Traducido por Akatsuki
Editado por Lugiia
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Los aventureros que localizaron al dragón informaron de su aparición con éxito al gremio, desencadenando de inmediato una alerta máxima que envió misivas de emergencia a todos los aventureros.
A medida que avanzaba la estampida, la tensión aumentaba entre los caballeros que defendían los alrededores del Bosque Negro y los aventureros que se encontraban en sus proximidades. Era de esperarse; una estampida por sí sola era una crisis, pero también había que lidiar con un dragón.
—¡Apresúrense! ¡Evacúen a los aldeanos! ¡Colóquense en formación antes de que llegue la estampida!
—¡Oye, mira por donde caminas! ¡Fuera de mi camino!
—¡Tomen toda la medicina que puedan llevar! ¡Sin ellas, podrían perder la vida!
Los gritos resonaban en el aire mientras los soldados corrían a prepararse para la batalla que se avecinaba. En medio del caos, había algunos que no tenían a donde ir y no podían hacer nada más que encogerse de hombros.
Entre ellos, estaban los aventureros novatos que acaban de regresar del Bosque Negro.
—¿Q-Qué deberíamos hacer ahora…?
—¿Qué deberíamos hacer…? Es una estampida. Y allí hay un dragón, maldita sea.
—Todo lo que podemos hacer es quedarnos aquí y luchar. Eso es todo —dijo el veterano de manera clara—. Si damos media vuelta y corremos, la estampida nos alcanzará y estaremos acabados. Tenemos mayores probabilidades de sobrevivir si nos unimos a los caballeros que están aquí.
Los novatos, sin embargo, lo miraron con incredulidad.
—¡P-Pero, líder! ¡Es una estampida de la que estamos hablando! ¡Y un dragón! ¡¿Qué podemos hacer contra esa cosa?!
—Entiendo como te sientes. Y no me importa si te unes a la evacuación. No debería haber problemas si les dices que los estás escoltando.
—¿No vendrá…?
—Sé muy bien que este es un momento para retroceder —respondió el veterano con una amarga sonrisa, exagerando un poco en la flexión de sus hombros—, ya que estamos lidiando con un gran oponente. Pero si correr significa que vamos a morir, prefiero relajarme y divertirme un poco. Soy un aventurero con muy pocos logros encima, tal vez pueda dejarlo todo atrás con una hazaña genial. De todos modos, estaba planeando retirarme después de entrenarlos.
Uno de los novatos dio un paso adelante; su expresión era de confusión e ira.
—¡Pensé que había dicho que el secreto para ser un buen aventurero era vivir una vida larga! ¡Que no debemos sacrificarlo todo en busca de la fama y gloria! ¡Que mientras no muramos, podemos levantarnos para luchar de nuevo! ¡Usted nos enseñó eso, líder!
—Sí, lo hice. Sin embargo, si todos retrocedemos, seremos tildados de cobardes, sin importar lo perdida que esté la batalla. Si me quedo solo, esta historia podría tener un final inspirador —respondió el veterano, dando un pequeño golpe al hombro del novato y mostrándole una sonrisa. Estaba adoptando una perspectiva filosófica.
El novato parecía entenderlo ahora mientras fruncía sus labios y contenía sus lágrimas.
—Y cuando eventualmente venguen mi muerte, la frustración que sienten ahora será lo que les impulsó a hacerlo. No es una mala historia, ¿eh?
La respiración de sus seguidores se entrecortó. El puño del que había dado un paso adelante hace un momento estaba temblando… tal vez por arrepentimiento, tal vez por temor.
Uno de sus compañeros empezó a sollozar.
—¡Pero si nos quedamos aquí, la gente pensará que somos unos tontos que no saben cuándo retirarse! ¡Y si huimos, seremos considerados cobardes! ¡De cualquier manera, esto no termina bien para nosotros!
—Eso es lo que significa ser un aventurero. Y es así cómo se vive hasta volverse viejo. Si mueres, no hay más oportunidades. Pero mientras las tengas, aún puedes arriesgarte la vida. Por eso, les enseñé a valorarlas.
—Por lo general, usted está gritando todo el tiempo, líder… Pero no ahora…
—Porque quiero que me vean en mi mejor momento, en mi final. Los aventureros somos un montón de vanidosos, como pueden ver.
Había una llama en los ojos del novato, pero solo se mordió el labio con disgusto.
Eventualmente, un rugido gutural se logró escuchar desde la distancia. Y a medida que se acercaba, el suelo temblaba, alimentando la ansiedad del grupo. Todos estaban tan llenos de pavor que querían huir de inmediato.
—¡Este no es momento para temblar de miedo! Si quieren seguir llamándose aventureros… ¡piensen y actúen!
—¡Tch! ¡Así que, después de todo, ha vuelto a gritar! ¡Maldita sea! —gritó otro novato que salió al frente del grupo, lloroso y con clara intención de huir.
El veterano se rio entre dientes. Si no fuera por esta situación, no habría sido tan rápido en tomar una decisión.
Justo cuando estaba a punto de hablar, otro ruido se escuchó. Este sonaba demasiado cerca y no tenía nada que ver con la estampida.
—¡Finalmente, llegamos! ¡Ah…! ¡Lo logramos!
Esa voz, completamente fuera de lugar en esta situación, llegó a todo el grupo. El ruido venía directamente desde arriba. Cuando el veterano levantó la vista, vio a dos jovencitas descendiendo desde el cielo.
—Tienen que estar bromeando… —murmuró con asombro; parecía estar feliz.
Todos miraban a las chicas que acababan de llegar, ambas sentadas sobre una especie de escoba voladora. Rápidamente, reconoció a una de ellas: una chica llena de orgullo.
Incluso los aventureros que estaban ocupados con los preparativos se quedaron quietos ante semejante vista. La chica más llamativa tenía el cabello de color platino, lo que significaba que tenía sangre de la realeza. Todos sabían exactamente quién era ella.
El veterano, aunque al principio se encontraba aturdido, empezó a bramar con una risa profunda y resonante:
—¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Ah, debería haber sabido que ella podía llegar a tiempo desde la ciudad! ¡¿Está loca?! ¡Oigan, todos! ¡¿Ven a esa tonta unirse a nuestras filas?! ¡Ella es la mayor de todos los tontos!
Los novatos no sabían qué hacer con el rápido cambio en el ánimo de su líder.
El veterano no les prestó atención y continuó:
—¡Cada vez que aparece un monstruo raro, pueden estar seguros de que ella vendrá cabalgando sobre el viento! ¡Nuestra guerrera, la Princesa Peculiar, armada con sus peculiares artilugios! ¡Miren ese cabello; pertenece a la revoltosa de nuestra gloriosa nación! ¡La Princesa Merodeadora!
—¡¿Qué?! ¡¿Desde cuándo empezaron a llamarme merodeadora?! ¿Cuántas veces tengo que decirlo? ¡Si quieren ponerme un apodo, al menos elijan loca! —gritó la joven, objetando el alias que la gente le otorgó.
Ella era de ascendencia real pero incapaz de usar magia, una problemática reconocida por su personalidad y comportamiento poco ortodoxos, pero tratada por las personas con respeto y cariño. Se trataba de su alteza real, la princesa Anisphia Wynn Palettia… Y era exactamente lo que necesitaban para superar la calamidad que se avecinaba.
♦ ♦ ♦
Al final de nuestro vuelo, me encontré a alguien usando ese vergonzoso apodo. ¡¿Qué es lo que hice exactamente para que me llamen merodeadora?! Podía haberlos perdonado si me hubieran nombrado loca, creadora de herramientas mágicas o algo similar. ¡¿Pero desde cuándo me convertí en una saqueadora desenfrenada?!
—¡¿Princesa Anisphia?! Y también, la señorita Euphyllia… ¡¿Qué están haciendo aquí?! —preguntó uno de los caballeros. Supuse que era el líder, por la decoración en su armadura.
Había todo un sinfín de emociones en su rostro. Como aventurera, me había unido a los caballeros responsables de proteger el Bosque Negro, pero podía entender por qué estaban perplejos por mi repentina aparición.
—Estoy aquí porque recibí un mensaje urgente del gremio. Oh, por cierto, ella es Euphie, mi nueva asistente.
—Sé que es una aventurera de rango alto, ¡pero es miembro de la familia real! ¡Y esto no es una estampida normal!
—¿No sería esto muy irregular, incluso si fuera una estampida ordinaria…? —murmuró Euphie detrás de mí.
Elegí ignorar ese comentario. Quiero decir, esta estampida era una oportunidad para recolectar una grandiosa cantidad de materiales raros. Con ello en mente, me aclaré la garganta y continué:
—Estás perdiendo el tiempo, ¿sabes? Así que, ¿cuál es la situación?
—¡Argh! ¡Estamos agradecidos, por supuesto, pero su presencia aquí es motivo de preocupación, Su Alteza! Nuestros caballeros, junto a varios aventureros, ya están aquí, y están trabajando para establecer una línea defensiva… Dicho esto…
—Oh, lo sé. Esta no es una estampida normal, también sé que hay un dragón detrás. Incluso si logran contener la estampida, una vez que el dragón se abra paso, todo se sumirá en el caos.
—Sí… Eso sería devastador. En el peor de los casos, podríamos ser aniquilados por completo —respondió el comandante con nerviosismo.
Asentí con la cabeza. La situación no pintaba bien.
—Sin embargo, si no hacemos nada, hay una alta probabilidad de que seamos superados por la estampida. El daño entonces será considerable. Además, el dragón podría simplemente sobrevolar la defensa y atacar a una ciudad o pueblo cercano, o en el peor de los casos, la misma capital real. Así que tenemos que detenerlo aquí. ¿Tengo razón?
Si se tratara de una estampida normal, una línea de defensa probablemente sería suficiente para detenerla. El problema aquí era el dragón.
Además de eso, los monstruos suelen tener una tendencia de atacar a otros. Había varías teorías sobre por qué lo hacían. ¿Buscaban absorber el poder de sus presas o simplemente eran territoriales? De cualquier manera, sus batallas resultaban ser feroces. Dado que son monstruos particularmente fuertes, tendían a actuar solos, sin formar grupos… Y, a menudo, consideraban a los demás como comida.
Es por eso que, por lo general, los monstruos que tenían magicitas eran el factor precipitante de una estampida. Esta vez, sin embargo, dado que el dragón era capaz de volar, simplemente podía sobrevolar cualquier ataque dirigido en su dirección. Por otro lado, si arremetiera contra la estampida, el campo de batalla se volvería un infierno.
Pero ahora yo estaba aquí. La única persona en todo el reino con el poder de volar.
—Déjeme preguntarle algo primero. ¿Habla en serio? ¿Está siquiera pensando con claridad? —preguntó el comandante.
—Tengo muchas preguntas, también, pero ten la seguridad de que lo digo en serio. Y estoy perfectamente cuerda. Cuando aparezca el dragón, yo me haré cargo —respondí.
El comandante inhaló bruscamente, devolviéndome la mirada. Por un breve momento, frunció el ceño mientras hacía un ruido extraño.
Tuve que devolverle una sonrisa. Estaba agradecida de que se preocupara por mí, pero este no era el momento.
—Haré esto más fácil para ti. Como la princesa del Reino de Palettia, por la presente te ordeno que detengas la estampida mientras que yo trato con el dragón. Ah, también participaré en la batalla, así que tenlo presente cuando sea el momento de repartir el botín, por favor.
—Usted es incorregible —murmuró Euphie—. Si pudiera usar esa herramienta mágica, saldría yo misma.
—No puedo dejar que alguien sin experiencia en el aire pelee —respondí.
—Es igual de ridículo que dejar a una princesa luchar contra el dragón —murmuró el comandante.
Euphie asintió con la cabeza, pero los ignoré a ambos. En cualquier caso, el comandante tenía órdenes decretadas por su princesa, por lo que sus caballeros no tenían más opción que obedecer. Probablemente…
—De todos modos, no tenemos mucho tiempo. Voy a explorar y atacaré si tengo la oportunidad, así que prepárense para apoyarme cuando regrese. Cuando suceda, les dejaré la estampida a ustedes.
—Si eso es una orden, entonces no tengo más remedio que obedecer. Dudo ser capaz de detenerla. Pero supongo que no le ha dicho nada a Su Majestad sobre esto, ¿verdad?
—L-Le pedí a Ilia que le hiciera saber — respondí.
Tanto Euphie como el comandante me dirigieron la mirada, dudando de mis palabras.
—Aun así, no podemos dejar que la princesa cabalgue en la vanguardia… Estamos lidiando contra un dragón. No podemos darnos el lujo de desperdiciar nuestra fuerza…
—Solo estás tratando de robar mi parte del botín, ¡¿no es así?!
—Ah… Entiendo… —El comandante asintió con una expresión ilegible.
¡Estampidas como esta no ocurren precisamente todos los días! Bueno, sería un problema serio si lo hicieran, así que probablemente es algo bueno. Dicho ello, ¡esta era una rara oportunidad para la recolección de todo tipo de materiales potencialmente valiosos! Después de todo, la aventura no era mi principal ocupación.
—De acuerdo. ¿Le acompañará la señorita Euphyllia…? —preguntó el comandante.
—Esa es mi intención —respondió Euphie.
—¿Necesitan una escolta…? —preguntó el comandante, girando hacia mí.
—Solo si tienes a alguien que no se interponga en nuestro camino.
—Ja, ja, ja, estaba bromeando… Muy bien. Entonces, la respuesta es no —murmuró con un suspiro de resignación.
No era una aventurera de rango alto por nada. De hecho, si pudiera decirlo, estaba entre los mejores del reino.
Como un comentario aparte, incluso si estuviera luchando contra un noble capaz de usar magia, estoy segura de que ganaría el duelo. De hecho, la mayoría de estos nobles tendían a mantenerse en la retaguardia como apoyo en cada batalla que sucedía. Algunos habían aprendido a manejar la espada por cuestión de etiqueta, pero a menos que esperaran convertirse en caballeros, no serían rivales para mí.
En cierto modo, yo era un enemigo natural de los magos. Además, un efecto pasivo de mi hoja de maná era que podía cortar cualquier magia lanzada contra mí. Puede que no sea tan fuerte contra los ataques físicos, pero era realmente efectivo contra la magia. Aquel pensamiento atrajo un grato recuerdo sobre una competencia hace mucho tiempo contra un aventurero de rango alto que usaba magia. Después de nuestro encuentro, había pronunciado unas palabras muy duras.
—Más bien, seré la escolta de Euphie. Euphie, si logramos movernos a una distancia segura de todos los demás, ¿puedes eliminar a los monstruos con magia a gran escala, cierto?
—Haré lo mejor que pueda… Al menos, prometo no deshonrar el nombre de mi familia.
—De acuerdo. En ese caso, la mejor opción es no tener escolta. Euphie y yo atraeremos a los monstruos. Y ella los destruirá con su magia.
—Sí.
—Entonces, una vez que llegue el dragón, volveremos y cambiaremos de lugar. ¿Qué tal si me apoyas desde la distancia cuando eso suceda, Euphie?
—¿Va a ir sola…?
—Será una batalla aérea. ¿Aún me podrás brindar apoyo, verdad?
Euphie frunció el ceño ante esta sugestión.
Este mundo no conocía el concepto de combate aéreo. Sin lugar a duda, ella no sería capaz de vivir consigo misma si accidentalmente llegara a darme. En tal caso, ¿podría ser mejor usar sus talentos para aniquilar la estampida?
—Una vez que la estampida sea eliminada, puede que el dragón retroceda. Todo se trata de eficiencia. ¿Ves lo que quiero decir, Euphie?
—Aunque lo haga, no quiero seguirle la corriente…
—Lo sé, lo sé. Y no quiero hacer que te preocupes. Así que créeme cuando te digo que saldrá bien —dije, posando mi mano sobre su hombro.
—Confío en usted, señorita Anis…
Euphie tomó mis manos entre las suyas y colocó su frente contra la mía, como si rezara. Permanecimos así por un breve momento, hasta que pude distinguir el sonido de la estampida acercándose.
—¿Nos vamos, señorita Anis?
—Sí. ¡No puedo esperar a ver tus habilidades!
Aún no sabía cuál era el alcance total de los poderes de Euphie; para ser honesta, estaba deseando poder verlo.
—Manténganse a salvo, ustedes dos. Les deseo buena suerte —dijo el comandante con su mirada ilegible mientras nos despedía formalmente.
—Usted también, comandante. ¡Me será difícil volver al Bosque Negro si no estás aquí! ¡Volvamos a tomar el té nuevamente algún día!
Con esa respuesta, Euphie y yo partimos a la batalla.
Entre el Bosque negro y la línea defensiva había una amplia llanura, dividida por un camino que conducía al bosque. En ese momento, una horda se encontraba saliendo de entre los árboles. No pasaría mucho tiempo antes de que se lanzaran al ataque.
—Es un número considerable… ¡Estaría saltando de alegría si esto fuera una estampida normal!
—¿Qué tipo de princesa disfruta de una estampida…? —Euphie suspiró.
—Una peculiar. Ahora, entonces… —Busqué dentro de mi bolsillo un pequeño frasco con pastillas redondas.
Euphie frunció el ceño cuando lo vio.
—¿Qué es eso, señorita Anis…?
—Otro producto de mi investigación. A diferencia de mis herramientas mágicas, dudo que pueda hacer esto público. Es una medicina hecha de una mezcla de piedras espirituales… La llamo éter.
Básicamente, era como una medicina que recordaba de mi vida pasada. Había sido necesario mucho ensayo y error para perfeccionarla.
Dicho ello, esta medicina era peligrosa y sería irresponsable distribuirla libremente por allí.
—¡¿Una medicina hecha de piedras espirituales?!
—Sep. También hay otras cosas mezcladas. Me tomó algunos años perfeccionarla porque una sobredosis puede causar unos efectos secundarios bastantes negativos.
—Tenemos que hablar sobre esto más tarde… —La mirada de Euphie parecía la de un monstruo.
Dejando eso a un lado, me relajé mientras tomaba una de las pastillas.
—Ah, cierto. Tiene un pequeño efecto secundario, pero no te preocupes.
—¿Está segura de que esto no le hará daño?
—Estaré bien, de verdad. Solo estimula un poco. Es como quitar los grilletes de tu razón. Eso es todo.
—¡Eso no suena nada bien!
A pesar de la protesta de Euphie, aplasté la píldora con mis dientes. El sabor era francamente repugnante, pero me obligué a tragarlo.
El efecto no tardó mucho en aparecer. Por un momento, sentí que el mundo entero estaba girando a mi alrededor, y lo siguiente que sentí fue que estaba experimentando una euforia absoluta.
—¡Je…! ¡Je, je, je! ¡Ja, ja, ja, ja!
¡Ah, esto va a ser divertido! Llegó la hora de cazar.
Mentiría si dijera que no estaba deseando esto… ¡Quiero decir, nunca antes había cazado a un monstruo tan grande como ese! No podía evitar reírme a carcajadas. Mis labios se torcieron de la emoción; todo mi cuerpo se sentía como si estuviera ardiendo.
Los efectos del éter se extendieron por todo mi cuerpo. Era el mismo principio que usaban los caballeros para fortalecer sus cuerpos con magia antes de un encuentro. Sin embargo, esta pastilla cuidadosamente preparada fue más allá de los efectos normales de la magia; me permitía moverme como si fuera un monstruo.
—Señorita Anis… —Euphie estaba claramente preocupada por mí.
Agite mi mano para tranquilizarla.
—¡De verdad, todo está bien! De todos modos, ¡es hora de ir a cazarlos! ¡Dame una señal cuando vayas a usar magia! ¡Aquí voy!
Cargué hacia adelante, preparando mi hoja de maná justo cuando los monstruos aparecieron frente a mí.
—¡Ja, ja, ja, ja! ¡Por fin están aquí! ¡Hagámoslo…! ¡Tomen esto!
Puse fuerza sobre mis piernas y corrí hacia ellos vertiendo mi energía mágica en la espada. La horda se preparó para recibirme.
Algunos parecían lobos y monos; sin embargo, otros podrían describirse como grandes flores andantes. Habrían sido fábulas en mi vida pasada, pero aquí se derramaban en una masa hirviente de diferentes especies.
Se escuchaban gruñidos agresivos cada vez más cerca, pero ya era demasiado tarde.
—¡Uno!
Empecé cortando la cabeza de un lobo que se abalanzó hacia mí. Luego, usé mi espada para apuñalar a otro monstruo que parecía un mono que venía por detrás.
—¡Dos!
Continuando el ataque, formé un círculo en medio de la horda, empleando mi hoja de maná para desgarrar a una criatura con forma de flor desde su raíz hasta su cabeza. Esto se había convertido en una masacre que rápidamente terminó empapándome de sangre.
—¡Tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez!
Con mis percepciones aumentadas por el éter, el mundo se movía como si estuviera en cámara lenta. No había nada que me impidiera atacar a los que se acercaban, dividir sus cuerpos en dos o más partes o, a veces, romperles el cuello con una buena patada o separarlos de sus cuerpos.
Mi voz resonaba con puro deleite mientras me abría paso entre la interminable horda. No podía dejar de reír, ya que sus materiales me serán muy útiles para mi investigación.
—¡Lobos grises, simios asesinos, mandrágoras! ¡Y una cocatriz! ¡Esto es increíble! ¡Me encanta el Bosque Negro!
Mi estado de ánimo había alcanzado niveles de éxtasis. ¡Con eso, me era imposible abandonar la estampida ahora!
No pasó mucho tiempo hasta que otro monstruo —un gran troll peludo— arruinara todo. Se dirigía hacia mí, balanceando en sus manos un garrote que parecía ser un árbol arrancado. Mientras se acercaba, aplastaba o atacaba a los monstruos que nos separaban.
—¡Oye…!
Mi euforia se arruinó. Miré al troll y mi cuerpo empezó a hervir de rabia. ¿Qué diablos creía que estaba haciendo esa cosa?
—¡Estás estropeando mis materiales!
Este troll estaba en el camino y necesitaba despejarlo de inmediato. En el momento en que se acercara, iba a ser eliminado de solo un golpe.
Vertiendo más energía en la hoja de maná, pude hacer que se transformara y aumentará su intensidad hasta que su tamaño fuera más largo que mi altura. Luego, me di la vuelta, sosteniendo el arma como la vela de un molino de viento.
Mi ataque partió en dos al trol, y al mazo que llevaba en sus manos, junto con un enjambre de otros monstruos que intentaron seguir su paso.
—¡Muérete!
Cualquiera que pensara que podía pisotear mis materiales de investigación, tenía firmado su propia sentencia de muerte. Antes de darme cuenta, mi entorno estaba lleno de cadáveres. Aun así, esto era solo una fracción de la estampida real. Mientras tanto, los monstruos restantes habían comenzado a retroceder, claramente tenían miedo de acercarse.
—¡Argh! ¡Si siguen así, van a arruinar mis materiales! —grité indignada, dando un paso adelante.
En ese momento…
—¡Señorita Anis! ¡Por favor, dé un paso atrás!
La voz de Euphie calmó mis agitadas emociones.
Esa era su señal. Salté hacia atrás lo más rápido que pude y, mirando a mi alrededor, la vi aterrizar ágilmente en el suelo.
No había duda de la intensidad de su poder mágico. Era como si el mundo entero estuviera temblando. La luz —tal vez un espíritu— bailaba a su alrededor, dibujando un círculo mágico en el aire y anticipando la magia que estaba a punto de ser invocada.
—Crea aquí, en este campo de batalla, tu jaula de fuego. Deja a nuestros enemigos convertidos en nada más que cenizas y brasas… —Euphie empezó a entonar; su majestuosa voz llena de la dignidad y gracia de un gobernante…
Espera, ¡¿un encantamiento?! Por lo general, ella no necesitaba decir algo para usar magia. Entonces, ¿qué pasaría si usara una imagen mental como refuerzo?
—¡Explosión…!
Con eso, su magia tomó la forma de una jaula de fuego, tal y como dijo. Un calor abrasador rugió alrededor de los monstruos que se encontraban amontonados; solo el viento parecía estar lo suficientemente caliente como para quemar su carne. Mientras la veía sostener L’Arc-en-Ciel y examinaba la destrucción, su expresión era escalofriantemente inexpresiva.
Me encontraba completamente cautivada. Mi corazón parecía haberse saltado un par de latidos. Quizás podría haber sido un efecto del éter, pero incluso si hubiese estado lúcida, probablemente de igual manera me hubiera enamorado de ella.
Euphie se encontraba manipulando hábilmente la magia que siempre había anhelado. La forma en que lo hacía me había robado el corazón; era algo hermoso de presenciar.
—¡Euphie! —dije, chasqueando la lengua—. ¡Vas a terminar quemando todos los materiales! ¡Los estás reduciendo a cenizas!
Me había distraído con Euphie, pero en el momento en que recuperé mis sentidos, comencé a gritarle. Quizás ya era hora de que los efectos del éter desaparecieran.
—¿Huh? —Los ojos de Euphie se abrieron ante la sorpresa, y luego suspiró—. Usted es la última persona que debería decir algo así…
—¡Vamos!
—¡Vamos a tener una larga discusión sobre esa droga suya más tarde…!
Mientras contemplaba con pesar la llanura chamuscada, me pregunte por qué Euphie estaba tan molesta.
Ah, pero dejando eso de lado, esa magia que acababa de emplear fue realmente increíble. Para ser honesta, me hizo cuestionar todo lo que he visto hasta ahora. Ella era real, un verdadero genio. Había sido elegida para alcanzar el reino de la magia que yo siempre había anhelado.
En medio de mi admiración por ella, me distraje observándola por un momento, pero un sonido repentino me arrastró hasta la realidad. Era el rugido esperado.
—¿Señorita Anis…? —Euphie miró en dirección del rugido.
—Lo sé. ¡Hay que retroceder! —dije asintiendo con la cabeza.
Regresamos a la barricada. Justo cuando un grupo de caballeros y aventureros salió para relevarnos, eso apareció desde el cielo.
Era enorme, mucho más que cualquier ser vivo, y sumamente majestuoso. Incluso desde la distancia, no había duda de lo que era. El dragón finalmente había aparecido.
Los dragones a menudo eran descritos como lagartos enormes, pero eso era una analogía ridícula. Ellos son más como los monstruos gigantes que solían mostrarse en las películas de criaturas en mi vida pasada.
Su forma sugería que era capaz de mantenerse erguido, mientras que su cuerpo estaba adornado con un par de magníficas alas. Sus patas estaban armadas con afiladas garras y sus colmillos eran igual de feroces. Pero sobre todo, las escamas rojas que cubrían su cuerpo y los cuernos sobre su cabeza eran abrumadoramente hermosos. Era como una obra de arte que estaba viva y en movimiento.
—¡¿Es el dragón?!
¿Tal vez se había sentido atraído por la magia de Euphie? ¿Quizás estaba enojado porque masacramos a sus presas? ¿O simplemente era territorial? No había forma de saberlo.
Sin embargo, había una cosa que yo podía entender: era tan cautivador que no podía quitármelo de la cabeza. Mi corazón latía con fuerza a causa de mis emociones.
—¡Increíble! ¡Es asombroso! ¡Ellos realmente existen! ¡Este mundo está lleno de cosas maravillosas!
Había visto muchos tipos de monstruos durante mi vida. Por supuesto, algunos de ellos habían sido monstruos con magicitas, y entre ellos había numerosos especímenes impresionantes, pero ninguno podía compararse con lo que estaba observando ahora mismo.
Todo mi cuerpo estaba temblando, como si mi sangre literalmente burbujeara de emoción. Y ahora me enfrentaría a este incomparable señor de los cielos.
—Señorita Anis…
El tono preocupado de Euphie me devolvió a mis sentidos.
Le sonreí de manera intrépida.
—¡Estoy bien! ¿Pero ves eso, Euphie? ¿Alguna vez pensaste que podía existir algo tan magnífico? ¡Ah, es como un sueño! ¡Los dragones son asombrosos! ¡Me pregunto qué tipo de investigación podría ser capaz de hacer con su magicita!
Quería saberlo… Quería saber todo acerca de los dragones, hasta el último ápice de información. Quería devorar todo ese conocimiento para llegar más lejos de lo que nadie había hecho antes.
—¡Princesa Anisphia!
—¡Comandante!
—Pensé que podría necesitar esto. Aquí tiene…
Los aventureros y caballeros se movilizaron para interceptar la estampida, pero antes de eso, el comandante se había acercado para entregarme mi escoba de bruja.
La tomé y le sonreí.
—Gracias. Surcaré los cielos, entonces, como estaba previsto. ¿Podrías cuidar de Euphie?
—Por supuesto. Una vez más, buena suerte. —El comandante todavía parecía estar en conflicto consigo mismo, a pesar de sus buenos deseos.
Asentí a Euphie y me subí sobre mi escoba de bruja, sujetando con fuerza el mango con una mano. En la otra, apreté firmemente la hoja de maná. Con esto, estaba lista para partir.
—¡Volveré pronto, Euphie!
No podía contenerme más. Vertí toda la energía mágica en la escoba y me lancé como una flecha lanzada por un arco. Mientras me dirigía a mi objetivo, el dragón continuó volando tranquilamente por el cielo.
Sin embargo, a pesar de que volaba sin esfuerzo alguno, logró divisarme. Parecía estar considerándome un insecto zumbando a su alrededor; imaginarlo me hizo sonreír.
—¡Hola! ¡Encantada de conocerlo! ¡Toma esto! —lo llamé, emocionada.
Luego, arremetí mi espada, más larga que yo, tratando de derribarlo de un solo golpe.
Por supuesto, mi ataque fue bloqueado por las duras escamas del dragón. No, no era del todo correcto. No fue bloqueado, fue atrapado.
—¡¿Qué es esto?! —dije, chasqueando la lengua.
Bajé el nivel de mi energía mágica para reducir la potencia de mi hoja de maná. Por desgracia, esa acción también disminuyó la capacidad del arma como espada, y cuando la hoja ya no se enganchó en las escamas del dragón, la fuerza centrífuga restante me hizo girar de un lado a otro.
Cuando logré recuperar el equilibrio, me di cuenta de que el dragón me estaba mirando fijamente.
Al momento siguiente, giró su enorme cuerpo en una voltereta haciendo que su cola se acercara hacia mí a toda velocidad.
Chasqueando nuevamente la lengua, concentré la energía en mi escoba para escapar del peligro, y me lancé hacia abajo para evadir el golpe. Esta vez, el dragón se abalanzó hacia mí con su mandíbula abierta de par en par. Su boca era lo suficientemente grande como para tragarse a una persona entera y estaba llena de colmillos siniestros.
—¡¿Crees que puedes comerme?!
Para evadir el alcance de esos colmillos, tuve que girar todo mi cuerpo hacia un lado y volar a toda velocidad. El sonido de los dientes chocando entre sí estaba terriblemente cerca. Si hubiese sido un segundo más lenta, podría haber sentido la mordida.
Un escalofrío me recorrió la espalda; mis labios se curvaron en una sonrisa siniestra. Tratando de retener el temor que se acumulaba en mi interior, me obligue a gritar:
—¡Excelente!
Giré bruscamente en el aire para enfrentarme al dragón, aumenté la energía en mi espada y me lancé al ataque.
Sin embargo, esta criatura volvió a atrapar mi espada como la última vez; estaba demostrando ser una molestia considerable. Ni siquiera pude hacerle un rasguño.
—¡Toma esto, entonces!
Si no tenía suficiente energía, solamente tenía que aplicar más. Vertí aún más energía en el arma haciendo que su luz se intensifica en respuesta. Entonces, de repente, se deslizó, como si la resistencia que la mantenía a raya hubiera desaparecido al instante.
—¿Huh…?
La hoja casi se me había resbalado de la mano, y me vi obligada a reajustar mi agarre. Regresando la mirada al dragón, vi un corte amplio que atravesaba su carne, de la cual empezó a emanar mucha sangre. ¿Qué acaba de pasar? ¿Logre atravesar su piel?
—¡Gwaaauuuggghhh!
El dragón soltó un rugido que sacudió no solo mis oídos sino también mi cuerpo. ¿Gritaba de dolor o de rabia? Lo único que podía decir es que ahora me consideraba peligrosa, ya que comenzó a perseguirme con toda la furia aterradora que podía reunir.
—¿Así que ahora has decidido verme como una amenaza? ¡De acuerdo! ¡Aquí estoy!
¡Tenía miedo de que lograra atraparme, pero no podía permitirme que sus ataques me alcanzaran!
Preparé mi espada una vez más, y me lancé hacia el dragón. Cuando ataque por segunda vez, la criatura retrocedió para evitar el golpe.
—¡¿Qué…?!
Antes de que pudiera terminar, fui arrojada hacia atrás por una tremenda ráfaga de viento. ¡El dragón estaba usando sus alas para hacer que retroceda!
—¡Esto no es bueno…!
Luché por estabilizarme sobre mi escoba de bruja mientras el viento me azotaba. Mis ojos se abrieron de par en par, alarmados, y me di la vuelta parcialmente para cabalgar la corriente de aire hasta una distancia segura.
De repente, un tenue brillo apareció dentro de la boca del dragón. Era similar a la luz que había envuelto a Euphie antes de que empleara su técnica mágica. Mi mente, y todo mi cuerpo, gritaba: ¡corre!
—¡A-A-Aaauuuggghhh! —grité a todo pulmón, vertiendo toda mi energía mágica en la escoba.
Por un segundo, el dragón pareció tragarse la luz que había acumulado en su boca… Sin embargo, luego hubo un destello. Al menos, eso era lo que me pareció. El estallido estuvo acompañado por una onda de choque lo suficientemente fuerte como para dispersar las nubes.
¿Qué acababa de pasar? No tenía ni idea, pero una cosa estaba clara.
—¡Estoy cayendo…!
Tal vez esa onda expansiva había interferido con mi sentido de equilibrio y mi brújula interna, porque no tenía idea de a dónde me dirigía. Cuando finalmente recuperé el control, sentí como si algo hubiera sido sacudido fuera de mi cuerpo… como si me hubieran rociado con agua helada.
Oh, no… ¡Los efectos del éter se habían acabado…!
Sus efectos solo duraban un tiempo limitado. Lo diseñé así como medida de seguridad, pero en este momento, podría poner en peligro todo. La claridad en mi mente se había ido, y no sabía qué hacer en momentos así, hasta que vi que el suelo se acercaba rápidamente, anunciando también una muerte inminente.
No, tenía que aterrizar o al menos suavizar el impacto. Tal vez, podría si empezaba a cargar mi espada y la activaba. Pero ¿tendría tiempo suficiente?
Empecé a concentrarme para minimizar el daño.
Afortunadamente, no había nadie en la zona de impacto. También estaba a cierta distancia del campo de batalla. Al menos no tendría que preocuparme por causar daños no deseados.
—¡Señorita Anis! —llamó alguien con desesperación, interrumpiendo mis pensamientos.
En ese momento, me desmayé cuando una fuerza pareció atraparme en sus brazos.