La revolución mágica de la princesa reencarnada – Prólogo (1)

Traducido por Akatsuki

Editado por Lugiia


Contuve la respiración; tenía que pasar desapercibida de ahora en adelante. Si alguien me encontraba, mi plan fracasaría. Ante ello, mi corazón estaba latiendo con fuerza en mi pecho.

Estaba escondida en uno de los pasillos del palacio real. Acababa de escapar de mi habitación y estaba en camino a mi destino. Si permitía que alguien se encontrara conmigo, sin duda me llevarían de regreso; debo tener mucho cuidado.

Mi pulso estaba acelerado por la tensión del momento, pero me apoyé contra la pared, mirando desde una esquina del pasillo con un espejo de mano que traje conmigo.

Después de confirmar que no había nadie, me acerqué rápida y silenciosamente a la puerta, toqué la puerta con suavidad para que nadie más que la persona que estaba adentro me escuchara.

—¿Quién está ahí…?

Mis labios formaron una sonrisa cuando escuché su voz. Abrí la puerta, entré rápidamente y le sonreí al pequeño que estaba dentro de la habitación.

—¡Vamos a jugar! —exclamé.

El pequeño me miró con los ojos muy abiertos y suspiró.

—¿De nuevo? Nos meteremos en problemas, ¿sabes? —dijo mientras fruncía el ceño.

Ignoré su advertencia y me dirigí al centro de la habitación.

—¡De todos modos, siempre nos regañan! Además, pensé en un nuevo experimento, ¡y necesito de tu ayuda!

—¿Otro…? ¿Estás segura de que todo estará bien esta vez? —El niño me miró con algo de sospecha, sin saber cómo responder.

Pero no podía retroceder ahora. Asentí con confianza antes de continuar:

—¡Por supuesto! ¡Esta vez, será un éxito seguro! ¡De hecho, apuesto a que todos nuestros fracasos nos han llevado a este momento!

—¿En serio…? —respondió, desconcertado.

No pareció encontrar agradable mi respuesta, pero parecía bastante resignado a su destino.

Le estiré mi mano.

—¡Vamos, Allie!

Fue un sueño tan nostálgico…

♦ ♦ ♦

—¿Un… sueño?

Al despertar, mis ojos tardaron un momento en adaptarse a la luz. En mi estado medio consciente, solo podía recordar vagamente lo que había sucedido en el sueño.

Fue un recuerdo nostálgico, de una época antes de que Allie y yo nos distanciáramos. Había aprovechado un descanso de mis estudios para escabullirme en su habitación y hacer algo divertido con él.

¿Por qué estoy pensando en ello ahora…?

Mientras reflexionaba sobre lo extraño que era, me senté, estiré mi cuerpo y bajé de mi cama. Luego, cambié mi camisón por la ropa informal del armario y me detuve frente al espejo para arreglarme, y lucir presentable.

—Está bien. Esto debería bastar.

Una vez acabé, salí de la habitación y mi mirada se encontró con la de Ilia. Ella vino a verme, con Euphie detrás.

—Buenos días, Su Alteza.

—Señorita Anis, buen día.

—Buenos días, a las dos.

Había pasado un tiempo desde que Euphie comenzó a vivir aquí. Parecía haberse acostumbrado a ello, ya que sus gestos al saludarme eran impecablemente naturales. Al verla ahora, no pude evitar sonreír.

—El desayuno está listo. Por favor, acompáñeme al comedor —dijo Ilia.

—Seguro. Vamos, Euphie.

—Sí.

A instancias de Ilia, nos dirigimos al comedor. Solamente Ilia y yo comíamos aquí, pero ahora Euphie estaba con nosotras. Aun así, no hablamos durante la comida. Si íbamos a hacerlo, sería después de haber comido.

Como tal, no abordé el tema hasta que todos hubieran terminado de comer.

—Euphie, Illia. Saldremos hoy, así que asegúrense de estar preparadas.

La mirada de Euphie era de asombro antes de volverse una expresión vacía.

—¿Salir? ¿Todas juntas?

Ilia, por el contrario, estaba notablemente tranquila.

—Es raro que me invite. ¿A dónde piensa llevarnos?

—Sí, iremos juntas a Tilty —dije mientras asentía ante sus palabras.

—¿Quién es Tilty? —Euphie inclinó la cabeza al escuchar aquel nombre desconocido.

Hice una pausa por un momento, sin saber cuál era la mejor manera de describir a la persona que tenía en mente.

—Bueno, es un poco difícil de explicar, ¿sabes? Supongo que ella es como… ¿una mala amiga? ¿Alguien de quien no puedo alejarme del todo?

—Ejem… —intervino Ilia, ofreciéndome su ayuda—. ¿Conoce al marqués Claret, señorita Euphyllia?

—Sí. Todo el mundo ha oído hablar de él.

La casa Claret era una de las familias nobles más poderosas del Reino de Palettia. Sus miembros eran conocidos por su influencia en la política y su formulación de leyes confiables y duraderas. Por lo tanto, pocas familias nobles estaban dispuestas a enemistarse con ellos.

Los Claret poseían un gran marquesado acorde a su posición y contribuían de forma vital a la autosuficiencia alimentaria del reino. Tenían un gran historial debido a que, en tiempos de hambruna, compartían sus alimentos con otras familias nobles y, gracias a eso, su voz en los asuntos del reino era poderosa.

Además, dedicaron gran parte de su extenso territorio a la cría de animales, y muchos de sus ciudadanos colaboraron en este proyecto. Como tal, hubo quienes llamaron al marqués Claret el custodio de los suministros de alimento del reino. No estaban ni demasiado lejos ni demasiado cerca de la familia real y ocupaban convenientemente una posición neutral.

—Tilty es la hija mayor del marqués Claret —señaló Ilia.

—¿Huh? ¿La hija mayor…? ¿Acaso te refieres a …?

Euphie rápidamente se dio cuenta de la identidad de la persona a la que íbamos a ver, pero parecía estar un poco desconcertada.

Aunque la familia Claret era muy apreciada por el reino, su reputación tenía una gran mancha: su hija mayor.

—¿La hija confinada del marqués? He oído que tiene una personalidad cruel y por ello sus padres la mantienen encerrada para que no ande causando estragos…

—Ah, sí. Es más o menos eso —respondí.

—¿Los rumores son ciertos? —preguntó Euphie con el ceño fruncido.

Las historias acerca de Tilty eran, para ser franca, terribles. Se decía que era una joven noble insolente y cruel que utilizaba la magia para golpear a sus sirvientes y a quienes caían en desgracia, y que amaba el derramamiento de sangre más que cualquier otra cosa.

El marqués Claret usualmente reside en una mansión que tiene en la capital real, pero mantenía a su hija mayor en una zona alejada. Además, era conocido que Tilty había sido excluida de las reuniones sociales.

Incluso ahora, la gente murmuraba sobre las crueldades que cometió en su exilio. Según los rumores, el marqués no sabía cómo tratar con ella y solo la dejó encerrada.

—Bueno, los rumores son ciertos. Puedo pensar en algunas historias que ocurrieron hace tiempo —dije.

—¿Hace tiempo…?

—Nos conocemos desde hace años. Aunque casi me mata cuando nos conocimos.

—¡¿Ella qué…?! —Euphie estaba claramente sorprendida por eso. Me miró fijamente, su mirada llena de sospechas hacia Tilty.

Agité mi mano frente a mí.

—¡Como dije, eso fue en el pasado! Había una buena razón para ir a verla y lo hice sabiendo muy bien quién era. Además, ahora es solamente una mujer recluida. Y realmente no es tan sedienta de sangre… Probablemente, será más fácil entender lo que quiero decir una vez la conozcas.

—¿Puedo preguntar por qué, exactamente, quiere ver a esa persona?

—Señorita Euphyllia —intervino Ilia—. Tilty Claret es la investigadora de la droga de Su Alteza, el éter.

—¡¿Ella es una investigadora?!

—Así es —respondí. Tilty era una colega mía que ayudó a crear un tónico potente—. Ahora que tenemos una gran parte de la magicita de dragón y muchos nuevos resultados para analizar, pensé que podría probar algo nuevo. Será un buen momento para presentarte.

—Ella no es peligrosa, ¿verdad?

—Nope. Confía en mí.

—Esas historias sucedieron hace mucho tiempo —agregó Ilia—. Ahora, gracias a la ayuda de la princesa, los síntomas de la señorita Tilty han disminuido considerablemente.

—¿Síntomas? —repitió Euphie con desconcierto.

Ilia asintió.

—Creo que Su Alteza ya mencionó que un exceso de energía mágica puede provocar anomalías físicas y mentales, ¿verdad?

—Si… —respondió Euphyllia—. ¿Es eso lo que le pasó a ella?

—Sí. Tilty es el ejemplo perfecto —señalé—. La conozco desde que comencé a examinar su condición.

—Ya veo. Entonces esa es la conexión… ¿Y es por ello que está tan segura de que no es peligrosa?

—Cuando usa demasiada magia, termina alterando el equilibrio que tiene la energía mágica en su cuerpo. Mientras no utilice magia, todo estará bien. Es por ello que suele mantenerse en casa… todo el tiempo.

Para la nobleza del Reino de Palettia, la aptitud para la magia era fundamental para el rango y estatus. Como ella no podía usar magia, aunque fuera una razón diferente a la mía, estaba encerrada, con todos sus vínculos con la sociedad rotos.

—Es digna de confianza y es confiable, a pesar de tener algunos problemas de personalidad… —dije.

—¿Incluso sin tener en cuenta la enfermedad…? —pregunto Euphie.

—Ella es bastante parecida a la princesa en ese sentido —comentó Ilia.

—¡Ilia! ¡Eso no es justo! —protesté.

—Ah… Ya veo. —Euphie asintió, comprendiendo sus palabras.

—¡¿Por qué actúas como si todo tuviera sentido ahora?!

¡No quería que me asociaran con una chica que se negaba a dejar su casa! Puede que haya sido algo solitario, ¡pero aun así me gusta vivir al aire libre! No obstante, por mucho que me quejara, ni Euphie ni Ilia me prestaron atención.

Ni siquiera he aceptado esa analogía, ¿saben?

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