La Princesa derriba banderas – Capítulo 136: La reunión con príncipe excéntrico (2)

Traducido por Ichigo

Editado por Ayanami


Aquel día, Grenze se llenó de festejos.

El pueblo acogió calurosamente el regreso de sus seres queridos, a los que creían que no volverían a ver y habían perdido toda esperanza; sus amigos, sus amantes y sus vecinos se alegraron mucho. Sería absolutamente imposible no estar eufórico ante esta escena.

La puerta se abrió de par en par para dejar pasar los carruajes. Uno de los carruajes se detuvo y abrió sus puertas, alguien corrió hacia él en cuanto vio la figura que surgía de su interior. Y lo mismo hizo otro, y otro, y otro. Un número incontable de personas rodeó el carruaje en un abrir y cerrar de ojos. La gente del pueblo se abrazaba con alegría. Yo miraba desde lejos, así que no podía distinguir bien sus expresiones, pero sabía que todos llevaban sonrisas de alegría. Mientras observaba, las comisuras de mis labios se curvaron hacia arriba sin darme cuenta, uniéndose a ellos.

Poco después, la multitud se separó y los caballeros del oeste aparecieron a caballo con un carruaje bajo su protección.

—¡Princesa! —Gritó un niño. Los adultos que los rodeaban se apresuraron a callar al niño, pero fue en vano. Él siguió llamando a la princesa una y otra vez.

Pronto, todos los niños de los alrededores hicieron lo mismo. Cuando se enfrenta a la curiosidad de los niños, no tiene sentido intentar detenerlos.

La caravana tuvo que detenerse por los niños, para que no fueran atropellados por los caballos.

La cortina que cubría la ventana del carruaje se abrió y alguien apareció desde el interior. Apenas pude distinguir su gesto de saludo desde dentro.

Eso fue suficiente para crear otra oleada de vítores alrededor.

Desde el interior del carruaje, la “princesa” a la que los niños coreaban antes, saludaba.

Su Alteza la Princesa Rosemarie von Wervard del Reino de Nebel.

Había sido el tema principal de la ciudad durante todo el mes de enero.

Apareció con gallardía cuando su país vecino estaba en crisis y se puso a cuidar a los enfermos a pesar de su estatus. A los ojos del pueblo, era una santa hasta la médula.

La popularidad de ella y de su hermano se disparó dentro de los muros de Grenze y no pasaría mucho tiempo antes de que los rumores de su hazaña fueran cantados por los bardos de todo el país en el futuro.

Cuando pensé en eso, tuve una extraña sensación.

Me sentí como si estuviera entrando en la primera página de una gran historia, y mi espalda se enderezó naturalmente, esperando lo que iba a venir.

—Su Alteza Nacht.

Mientras me perdía en mis pensamientos, un guardia me llamó.

Los carruajes de abajo empezaron a moverse de nuevo, antes de que me diera cuenta, así que me volví hacia el interior, alejándome del balcón.

♦️ ♦️ ♦️

La joven que había aparecido oportunamente estaba sonriente, con un aspecto encantador a juego, sólo se la podía describir como una princesa de cuento de hadas.

Si ella fuera la protagonista de su propio cuento, sin duda tendría un final feliz, pero si ese cuento realmente existe, deseo leerlo.Dejé ese pensamiento en un rincón de mi mente.

En primer lugar, me gustaría que descansara bien. 

Aunque eso era lo que yo deseaba, Johan insistió en reunirse con Sir Geisster pasara lo que pasara. Su Alteza la Princesa Rosemarie también deseaba unirse a nosotros junto con un farmacéutico. Esta era una oportunidad celestial.

Las decenas de personas que volvieron con la princesa compartían las características del cabello gris ceniza y los ojos color miel. Se llamaban los “Kua”, una familia de farmacéuticos que vivía recluida en lo más profundo de las montañas de Flamme, tal y como Sir Geisster había adivinado en un principio.

Incluso los ojos de un aficionado como yo, podían ver que su estado era grave.

Aunque si se trata del clan de los milagros, tal vez, puedan hacer algo, tenía la esperanza.

—Ha pasado algún tiempo, Lord Heinz…

Sir Geisster, al ver a Johan, de inmediato mostró su habitual sonrisa amable.

Se alegró tanto de volver a ver a Johan que rápidamente se agarró a sus manos.

—Han crecido tanto… Has crecido hasta convertirte en un joven respetado.

—¿Incluso más que usted, Lord Heinz? —Johan respondió con una sonrisa traviesa que hizo que Sir Geisster se echara a reír.

—¡Te has adelantado diez años!

Con ese ambiente juguetón, la princesa Rosemarie relajó su rostro.

Captando su risa ahogada, Sir Geisster se volvió hacia ella.

—Príncipe Johan, la joven princesa de allí, ¿podría ser…?

—Es mi hermana mayor.

—Es un honor conocerlo. Mi nombre es Rosemarie von Wervard.

—Encantado de conocerla también, encantadora princesa. Me llamo Heinz von Geisster. He oído hablar mucho de usted por Johan.

Al oírlo, la princesa Rosemarie solo pudo devolver una sonrisa preocupada.

—Por favor, no creas demasiado en lo que dice. Johan me admira ya que soy su hermana mayor, así que tiende a exagerar en algunos lugares.

—No estoy exagerando. Realmente eres una persona maravillosa, hermana.

—¿Lo ve? Siempre es así.

Los ojos de Sir Geisster se entrecerraron al ver a la pareja de hermanos conversar frente a él.

Aunque el tiempo de visita de Sir Geisster se acortó debido a la preocupación por su salud, la habitación estuvo llena de un ambiente relajado de principio a fin. Era impresionante que Sir Geisster se riera con tanto entusiasmo.

Sus ojos sobre Johan y la princesa Rosemarie eran los de un abuelo que observaba a sus nietos.

Ante tanta dulzura, sentí que mis hombros se relajaban junto a ellos. Sin embargo, cuando pasamos a otra habitación, pronto cambió.

—Solo puedo aliviar algo de su dolor, pero la cura es imposible. —El farmacéutico, un hombre kua llamado Wolf, declaró con una expresión de dolor.

—La enfermedad del corazón no es algo para reírse… y está en una etapa en la que ningún medicamento o dieta especial ayudará, sin mencionar las otras anormalidades en los órganos circundantes. Dada su edad, la recuperación completa sería, como mínimo, difícil.

Me sentí mal cuando me dijeron que no había cura.

Tenía grandes esperanzas, rebosantes de optimismo. Puede que sea un proceso difícil y largo, pero seguro que recuperará la salud pase lo que pase, era lo que me decía a mí mismo, y esa esperanza me había hecho seguir adelante. Incluso hacía oídos sordos a lo egoísta o imposible que podía sonar esa anhelante esperanza.

¿Realmente no hay nada que pueda hacer?

Frustrado, me encontraba al límite de mis fuerzas. No podía soportar más… hasta que vi los puños cerrados de Wolf.

No había que pensar ni un segundo en quién lo encontraba más molesto. Como médico, debe ser desgarrador decir que no hay nada que pudiera hacer.

A diferencia de mí, que no podía aceptar la realidad, Johan agachaba la cabeza con una mirada agónica. No había lágrimas en sus ojos del color del mar, pero se notaba que también era insoportablemente doloroso para él. Su Alteza la Princesa Rosemarie agarró suavemente la mano de Johan, cuya mirada estaba clavada e inmóvil.

—Si… si Lord Heinz lo desea… por favor, quítele algo de su dolor. Puede que sea egoísta de mi parte decir esto, pero me gustaría que pasara su último aliento con nosotros sin ningún dolor.

Agarrando con fuerza la mano de su hermana, Johan exprimió su voz.

Wolf se limitó a asentir cuando escuchó la súplica de Johan.

Pero, aunque Sir Geisster estuviera sufriendo, y su aspecto lo demostrara, su corazón seguía siendo audaz y valiente como el hombre mismo en su interior.

—Si no hay dolor, ¿cómo voy a saber si estoy vivo o muerto? —Rió.

Eso se parece al Sir Heinz que conozco. 

Johan siguió sonriendo. Aunque con el corazón roto… parecía un poco feliz.

2 respuestas a “La Princesa derriba banderas – Capítulo 136: La reunión con príncipe excéntrico (2)”

  1. Me encanta la princesa y como a ido tomando más desarrollo su personaje y varios de los que la rodean, gracias por actualizar 🌻🌻🌻🌻🌻

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido