¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 63: No rezaré a Dios

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


Aunque ahora había más miembros en su grupo de estudio, las tareas concretas no habían cambiado. Su progreso no se había visto favorecido ni obstaculizado. Tal y como había dicho Klaude, enseñar a Maryjun lo básico había sido aparentemente suficiente. Apenas hacía preguntas y trabajaba sola en silencio. Klaude, por alguna razón, dejó a Maryjun a su suerte y se quedó con Violette en su lugar. Había dicho que tenía que ver con su promesa a Yulan, pero Violette no podía bajar la guardia. Este Klaude era demasiado diferente al de sus recuerdos.

Ella ya sabía cómo terminaba la historia de su desagradable amor. Después de cosechar todo lo que había sembrado, no le quedaba nada de amor, ni siquiera arrepentimiento. Aun así, no podía mentirse a sí misma y decir que no le había dolido la forma en que él la había mirado, con una mirada llena de desprecio.

Sin embargo, el Klaude del pasado había desaparecido. Violette ya sabía que sus recuerdos eran inútiles en este mundo rebobinado. Si intentaba anticiparse y evitar un desenlace funesto, sería aplastada por alguna nueva desgracia. Sabía que tenía que separar este Klaude del antiguo que recordaba.

Aun así, no podía olvidar la forma en que aquellos ojos desdeñosos la miraban.

¿Acaso esperaba que correspondiera mis sentimientos todo este tiempo?

Si pudiera abandonar por completo sus sentimientos hacia él, sus recuerdos y todo lo demás, entonces adaptarse a sus circunstancias actuales sería sencillo. En este punto, no debería esperar ningún sentimiento cálido de él, así que no debería sentirse herida. ¿Por qué no podía dejarlo ir? ¿Por qué seguía fijada en la mirada de Klaude?

Tal vez se estaba aferrando miserablemente a su esperanza aplastada. Incluso ante su nueva indiferencia, no podía descartarlo.

Esto no es bueno. Acabaré repitiendo mis errores.

Cuando pensó en el peor de los casos, se llevó una mano a la frente y bajó la cabeza. Si seguía por ese camino, esta increíble oportunidad de volver a cometer sus peores errores podría convertirse en una nueva actuación. Aquel doloroso año de experiencia no serviría para nada.

Vivir ese desesperante final una vez era más que suficiente.

Sacudió la cabeza varias veces, como si quisiera deshacerse de sus esperanzas, y el movimiento la mareó un poco. Si un movimiento tan tenue podía realinear su corazón, entonces era dolorosamente débil. Sin embargo, el gesto —que normalmente habría sido ignorado— fue lo suficientemente poderoso como para despertar la preocupación de un transeúnte.

—¿Se encuentra bien? —preguntó alguien.

—¿Eh?

—Parece angustiada.

Apareció una joven, adornada con preciosos tonos púrpura que le daban un aspecto noble. Su cabello era violeta oscuro, mientras que sus ojos eran claros. Pulcra, encantadora y elegante —calificativos tan puros le sentaban bien, por lo que todo el mundo la llamaba santa. Cuando Violette observó de cerca a esta alumna, se dio cuenta de que estaba de acuerdo. Este ser hermoso e inmaculado era como un lirio Casablanca [1] personificado.

Se trataba de Rosette Megan, estudiante internacional como Gia y princesa de un país vecino.

El ceño de Rosette se frunció y Violette no pudo evitar pensar que cuando los problemas se escribían en los rostros de las personas hermosas, suscitaban más preocupación de la necesaria. Más aún si eran amables y puras.

—Si le cuesta caminar, puedo llamar a alguien —dijo Rosette.

—Oh, no, estoy bien. Solo estaba pensando en algo.

—Ya… veo. Entonces, me disculpo por entrometerme.

—En absoluto. Siento haberle preocupado.

—Por favor, no es necesario disculparse.

La princesa sonrió y se alejó, dejando tras de sí el aroma de las flores. Incluso su salida demostró su increíble gracia. Al igual que Violette, Rosette atraía a los curiosos en su camino, aunque las miradas dirigidas a Rosette nunca contenían un atisbo de malicia, mientras que las que recibía Violette estaban empañadas por rumores sensacionalistas. Los que miraban a Violette buscaban algo en su hechizante encanto, evaluaban su linaje o consideraban sus sospechas sobre su madrastra y su hermanastra.

Sin embargo, no siento envidia de ella. Todo es lo mismo cuando estás bajo observación.

Violette habría preferido varias veces las miradas de adoración y respeto dirigidas a Rosette, pero al final ser observada le daba lo mismo. Lo ideal sería ser invisible, aunque sabía que ese deseo era absurdo.

Ahora la gente evita hablarme, así que diría que lo tengo mejor.

La gente adoraba a Rosette, así que tendían a reunirse a su alrededor. Por el contrario, la gente solía distanciarse de Violette debido a los rumores desagradables y a su aura inaccesible. Si Violette iba a llamar la atención, su situación actual tenía sus ventajas.

La gente nunca sentiría por ella lo mismo que por Rosette. Tanto la Violette del pasado como la del presente distaban mucho de ser nobles y rectas.

—Noble y recta, ¿eh? —murmuró.

Había renunciado a su familia, pero eso no significaba que los hubiera perdonado. No podía amar de verdad a Maryjun ni olvidar el dolor que le había causado su padre. Saber que el resentimiento no tenía sentido ni borraría sus rencores. Si no podía mostrar sus colmillos, sus emociones acabarían explotando contra su padre. Al final, aunque hubiera cambiado su forma de ser, nada en el temperamento de Violette era diferente.

Es casi como si me estuviera aprovechando de Dios.

No fue un deseo de servir a Dios lo que la inspiró a querer convertirse en monja; fue simplemente la forma más fácil de huir de su familia y de su hogar. Se retractaría de su afirmación de que podría soportar cualquier estilo de vida mejor que su intolerable vida hogareña y, en cambio, utilizaría a Dios como excusa para construirse una vida razonable. Cualquier seguidor devoto se enfurecería.

En otro tiempo, había pensado que Dios la había salvado. Pensaba que todo lo que tenía ahora era una oportunidad que Dios le había regalado… O al menos, eso era lo que había intentado creer. Sin embargo, no había necesidad de rezar por su salvación. Ella no creía en cuentos de hadas, ni en estrellas fugaces que le concedieran a uno su mayor deseo.

Puede que dijera que su nueva oportunidad era gracias a Dios, pero no acababa de creérselo.

Puede que no crea en Dios en absoluto.


[1] Lirio Casablanca: Considerado uno de los mejores lirios orientales blancos para el jardín, el dulce perfume de esta belleza prístina atrae a los polinizadores beneficiosos. Los floricultores suelen emplear las enormes flores blancas de la Casablanca, con forma de estrella y brillantes, para crear impresionantes arreglos florales y ramos de novia.

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