La revolución mágica de la princesa reencarnada – Capítulo 12: Un informe molesto

Traducido por Akatsuki

Editado por Lugiia


—¿Hablaste con Al, padre?

—Mhm…

A juzgar por el tono de mi padre, me fue fácil interpretar que la conversación no terminó bien. ¿De verdad Al está perdidamente enamorado de esa mujer…?

Euphie, quien estaba sentada a mi lado, tenía una mirada de disgusto en su rostro. Después de pensarlo un momento, preguntó:

—Con respecto al príncipe Algard, ¿podría decirme cómo inició esta situación?

—Según el testimonio de Algard, el acoso dirigido hacia la señorita Cyan fue organizado por usted, señorita Euphilia.

—¿Eso dijo? Culparme de tal cosa…

—Mhm, tampoco pienso que usted sea capaz de algo así… Lo averiguaré yo mismo, pero me pregunto si toda esta situación es realmente un malentendido que se deriva de la advertencia de usted a la señorita Cyan.

—¿Qué sucedió con las señoritas involucradas?

—No pudimos cerciorarnos de todas las identidades de aquellas que participaron en el acoso. De todas las sospechosas que sabemos hasta ahora, la señorita Cyan no detalló su grado de participación. De hecho, tenemos algunos informes de terceros que describen diversos tipos de acoso, aquello hace que sea difícil determinar qué es cierto y qué no.

Todavía no podemos actuar con esos escasos fundamentos, pero todas decían que fueron ordenadas por Euphie… Eso es demasiado sospechoso.

Me percaté de que Euphie quería decir algo, pero se detuvo. Me miró con tristeza, esperando a que yo dijera lo que ella no podía debido a que esas palabras serían muy lamentables viniendo de ella.

Mensaje transmitido, Euphie.

—¿Tenemos pruebas de ello? Me refiero al acoso que sufrió la señorita Cyan —pregunté.

—Mhm, tenemos algunos objetos dañados y evidencia de que hubo personas conspirando, pero no son testigos confiables… También hubo informes de acoso físico, pero no estamos seguros si sus palabras son ciertas. Además, con la academia en un estado tan apremiante, se nos dificulta determinar la veracidad de cada informe.

—Creo que nos beneficiaría si pudiéramos trabajar con la academia, pero interferir demasiado con la investigación podría ponernos en contra…

La academia real está fuera del alcance de la mayoría de personas. Por lo tanto, la forma en que esta funciona se ve muy influenciada por los asuntos públicos. Sin embargo, aunque es difícil poder interferir, pueden ser fácilmente influenciados por nuestros asuntos.

Por mi parte, creo que la educación debería estar disponible para todos los estratos sociales. Pero, incluso si ese fuera el caso, la influencia de los estatus suele permanecer. Aun así, no creo que haya nada de malo en que los estudiantes puedan ir en contra de la corriente.

¿Podría ser que Euphie fue inculpada porque es la prestigiosa prometida de Algard? ¿O quizá, a Algard no le gusta Euphie? ¿Tal vez quieren derrocar a la familia Magneta a través de ella?

No quiero considerar la posibilidad, pero sería molesto si todas mis deducciones fueran ciertas. Tal vez es por eso que los rumores son tan problemáticos; hacen que la verdad sea difícil de encontrar. Ahh, que molesto…

—No tiene sentido que los estudiantes vayan a clases. Por lo general, suspendería las actividades para poder investigar a fondo, pero como hay estudiantes extranjeros, no puedo cancelar las clases sin una razón adecuada.

—Ellos vinieron a aprender, pero solo terminaran enredados de los asuntos de este reino. ¡Es completamente humillante!

—Cielos… Algard, realmente hiciste un lío…

Este problema sería mucho más fácil de resolver si no fuera por los estudiantes extranjeros. La academia real tiene por tradición aceptar estudiantes provenientes de otros países. Si dichos estudiantes no pudieran asistir a las clases, se armaría un alboroto para saber el motivo de ello. Si llegara a descubrirse, podrían incluso cancelar el compromiso real.

Toda esta situación me da dolor de cabeza. Al, trataré de no enojarme contigo ya que probablemente no sepas de lo que has provocado, pero… ¡¿en qué demonios estabas pensando?!

—Ahora que lo pienso, escuché que algunos nobles decidieron aliarse con la señorita Cyan. ¿Podría aclararme eso?

—Mmm…

—¿Es así de grave el asunto referente a ellos…?

—El hijo del comandante de la orden de caballeros, el hijo del director del ministerio de magia, y el hijo mayor de la familia de comerciantes más adinerada del reino…

—Debió ser estresante tratar con ellos. ¿Acaso están locos?

Conozco bien al hijo del comandante de la orden de caballeros. Siendo honesta, lo considero alguien cercano a pesar de lo problemática que puedo ser; usualmente me da unas palmaditas en la espalda por ser una princesa valiente. Sin embargo, no veo algún rasgo bueno que haya heredado de su padre.

No sé mucho de los otros… Probablemente tal vez ni siquiera me haya cruzado con ellos o algún conocido común. Pero, refiriéndonos al ministerio de magia, ¡ellos son mis enemigos! Son personas que suelen sonreír por fuera, pero en el fondo nos desprecian a todos.

Con eso en mente, chasqueé la lengua para mis adentros.

—No, no, espera… En primer lugar, ¿por qué personas tan importantes como ellos están involucrados? ¿No es extraño? —pregunté.

—Es por ello que no podemos ignorarlos. Sin embargo, no tenemos información suficiente para resolver este problema.

—¿Qué le sucedió a la señorita Cyan?

—Parece ser que, desde el incidente, se ha sentido enferma y ha decidido aislarse en su habitación.

Ya ha pasado un tiempo desde el incidente, así que encuentro esta enfermedad algo peculiar. Pero esa no es la razón del problema, ¿verdad?

Las familias que están involucradas son familias muy importantes en este país en la misma posición que los Magneta, o un poco menos. Juntos podríamos haber hecho un futuro brillante para el país, pero este incidente podría resonar en otras regiones.

Todavía no es de conocimiento público, pero una vez se dé a conocer que Euphie estuvo acompañándome todo este tiempo, naturalmente el incidente se esparcirá incluso a los plebeyos. Cuando eso suceda, no podremos evitar las consecuencias…

—¿Qué piensas acerca de todo esto, padre?

—Si esto fuera solo otro asunto de adulterio, me sentiría decepcionado, pero no creo que ese sea el caso. Hay algo más…

—¿Q-Qué quiere decir? —murmuró Euphie, ansiosa. Mi padre y yo nos miramos y soltamos un suspiro.

—Seré directa: puede que la señorita Cyan sea una espía enviada para derrocar este reino —respondí.

—Es posible que intenten deshacerse de la reina. En cuyo caso solo tendrían que tomar la siguiente línea en sucesión al trono para poder manipular la política libremente detrás de escena —añadió mi padre.

—No estaría tan segura… Aunque, me pregunto qué es lo que enseñan en la casa del barón Cyan.

—Tendré que hablar con el barón Cyan en persona. En cualquier caso, Anise y yo creemos que aún hay más cosas que desconocemos.

Hubiera sido bueno si tuviéramos algo. ¿Acaso es posible que la señorita Cyan sedujera a los hijos de las familias importantes sin un plan en mente? Tendría que ser toda una mujerzuela para lograrlo. Si yo fuera la reina, no dejaría que alguien como ella siguiera viviendo.

Incluso si fuera por la bondad de su corazón, manipular a todos requeriría mucho esfuerzo. Eso sin incluir a las personas necesarias para monitorear a cada uno de ellos. Si se calcularan los recursos necesarios, sería mejor asesinar a los hijos de cada familia importante.

Aún hay algo que quiero decirle a Euphie.

—Con todas estas variables estamos seguros que esta situación no es algo que pueda hacer Euphie. Además, si la señorita Cyan espiara en nombre de alguien más, todavía es una estudiante que asiste a clases como Euphie. Apenas deberían estar aprendiendo fundamentos, no practicándolos.

—De ahora en adelante, toda esta situación dependerá totalmente de los adultos, ya que es deber de los padres asumir la responsabilidad de las acciones de sus hijos. Anise, anunciaré tu derecho al trono en el próximo banquete. Sé que prefieres que no se haga público, al igual que yo; sin embargo, la situación ya no está bajo nuestro control.

—Entiendo… En el peor de los casos, debemos estar preparados antes de que empeore, padre.

Hasta ahora, Algard era el único sucesor al trono. Esperaba que siguiera así, pero desde que inició este incidente, me vi obligada a reclamar el trono.

No importa cuánto poder tuviera Algard como el príncipe heredero, si le daba mal uso, su gente exigiría que alguien más ocupara su lugar. Algo que precisamente provocó.

Esto es deprimente. Los lazos que nos unen siempre me parecieron fríos. Ya no quiero sentir esa frialdad en mi corazón.

—Sería bueno que apareciera un nuevo testigo y pudiera poner fin a todo esto.

—Tienes toda la razón…

Había una amarga tristeza en la voz de mi padre mientras dejaba escapar un largo y cansado suspiro. Ver aquello demostraba lo cansado que era el mundo.

♦ ♦ ♦

Luego de que mi padre iniciara con los preparativos, traté de volver a mi investigación habitual. Ya que aún no tengo interés en heredar el trono, me pregunto si debería trabajar en mi apelación.

Sin embargo, olvidé que, por lo general, se realizan banquetes para temas importantes, y en una celebración de la realeza hay bailes de gala y demostración de etiqueta. Toda mi vida evité a toda costa tener un debut en la sociedad, así que nunca me molesté en aprender los pasos de baile o en memorizar alguna etiqueta.

En el instante en que Illya anunció con arrogancia que el banquete se realizaría pronto, me di cuenta de que tendría que aprender todo muy rápido, sin mencionar que mi padre me ordenó que estuviera preparada.

—Como no queda tiempo hasta el día del banquete, su tiempo en investigación será reemplazado por clases de baile y etiqueta.

—¡¿Qué?!

—Además, el rey ha decretado que no puede vetar estas lecciones. Mis disculpas.

—¡¿Me están obligando?! ¡Esto es opresión! ¡Tengo derecho a ser libre!

—Por favor, resígnese. Ahora, tomaremos sus medidas para su nuevo vestido.

—No, no… ¡¡Nooo!!

¡No quiero un nuevo vestido! ¡No quiero que me tomen las medidas otra vez! ¡Sé que mi cuerpo no ha cambiado desde la última vez! ¡Puedo usar mis anteriores vestidos!

—Se anunciará su regreso a la línea de sucesión por el trono. Por lo tanto, debe estar vestida para la ocasión.

—¡Solo quieres hacerme un nuevo vestido! ¡Lo sé! ¡Te conozco perfectamente!

—No puedo desaprovechar una oportunidad como esta. Usted es egoísta en estas pequeñeces, así que, ¿por qué no me deja ser egoísta una vez, princesa?

Decirlo así es injusto… Además, aunque me dice que no sea egoísta, ella es quien intenta serlo. Traté de ignorarla, pero me sentí como si acabara de golpear el meñique.

Pensar en desobedecer las órdenes de Illya solo causaba un dolor en el pecho. Quería creer que nada malo sucedería si Al heredara el trono, pero sin alguien que lo guíe, no tengo esperanzas de que sea así.

Al final, a pesar de mi resistencia, no tuve más remedio que dejarme caer en la voluntad de Illya. Mi usual comportamiento era suficiente para sobrevivir en el banquete, pero me ordenaron estrictamente mejorarlos. Solo quiero estar en casa.

Ella también me preguntó si tenía alguna preferencia en la tela o algún estilo en particular para el vestido. Yo no tenía interés, así que se lo dejé a su elección, pero cuando sugirió un vestido lleno de volantes rápidamente sacudí la cabeza en señal de negación.

—Si es posible, mantenlo simple. ¡Nada llamativo o revelador, pero que a la vez la familia real no sienta vergüenza!

En varias ocasiones me dijeron que tengo un rostro de bebé, así que también preferiría no parecer más joven que mi edad actual.

Lo más agotador de todo fue la práctica de baile. Aunque me las arreglé para lograr la mayor parte de lo que me pidieron, si tengo que ser honesta, soy una terrible bailarina. “La princesa es tan mala como los demás”, decía Illya cada vez que me obligaba a repetir.

—¡No quiero bailar…!

Aprender las etiquetas me parecía bien, pero ¡¿bailar?! Absolutamente no. No quiero verme bailando con alguien. Ni siquiera pienso en dejar tocarme, y mucho menos en tener que fingir una sonrisa mientras bailo…

¡¿Por qué todos mis compañeros son hombres?! Cada vez que veo o escucho a uno de ellos cerca siento un escalofrío recorrer mi cuerpo. ¡Ugh, odio eso! ¡Realmente lo odio! ¡No quiero atraer a ningún hombre!

—¿Realmente odia esto…?

—¡Lo odio!

Al final, Euphie terminó siendo mi pareja de baile. Era una buena compañera, incluso tenía excelentes habilidades en etiqueta y baile. Además, parece que, cuando Illya le pidió que me ayudara con las clases de baile, ella estaba más que feliz de ayudarme.

En comparación con Illya. Euphie era mucho más indulgente. Sin embargo, independientemente de quien sea mi mentor…

Odio, absolutamente, aprender, a, bailar, para, los, hombres.

—¿Por qué odia tanto a los hombres?

—Te diré el por qué, algún día…

Para ser honesta, tampoco estoy muy segura del por qué. Aunque podría enumerar un montón de pequeñas razones como, por ejemplo, una expectativa autoimpuesta para una princesa que heredara el trono, o que no me gusta ser ridiculizada por mi falta de talento en la magia. Podría deberse tal vez a mi vida pasada, allí suelen casarse por amor, pero aquí se espera que la nobleza se case por deber a su familia…

Apenas puedo recordar algo de mi vida pasada, lo único que estoy segura de que allí también me gustaba la magia. Si hubiera podido usarla, podría haber hecho cualquier cosa. Sin embargo, a pesar de que vivía en una civilización tecnológicamente avanzada, yo era solo una persona común que divagaba por el sendero de la vida. Puedo recordar claramente el país de Japón y las etiquetas sociales, pero no puedo recordar con claridad lo demás.

¿Quizás tuve una mala experiencia con los hombres allí? Varias veces me dije a mi misma que no tenía sentido entender algo que no podía recordar, pero tampoco podía evitar sentirme un poco frustrada por no saberlo.

Bueno, si tuviera que decir una razón más coherente por la que odio a los hombres, sería que con todos los hombres que traté siempre he sido menospreciada.

—Oh, querida, ¿cómo podría una princesa, de entre todas las personas, aparecer en el campo de batalla?

—Qué linda, gracias por sus esfuerzos en aprender magia a pesar de que no cuenta con la capacidad para usarla.

—Cielos, si tan solo fuera más femenina, podría haberla protegido…

Me irrita recordar todas esas cosas. Puedo estar en una batalla y estar protegida, y también puedo estudiar con libertad. ¡No es culpa mía que no tenga aptitud para la magia…!

—Señorita Anise, no haga esas expresiones.

—Uh, huh…

—Por favor, no me dé una respuesta tan vacía… Ah, tomemos un descanso.

—Uh, huh…

—¡Oye!

Euphie se enojó conmigo. No podía evitarlo, hacer cosas que no me gusta me pone apática.

Aún no pienso casarme. Aunque podría tomarme de la mano con mi pareja… no puedo pasar de eso. No me gusta que me miren por ser mujer, o que me deseen por serlo. Ser el blanco de sus miradas es suficiente para hacerme sentir disgustada. Sigo preguntándome porque soy tan mala en esto, pero nada me viene a la mente.

Odio esto, lo odio demasiado. Soy un fracaso como mujer.

—Si tan solo hubiera nacido hombre~

—¿Quiere ser un hombre, señorita Anise?

—Nah, lo odiaría, pero no puedo evitar preguntarme si mi vida habría sido diferente si hubiera nacido siendo hombre.

No tiene sentido pensar en ello, pero igual no me gustaría que eso sucediera.

—Si la señorita Anise hubiese sido un hombre… ¿Habría sido usted quien se comprometiera conmigo? —preguntó Euphie riéndose de mí.

No pude evitar reírme de su comentario. No creo que hubiera sido así si hubiese nacido hombre. Después de todo, Euphie y yo nos conocimos debido a Al.

¿Cómo se sentiría Euphie si fuera así? ¿Seguiría a su lado mientras se preparaba para convertirse en la reina? Luego de meditarlo un poco, concluí: no.

—Si yo fuera hombre, no creo que nos llevaríamos al igual que ahora. Nos llevamos bien porque encajamos perfectamente. Además, no existe tal cosa como el “Qué pasaría sí…”. Aunque suena interesante pensar en ello.

—Entonces, en otras palabras… ¿Es porque la señorita Anise es la señorita Anise?

—¿Supongo?

No tengo claro lo que significa “ser uno mismo”. Aunque, últimamente, he comenzado a pensar en mí como si fuera alguien más.

Me pregunto si debería continuar trabajando en mi baile. Aún no está al nivel que se espera de la nobleza. Aunque estoy harta, supongo que es mejor seguir aprendiendo a recibir miradas extrañas durante el banquete. Sin embargo, si no puedo hacerlo, allí me detendré.

—¿Deberíamos continuar con las lecciones? —preguntó Euphie.

—Bueno, si eso es así, ¿me permite esta pieza?

—Debería ser yo quien le diga eso.

De pie ante Euphie, le extendí la mano. Y con una sonrisa, colocó su mano sobre la mía. Aunque admitió no estar acostumbrada a este tipo de baile, continuamos practicando.

Con los días pasando, Illya me ayudó a refinar mi etiqueta oxidada, y Euphie finalmente quedó satisfecha con mi baile.

Eventualmente recibí la carta de mi padre invitándonos a asistir al banquete. En la misma estaba la fecha del banquete, y que también volvería a reclamar mi derecho al trono.

—Finalmente lo han escrito. Esto apesta… —dije con un suspiro.

—Creo que tuvimos una lección con respecto a no decir tales palabras, princesa.

—¡A quién le importa! ¡Ya no quiero seguir con esto! ¡No puedes detenerme!

—Ese es mi trabajo —declaró Illya en su habitual tono despreocupado. Ugh, eres exasperante. Después de todo, siempre me has humillado. ¡No te perdonare!

—Ugh, ¿podrías dejar pasar este banquete…?

—Me es imposible. Estoy obligada a llevarle, incluso si decide no hacerlo…

—¡¿Por qué este mundo es tan irrazonable?!

Colapsé sobre mi escritorio, resignándome ante un futuro que no quería.

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