La dama bebé – Capítulo 7: Diferente de otros niños

Traducido por Shaey

Editado por Sakuya


—Lippe, ¿acabas de decir que me amas?

El primero en reaccionar con alegría fue el niño en vez de los adultos que aún se tambaleaban por sus pensamientos. Robert derramó lágrimas de alegría, conmovido por las palabras de su encantadora hermana.

—¡Yo también te quiero! ¡Te quiero más que a nadie!

Robert abrazó a Calíope y le dio un beso en la mejilla. Calíope, que se había acostumbrado a este nivel de contacto, aceptó su beso de manera natural.

—Ejem, Lippe.

Lucio se aclaró la garganta al ver esta escena. Mientras todas las miradas caían sobre él, sus ojos se desviaron un poco, y luego habló con una suave voz.

—Yo también te quiero…

Los ojos de Calíope se abrieron de par en par.

En su vida anterior, Lucio nunca había dicho que la amaba. Asumió que, aunque no se dijeran tales cosas, sabían que se amaban. No es que dudara del amor de Lucio por su familia, pero su corazón estaba lleno después de escucharlo en persona. Sintió que iba a llorar de alegría.

Presionó sus emociones abrumadoras y sonrió con fuerza. Porque no necesitaba hacer nada más que sonreír para expresarse.

—Mamá quiere mucho a Lippe. Gracias por ser nuestra hija.

La condesa le habló mientras recogía y abrazaba a su hija.

Mientras sus hijos hablaban entre ellos, los aturdidos padres habían vuelto a sus sentidos. Estaban llenos de innumerables preguntas, pero las guardaron.

Más importante aún, a su hija, que acababa de decir palabras de afecto por primera vez, querían devolverle esas palabras de amor. Al escuchar las palabras de afecto que respondían a las suyas, el labio inferior de Calíope tembló.

Ella realmente las había extrañado. Quería hablar con ellos así todos los días.

A pesar de que se había acostumbrado a su vida diaria y a ver a sus familiares, su pecho todavía le picaba con las emociones.

—Te amo, Lippe.

El conde acarició la cabeza de Calíope mientras hablaba. El pelo corto de su hija le hacía cosquillas en la palma de la mano. No era sólo en su mano, sino también su corazón. Después de pensar por un momento, el conde se volvió hacia sus hijos.

—Y Lus, Robel…

—Sí, padre.

Lucio y Robert respondieron obedientemente a su llamada. El siempre despreocupado Robert no se veía en ninguna parte en su postura erguida.

El conde miró a sus dos hijos, a los que había criado estrictamente para que actuaran de esta manera. Había pensado que esto era lo correcto.

Una familia noble, especialmente una familia de caballeros, a menudo tenía que asumir la responsabilidad de muchos. El conde quería que sus hijos crecieran para convertirse en personas responsables.

Pero había algo que era más importante que eso.

—Yo también los quiero a vosotros dos.

Más que ser responsable, esperaba que sus hijos fueran felices. Aunque no les había expresado ni una palabra de cariño. Pensaba que era algo tan obvio que no era necesario decirlo.

Sin embargo, cuando Calíope dijo que los amaba, se dio cuenta que era preciso expresarlo. Aunque, se había propuesto ser un padre estricto, reparó en cambio que se había convertido sin notarlo en un padre insensible.

Con las palabras de su padre, Lucio y Robert se congelaron en sus posiciones, incapaces de responder o reaccionar. Esta fue la primera vez que su padre les había dicho tales palabras de afecto. De esta manera, nunca habían anticipado tales acciones de parte de él y creían que de ningún modo volvería a haber un momento, así como el de ahora.

A diferencia de sus reacciones a las palabras de Calíope, evitaron torpemente la mirada de su padre. Robert incluso comenzó a alejarse sigilosamente del conde. El conde reprimió su impulso de golpear a su hijo menor cuando notó que se alejaba a hurtadillas. Al hacerlo, sintió remordimiento y regañó sus acciones anteriores.

¿Cómo había actuado para que sus palabras de afecto le hicieran reaccionar así de tal manera?

Robert miró de reojo a su madre. Siempre que había algún tipo de conflicto en la familia, su madre era la que se encargaba de arreglar las cosas. Pero la condesa fingió que no sabía lo que estaba pasando, ni comentó nada, estaba vigilando la situación.

Después de mirar alrededor de la habitación por un tiempo, tratando de encontrarle sentido al estado de ánimo de su progenitor, Robert terminó haciendo contacto visual con su padre. Inmediatamente apartó la mirada y movió los dedos.

La mirada de su padre fue más cálida de lo que esperaba.

“Los quiero”

Su sorpresa se desvaneció, para ser reemplazada por la confusión.

Continuó moviéndose mientras sentía mariposas en su estómago. Quería tragarse sus palabras, pero terminó escupiéndolas.

—Yo también te quiero, papá…

No podía mirar a su padre mientras hablaba. Su expresión era como si no hubiera pasado nada especial, pero sus orejas eran de un color rojo brillante. Cuando su hijo tomó coraje y levantó la cabeza, el conde sonrió.

Se dio cuenta de que siete años era todavía muy joven. Y que tal vez su severidad podría haber sido demasiado extrema. Su mano se movió. Quería darle una palmadita a Robert en la cabeza, pero se sentía incómodo al hacerlo. Siempre había regañado a su hijo menor por sus travesuras y pereza, que nunca lo había alabado por algo. El conde dejó de dudar y extendió la mano, pero antes de que pudiera acariciar a Robert en la cabeza, Lucio respondió.

—Siempre estoy agradecido con mi padre y mi madre.

Bien, entonces. Esas palabras sonaban como algo que Lucio diría.

Pero, aunque tenía su habitual expresión en blanco, sus padres pudieron ver que estaba realmente avergonzado.

La condesa sonrió alegremente. Había pensado que su hijo mayor, que normalmente actuaba como un pequeño adulto, había perdido toda su naturaleza infantil. Aunque estaba orgullosa de su madurez, había echado de menos su lado más tierno.

Pero después de que Calíope nació, comenzó a actuar más como de su edad.

—Mamá y papá siempre los amarán a ambos.

La primavera había pasado, pero una brisa de aire primaveral parecía surgir en el ambiente. Una suave y esponjosa hoja brotó en los corazones de todos.

La condesa siempre hablaba con ternura a sus hijos, mientras que el conde era estricto. No se expresaba con sus hijos, y por lo tanto, sus hijos sólo podían hacer lo mismo con él.

Hasta ese momento, nunca había habido una reunión tan cariñosa en la familia donde se hablaran así unos a otros. Aunque era un poco incómodo, eran felices.

¿Por qué no lo hicieron antes? Sabían que todos se amaban y apreciaban, y no habían sentido la necesidad de expresarlo con palabras.

Sin embargo, decir estas palabras entre ellos, le dio a la familia un gran sentimiento de felicidad. Hasta el punto de que con sólo mirarse los unos a los otros se les dibujaba una sonrisa en la cara.

Los ojos de todos se posaron en Calíope. Si no fuera por ella, nunca habrían tenido un momento tan maravilloso.

El bebé de la familia sólo les trajo alegría y bendiciones, ya que ella había sido colocada en sus vidas.

♦ ♦ ♦

—No importa cómo lo piense, es demasiado pronto, ¿verdad?

El conde asintió a las palabras de su esposa.

Las primeras palabras de su hija, que le habían dado a su familia un momento tan precioso juntos. Fue un momento feliz que ellos, como padres, no pudieron expresar con palabras. Sin embargo, al pensar en esto objetivamente.

—A una edad en la que apenas debería ser capaz de decir prácticamente ningún tipo de palabras, fue capaz de decir una frase entera y perfecta.

El conde tenía una expresión seria mientras hablaba y a la vez sostenía su barbilla.

En ese momento, quiso responder a las amorosas palabras de Calíope en señal para poder expresar su amor por su hija y para pasar naturalmente del evento para que los otros dos niños no piensen que las acciones del bebé eran extrañas. Definitivamente no fue porque pensaran que era una situación normal.

—Antes de esto, he estado muy preocupada porque ella había estado muy callada.

La condesa habló. Siempre habían tenido preocupaciones, preguntándose si su hija tenía algún tipo de condición o tenía alguna enfermedad. Los dos padres habían discutido sobre eso y ambos querían criar a Calíope para que fuera feliz sin importar el estado físico o mental de su pequeña hija.

Pero ahora, sus preocupaciones de entonces no eran nada comparadas con las de ahora. No, bueno, por supuesto que estaban felices de que su hija hubiera mostrado signos de ser un genio.

Es sólo que el ritmo de aprendizaje fue tan rápido que se preocuparon.

—¿Qué piensa la nana?

A la pregunta del conde, la nana abrió la boca para responder.

—La señorita Lippe ha sido diferente de otros niños desde el principio. Así que también me preocupé mucho por la salud de la señorita, pero… ahora parece que actuó de manera diferente porque tiene una mente tan sobresaliente, me siento aliviada.

Los animales son los mismos. Cuando ciertas crías tienen poco movimiento o respuesta, suponen que esas crías vivirán vidas cortas. Y como su predicción, esas crías normalmente no sobreviven por mucho tiempo.

Como temían que las palabras se hicieran realidad, no podían decirlo en voz alta, pero todos los adultos estaban preocupados de que su querida bebé de la familia muriera pronto debido a su mala salud.

Pero saber que las diferentes acciones de su hija no se debían a que tuviera un cuerpo débil, sino a que era un auténtico genio…

—Mi hija… un genio…

Mientras sus pensamientos fluían hasta este punto, la pareja Rustichel abrió los ojos al darse cuenta.

Debido a su conmoción y preocupación, habían olvidado un asunto muy importante, que su hija, que aún no tenía un año, había dicho una frase perfecta.

Lo que significaba que su hija era un genio en toda regla.

—¿No existen esas historias de niños genios que han sido capaces de escribir poesía a la edad de tres años? Nuestra Lippe debe ser como ellos.

Mientras hablaba y continuaba pensando más en ello, los labios del conde se levantaron en una perfecta sonrisa.

No importa lo solemne que fuera, cuando el conde pensó que su hija era un genio, su humor se iluminó.

Calíope no tenía todavía un año, ya que nació hace once meses. Pero fue capaz de componer una frase perfecta. Pensando en la famosa historia de Kimsisbe, conocida por aprender sus primeras palabras a los ocho meses y escribir su primer poema a los tres años, el conde pensó que su hija era más bien un prodigio.

—¿Qué hacemos? Nuestra Lippe es tan inteligente. Pensar que cuando tenga tres años, estará escribiendo poemas.

La condesa ya se imaginaba a su hija escribiendo poemas a los tres años.

—Nuestra señorita seguramente compondrá su primer poema cuando tenga dos años, no tres.

La nana, que debería hacer entrar en razón a su señor y señora, también se perdió en su propia imaginación.

No había nadie en la habitación para despertar a los tres de su idiotez.

♦ ♦ ♦

Más tarde esa noche, la nana terminó su discusión con la pareja Rustichel y volvió a la habitación de Calíope. La criada que había estado cuidando a la bebé dio la bienvenida a la nana cuando entró.

—¿Es cierto, nana?

Era fácil decir lo que la criada estaba preguntando. La nana detuvo las comisuras de su boca que giraban hacia arriba, y actuó como si no entendiera la pregunta.

—¿Qué quieres decir?

—Que la señorita Lippe pronunció sus primeras palabras. Anna oyó que la señorita dijo que estaba agradecida de haber nacido. No puede ser, ¿o sí? Ahora que lo pienso, Anna, esa niña… sólo estaba exagerando, ¿verdad?

Cuando la criada dijo que había escuchado las primeras palabras de Calíope, los otros estaban verdes de envidia. Todos habían estado anticipando y adivinando cuál sería la primera palabra, pero la respuesta fue así.

No importaba cuánta envidia y admiración quisiera recibir, para Anna exagerar hasta tal punto. La criada pensó esto mientras sus labios se doblaban para fruncir el ceño.

—Es verdad.

—¡¿Eh?!

—No sólo eso, también me dijo que me ama. Y que siempre está agradecida.

La nana habló con orgullo, esperando ser reconocida y halagada.

Pero la criada estaba demasiado sorprendida como para reconocer que Calíope había hablado con la nana. Ella era, se podría decir, todavía una principiante en la vida laboral. En otras palabras, carecía de conciencia y tacto debido a su falta de experiencia.

—¿Realmente dijo, “Madre, padre, gracias por darme a luz?” ¿Esas palabras exactas? ¿No hay otros complementos?

—Incluso si es así. Baja el tono de voz. La señorita se despertará si sigues gritando de esa manera.

La nana habló, frunciendo el ceño.

Definitivamente no la regañó porque se sintió triste porque las palabras de Calíope no fueron reconocidas por la criada. Fue porque estaba preocupada por la señorita.

Realmente.


Shaey
Aparte de darme ternura, este capítulo también consiguió hacerme reír por la actitud de sus padres y nana de Lippe .(≧▽≦)

2 respuestas a “La dama bebé – Capítulo 7: Diferente de otros niños”

  1. Gracias y esperó se encuentren bien (veo que tiene un rato que no actualizan) espero ansiosa poder seguir leyendo tan linda historia. Me encanta y que su vida este llena de luz!

    1. Muchisimas gracis por leernos :3.
      Gracias por la preocupacion, pero estamos bien (gracias a dios). Y por lo del proximo capitulo, esta llevando más tiempo de lo esperado, porque lo estamos traduziendo desde el coreano, asi por ende y la vida ocupada hehehehe

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