La Princesa derriba banderas – Capítulo 153: La investigación de la princesa reencarnada (1)

Traducido por Ichigo

Editado por Ayanami


Al final, no pude encontrar ninguna pista importante que me llevara hasta el Señor de los Demonios.

A pesar de haber hablado con los aldeanos y con los que participaban en la renovación del templo, seguí con las manos vacías.

Al terminar el día y volver a la fortaleza con los hombros caídos, decidí dar lo mejor de mí mañana.

Pero ver la nieve que soplaba junto con el fuerte viento aullante sobre la tierra me había dejado aturdida.

El informe meteorológico de hoy: Fuerte tormenta de nieve. Se decía que era un espectáculo raro incluso en una región remota tan al norte.

Oh, querido Dios, ¿este corderito ha hecho algo malo?

—No hace falta decir que se le prohíbe salir al exterior hoy.

El hombre que estaba a mi lado en la ventana, mientras conversaba en un tono clerical, no era otro que el vicecomandante Isaac Walter.

Su expresión era la de una máscara Noh[1], pero a pesar de eso, de alguna manera me sentí aliviada al oírle decir esencialmente “No seas una carga”.

No te preocupes.

Incluso yo, que tengo fama de ser imprudente, no tengo ningún deseo de aventurarme estúpidamente en medio de una tormenta de nieve.

—Sí, pienso quedarme tranquilamente dentro por el día de hoy.

—Entonces, así está bien.

El vicecomandante Walter respondió con sencillez, mientras cambiaba su mirada de la ventana hacia mí.

—El comandante no regresará hasta mañana, así que si tiene alguna pregunta, no dude en dirigirla a mí.

—¿Acaso el comandante no está de servicio hoy?

—Parece que su mujer se ha enfermado repentinamente.

—¿Eh?

Cuando levanté la cara en señal de sorpresa, el vicecomandante Walter se limitó a compartir una breve mirada conmigo.

Sus ojos se desviaron por un momento, pero finalmente abandonó su línea de visión y dejó escapar un suspiro.

—He oído que su salud tiende a empeorar con el mal tiempo. Es algo que ocurre con mucha frecuencia, así que no me preocuparía demasiado.

—Ya veo…

Era cierto que mucha gente era más propensa a enfermar cuando hacía mal tiempo. De hecho, en mi vida anterior, solía tener dolores de cabeza cada vez que cambiaba la presión atmosférica.

¿Está realmente bien…? Estoy un poco preocupada por ella. ¿Será capaz de soportar el frío que está atacando su débil cuerpo?

Una vez que terminemos con este asunto del Señor de los Demonios, me gustaría preguntarle a Wolf si puede echarle un vistazo. Tal vez, simplemente tenga un cuerpo frágil que ningún médico puede curar, pero de todos modos me gustaría consultarlo.

—Cuando se calme, vamos a visitarla.

No estaba segura de que se diera cuenta de lo que me preocupaba, pero Sir Leonahrd sugirió lo que yo pensaba de todos modos. Asentí con la cabeza y, aparentemente sin pensarlo, se acercó para alborotarme el cabello antes de detenerse de repente. Tal vez, lo hizo porque estamos fingiendo ser hermanos. Después de recordar que ya no era mi “hermano” en este momento, retiró la mano con cuidado. ¡Qué lindo! ¿Qué es esto? No puedo… Mi motor de vocabulario acaba de fallar.

—Mientras estén dentro de los muros del fuerte, son libres de ir a donde quieran. Por favor, llámenme si ocurre algo.

El vicecomandante Walter continuó mientras ignoraba nuestros recientes intercambios.

Está bien que nos digan que hagamos lo que queramos, pero deambular por el lugar cuando la gente está trabajando es un poco… ¿Me pregunto si puedo leer un libro tranquilamente en lugar de eso? ¿Y si…?

—Si hay algo en lo que pueda ayudarte…

—No, gracias.

Mi modesta consulta fue derribada en segundos.

Por supuesto. Lo sabía.

Mientras me quedaba de pie, soltando una carcajada seca y siendo completamente despedida por el vicecomandante Walter, éste miró hacia Sir Leonhard con una mirada que me decía que tenía algo qué decir.

—Comandante Olsen, si quiere, ¿qué le parece supervisar el entrenamiento de los soldados? Hay un puñado de jóvenes que han montado un escándalo durante los últimos días diciendo que quieren conocerlo. Le agradecería que los instruyera con una guía estricta y les enseñara a qué sabe el mundo real.

—No me importa, pero…

Sir Leonhard se giró hacia mí con las cejas fruncidas, como si estuviera preocupado sobre qué hacer. Siendo mi escolta, probablemente pensó que sería imposible dejarme sola.

Fue entonces, cuando se me ocurrió. Un plan maravilloso que le permitiría a Sir Leonhard llevar a cabo sus misiones y satisfacer mis deseos al mismo tiempo.

—Yo también deseo ir.

—No, no puedes.

Mi petición fue rechazada de nuevo en cuestión de segundos, y no supe por qué.

Las cejas de Sir Leonhard se fruncieron aún más cuando me dijo que no directamente en mi cara.

—Puede que sea un simulacro de batalla con espadas sin filo, pero incluso un golpe de un solo movimiento puede lastimarla. Es demasiado peligroso.

No quiero perder esta oportunidad de ver a Sir Leonhard siendo genial, pero también entiendo lo sobreprotector que puede ser. Cuando es así, conseguir que esté de acuerdo no será una tarea fácil.

—Mientras el Comandante Olsen supervisa el entrenamiento, yo estaré con Su Alteza.

—¿Lo hará…?

Me quedé atónita. No esperaba que fuera precisamente el vicecomandante Walter quien me apoyara.

—Pero como también tengo mis propios deberes que cumplir, Su Alteza se quedará conmigo en mi oficina. ¿Es eso aceptable?

—Por supuesto.

Con ese intercambio, Sir Leonhard se dirigió hacia el campo de entrenamiento. En cuanto a mí, me quedé con el vicecomandante Walter en su estudio.

Su estudio, limpio y ordenado, hacía honor a su estricta personalidad. Había pocos muebles: una estantería, una mesa de despacho y un juego de recepción. Pero curiosamente, no se sentía vacío.

—Por favor, póngase cómoda. Puede leer los libros de la estantería que quiera.

El vicecomandante Walter miró hacia mí, que seguía aturdida, y tomó un montón de documentos que había sobre su mesa. A continuación, empezó a pasar su bolígrafo por ellos en silencio, sin prestarme ninguna atención.

Parece que tenía la intención de abandonarme a mi suerte. De todos modos, es más fácil así.

Me acerqué a la estantería y ojeé los títulos de todos los libros alineados.

Había una gran variedad de categorías, desde libros sobre estrategia y táctica militar hasta cosas como mapas, historia y medicina. Sin embargo, parecía que los libros orientados al entretenimiento, como las novelas, no estaban por ninguna parte.

Mientras deslizaba el dedo índice por los lomos de los libros, de repente encontré uno que me interesaba y detuve el dedo sobre él.

El que tomé tenía un color de cubierta diferente al de los demás. No era más que un montón de papel toscamente intercalado entre otro aún más grueso, todo unido por cuerdas atravesadas por agujeros hechos en cada capa, así sin más. Era el trabajo de un aficionado más que el de un hábil artesano.

Dudé en abrirlo, temiendo que fuera el diario de alguien o informes importantes.

—He dicho que puedes leer los libros que quieras.

Las palabras fueron lanzadas hacia mí como si mis sentimientos fueran completamente transparentes a la vista. Sin embargo, cuando volví a mirar hacia el vicecomandante, sus ojos no se dirigían hacia allí.

Su mirada permanecía en un documento que tenía en sus manos.

—Es una colección de cuentos populares de la región noroeste de Nebel. No sé si la entretendrá, pero si quiere, sírvase usted misma.

—¡Cuentos populares!

¡Heh~! Ahora esto parece interesante.

Quiero comparar esto con un mapa, o quizás los libros de historia también estaría bien.

—¡Lo leeré con gusto!

Mientras sacaba con entusiasmo varios mapas y libros de historia de las estanterías, sentí una mirada sobre mí. Al mirar hacia atrás por encima de mi hombro, el vicecomandante Walter, que hace un momento no podía apartar los ojos de su trabajo, me miraba fijamente.

Me quedé un poco perpleja cuando me miró con una mezcla de sorpresa y confusión.

¿Eh? Me dijo que podía leer lo que quisiera, ¿no? Entonces, ¿a qué se debe esa mirada extraña que me dirige?

¿Es una cosa de etiqueta social? ¿Debería haber leído el ambiente como cuando piden verduras en escabeche en Kioto? No, no, no, no sé de qué estás hablando. ¡Estoy leyendo esto porque usted dijo que podía hacerlo! ¡Si no debo hacerlo, debería haberlo dicho desde el principio! ¡Hmph!

Archivé mis pensamientos mientras me excusaba en mi corazón. No podía decirlas en voz alta, y me corrían sudores fríos por la espalda.

—¿No debería haber…?

Cuando solté eso con una voz temblorosa, el vicecomandante Walter volvió a la realidad, como si se le hubiera encendido un interruptor, sacudió la cabeza y respondió:

—No, no es nada. Como he dicho antes, puede leer lo que quiera… Su elección fue un poco inesperada, eso es todo.

—¿Inesperada?

—Francamente, calculé que no querrías leerlo. No pensé que el contenido sería de interés para una princesa.

Ah, ahora entiendo.

¿Entonces quiere decir que puedo leerlo, pero que no sería algo que encontraría interesante de todos modos?

—Personalmente, para mí es algo muy fascinante.

—¿Qué piensas hacer con todos esos mapas y libros de historia…?

—Los cuentos populares suelen reflejar las características regionales y los antecedentes históricos en forma de lecciones que se transmiten, así que pensé que sería interesante compararlos.

Aunque le respondí con sinceridad, mi voz se fue apagando a medida que mi respuesta se alargaba. Me di cuenta de esto mientras lo decía.

¿Es realmente raro disfrutar de cosas como ésta, después de todo? Pensé.

Pero no era mi afición ni nada por el estilo. 

Es que tengo que usar esto para ayudarme a encontrar al Señor de los Demonios, ¡de verdad!

En mi vida anterior… Yo era el tipo de chica de instituto que vagaba por la ciudad con un mapa en la mano. Un amigo me dijo que esa afición era una especie en extinción. Sin embargo, existía una especie de evento itinerante con personas afines, así que me encantaría pensar que no era la única que quedaba.

El vicecomandante Walter guardó silencio por un momento.

—Por favor, espere.

Dijo y se dirigió a la salida. Volvió a mirar hacia atrás una vez más y exigió.

—Por favor, no salga de esta habitación hasta que yo vuelva, ¿entendido?

Pasaron unos minutos desde entonces…

El vicecomandante Walter regresó con varios materiales en ambas manos. Colocó un montón de papeles frente a mí, donde había estado esperando en el borde de un asiento del sofá.

Dispuso los documentos junto a mí en el escritorio, que ahora estaba completamente desconcertada.

—Lo que tengo actualmente es bastante burdo. Estas son copias detalladas de las historias. Se han clasificado a grandes rasgos por regiones. Los números de la derecha se refieren a los elementos específicos en lo que se basaron varios cuentos. En este documento de aquí están anotados los números y su correspondiente tema, así que por favor, utilícelos como referencias.

Contuve la respiración, asombrada.

Era una explicación corta, pero a pesar de eso, ¡era muy clara y concisa! O eso es lo que mis pensamientos dedujeron.

Cuando miré de cerca el rostro del vicecomandante, aunque seguía tan inexpresivo como siempre, pude notar un ligero brillo en sus ojos.

No pareció darse cuenta de mi mirada y procedió a abrir otra gran hoja de papel doblada en forma de cuadrado.

—Este mapa muestra la ubicación de los números asignados a cada sujeto desde antes. Si desea saber más sobre el terreno, consúltelo. Está lleno de mi letra, así que es sólo para mi comodidad, pero si no le importa…

—¡M-Muchas gracias!

Me quedé boquiabierta, pero cuando finalmente logré expresar mi gratitud, su mirada se encontró por fin con la mía.

Recordé su reacción con mucha claridad.

Esto era… Una persona que por fin había encontrado un camarada de armas que compartía el mismo nicho de afición. Un pasatiempo nerd. Pocas veces te encuentras con alguien así, así que te alegras y acabas hablando muy rápido. Además, querrás decirles que tú también estás obsesionado con estas cosas, pero al final no lo dirás porque temes abrumarlos. Lo entiendo. Y una vez que has terminado de hablar, volverías a encararte con ellos y te pondrías en evidencia. Lo entiendo de verdad.

—Me tomaré mi tiempo para leerlo todo con atención… —respondí con una sonrisa, y el vicecomandante Walter sólo hizo un pequeño gesto de asentimiento en respuesta.

Aunque seguía siendo tan inexpresivo como siempre, creo que pude ver algo de rojo en sus mejillas.

Ichigo
¡Adorables personajes tsunderes! ¿Qué seríamos sin ellos? <3


[1] Las máscaras nō son usadas para representar a un personaje femenino o no humano (divino, demoníaco o animal), existiendo también máscaras para representar jóvenes o ancianos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido