La revolución mágica de la princesa reencarnada – Epílogo (2)

Traducido por Akatsuki

Editado por Lugiia


♦ ♦ ♦

Una vez fijada la fecha del banquete para celebrar que había matado al dragón, el tiempo pasó volando a un ritmo acelerado. En cuanto me sentí mejor, tuve que tomarme las medidas para un vestido nuevo, y empecé a repasar mi etiqueta y mi baile. No lo había hecho desde niña, por lo que sentía que la cabeza me iba a estallar al intentar memorizar todo lo que había descuidado.

Viví con miedo de Euphie e Ilia, quienes estaban al cargo de mi educación. En una ocasión me harté de tanto repaso e intenté huir, pero ambas me capturaron de inmediato. Después de eso, fui vigilada en todo momento, por lo que tuve que renunciar a cualquier intento de fuga.

En un abrir y cerrar de ojos, el día del banquete estaba sobre nosotros, y yo me encontraba completamente exhausta incluso antes de que comenzara el evento. El vestido que me obligaron a usar solo me hizo sentir peor; era tan pesado que mis hombros se sentían rígidos y entumecidos.

Había sido una tarea urgente, pero Ilia había estado trabajando en ello con la suposición de que algún día yo necesitaría un buen vestido para las ocasiones formales. Como siempre, era una doncella fantástica, pero nunca la perdonaría por esto. ¿Cuándo fue que empezó a diseñar esta cosa…?

El vestido era un atuendo perfecto para una princesa de la realeza que asistía a un banquete. Si no hubiese sido yo quien tenía que usarlo, lo habría elogiado fácilmente como una obra de arte.

Sus tonos de rosa suave estaban decorados con volantes blancos, y el bordado estampado era sencillamente espléndido, mientras que las joyas ornamentadas incrustadas en él lo complementaban a la perfección.

Era difícil creer que era yo mirándome en el espejo. Aun con todo este maquillaje, tenía que admitir que era hermosa. Sin embargo, cuanto más miraba mi propia figura, más me hundía en mi depresión.

—¿Cuánto tiempo piensas revolcarte en tu miseria?

—Padre.

Mientras estaba ocupada observando el espejo, mi padre entró a la habitación junto a Ilia. Mi ropa y maquillaje estaban completos, así que estaba lista para irme. Mi padre había dicho algo acerca de que entraríamos juntos al salón. Por lo tanto, el banque probablemente ya había comenzado…

Dejé escapar un largo suspiro cuando mi padre me miró fijamente. Sus hombros se hundieron mientras él también exhalaba un suspiro de cansancio. Parecía decepcionado.

—Por favor, solo trata de mantener la boca cerrada y compórtate como una princesa de la realeza…

—¡Métete en tus propios asuntos! ¡Nunca me he considerado una princesa! —exclamé, frustrada.

Mi padre arqueó su mirada.

—Anis… Ahora no es el momento de tales comentarios.

—Muy bien, padre…

Respire profundamente por enésima vez, lo que pareció haber activado mi interruptor mental.

Luché para calmar mis emociones y tener un panorama de la situación desde una perspectiva externa, apartándome de mí misma y separando mi mente de mi corazón.

Con una ligera sonrisa, me incliné ante mi padre. Él me regresó la mirada extrañado, como si acabara de ver un fantasma. Por lo general, habría hecho un puchero en respuesta, pero mantuve mi sonrisa mientras tomaba su mano.

—Deberías tener cuidado de no dejar que tus súbditos te vean haciendo esa cara, padre.

—No importa cuantas veces lo vea, siempre me sorprende que puedas cambiar tu comportamiento tan rápido —dijo mi padre, realmente impresionado.

—Me siento honrada —respondí, inclinando la cabeza con una leve sonrisa.

Este era mi modo princesa, el cual empleaba cada vez que tenía que actuar como miembro de la realeza. Sin importar lo que me dijeran, sonreía suavemente y respondía con perfecta tranquilidad. Esta personalidad nunca dejaba de hacer que mi padre se sintiera muy incómodo.

—¿Nos vamos? Gracias por escoltarme, padre.

—Hmm…

—Nos vamos, Ilia.

—Sí, Su Alteza. Cuídense.

Cuando Ilia nos despidió, entré al salón del banquete acompañada de mi padre. Los nobles que habían llegado antes estaban ocupados, conversando entre ellos.

Los banquetes eran considerados una especie de reunión social para la nobleza. Asistir era algo necesario para poder mantener la información en circulación.

¿Cuántos de ellos estarán realmente felices de que haya sido yo quien derrotó al dragón?

—¡Salve a Su Majestad, el rey Orphans, y a Su Alteza, la princesa Anisphia!

Nuestra llegada fue anunciada cuando ingresamos al salón. Estiré la espalda para erguirme junto a mi digno padre.

En primer lugar, mi padre tenía que dirigirse a la multitud, por lo que se dirigió al escenario que había sido preparado para tales discursos antes de mirar a los nobles del salón.

—Gracias a todos por acompañarnos esta noche. Por favor, pónganse cómodos, ya que esta noche se trata de una celebración. Los he convocado aquí después del reciente ataque del dragón, el cual fue derrotado a manos de mi rebelde hija, Anisphia.

Con la presentación de mi padre, hice una reverencia como se espera de una princesa.

—Anisphia ha logrado una gran hazaña, pero ella no está libre de culpa al haber actuado bajo su criterio. Sin embargo, esto no basta para contrarrestar semejante logro. Como tal, he decidido que debe ser merecedora de una recompensa adecuada. Por otro lado, mi hija no fue la única que se enfrentó al dragón. ¡Por favor, demos la bienvenida a mi leal servidor, el duque Magenta, y a su hija, Euphyllia!

El duque Grantz y Euphie hicieron una reverencia antes de unirse a nosotros en el escenario. El duque estaba vestido con un extravagante vestido ceremonial, mucho más ornamentado que su atuendo habitual.

Y luego, estaba Euphie. Su cabello de un blanco platinado estaba recogido en un moño y llevaba un vestido de un degradado de tonos azules. Su belleza indiscutible era similar a las joyas que portaba.

—Mi leal vasalla, Euphyllia, hija del Duque Grantz. Estoy realmente agradecido de que haya acompañado a mi descarriada hija y haya participado la derrota del dragón que amenazó a nuestras tierras.

—Me siento honrada, Su Majestad. Puede que sea una mujer joven, pero estoy lista para estar en el campo de batalla cuando el reino corra peligro. Debo agradecerle por otorgar este honor a pesar de mis errores y por nombrarme la asistente de Su Alteza, la princesa Anisphia. Le debo este honor a ella, a su maravillosa hija —dijo Euphie con una reverencia.

Por lo general, me sentiría increíblemente avergonzada de que alguien hablara de mí de esta manera, pero luché por mantener oculta mis emociones.

—Hmm. Le he causado una buena cantidad de problemas, Euphyllia. Mi intención aquí no es tratar de hacer las paces, pero espero que continúe mostrando su lealtad al lado de mi rebelde hija.

—Como lo desee, Su Majestad.

—La ha criado bien, Grantz. Espero seguir contando con su continuo apoyo.

—Mi lealtad estará siempre al servicio del reino, y al suyo, Su Majestad.

Tanto Euphie como el duque Magenta le mostraron una perfecta reverencia. Mi padre asintió, y luego me miró. Ante esta señal, me giré completamente hacia él.

—Anisphia. Su logro esta vez es nada menos que magnífico, pero ha descuidado sus deberes como miembro de esta casa real. Lamento no poder alabarle sin reservas. De ahora en adelante, por favor, compórtese de una manera más acorde con su posición.

—Haré todo lo posible para estar a la altura de la sangre real que corre por mis venas.

—Confío en que sus palabras sean ciertas. Una vez más, ha hecho un gran servicio al reino, Anisphia. Como lo solicitó, la magicita del dragón es suya. Y, aunque no se le permita tener todos los restos del dragón, recibirá una parte.

¡Sííí!

Me alegré en el fondo de mi corazón, tratando de no mostrar mi alegría al exterior. ¡Ahora el cristal de magicita del dragón era mío!

¡Wow, estoy tan feliz! ¡Todo ese esfuerzo valió la pena!

Mi padre me miró nuevamente, antes de regresar su mirada a los invitados.

—Como sabemos, la investigación de la magicología de Anisphia fue de gran ayuda para resolver esta gran crisis. Espero que continúe trabajando en beneficio del reino. ¿Euphyllia?

—¿Sí, Su Majestad?

—Una vez más, me gustaría pedirle que continúe apoyando a Anisphia.

—Comprendo. Me gustaría ayudar a Su Alteza a forjar un camino justo.

—Hmm. Anisphia, el camino que tiene por delante, aún es desconocido. Asegúrese de no equivocarse.

—Lo tendré en mente.

—¡Muy bien! En ese caso, ¡escúchenme todos! ¡Hoy celebramos haber evitado esta gran crisis! ¡Espero que disfruten de este banquete!

Al terminar su discurso, los invitados continuaron con la celebración, interactuando con los demás. Tan pronto como nos unimos a ellos, varios nobles se acercaron a saludar. Euphie, el duque Grantz y mi padre fueron igualmente rodeados por nobles.

¡Ah, odio esto! ¡Odio tener que socializar!

Me obligué a intercambiar cumplidos con una amplia sonrisa, preguntándome en cada intercambio si su agradecimiento era sincero.

—Su Alteza, la princesa Anisphia. Felicitaciones por su destacada actuación.

—Gracias. Me temo que sus elogios son demasiados para mí.

—En absoluto. Permítame insistirle, Su alteza.

—Gracias por sus amables palabras.

Con una máscara sonriente, le hice frente cada uno de los nobles que venían a ofrecer sus cumplidos. Sin embargo, no todos estaban dispuestos a mantener una conversación prolongada. Solo eran Euphie y mi padre quienes mantenían una conversación con los invitados. Ambos parecían haber estado disfrutando de su charla.

Por lo general, no asistía a estas reuniones, así que todo el mundo me consideraba una persona excéntrica. No tenía historias interesantes para contar, y estoy segura de que a algunos invitados no les agradaba mucho el hecho de que fuera técnicamente parte de la familia real.

Dudaba de que muchos de ellos creyeran que había cambiado de opinión y quería ser parte de la realeza. Después de todo, lo hecho, hecho estaba. El mejor curso de acción que tomar era mantener un perfil bajo, al menos hasta que la situación con Allie estuviera bajo control.

—Saludos, princesa Anisphia. Parece que se está divirtiendo.

—Sí, gracias… Oh, ¿es el comandante Sprout, de la Guardia Real?

Me quedé observando a la persona que me había llamado. Por un momento, la máscara que había ocultado mis emociones había desaparecido.

—Ha pasado un tiempo. Me alegra ver que lo está haciendo bien —dijo el comandante.

—Es un placer hablar con el honorable comandante de la Guardía Real —respondí.

La defensa y protección del Reino de Palettia, y sus alrededores, se le había sido confiado a la prestigiosa Guardia Real. De entre todas las órdenes de caballeros, solo los guerreros de élite eran seleccionados para unirse a sus filas.

El nombre de su comandante era Matthew Sprout, y además de liderar la Guardia Real, también tenía el título de conde. Fue él quien me enseñó a pelear y usar artes marciales.

El comandante era un hombre de buenos modales, de cabello verde oscuro y ojos verde pálido. Su constitución era de un guerrero bien entrenado. La mayor parte del tiempo, había un aura de gentileza sobre él, pero en el campo de batalla, era a la vez un líder tranquilo y un guerrero valiente.

Debido a su suave porte y a sus habilidades como caballero, era blanco frecuente de los afectos de las diversas damas de honor que trabajaban en el palacio real, a pesar de estar casado. Incluso ahora, podía sentir las miradas abrasadoras de las damas que lo observaban desde la distancia.

—Es tan popular como siempre, por lo que veo —comenté—. Qué envidia.

—¿Se está burlando de mí, princesa Anisphia? Observando de cerca, hoy luce muy hermosa y elegante, ¿verdad? —respondió el Comandante Sprout, sin cambiar su sonrisa.

Ante su comentario, sentí que la energía se me escapaba de los hombros.

—Escuché sobre su hazaña en el campo de batalla. Debo decir que me gustaría hablar con usted sobre el hecho de actuar sola, pero sus esfuerzos han reducido al mínimo las bajas entre los caballeros. Creo que le debo mi agradecimiento.

—En absoluto. Escuché que la situación era tan grave que incluso se habló de enviar a la Guardia Real. Estoy aliviada de que los caballeros que respondieron a la estampida no hayan sufrido daños graves.

—Recibí una carta de ellos, por cierto. Me pidieron transmitirle su gratitud.

—Entiendo. Por favor, trasmítales que seguiré dando lo mejor de mí.

—Así será… Entonces, ¿cómo fue luchar contra un dragón legendario…? —preguntó el comandante yendo al grano mientras mantenía su sonrisa inquebrantable.

Enderecé mi espalda para mirarlo fijamente.

—Me alegra haber ido. Los caballeros comunes habrían estado fuera de su elemento, si me pregunta.

—¿Era fuerte?

—Fue el oponente más duro al que me he enfrentado. Me alegro haber terminado mi escoba de bruja a tiempo.

—Ah, ya veo. Debe haber sido bastante útil. Le ayudó a llegar rápido a la batalla y pudo hacerle frente al dragón en el aire. —El comandante asintió, manteniendo su mirada profunda—. Sus herramientas son realmente asombrosas, princesa Anisphia… ¿Tiene algún problema con producirlas en masa?

Mi máscara se rompió al escuchar eso, por lo que mi sonrisa se volvió amarga.

—Gracias por sus palabras… Pero no soy digna de sus elogios, dada la situación en ese aspecto.

—Me temo que no le sigo… Aunque simpatizo con su situación.

El comandante fue de gran ayuda en el desarrollo de mi hoja de maná y en asegurarse de que pudieran distribuirse entre las sirvientas del palacio para su defensa personal.

Él entendía el valor de mis herramientas mágicas y quería usarlas como equipamiento oficial para los caballeros. También, tenía un buen conocimiento sobre política y, por supuesto, como líder de la Guardia Real, sabía claramente cuando no debía traspasar sus límites.

—Estoy seguro de que le causó a Su Majestad una buena cantidad de problemas.

—Por favor, continúe apoyando a mi padre.

—¿Oh? No esperaba escuchar eso de usted. En ese caso, ¿consideraría dedicar un poco más de su atención a las reuniones sociales en el futuro? —preguntó con una sonrisa forzada.

El comandante Sprout tenía más o menos la misma edad que mi padre, y también era buen amigo suyo. Si no fuera por ello, su recomendación me habría afectado mucho más, estoy segura.

—Y existe otro asunto que debo mencionar… Debo disculparme por lo que pasó con la señorita Euphyllia. No hay palabras adecuadas para expresarlo, pero me gustaría que acepte mis más sinceras disculpas. —Inclinó su cabeza; su tono de voz se había vuelto inusualmente serio.

—Ah… ¿Se refiere a Navre? Me compadezco por su parte, también.

El hijo del comandante había participado en la operación de ruptura del compromiso de Euphie.

Escuché que el comandante también era un buen amigo del duque Grantz, por lo que debió sentirse conmocionado al escuchar del incidente, Ciertamente, era muy buena persona.

—No hay necesidad de disculparse, comandante Sprout. Además, también fue una buena oportunidad para mí: la ayuda de Euphie fue esencial para derrotar al dragón. Si me permite decirlo, es por ese incidente que estamos aquí hoy. Así que todo resultó bien. Por favor, no se preocupe por ello.

—Gracias por decir eso… Hmm, esta conversación se desvía de las convencionales en un banquete, ¿cierto?

—No me importa en absoluto.

—Eso es todo lo que quería decir, así que gracias de nuevo… Ah, una cosa más, princesa Anisphia. Como comandante de la Guardia Real, no puedo elogiar abiertamente sus acciones, pero estoy realmente agradecido de que esté cuidando del reino.

El comandante me miró a los ojos y luego se inclinó. De repente, me encontré mirando finamente su cabeza inclinada.

Después de un breve momento, volvió a mirarme con cierta expresión curiosa antes de continuar.

—Si no fuera por usted, muchas vidas se habrían perdido. A pesar de las circunstancias, espero sinceramente que algún día asuma un papel más relevante.

—Tiene una opinión demasiado buena de mí, comandante Sprout…

—Le deseo lo mejor en sus futuros proyectos, grandes o pequeños. No seguiré tomando más de su tiempo.

—Gracias de nuevo.

El comandante se despidió con una cálida y amistosa sonrisa. Mientras lo veía irse, dejé escapar un profundo suspiro. Todavía estaba desconcertada por la conversación que acabamos de tener.

Qué sorpresa… El comandante Sprout realmente estaba felicitándome…

Me alegra saber que pensaba bien de mí, pero aun así me era difícil aceptarlo.

Mientras tanto, me di cuenta de que la música había cambiado a ritmo de baile. Antes de darme cuenta, los hijos de varios nobles me estaban solicitando bailar en el centro del salón.

Adopté una sonrisa apropiada e intenté por todos los medios que no se notara mi agotamiento. Si diera un paso en falso, sería el hazmerreír de la fiesta.

Euphie e Ilia me habían dado lecciones especiales. No obstante, siendo honesta, toda la experiencia que obtuve fue nada más que traumática. Tenía que practicar todo nuevamente para no olvidarlo…

Después de bailar con un par, empecé a sentirme cansada.

¿Quizás debería ir al balcón antes de que me inviten a bailar de nuevo…?

Me alejé rápidamente, con la música continuando a mi espalda. Por suerte, nadie parecía seguirme. Tras asegurarme de que estaba sola, accioné el interruptor de mi mente y dejé caer mi máscara de princesa. Aquel acto supuso un enorme alivio.

—No soy buena para este tipo de eventos…

Como era de la realeza, mi aversión a los grandes festejos era un grave problema, pero era lo que había. Siempre me habían considerado alguien extraña, y no estaba muy lejos de que me contemplaran como excéntrica. Las miradas que me dirigían eran indagadoras, siempre despiadadas.

Solo quería usar magia; eso era todo. En el momento en que supe que la magia existía, no pude dejar de soñar. Así que, si no podía usar magia de la manera tradicional, solamente tendría que buscar una manera para hacerlo. Necesitaba magia, incluso si eso significaba romper todas las reglas. Si pudiera usarla, podría traer sonrisas a las personas. Y entonces, podría obtener mi propia felicidad. Si pudiera hacerlo, todos seríamos felices.

—Desearía que fuera así de fácil…

La realidad era cruel. Lo que había creado no estaba ni cerca a la real, pero al menos podía llamarlo magia. El problema era que mi magia requería romper muchos de los principios que la gente había dado por sentado, por lo que nunca podría ser verdaderamente aceptada. En algún momento, había renunciado a estudiar magicología para ayudar a los demás. Había empezado a pensar que si podía hacer algo para mí, también sería útil para los demás.

Solo un número reducido de personas realmente me entendían. En aquel momento, pensé que, tal vez, a ellos sí podría ayudarlos. Por lo tanto, me había retirado a una villa en un palacio separado. Por supuesto, hubo personas que apreciaban mis inventos, como el comandante de la Guardia Real. Realmente eran pocos los que en este país estaban dispuestos a aceptar mis ideas.

—Desearía poder estudiar libremente…

—¡Ah, señorita Anis! ¡Aquí está!

—¡Wow!

Gire rápidamente ante el sonido de la voz que provenía a mis espaldas. Se trataba de Euphie. Ambas nos apoyamos en el balcón, observando el banquete que continuaba a buen ritmo.

—¿Está tomando un descanso?

—No puedo hacer esto; no soy buena en reuniones sociales. Nunca me han gustado. De todas formas, ¿disfrutaste el banquete, Euphie?

Euphie levantó sus cejas con ligera sorpresa ante esta pregunta. Me dedicó una vaga sonrisa, como si no supiera cómo responder. Luego, bajando su mirada, murmuró:

—Soy patética… Actué como si supiera lo que estaba haciendo durante sus lecciones, pero cuando la mano de un hombre toca la mía, ya ni siquiera puedo respirar…

Así que era eso. Ella aún estaba traumatizada por lo que sucedió con Allie. Solo ha pasado un corto periodo de tiempo desde lo ocurrido, pero la herida aún parecía dolerle. No es de extrañar que encontrara doloroso bailar con otros hombres.

De repente, me di cuenta de que estaba sujetando sus brazos, tratando de ocultar el hecho de que estaba temblando ligeramente.

Extendí mi mano para tomar la suya.

—¿Bailamos, Euphie?

—¿Huh? ¿Señorita Anis?

Durante mis lecciones, Euphie había hecho el papel de acompañante masculino; eso me demostró que era capaz de bailar perfectamente. Aun así, no sería apropiado que dos mujeres jóvenes bailaran juntas en público. Debió haber sido por ello que se veía tan perpleja por mi invitación.

De igual manera, mantuve su mano.

—No hay mucha gente en esta zona, y mucho menos alguien que nos lo reproche. Y sé que te gusta bailar. Así que sería un desperdicio no hacerlo.

—¿De verdad…?

Euphie me mostró una pequeña sonrisa, luego aceptó. Una vez que estuvo lista, comencé a tomar la iniciativa.

Bailamos juntas en perfecta armonía, tal como ella me había enseñado, aunque nuestros roles se habían invertido. Pensando en lo extraño que era, no pude evitar sonreír, y Euphie me devolvió la sonrisa.

Bailamos en el balcón, lejos del glamour de la fiesta. No podía evitar sonreír cuando consideré lo sorprendente que debería ser esto para cualquiera que nos esté observando. No estaba segura de si Euphie sentía lo mismo, pero dejó escapar un suave murmullo:

—Debemos parecer absurdas bailando juntas…

—Todo lo que importa es que nos estamos divirtiendo. ¿verdad?

—Si nuestros padres pudieran vernos, estarían horrorizados.

—¡Hay que ignorarlos! ¡¿De qué sirve bailar si no lo disfrutas?!

Seguimos los pasos de baile mientras dábamos vueltas. En ese momento, la música se detuvo y hubo un breve silencio antes de que comenzara la siguiente canción. Pero Euphie no me soltó. Nuestras miradas se encontraron, y nuestras manos seguían entrelazadas. Sus ojos me miraron fijamente.

—A veces, me pregunto qué hubiera sucedido si no me hubiera llevado ese día… Habría llorado, me habría doblegado, habría odiado todo… Estoy segura de que  me habría roto por dentro…

—Sí…

—Pero me salvó de todo eso; es un hecho que ahora puedo decirlo. Estoy tan feliz, señorita Anis. Muchas gracias por darme una oportunidad después de haber fallado en todo lo demás.

—Sí.

—Estoy segura de que seguirá matando dragones y haciendo otras cosas ridículas. Y sé que no es buena con los eventos sociales, así que le ayudaré a superar sus debilidades.

—Euphie…

De la nada, la luna brilló a través de una brecha formada entre las nubes, iluminando su rostro mientras me miraba fijamente a los ojos. Su cabello blanco platinado, brillando a la luz de la luna, se sacudió ligeramente con la brisa nocturna.

—Usted es muy importante para mí. No puedo apartar la mirada. Quiero quedarme con usted —dijo Euphie con una sonrisa mientras entrelazaba sus dedos con los míos.

Su sonrisa era fascinante. No podía apartar la mirada.

Mi magia existía para hacer sonreír a las personas… Si lograba tal objetivo, el sueño de mi infancia se haría realidad. A medida que crecía, ese sueño se había vuelto distante y vacío.

No podía llegar tan lejos por mí misma, así que me juré no soltar esa mano que estaba unida a la mía. Esta era la felicidad que siempre había querido. Este sentimiento era como un fuego reconfortante en mi pecho.

Cuando esta aburrida fiesta terminara, tendríamos más tiempo. Era hora de descubrir lo que aún no entendíamos. Todavía existían lugares por descubrir, nuevas creaciones para dar forma.

Y… quería disfrutar la vida en este mundo.

Estaba tomando de la mano a alguien que realmente me importaba. El tipo de usuario de magia que siempre había querido ser. Era perfecta, mi ideal de toda la vida, y ahora sostenía mi mano. Me había aceptado. Me había dicho que mi magia no tenía nada de malo.

Sentí como si me perdonaran, como si pudiera seguir este camino. Siempre había mostrado una expresión valiente y actuado como si no necesitara la aprobación de nadie. Estaba acostumbrada a caminar sola a pesar del rechazo.

Pero tal vez, solo tal vez, con Euphie a mi lado, podría lograr todas esas cosas que no había sido capaz de hacer por mí misma. Tal vez, ya no necesitaría sofocar las pasiones de mi corazón.

Me avergonzaba reconocer estos sentimientos inciertos y sacudí la cabeza tratando de disiparlos. Luego, le dediqué a mi compañera una sonrisa sincera.

—¡No me dejes, Euphie! ¡Todavía hay mucho más por hacer!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido