconocimiento de Violette de la ubicación de su propia ropa la hacía sentirse completamente patética.
—No creo que esté demasiado lejos.
Vestidos brillantes y joyas preciosas llenaban el espacio, pero su ropa de calle y de estar por casa debía de ser más numerosas. Ya que eran las prendas que utilizaba con más frecuencia, deberían ser fáciles de encontrar. Acabó moviéndose inquieta por el armario, sintiéndose como una ladrona a pesar de que todo le pertenecía.
—Oh.
Se detuvo en un rincón lleno de vestidos con varios uniformes idénticos alineados. A juzgar por los vestidos y los abrigos colgados en perchas, tenía que ser aquí donde se guardaban sus uniformes y su ropa informal.
—¿Por aquí, tal vez?
Por lo que pudo ver a simple vista, el traje que buscaba no estaba colgado. En ese caso, estaría en los cajones junto a la ropa interior. Violette abrió cada cajón, echó un vistazo a la ropa ordenada que había en su interior y volvió a cerrarlo. Los recorrió de arriba abajo hasta que por fin encontró lo que buscaba.
—Aquí está.
En cuanto abrió el cajón, el suave aroma de las flores flotó en el aire. La ropa estaba recién lavada con su suavizante favorito. Hasta entonces había pensado que todas las prendas que había dentro eran iguales porque tenían el mismo fabricante, pero cuando estaban dobladas y alineadas así, pudo ver que todas eran diferentes. Siempre había dejado que Marin eligiera su ropa, pero ahora no podía decidir qué ponerse al observar toda la pila frente a ella.
Este es rojo y blanco…
Un conjunto de color oscuro asomó desde el fondo de la pila. Era suave y sutil, pero la combinación de colores destacaba entre la colección de Violette. Probablemente por eso lo había escondido en las profundidades de su armario, pero por alguna razón, hoy le apetecía sacarlo. Quizá porque toda la casa estaba llena de espíritu navideño.
Estiró la mano y trató de tomarlo sin molestar a la ropa que había encima. Sin embargo, Violette era hija de un aristócrata; normalmente nunca hacía algo así y no podía imaginar las consecuencias. Sacar a la fuerza la prenda de abajo tuvo un resultado obvio.
—¡Ah…! —El resto de la ropa se esparció—. Oh, no… ¿Qué he hecho?
Soltó un suspiro, sabiendo que ella misma se lo había buscado. La mitad del contenido del cajón se le había escapado, pero la ropa sería bastante fácil de recoger y guardar.
Estaba mirando a su alrededor para recogerlas cuando se dio cuenta de que algo brillaba intensamente por el rabillo del ojo. Solo esperaba que sus vestidos brillaran, así que se preguntó si algún accesorio se había colado entre los huecos de la ropa esparcida.
—Esto es…
En sus manos había un pequeño aro decorado con cinta verde y plateada. Era una versión del tamaño de la palma de la mano de los adornos que se ven con tanta frecuencia en esta época festiva, pero precisamente por eso destacaba en esta casa… y especialmente en su habitación.
—¿Una corona de Navidad?
El objeto, envuelto en vinilo transparente, estaba manchado en varias partes y lucía bastante viejo. Parecía hecho a mano, algo torcido y con algunas cintas más de las que ya estaban confeccionadas.
Una cosa así no debería existir, pero ahí estaba, en la mano de Violette. Tocó con cuidado las cintas exteriores. Las partes sucias probablemente no podían limpiarse. Se preguntó cuánto tiempo llevaría aquí.
La visión le evocó un recuerdo lejano.
—¡Oh! Sé lo que es.
Recordó aquel día, un día sagrado en su mente, en el que había sucedido algo por primera y última vez. Era la única Navidad que Violette había experimentado.
Amo a Vio, me da mucha tristeza que la hayan tratado de esa forma, sufrió tanto y sigue sufriendo…
Gracias por el capítulo ༎ຶ‿༎ຶ