Katarina – Volumen 11 – Capítulo 2: Vamos a la Biblioteca del Castillo (2)

Traducido por Shisai

Editado por Sharon


Mientras yo, Nicol Ascart, sostenía en mis brazos a Katarina, quien se acababa de desmayar, me debatía entre el pánico y el arrepentimiento. Verla por primera vez en tanto tiempo ya me había llenado de alegría, pero comer con ella, los dos solos, hizo que la emoción se me subiera a la cabeza. Incluso pronuncié frases románticas que no diría, solo porque Katarina pensó que no le hablaba directamente a ella.

La forma en que se sonrojó y sacudió la cabeza, como para convencerse de que, efectivamente, no le estaba hablando a ella, era tan entrañable que no pude evitarlo. Me pasé de la raya. Se desmayó.

Al igual que mi hermana Sophia, a Katarina le encantaba leer novelas románticas, pero no estaba acostumbrada en absoluto a escuchar declaraciones románticas. Había visto con mis propios ojos cómo se escandalizaba cada vez que su prometido Jared se le insinuaba. Lo que me parecía más encantador era cómo una chica tan valiente y atrevida como ella se volvía de repente tímida cuando se trataba de estos asuntos.

También me sorprendió saber que aún recordaba lo que le había dicho hace muchos años, mientras bailábamos juntos en el baile para celebrar su mayoría de edad. Sinceramente, casi me había olvidado de haberlo dicho alguna vez.

Ahora se sentía tan ligera entre mis brazos, y tenía el agradable olor de una tarde soleada. El objeto de mis deseos prohibidos estaba literalmente en mis manos, y empecé a soñar con escaparme con ella. Fue entonces cuando apareció mi salvadora para alejarme del pecado.

—Hermano, ¿qué ha pasado? —preguntó Sophia, sosteniendo una fiambrera mientras me miraba. Su mirada borró de inmediato todo rastro de pensamiento pecaminoso de mi cabeza.

—No podrías haber venido en mejor momento. Gracias —respondí, explicándole la situación y pidiéndole ayuda para resolverla.

♦ ♦ ♦

Paredes rosas, una mesa negra y una cama con estructura de metal con edredones azules y cojines azules… Esta era la habitación de Acchan. Volví a soñar con mi amiga de una vida pasada, y esta era una gran oportunidad para verla jugar a la secuela del juego.

No podía elegir qué parte del juego jugaba ella, pero esperaba ver algo de los nuevos personajes que estaban estrechamente relacionados con mi perdición: Sora, Cyrus, Dewey y el personaje oculto Cezar. Como sabía que también había otro personaje oculto en el juego, también tenía muchas ganas de verlo.

Como si quisiera castigarme por mi exceso de ilusión, el primer personaje que saludó a Acchan al encender la pantalla fue Jared.

Hola, mi amada.

Me sentí muy decepcionada, no porque tuviera nada en contra de Jared, por supuesto, sino porque, hasta donde yo sabía, los personajes que regresaban de AA1 no tenían nada que ver con los malos finales de Katarina en AA2.

Ahí van mis esperanzas de conseguir información útil…

Ya ha pasado un año desde que entraste en el Ministerio de Magia. Has crecido mucho gracias a tus esfuerzos allí —continuó Jared, dentro de la pantalla.

Hace una vida, verle decir algo así en el juego era suficiente para desmayarme. Después de la reencarnación, me estaba acostumbrando a oír esas cosas de él en persona, así que esto no era nada en comparación.

Después de algunos comentarios más dulces de Jared, María le dio una respuesta igual de dulce.

Me parece normal porque está en el juego, pero decir esas cosas en la vida real sería tan incómodo… Me daría tanta vergüenza que me desmayaría.

El juego pasa a una imagen de Jared abrazando a María.

¿Quieres casarte conmigo? —le preguntó. Por supuesto, después de dos juegos de construcción de la relación, María aceptó encantada. La escena final y los créditos.

Era la primera vez que veía uno de los finales de AA2.

Mirad a esos demonios en los créditos. Esos son los inútiles que se ganan la vida inventando formas de matarme. Hm…. ¿Eh? Espera un segundo. ¿Qué dijo Jared de nuevo? ¿Ha pasado un año desde que entraste en el Ministerio? Eso suena algo importante…

—-rina. ¡Lady Katarina!

Me desperté con un par de ojos rojos, enmarcados por el pelo blanco, mirándome fijamente.

—¿Sophia?

La hermana menor de Nicol, mi hermosa amiga de la infancia, estaba frente a mí.

¿Qué acaba de pasar? Fui a la biblioteca a buscar más apuntes, luego me encontré con Nicol, y estábamos almorzando juntas, y luego… ¿qué?

—¿Sophia? ¿Por qué estoy aquí? —pregunté al ver que no estaba al aire libre, donde recordaba haber estado, sino en una habitación, y además, tumbada en una cama.

—Perdiste el conocimiento mientras hablabas con mi hermano —me explicó, sonando muy apenada por ello—, y él entonces te trajo aquí.

Ah, sí. Me desmayé por su belleza.

—Ya veo. Siento haber molestado así a Nicol. Por cierto, ¿dónde está?

Quería disculparme, pero no estaba en ninguna parte.

—Estaba muy preocupado por ti, pero desafortunadamente no pudo escaparse del trabajo… De mala gana te dejó a mi cuidado y volvió a sus obligaciones —respondió Sophia.

—Por supuesto, estaba trabajando antes de que comiéramos juntos. Tengo que disculparme con él por todas las molestias.

—¡En absoluto! Estaba encantado de poder pasar tiempo contigo a solas después de tanto tiempo —respondió, y luego, en un susurro, añadió—: Tan encantado que perdió el control y provocó esto…

No pude entender bien esa última parte, pero al menos parecía que no le había causado demasiados problemas a Nicol, lo cual era bueno.

—Me alegra escuchar eso. Yo también me alegré de hablar con él por primera vez en un tiempo.

—Gracias. Estará más que feliz de escuchar eso. —Sophia se limpió los ojos con el pañuelo como si estuviera llorando.

—Sí… Y, por cierto… ¿Por qué estás aquí exactamente? —pregunté. No conocía ninguna razón por la que Sophia estuviera en el castillo.

¿Tal vez vino aquí a ayudar como lo hace a veces en el Ministerio?

—Vine a entregarle el almuerzo a mi hermano, ya que lo había olvidado en casa. Mi padre me dijo que estaba en la biblioteca, pero no lo encontré, así que fui a buscarlo y al final lo encontré justo cuando tú te ibas.

—Vaya, esa fue una escena impropia para mostrarte. Por cierto, no sabía que había olvidado su almuerzo.

—Puede que sea muy meticuloso, pero no es perfecto —rió Sophia.

Supongo que puede ser un poco cabeza hueca a veces…

—Me preguntó si tenía planes para comer, pero ahora me pregunto cuáles eran sus planes originales.

—Hay algunos lugares en el castillo donde sirven comida a los invitados, y probablemente quería ir allí. Pero hoy estaba libre, así que decidí venir aquí para ver cómo estaba y entregarle su almuerzo. Nuestros cocineros ya lo habían preparado, así que habría sido un desperdicio no hacerlo. Pero he tenido más suerte de la que esperaba, ya que he podido verte a ti también. —Su sonrisa me hizo feliz.

—¡Yo también me alegro de haber podido verte! —En la Academia solíamos estar juntos todos los días, pero después de la graduación, no habíamos tenido tantas oportunidades de vernos.

—Me olvidé de preguntarle a mi hermano sobre esto —volvió a hablar—, pero ¿por qué estás en el castillo hoy?

—Oh, ¿yo? Solo estoy investigando algunos viejos cuentos populares… Para el trabajo —respondí, no del todo sincera—, pero cuando empecé a leer, perdí la noción del tiempo y me enganché…

—Los cuentos populares también pueden ser muy interesantes, ¿no? —A Sophia también le gustaban los libros.

—Lo sé, ¿verdad? No me lo esperaba, pero había cosas muy geniales ahí…

Empezamos a hablar de cuentos populares, un tema sobre el que una ávida lectora como Sophia tenía mucho que decir. En todo caso, sonaba muy emocionada mientras hablábamos de estas historias.

Cuando me di cuenta de que había pasado mucho tiempo, le dije que debía volver a la biblioteca. Estaba preocupada por mí, ya que me había desmayado, pero le hice caso omiso a su preocupación: los desmayos no matan a nadie.

Aprendiendo del error que había cometido esa mañana, me aseguré de no pasar demasiado tiempo con un solo libro, sino que revisé muchos diferentes. Como resultado… no encontré nada. No lo esperaba, pero la falta de éxito me entristeció. La visita a la biblioteca no había servido para nada, el sueño no había servido para nada, y cuando fui al almacén donde la nota acabó en mi bolsa, tampoco sirvió para nada.

El sol se ponía, y ya había revisado todo lo que podía revisar por el día. Era hora de volver a casa. Mientras caminaba bajo el cielo que se oscurecía gradualmente, pensé en el hombre que conocí el día anterior. Cuando me enteré de que estaba encerrado, supuse que era un tipo introvertido y de voluntad débil, pero en realidad no era nada de eso. Estaba acostumbrada a las malas miradas que recibía de otras damas nobles que me consideraban inadecuada para ser la prometida de Jared, pero las cosas que me decía eran aún más malas, y más oscuras.

—¿Qué haces aquí, Katarina?

Sorprendida por esa voz, levanté la vista.

—¡Príncipe Jared!

Verlo me hizo olvidar todo lo relacionado con el joven, pero también me hizo recordar los vergonzosos acontecimientos del día anterior. Esperaba que no nos encontráramos al menos durante un tiempo, pero por la forma en que se dirigió a mí, probablemente eso no era cierto para él. Luchando contra la incomodidad de todo aquello, le expliqué la razón por la que estaba aquí tal y como había hecho con Sophia.

—Me alegro de haberte visto al salir entonces. Debe ser el destino el que nos ha unido —declaró con una risita.

El mismo Jared de siempre. Es como si lo que hablamos ayer no le afectará en absoluto. Tal vez estoy pensando demasiado en ello.

—Te acompañaré a tu carruaje —anunció entonces, tomando mi mano. Mientras caminábamos juntos, comentó lo que le había dicho antes—. Veo que estás trabajando mucho, investigando en tus días libres.

—Bueno, eso es algo raro, en realidad… —Normalmente mis días libres los dedicaba a atender mis verduras.

—Ya ha pasado medio año desde que entraste en el Ministerio de Magia. Has crecido mucho en este tiempo.

¿Hm? Esto me suena extrañamente familiar… ¡Ah! ¡Es la línea del juego! Excepto que es medio año en lugar de uno completo, ya que no he estado trabajando durante tanto tiempo. Sin embargo, algo sigue sonando mal…

En lo que pareció un instante, llegamos al carruaje. Me ayudó a subir y luego me besó la mano, haciendo que me sobresaltara en el lugar.

—Te estaré esperando para resolver esos asuntos tuyos tan urgentes —me dijo con una sonrisa, refiriéndose a mis palabras del día anterior.

Me quedé sentada, sonrojada e inquieta, hasta que el carruaje por fin se puso en marcha.

¿Por qué es así? ¿Los príncipes guapos nacen con la capacidad de encantar a las chicas? ¿Es algo genético?

Pasó un rato antes de que mi cara se enfriara a su temperatura normal.

—Bienvenida, hermana mayor —me saludó Keith de la manera más encantadora posible una vez que estuve en casa.

Cierto, yo también le dije esas cosas vergonzosas ayer. Probablemente por eso está siendo tan encantador… Incluso mi hermano me está haciendo esto ahora…

—H-Hola… —respondí, sorprendida por el aura de belleza que emanaba.

—Debes estar cansada después de hacer toda esa investigación en la biblioteca. —Mientras hablaba, me dio una palmadita en la cabeza, como hacía a menudo, pero esta vez se sintió diferente. Se sintió… sensual.

¡Por favor, Keith! Estoy al borde del abismo. La temperatura de mi cara volvió a subir inmediatamente a un nivel febril.

—Gracias. Iré a cambiarme —balbuceé, derrotada por la sobrecarga de sensualidad, y me dirigí a mi habitación. Me di cuenta de que, a pesar de no parecerse en nada al mujeriego que era en el juego, Keith todavía tenía el gen de hacer desmayar a las chicas.

Cuando por fin pude calmarme, fui a cenar. Esta vez la presencia de Keith no me inquietó demasiado, tal vez porque el resto de mi familia también estaba allí, o tal vez porque no interactuamos mucho. Terminé de cenar y volví a mi habitación, agotada por todo lo que había pasado ese día, y me acosté de inmediato.

No había obtenido ninguna información útil sobre el juego, pero sentía que me faltaba algo muy importante.

Es hora de pensar en esto adecuadamente.

♦ ♦ ♦

Presidenta de la reunión: Katarina Claes.

Representante de la reunión: Katarina Claes.

Secretaria de la reunión: Katarina Claes.

—Bueno, bueno, bueno, todas. Intentemos ver qué nos estamos perdiendo aquí.

—¿Nos estamos perdiendo algo? ¿Estás segura?

—No puedo probarlo, pero algo se siente mal.

—Precisamente. Y tenemos que entender qué es.

—¿Podría ser la comida de hoy? ¿Había algo raro en los lados?

—Oh, la comida de hoy estaba deliciosa. Los cocineros de la familia Claes son realmente geniales.

—Ciertamente lo son… pero sospecho que el almuerzo no tiene nada que ver con esto.

—Entonces podría ser Nicol, con quien almorzamos.

—Realmente era demasiado guapo para manejarlo.

—¡Era algo para contemplar!

—Pero no había nada malo en él específicamente.

—Entonces, tal vez… ¿Alan? Todavía no sabemos si él sabe algo sobre el romance o no.

—Probablemente solo se hacía el duro. Estoy segura de que no sabe nada al respecto.

—Sí, eso es muy probable. Dicho esto, creo que tampoco es la respuesta que buscamos.

—Entonces debe ser Keith. ¿Por qué estaba tan sexy hoy?

—Siempre fue sexy, supongo, pero hoy estaba en un nivel totalmente diferente. Es como tener un Nicol en nuestra propia casa.

—¡No nos vayamos del tema! Perderíamos el conocimiento todos los días. Pero no, Keith tampoco era el problema.

—Bueno, eso solo deja a Jared. También era más sexy que de costumbre, y las cosas que dijo sonaban aún más dulces también.

—Las cosas que decía… ¡Por supuesto! Eso es lo que fue raro.

—¿Te refieres a cuando nos dijo que nos esperaría para resolver nuestros asuntos?

—¡No, antes de eso!

—¿La parte de que hace medio año que entramos en el Ministerio?

—¡Exactamente!

—Bueno, pero eso es cierto. Efectivamente, ha pasado medio año, más o menos.

—¡Ese no es el punto! Esa línea vino del juego.

—Sí, claro. Excepto que en el juego dijo un año en lugar de medio año.

—Lo hizo… y luego el final se reprodujo.

—¿Entonces…?

—¡Así que hay un año entre el momento en que María entró en el Ministerio y cuando el juego termina!

—¡¿Qué?!

—¡¿Eh?!

—Katarina, eres una genia…

—¿Fuiste detective en una vida pasada o algo así?

—Oh no, para nada… Probablemente.

—Tal vez deberíamos abrir una agencia de detectives. ¿Qué te parece? Empecemos con eso.

—¡Podríamos llamarla la Agencia de la Súper Genio Detective Katarina Claes!

—Oh… ¡Basta de halagos! Volvamos al tema que nos ocupa.

—¡Sí, señora!

—¡Sí, señora!

—Ahora sabemos cuánto tiempo tenemos hasta el final del juego. Ha pasado medio año desde que María y nosotras empezamos a trabajar en el Ministerio, lo que nos deja medio año. Si sobrevivimos durante ese periodo de tiempo…

—¡Habremos escapado de la perdición!

—Exactamente.

—¡Medio año! ¡Solo seis cortos meses! Al menos ahora hay un final a la vista.

—Ver la luz al final del túnel da cierta tranquilidad.

—Solo medio año…

—Debemos tener en cuenta, sin embargo, que este medio año puede depararnos aún más sorpresas. Seguiremos buscando información y no bajaremos la guardia.

—¡Sí, señora!

—¡Sí, señora!

Cuando la reunión de Katarina terminó, ya era tarde en la noche. Hablaban de no bajar la guardia, pero ahora todos bailaban de alegría sabiendo que solo les quedaba medio año de miedo por delante. Hacían tanto ruido dentro de mi cabeza que me preocupaba no poder dormir hasta el amanecer.

Sin embargo, minutos después, estaba profundamente dormida. Debía de estar muy cansada.

2 respuestas a “Katarina – Volumen 11 – Capítulo 2: Vamos a la Biblioteca del Castillo (2)”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido