Traducido por Shisai
Editado por Shiro
Las patas traseras de la mujer lobo se impulsaron con fuerza y su cuerpo salió disparado por el aire. Cayó como una bomba y el suelo retumbó con un cráter abierto en medio del patio. Gigantesca, descomunal, pero nada torpe: su velocidad era la de una bestia cazadora. En cada zancada, sus garras brillaban, buscando desgarrar a Tang Mo.
Un humano y un lobo corrían bajo la luz grisácea, sus sombras cruzándose en el patio vacío.
El objetivo de la mujer lobo estaba claro: Tang Mo. Los otros tres jugadores se apartaban instintivamente, sin intención de intervenir.
Tang Mo ya había supuesto que aquella criatura era capaz de aplastarlos con facilidad, pero verla en acción superaba sus cálculos. No desprendía la presión opresiva de la Abuela Lobo o del Santa Claus, y aun así no se quedaba atrás.
Esquivó en el último segundo, con la mano buscando el bolsillo: quería dibujar una «S» sobre el huevo. No tuvo tiempo. Cada movimiento suyo era interceptado; al principio apenas lograba tocar su chaqueta, después ni siquiera eso: solo podía escapar, esquivar, huir.
El monstruo saltó de nuevo, su cuerpo enorme bloqueando el sol. Un rugido sacudió el aire.
Tang Mo rodó por el suelo, las garras silbando a centímetros de su piel. Sus ojos se enfriaron y, poniéndose las manos en la cintura, escupió una frase entre dientes:
—¡Devuélveme a mi abuelo!
De su boca saltaron llamas. El fuego iluminó el patio y sorprendió a la mujer lobo, que retrocedió de golpe. Pronto, al notar que el calor no era tan terrible como parecía, sus labios se torcieron en una mueca burlona. Con un movimiento brusco, descolgó la enorme maza que llevaba a la cintura.
—¡Humanos… saben estos truquitos, pero no saben enseñar!
El arma giró en sus manos. La pesada maza negra giraba tan deprisa que se convirtió en un escudo circular. La mujer lobo avanzaba riendo, bloqueando el fuego como si no fuese más que un juego. Un paso, otro más, hasta estar casi encima.
Justo cuando bajó la guardia, el fuego se apagó.
La bestia se quedó un instante desconcertada, tres segundos apenas, pero suficientes. Tang Mo corrió hacia atrás, la mano ya en el bolsillo, dibujando una «S» como mejor pudo sobre el huevo de pavo. El objeto vibró violentamente.
Un resplandor blanco surgió del huevo. Tang Mo suspiró aliviado, volteando para encarar a la mujer lobo. Pero esta, inesperadamente, había fijado su mirada en Lin Qianxi. Sus colmillos brillaron, la baba goteando.
—Eh… ¿crees que no te comeré, humana? Carne tierna… ¿por qué no enseñaste a leer a esa maldita cría?
Los ojos de Lin Qianxi se abrieron de par en par. El golpe de la maza llegó sin piedad; esquivó por reflejo, pero el brazo derecho fue alcanzado y se dobló en un ángulo imposible.
—¡Tutora inútil, voy a comerte!
El rumbo cambió de golpe. El monstruo dejó de perseguir a Tang Mo y fue tras la joven. Su maza descendía una y otra vez. Lin Qianxi era la más débil de los cuatro, y en apenas dos minutos ya estaba cubierta de heridas. La mujer lobo, harta del juego, levantó la maza para rematarla de un solo golpe en la cabeza. La chica, pálida, sacó de su bolsillo una muñeca de porcelana blanca.
El crujido de huesos retumbó en el patio. La sangre brotó de su boca mientras su cuerpo era lanzado hacia atrás. Aun así, se levantó tambaleante y corrió. La muñeca de porcelana quedó hecha añicos bajo la bota cruel de la mujer lobo.
Lin Qianxi alcanzó a Liu Wansheng y Bai Ruoyao, pero el monstruo no se detuvo. Cambió de blanco, y su maza cayó ahora sobre Liu Wansheng.
En el patio, la pequeña Mosáico —atrapada en su casilla central— observaba con ojos desorbitados cómo su madre jugaba con los cuatro humanos como un gato con sus presas. Después de acosar a Liu Wansheng, la loba se volvió hacia Bai Ruoyao. De todos los jugadores, solo Tang Mo y él poseían la habilidad para esquivar sus embestidas. Pero el ataque contra Bai Ruoyao duró poco: tras apenas un minuto, la loba se detuvo en seco. Su hocico se contrajo olfateando el aire.
—Hmm… Este olor… —Su voz era un rasguño áspero.
Mosaico también olfateó, curiosidad en su mirada.
Tang Mo, apostado en un rincón del patio, vigilaba cada movimiento de la criatura. Unos segundos después, finalmente lo captó: un aroma tenue pero inconfundible que flotaba en el aire.
—… ¿Pavo asado? —Los ojos verdes de la mujer lobo brillaron con codicia. Emitió unas risotadas bajas—. No hay tiempo suficiente. El funeral está a punto de empezar. ¡Da igual de quién sea! ¡Ese pavo es mío ahora!
Colgó la maza de nuevo de la cintura y salió corriendo por las puertas de la Universidad de Beijing.
En cuanto desapareció, la Torre Negra habló con frialdad mecánica:
¡Ding, dong! En la quinta ronda, los jugadores pueden avanzar cinco casillas. Por favor, vuelvan a sus posiciones para dar inicio a la ronda.
Como si nada hubiera pasado. Como si la aparición de la mujer lobo fuera solo una pausa.
Tang Mo y Bai Ruoyao estaban enteros, apenas con unos rasguños ya curados. Liu Wansheng y Lin Qianxi no podían decir lo mismo: el patio estaba manchado con su sangre, y el brazo derecho de la joven colgaba inútil, roto por completo.
Pero no había tiempo para lamentarse.
—No sé cuándo volverá. —Liu Wansheng habló rápido, nervioso, mientras la capa de luz insonorizante descendía de nuevo—. Fue al funeral y regresó por un olvido. Quizá regrese por otra excusa…
—Definitivamente volverá —lo interrumpió Tang Mo, sin miramientos—. El final de este juego es simple: o los jugadores lo despejan o mueren en sus manos.
Su tono era helado, directo.
—Ese «olvido» es deliberado. Sirve para drenarnos la energía física y, sobre todo, para presionarnos con la sensación de que el tiempo se acaba. Si nos estancamos y nadie decide, ella aparecerá para obligarnos.
—¿Obligarnos…? ¿A qué? —preguntó Liu Wansheng, la voz rota.
—A actuar. —Tang Mo no dudó—. Todos sabemos ya la regla oculta: para despejar, alguien tiene que morir. Pero ninguno quiere decirlo en voz alta. La mujer lobo es el catalizador. Nos empuja a hacerlo. En un juego normal, alguien moriría en la próxima ronda.
El rostro de Liu Wansheng se ensombreció.
—¿Quieres decir… que el psicópata va a matarme?
Tang Mo lo miró de frente, los ojos tan fríos como el filo de un cuchillo.
—Hace tiempo que quiere hacerlo.
Liu Wansheng enmudeció. Era verdad. Si no fuera por Tang Mo, ya estaría muerto.
La forma más fácil de superar la instancia era eliminar al contrario: si matabas al rival, quedabas con tu compañero y ganabas. Simple. Eficaz.
Pero Tang Mo no lo permitió. Ni lo haría.
Levantó la mirada y vio a Bai Ruoyao. El chico lo observaba, sonriente, y al notarlo le hizo un saludo burlón con la mano. Tang Mo se dio la vuelta, con el rostro tenso.
Liu Wansheng creyó que estaba preocupado por el regreso del monstruo.
—Esto no funcionará —dijo con voz firme—. Tendremos que cooperar los cuatro. Solo así podremos salir de aquí.
—Imposible. —Tang Mo lo cortó con certeza.
Liu Wansheng lo miró incrédulo.
—¿No estás de acuerdo en cooperar…?
Estaba convencido de que la respuesta sería «sí».
—Antes de que la mujer lobo apareciera, aún teníamos la oportunidad de cooperar. Pero ahora que salió… él ya no aceptará —dijo Tang Mo, señalando al joven de rostro aniñado frente a él.
Bai Ruoyao no sabía de qué hablaban, pero sonrió con ese brillo malicioso que parecía confirmar, sin palabras, la negativa de Tang Mo.
Liu Wansheng, frunció el ceño, desconcertado.
—¿Por qué?
No se percató de que el Tang Mo reservado, que rara vez hablaba, ahora estaba explicando demasiado.
—Porque la próxima vez que la mujer lobo salga —dijo con calma helada—, lo más probable es que primero muera esa mujer, después tú. Y luego, yo. Él es el único que no puede morir.
Las palabras se le clavaron a Liu Wansheng como cuchillas. Su mente repasó la frase una y otra vez hasta que finalmente comprendió. Sus ojos se abrieron con incredulidad.
—¡Espera… la prioridad!
Tang Mo no respondió.
Sí, la prioridad.
La mujer lobo había vuelto apenas por diez minutos. Primero regañó a Mosaico, después los atacó. El orden fue claro: Tang Mo, luego Lin Qianxi, después Liu Wansheng y al final Bai Ruoyao.
Cualquier persona normal solo pensaría en escapar. Nadie tendría cabeza para medir cuánto duraba cada persecución. Pero Tang Mo sí lo hizo.
A él lo persiguieron cuatro minutos antes de cambiar de objetivo. Lin Qianxi aguantó tres, Liu Wansheng apenas dos… y Bai Ruoyao, solo uno.
Según el orden de prioridad, Bai Ruoyao tenía la iniciativa y Tang Mo era el último en actuar. Aparentemente, este orden favorecía a este último y perjudicaba al primero, quien había obtenido la prioridad más alta. Solo en ese instante, el verdadero rostro del orden de prioridad quedó al descubierto.
La prioridad no era para moverse, sino para ser el primero en ser cazado por la mujer lobo.
En este juego, Bai Ruoyao era el menos propenso a morir, mientras que Tang Mo era el que más. Si los cuatro jugadores tuvieran la misma fuerza, el orden de muerte sería el mismo al orden de prioridad y Bai Ruoyao viviría hasta el final.
Tang Mo hundió las manos en los bolsillos. Con la derecha acarició el brillante huevo de pavo. Nadie más sabía lo que él escuchaba en su cabeza: ruidos violentos de una batalla lejana, las voces del pequeño Fu y de un hombre extraño, y, de vez en cuando, la respuesta breve de Fu Wenduo. Eso era todo lo que Tang Mo podía percibir.
Después de abrir el archivador, Fu Wenduo no volvió a hablarle. Tang Mo solo podía escuchar el caos, hasta que sus dedos se tensaron alrededor del huevo. Cerró los ojos, respiró hondo y al abrirlos de nuevo, sus pupilas estaban firmes.
… Casi había dejado que la situación de allí lo arrastrara.
Era por su compañero, por Fu Wenduo…
Era Víctor.
Después que la Tierra se conectó, Tang Mo casi había olvidado cómo se sentía el pánico. Esta vez lo experimentaba de nuevo, no por sí mismo, sino por el juego de ataque a la torre de Fu Wenduo. Él estaba aquí, impotente, y lo único que podía hacer por el otro era abrir el archivador. Necesitaba terminar esta instancia cuanto antes para poder comprender lo que sucedía al otro lado.
La determinación encendió los ojos de Tang Mo.
De acuerdo con el hábito de la Torre Negra, la mujer lobo sin duda volvería a aparecer. Y la segunda vez sería, sin falta, más difícil que la primera. Era probable que el tiempo que usaría para perseguirlos se multiplicara.
La luz azul del tablero se disipó y veinte objetos aparecieron lentamente.
De pronto, Tang Mo habló:
—Bai Ruoyao, ¿quieres cooperar?
Liu Wansheng lo miró atónito. ¿No había dicho justo antes que el psicópata nunca aceptaría?
Bai Ruoyao sonrió, como si disfrutara la contradicción.
—¿Cooperar? Tang Tang, ¿me estás suplicando?
No, nunca cooperaría.
Una vez que Liu Wansheng comprendió la verdadera naturaleza del orden de prioridad, vio la sonrisa desdeñosa en el rostro del joven aniñado y su corazón se heló. De los cuatro, Bai Ruoyao sería el último en morir. Por lo tanto, no tenía ninguna intención de cooperar. Se verían obligados a suplicarle para que lo hiciera.
Tang Mo, por su parte, no respondió a la pregunta de Bai Ruoyao.
Liu Wansheng pensó que le advertía a la joven que ella sería la primera en morir si la mujer lobo regresaba. Sin embargo, Tang Mo no respondió. Esto le pareció extraño, pero una mirada suya bastó para silenciarlo.
La tensión en el aire entre los jugadores era palpable.
Mosaico —apoyada en la mesa— arrugó la boca en un gesto de descontento y un murmullo apenas audible salió de sus labios::
—Ugh… qué raros. No se parecen en nada a los humanos anteriores…
Nadie dijo palabra.
Se revelaron los veinte objetos y, en todo el tablero, solo había un libro.
La Torre Negra emitió la señal y los jugadores volvieron a sus casillas sin luchar, sabiendo que habían fallado una vez más. Mosaico, decepcionada, los contempló en silencio, su sonrisa congelada en el rostro infantil. Cuando comprobó que realmente no se atacarían, se dejó caer contra la mesa con un bufido.
Tang Mo le dirigió una mirada fugaz. Su mente trabajaba a toda velocidad, atento a los sonidos que resonaban en su cabeza.
Por lo general, los jugadores no solían matarse tan rápido. Lo normal era esperar la aparición de la mujer lobo para tomar la iniciativa. Bai Ruoyao era la excepción: quiso eliminar a Liu Wansheng antes de tiempo. Fue él quien precipitó el enfrentamiento, y gracias a eso, el resto no se atrevió a atacarse.
Con la prioridad de su lado, incluso si Tang Mo caía, Bai Ruoyao estaba seguro de sobrevivir, por eso no haría nada que le aburriera. Su quietud era suficiente para garantizar la inacción de todos.
La barrera insonora se disolvió, y con ella la paciencia de Liu Wansheng.
—¡Maldita sea! ¿Vamos a quedarnos de brazos cruzados, esperando que la mujer lobo regrese?
Lin Qianxi era la más débil, pero él tampoco tenía gran fuerza. Tenía la corazonada de que en la próxima aparición del monstruo de la torre todavía podrían salvarse. Sin embargo, en una tercera ocasión, Lin Qianxi moriría… y él con ella.
¿Qué hacer?
¿Cómo romper este impasse?
Por primera vez, Liu Wansheng se arrepintió de haber tirado por la borda la cooperación con el otro equipo. Si hubiera tenido la disposición desde el principio, quizá ya habrían superado la instancia juntos.
—He participado en varios juegos de Torre Negra. La torre siempre nos empuja a la cooperación, no al asesinato mutuo. —Liu Wansheng, que ya había superado un piso y conocía las reglas básicas, insistió con voz temblorosa—. Tang… Tang Mo, tenemos que cooperar para superar esto. Tú y ese psicópata se conocen. Si hablas con él… ¿estará dispuesto a cooperar?
La única respuesta que recibió fue un silencio sepulcral.
—Tang Mo —volvió a llamarlo, girando la cabeza.
El aludido tenía los ojos cerrados. La agitación en su mente se había detenido de golpe. Contuvo la respiración, esperando con paciencia la más mínima señal del otro lado. Pasaron treinta segundos, y entonces una voz masculina, profunda y suave, resonó en su cabeza:
—No es nada, Tang Mo.
El exbibliotecario exhaló un largo suspiro de alivio.
—¿Qué ocurrió?
♦ ♦ ♦
Apoyados en la inmensa pared de una montaña de cristal, Fu Wenduo y un hombre de mediana edad se reponían. Fu Wensheng posó ambas manos sobre el brazo de su primo; de sus palmas brotó un manantial de agua que envolvió las heridas ensangrentadas. Tang Mo jamás habría imaginado, por la voz despreocupada del otro, que su brazo derecho estaba cubierto por una mordedura espantosa. En el cuello, la marca de unos colmillos parecía a punto de haberlo desgarrado.
Gracias a la habilidad de sanación de Fu Wensheng y a la recombinación genética de Fu Wenduo, el pálido rostro del polizón fue recuperando su color de a poco.
Una vez que la herida del cuello terminó de sanar, Fu Wenduo rompió el silencio:
—Acabo de encontrarme con algunos monstruos poderosos de la Torre Negra. Ya está todo bajo control. ¿Cómo van las cosas por tu lado?
—Bai Ruoyao me siguió a la instancia de realidad.
Fu Wenduo frunció el ceño, casi imperceptiblemente.
—¿También entró?
—Da igual. No estamos en el mismo equipo; que cause problemas no afectará. ¿Y tú? El tercer piso no debería ser tan difícil.
Con la fuerza de Fu Wenduo, pasar el tercer piso de la Torre Negra no debía suponer un problema. Por eso, cuando él y Fu Wensheng fueron a desafiar el juego de ataque a la torre, Tang Mo no se preocupó demasiado ni les dio la Moneda de Oro del Rey. ¿Cómo era posible que la situación se volviera tan grave como para tener que activar el archivador?
La carne del brazo de Fu Wenduo se regeneraba a una velocidad visible al ojo humano. La sensación de un miembro recién nacido era todo menos agradable. Arrugó el ceño y se recostó contra la montaña de cristal, calculando mentalmente el tiempo. Justo cuando Tang Mo iba a hablar de nuevo, dijo:
—Creo que el pequeño Sheng inició por accidente el modo difícil.
Tang Mo se sorprendió.
—¿El modo difícil del tercer piso?
—Esta vez, el método para superar el juego de ataque a la torre era muy ambiguo. Éramos cuatro en total: yo en la tercera planta y ellos en la segunda, junto con el pequeño Sheng.
»Apenas empezó la partida, surgieron problemas: un jugador murió, y el pequeño Sheng tuvo que matar a un hombre subterráneo para salvarnos. —El brazo de Fu Wenduo ya había terminado de regenerarse. Lo flexionó mientras proseguía—: Hace un minuto, usó un objeto que obtuvo cuando completó contigo el Corredor de Gemas contigo.
—¿La Flor de la Luna? —preguntó Tang Mo.
—Sí. Usó la flor para averiguar cómo superar la instancia. Y lo que descubrió fue que necesitábamos la ayuda de ese hombre subterráneo muerto para abrir una caverna.
Era una situación inédita, pero Fu Wenduo hablaba sin rastro de nerviosismo.
—Parece que no podremos completar la instancia por la vía ordinaria. Solo nos queda la segunda opción. Aún no la hemos encontrado, pero cualquier juego de la Torre Negra siempre tiene más de un camino para superarse.
La vía sencilla era el modo normal.
La complicada, el modo difícil.
Por eso, Fu Wenduo estaba convencido de que habían iniciado el modo difícil del tercer piso.
Sin embargo, aquellas palabras hicieron que Tang Mo enmudeciera de pronto.
Fu Wenduo percibió al instante su extraña reacción y murmuró:
—¿Tang Mo?
—… ¿Cualquier juego de la Torre Negra debe tener más de un modo de superarlo?
Fu Wenduo arqueó una ceja.
Tang Mo suspiró y sonrió con impotencia.
—La instancia de realidad que encontré esta vez no es difícil, pero sí muy tortuosa. Te lo contaré cuando regreses. En realidad, es bastante simple.
—De acuerdo.
El archivador llevaba activado veinte minutos y aún quedaban cuarenta más. Ninguno de los dos pensaba desactivarlo. Primero, porque así evitaban incidentes con Fu Wenduo. Segundo, porque Tang Mo no quería hacerlo. Ignoraba lo que pensaba el otro, pero él, al menos, quería dejarlo activo. Y como Fu Wenduo no lo mencionaba, él tampoco lo haría.
—De todos modos, parece que puedo decir algo de antemano —susurró el hombre, su voz grave y magnética.
Tang Mo no reaccionó al instante.
—¿Qué cosa?
Fu Wenduo pronunció cada palabra con nitidez:
—… Mo Tang, buen trabajo.
El corazón de Tang Mo dio un vuelco. Había visto esa frase innumerables veces en la pantalla de la computadora, pero era la primera vez que la escuchaba directamente de la persona. Sus ojos se abrieron de par en par, y un sentimiento indescriptible le inundó el pecho. Tras un largo silencio, dejó escapar una risa baja y murmuró:
—Entonces tú también tienes que hacer un buen trabajo… Víctor.
Bajo la imponente montaña de cristal, el alto y apuesto hombre no pudo evitar sonreír.
Fu Wensheng estaba aterrorizado.
—Hermano, tú… ¿por qué sonríes?
Fu Wenduo borró la sonrisa al instante y le lanzó una mirada fría a su primito tonto.
—Viste mal.
Fu Wensheng quedó desconcertado.
¡No! Tus ojos se curvaron de felicidad. ¡Tus palabras no son nada convincentes! Ni siquiera te han vuelto a crecer las piernas y de repente sonríes de esa forma tan aterradora…
—¿Hay algún problema? —preguntó Fu Wenduo con calma ante su silencio.
Fu Wensheng se irguió de inmediato.
—¡Ninguno!
El compañero aleatorio que los observaba permaneció en silencio y se preguntó para sí: ¿De verdad es este Fu Wenduo?
♦ ♦ ♦
Mientras tanto, al otro lado, Tang Mo desconocía lo que ocurría. La película de luz se fue disipando poco a poco y veinte objetos aparecieron sobre el tablero.
La compenetración entre Tang Mo y Fu Wenduo era difícil de expresar con palabras. Por ejemplo, Tang Mo apenas comentó que el juego era en realidad sencillo y Fu Wenduo comprendió al instante que ya había encontrado el modo de superarlo.
Sí, Tang Mo había descubierto la verdadera manera de pasar la instancia.
En realidad, todo era muy simple. Una vez percibió la verdad, al mirar atrás, cada detalle resultaba razonable. Lo único que los había cegado era un simple velo.
Tang Mo tenía un 90 % de certeza sobre la manera de completar el juego. Pero, por seguridad, no podía actuar a la ligera.
La sexta ronda comenzó y Tang Mo no dijo mucho. Como antes, los dos equipos se movieron por el tablero y él se encargó de cambiar el brillo de la cuadrícula de Mosaico, de modo que ninguno de los equipos pudiera superar la instancia.
La misma situación se repitió dos rondas más.
En la novena ronda, aparecieron otros veinte objetos. Bai Ruoyao fijó la vista en las casillas donde se encontraban los dos libros. Parpadeó y, con tono ambiguo dijo:
—Tang Tang, parece que me has estado mirando durante varias rondas. Je, je, ¿me veo bien?
—Sí, te ves bien —concordó Tang Mo.
Bai Ruoyao se quedó sin palabras. Había lanzado esas palabras solo para provocarlo, pero la respuesta directa de Tang Mo lo había dejado sin réplica. Lo observó con atención, como si quisiera descifrar algo en su expresión.
—¿Y tú crees que yo me veo bien? —le preguntó Tang Mo a su vez.
Bai Ruoyao se quedó mudo. No era una pregunta que esperara o que supiera cómo responder.
¡Definitivamente, este no era el Tang Mo que conocía!
Tang Mo sonrió.
—¿Y qué tal él? ¿Te parece atractivo?
De manera instintiva, Bai Ruoyao desvió la mirada hacia Liu Wansheng.
El rostro de Liu Wansheng se tensó.
Bai Ruoyao no vaciló.
—Es feo.
Liu Wansheng se quedó sin palabras.
—A mí me parece que está bien —replicó Tang Mo—. Si se quitara las gafas de montura negra, no se vería tan mal.
Bai Ruoyao volvió a sonreír.
—Eso depende de con quién lo comparemos. Tang Tang, en comparación contigo, él es realmente feo.
Tang Mo arqueó una ceja y guardó silencio.
La voz infantil de la Torre Negra resonó en ese instante:
¡Ding, dong! En la novena ronda, el jugador 1 puede avanzar seis pasos, el jugador 2 seis pasos, el jugador 3 cuatro pasos y el jugador 4 tres pasos.
En esta ronda, los dos libros estaban en B2 y C1. Bai Ruoyao, Lin Qianxi y Liu Wansheng podían entrar en esas casillas, pero Tang Mo no. Como en las rondas anteriores, los dos últimos jugadores tenían menos pasos, por lo que permanecieron en sus lugares. Bai Ruoyao y Liu Wansheng avanzaron dos casillas. En el tercer turno, Lin Qianxi dio un paso y entró en A2.
Bai Ruoyao y Liu Wansheng, finalmente, alcanzaron las dos casillas con los libros. Ahora, este último solo necesitaba asegurarse de que su equipo se quedara con una de ellas, impidiendo que sus oponentes se hagan con ambas.
En el último movimiento, Bai Ruoyao se detuvo en C1 y Liu Wansheng en B2.
La película de luz de Bai Ruoyao resplandecía, mientras que la de Liu Wansheng se mantenía apagada. La de Mosaico, por su parte, refulgía también. Lin Qianxi, que se encontraba en B3, observaba la situación con rostro imperturbable. Mientras no pisara B4 para iluminar la casilla de Liu Wansheng, el equipo de Tang Mo no podría ganar la ronda. Tang Mo no tenía forma de influir en esa casilla.
Lin Qianxi no le dio más vueltas al asunto y se dispuso a dar un paso hacia A3. Para ella, si evitaba la casilla B4, cualquier otro movimiento le daba lo mismo.
Pero justo cuando el pie de Lin Qianxi abandonó el suelo, una voz masculina, de una serenidad casi antinatural, resonó:
—¿Bai Ruoyao te dijo que cuando la mujer lobo reaparezca, tú serás la primera en morir?
Lin Qianxi se detuvo en seco y giró para mirar a Tang Mo.
En el espacioso tablero azul, el apuesto joven metió las manos en los bolsillos y habló en voz baja:
—La mujer lobo persigue a los jugadores siguiendo un orden de prioridad. La última vez te persiguió durante tres minutos. Te rompió el brazo derecho… y todavía no te has recuperado.
—Je, je, ¿Tang Tang? —Bai Ruoyao, con una sonrisa maliciosa, lo interrumpió.
Tang Mo lo ignoró, pero su mirada no abandonó a Lin Qianxi.
—Mi intuición nunca falla. Tu equipo también debería saberlo. —Su voz era tranquila, casi gélida—. Mi intuición me grita que aparecerá de nuevo pronto. Pero la próxima vez no serán solo tres minutos. Serán seis… o diez. Lin Qianxi, ¿puedes resistir seis minutos?
—¿Prioridad? Lo sé, mi compañero y yo ya discutimos ese asunto —ella respondió, sin inmutarse.
Bai Ruoyao parpadeó, ladeando la cabeza.
—Tang Tang, ¿acaso me ves como alguien que traicionaría a mi compañera ocultándole algo así?
—¿Entonces le dijiste que, la próxima vez que aparezca la mujer lobo, la ayudarás y no la dejarás morir? Porque si muere, quedarás solo contra nosotros dos. Y eso sería peor para ti.
La sonrisa de Bai Ruoyao se congeló. Los ojos de Lin Qianxi se abrieron con incredulidad.
¿Y si te digo —prosiguió Tang Mo con voz serena— que la próxima vez no solo morirás tú? También morirá mi compañero.
Liu Wansheng se tensó de golpe.
—Si mueres sola, por supuesto que la situación es desfavorable. Él no lo permitirá y te ayudará. Pero la próxima vez, mi compañero tampoco podrá resistir. Nadie sabe qué pasará al intentar ayudar a alguien. Tal vez la mujer lobo se vuelva más feroz y mate a ambos. Incluso yo no me arriesgaría por Liu Wansheng. ¿Por qué crees que Bai Ruoyao sí lo haría contigo?
Lin Qianxi abrió los labios, pero ninguna palabra salió.
Los ojos de Bai Ruoyao se enturbiaron de frío, aunque no podía refutarlo.
Desde que entraron en la instancia, estaba claro: Tang Mo era mucho más fiable que él. Si Tang Mo estaba calificado para ser un compañero de equipo con 60 puntos, Bai Ruoyao no llegaba ni a 0. Estaba en números negativos.
Si Tang Mo no ayudaría a Liu Wansheng, ¿por qué Bai Ruoyao ayudaría a Lin Qianxi?
Lin Qianxi habló, con voz ronca:
—Si muero, él se quedará solo con ustedes dos…
—Señorita Lin —la interrumpió Tang Mo—, no me entiendes. Cuando mueras, mi compañero Liu Wansheng también está obligado a morir. Una vez muertos ustedes dos, solo quedaremos Bai Ruoyao y yo. Un uno contra dos es malo, pero un uno contra uno no importa. Además, yo moriré antes que él. Una vez muerto, él gana. Y tú… sigues sin entenderlo…
Tang Mo levantó la cabeza y sonrió.
—Señorita Lin, en los ojos de Bai Ruoyao, tu vida no vale nada.
Sus palabras resonaron con fuerza en todo el tablero, prolongándose como un eco en el aire.
Mosaico se apoyó la barbilla en las manos, observando a Tang Mo y Lin Qianxi.
Al segundo siguiente, Lin Qianxi palideció. Bajó la mirada hacia Bai Ruoyao, temblando.
Él se encogió de hombros con su sonrisa enigmática.
—No me mires a mí, yo no he dicho nada. Todo lo ha dicho él.
Lin Qianxi sintió que la sangre se le helaba en las venas.
¿Cómo podía creerle a ese hombre?
Tang Mo abrió la boca, su voz, una orden serena:
—Señorita Lin, camina hacia B4 y ayuda a mi compañero a iluminar su casilla.
Bai Ruoyao mantuvo su sonrisa, pero sus ojos observaban a Tang Mo con una extraña fijeza. Lin Qianxi, mientras tanto, temblaba al mirar a Tang Mo. Sus labios se movieron, pero no logró articular una sola palabra.
—En este momento —explicó Tang Mo con calma—, somos los únicos que no nos hemos movido. Nos queda un paso. Que nuestros equipos cooperen o no, no depende de ellos. Solo de ti y de mí. Si entras en B4 y activas la casilla de Liu Wansheng, yo caminaré a E4 y no apagaré la casilla de Mosaico. Así, tanto Bai Ruoyao como Liu Wansheng tendrán encendidas sus casillas y podrán entregar los libros. Esa es nuestra cooperación.
—Je, je, pero si dos equipos entregan libros a la vez, existe la posibilidad de que la mujer lobo mate a los cuatro~ —canturreó Bai Ruoyao.
Lin Qianxi lo miró rígida.
Tang Mo sonrió con frialdad.
—Entonces el empate seguirá. Ellos dos morirán y solo quedaremos tú y yo. Y quizá, Bai Ruoyao, seas tú quien muera antes que yo.
Al terminar de hablar, volvió a mirar a Lin Qianxi.
—Señorita Lin, lo que decidas ya no tiene mucho que ver conmigo. Solo debes saber que tú no resistirás el próximo ataque… y que Bai Ruoyao y yo, sí.
—Je, je, pequeña Lin Qianxi~ —canturreó otra vez Bai Ruoyao.
Liu Wansheng, con los dientes apretados, tomó aire y apoyó a Tang Mo:
—Señorita Lin, los dos llevamos días atrapados aquí. Si pudiera, desearía nunca haber entrado a esta instancia. Pero Tang Mo tiene razón. Es el primer jugador chino en superar el tercer piso de la Torre Negra. Su fuerza está más que probada. Su método es el único que puede salvarnos a los cuatro. Yo… yo elijo creer en él.
—Todos moriremos juntos~ —Bai Ruoyao volvió a atizar el fuego.
Liu Wansheng quiso gritarle que se callara, pero no se atrevió.
El tiempo avanzaba. Lin Qianxi seguía inmóvil en B3.
¡Ding, dong! Jugador 3, por favor, avance.
Se escuchó a la Torre Negra ordenar.
—No está mal morir con Tang Tang. —Rio Bai Ruoyao.
—Señorita Lin, yo creo en Tang Mo —repitió Liu Wansheng.
Tang Mo alzó una ceja.
—Hmmm… ¿Y qué digo yo? Supongo que creo en mí mismo.
La respiración de Lin Qianxi se volvió errática. El sudor empapaba su frente y su ropa. La voz se mezclaban en su cabeza: la burla de Bai Ruoyao, la súplica de Liu Wansheng, la serenidad cruel de Tang Mo.
Finalmente, gritó:
—¡Basta!
Sus ojos, enrojecidos, se abrieron con furia. Dio un paso hacia B4.
La casilla se iluminó de inmediato, y el libro flotante en la luz azulada brilló con intensidad.
Bai Ruoyao no mostró emoción. Seguía sonriendo. Esa sonrisa misteriosa, insondable.
Liu Wansheng casi se desplomó de alivio. Él también quería vivir. Sin la intervención de Tang Mo no resistiría otro ataque de la mujer lobo. Ahora, mientras Tang Mo se moviera sin afectar el brillo de la casilla de Mosaico, lograrían pasar.
Tang Mo vio la elección de Lin Qianxi. Una fugaz expresión cruzó su rostro antes de avanzar a E4, dejando intacta la casilla de Mosaico.
En cuanto su pie tocó el suelo, una música alegre, como una marea, llenó la Universidad de Beijing. Docenas de niños cantaban al unísono, y la melodía llegó a los oídos de cada jugador, y también a los de Mosaico, que puso cara de profunda depresión y se tapó las orejas.
—¡¡¡No quiero escuchar estoooo!!! —exclamó.
El sol brilla, las flores ríen, los pájaros se preguntan por qué llevas una bolsita tan temprano…
Cuando la «canción escolar» terminó, Mosaico se golpeó la cabeza contra la mesa, llorando a gritos.
—No quiero leer, no quiero leer, no quiero leer libros…
En el tablero de 5×5, los veintiún halos de luz y los objetos inútiles desaparecieron. En las casillas de Bai Ruoyao y Liu Wansheng flotaban en el aire dos libros. El último lo tomó con rapidez; mientras que el primero lo recogió con desgano, murmurando:
—Qué aburrido.
Cuando ambos se disponían a entregar los libros, la voz de la Torre Negra retumbó nuevamente:
¡Ding, dong! El jugador Tang Mo ha completado de manera independiente la misión principal, «Todos son basura, Mosaico es superior». Como recompensa por superar la instancia de realidad «Todos son basura», se otorgará la recompensa Fósforo Mágico de Mosaico. El jugador Tang Mo obtendrá la recompensa extra «El Beso de Mosaico».
El silencio cayó. Todos levantaron la cabeza y miraron a Tang Mo con extrañeza. Incluso Mosaico lo observaba boquiabierta.
Las manos de Bai Ruoyao se cerraron con furia alrededor del delgado libro. Era la primera vez… no, la segunda vez que lo miraba de esa forma. Clavó la mirada en el joven de rostro impasible. Luego apretó los dedos, destrozando el libro en su mano.
—Tú, de apellido Tang… ¡me la jugaste de verdad, maldito!
♦ ♦ ♦
La autora tiene algo que decir:
Mo Tang: Es un juego mentalmente muy deficiente.
Viejo Fu: Buen juego, esposa mía~
Persona Yao (el deficiente mental): … ¡Maldito Tang! ¡@!#$@#$!@#$!
