La Tierra está en línea – Capítulo 70: Víctor, solo me comí la mitad. Tú te comiste la otra mitad

Traducido por Shisai

Editado por Meli


En una sastrería abandonada en el Reino Subterráneo. Lin Yi se despertó poco a poco, pero fingió estar inconsciente mientras escuchaba los sonidos a su alrededor.

—Te has despertado. ¿Por qué te haces la dormida? ¿Quieres que vaya al palacio a pedirle al príncipe que te bese y te despierte? Parece una buena sugerencia.

Lin Yi abrió de inmediato los ojos y miró con frialdad al Señor B, iba vestido como un juglar y estaba sentado en una caja de madera sucia. Aún llevaba una máscara gris y no podía ver su aspecto. Su mirada lucía agradable, sin embargo, su sonrisa la hacía sentir incómoda.

Desde el pilar al que estaba atada, observó a su derecha que había alguien más.

Era un hombre alto que llevaba una extraña armadura, una gran letra «A» flotaba sobre su cabeza. permaneció en silencio, apoyado en una mesa detrás del Señor B.

Uno era raro mientras que el otro era misterioso.

El Señor A se volvió para mirarla y a pesar de que el casco le cubría la cara, sintió frío y apretó los dientes. Era más intimidante que el Señor B, alguien como él jamás la dejaría escapar, parecía imposible vivir bajo sus manos.

Media hora atrás, Tang Mo había llevado a la mujer a esa cabaña y diez minutos después, Fu Wenduo llegó e intercambiaron información:

—Los dos cautivos fueron rescatadas por cuatro jugadores —explicó con calma Fu Wenduo—. No se llevaron al monstruo. Está en la habitación de al lado.

—Bien… —dijo Tang Mo luego de entrar en la habitación y ver al monstruo en el gran saco—. ¿Estás herido?

—Son todas pequeñas heridas. ¿Y tú?

—También son pequeñas heridas —contestó Tang Mo, su manga estaba cortada y algo de sangre le manchaba la ropa.

Lin Yi había estado inconsciente por media hora, aun cuando Tang Mo no creía haberla golpeado con mucha fuerza. En cuanto despertó, él sonrió y continuó imitando a Bai Ruoyao.

—¿Por qué me han agarrado? —preguntó Lin Yi, rompiendo el incómodo silencio—. ¿Quieren tender una trampa para apoderarse de mis compañeros? Es imposible. El capitán no arriesgará a los demás solo por mí. Deberían matarme. No conseguirán nada tomándome como rehén.

Tang Mo le dirigió una mirada significativa. Ella no estaba mintiendo, no vendrían a salvarla.

—¿Quién ha dicho que quiero matarte?

—Entonces, ¿qué quieren hacer? —inquirió, tratando de ocultar su sorpresa—. ¿Quieren…? ¿Quieren que venda a mi equipo? Es imposible. Pueden matarme. Nunca diré nada sobre nuestros planes.

De hecho, no teníamos planes. Solo actuamos de acuerdo con las palabras del capitán.

Tang Mo se rió, provocando que Fu Wenduo alzara las cejas.

Lin Yi no temía morir, ya había tenido suerte al despejar el primer piso de la torre negra. Los miembros de su equipo eran amigos que conoció antes de que la tierra se conectará. Los cinco eran conscientes de que podían morir, tal como había pasado con dos de ellos, pero nunca podrían traicionar al equipo.

—¡Mátame! —gritó, apretó las manos en puños.

—Entonces, ¿cómo debo matarte? —le preguntó Tang Mo con ironía.

La cara de esta persona cambió más rápido que un libro. 

—¡Depende de ti!

—¿Debo cortarte en pedazos?

—Depende… de ti —repitió con menos ímpetu.

—¿Debo freírte en una sartén con aceite hasta que estés crujiente para comerte?

—¡Haz lo que quieras! —le gritó.

—Es mejor pelar la piel primero, limpiarla con agua y luego ponerla…

Una afilada daga voló con gran destreza desde detrás del Señor B, pasando por delante de la cara de la joven para clavarse en la pared de piedra que había detrás de ella. Le cortó el pelo de la cara, pero no le atravesó la piel.

Lin Yi saboreó la muerte y estaba asustada. Su corazón latía tan rápido que parecía que iba a saltar de su pecho. Se dio cuenta de no quería morir. Todavía quería vivir.

—Estaba torcido. —se excusó Fu Wenduo.

—Tang Ji, asustaste a nuestra encantadora comida —comentó Tang Mo, sorprendido por la conducta improvisada de su compañero, pero percibió el miedo de Lin Yi y se le acercó—. Oye, no eres un polizón. —Ella no contestó y él prosiguió—: No eres un polizón. ¿Los humanos que conocimos antes eran polizones?

—Deben ser polizones —respondió luego de reflexionar sobre ello—. Los jugadores normales no matan al azar. Una vez me encontré con un grupo de polizones que después de la partida, mataron a un jugador de reserva y le robaron su recompensa.

—Ya veo. ¿Cuántos de ustedes quieren robar el monstruo del circo? Sé que la torre negra les contó esa información a escondidas.

—Treinta y seis personas —mintió con descaro.

—¿Tantos? Tang Ji, solo te comiste a dos personas hace unos días. ¿Has matado recientemente?

—No. Víctor, de hecho, solo me comí la mitad. Tú te comiste la otra mitad —le recordó con amabilidad.

—Hay muchos oponentes Tang Ji. Este podría ser el mayor desafío en nuestra carrera de detectives. ¿Crees que debería comer este humano fresco o hacer otra cosa? —No esperó a que el otro contestara y se giró hacia Lin Yi—. Bueno, hagamos algo interesante. Hay unos cuantos polizones deliciosos.

Una hora después, Lin Yi se despertó en un callejón oscuro. Su mano sujetaba un dardo en el bolsillo, su arma secreta. Sin embargo, por la fuerza del Señor B no había tenido tiempo de usarlo antes de ser sometida.

Se miró los pies antes de salir corriendo de allí. Después de pasar dos horas corriendo por el exterior, determinó que el Señor A y el Señor B no la estaban siguiendo y corrió de vuelta a la cabaña de madera junto al muelle.

Entró y comprobó que no había nadie. Recordó el método de contacto secreto que el capitán le dijo una vez. Se dirigió a la mesa de arena en el centro de la casa y miró las doce piedras pequeñas esparcidas por la arena.

—Ubicación B bajo el muelle.

Diez minutos después, encontró a sus compañeros de equipo y a dos personas extrañas.

—Pequeña, por fin has vuelto. ¿Qué ha pasado? —preguntó sorprendido el viejo Li— ¿Por qué has tardado tanto? ¿Estás herida?

—Estoy bien —respondió, aun cuando su hombro había sido mordido por los insectos negros de la hermosa adolescente.

—¿Alguien te ha seguido? —inquirió el hombre de las gafas.

—Definitivamente no. —Negó con la cabeza.

El hombre de las gafas se sintió aliviado.

La joven miró a los dos extraños en la esquina. Luego se dirigió al hombre de las gafas con una expresión seria.

—Capitán, hoy he conocido al Señor B y he jugado contra él, es muy fuerte. Siento que el Capitán y el hermano Hao juntos apenas podrían ser considerados oponentes. Además, me ha salvado la vida. Me encontré con un grupo de polizones… —les habló de la supresión unilateral del Señor B y los pormenores de la pelea.

Todos la miraban con asombro.

—Pequeña Yi, —la tranquilizó el hombre de gafas—. Di las cosas despacio y hazlas claras.

—Esta tarde, hice la tarea asignada por el capitán y seguí a un jugador. Luego me encontré con un grupo de polizones en las afueras… —explicó a detalle lo sucedido y agregó—: El Señor A también estaba allí. Al final, el Señor B dijo que no era bueno dejarme ir pero que había demasiados jugadores. Mentí y dije que había treinta y seis jugadores. Me soltó y me dijo que volviera y le dijera… —Miró al hombre de las gafas y dudó—. Capitán, quiere cooperar.

♦ ♦ ♦

La autora tiene algo que decir:

Tang Tang: Hoy es un día de estafa mutua [Sonrisa]

Viejo Fu: Mi esposa se rió de repente. Realmente no estoy acostumbrado…


Shisai
En lugar de enfrentarse a todos los jugadores, los vuelven unos contra otros y apoyan a la parte débil... Bueno, los polizones se prestaron para hacer de enemigos, seguramente fueran ellos quienes colgaron los cadáveres.

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