La Villana Revierte el Reloj de Arena – Capítulo 8: Un nuevo encuentro (4)

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Uno de los hombres que había allí rápidamente sacó su espada y atacó a los dos guardias. Sus movimientos eran tan veloces como la luz. Sucedió tan rápido, que el otro agarró a Aria por la muñeca y la privaron de su libertad.

Jessie, sorprendida, gritó mientras se caía. Si se moviera aunque fuera un poco, le cortarían la cabeza. Habiendo experimentado eso una vez, Aria tembló visiblemente.

—¿Por qué dijiste eso? —preguntó el hombre que tenía su muñeca. Dentro de la capa, su cara un poco más joven que la de un adulto con cabello negro y ojos azules. En el mejor de los casos, era un hombre de edad similar a Caín.

Esos ojos azules puros le pusieron la piel de gallina, pero después de ver la cara del joven, se puso menos nerviosa. Entonces, Aria frunció el ceño, sintiendo como si hubiera visto su rostro en alguna parte, lo que hizo que su agarre se hiciera más fuerte.

—Te pregunto por qué le dijiste algo así al propietario.

—¡N-No sé de qué estás hablando!

No entendía a qué se refería. Miró a su alrededor, pero no había nadie que pudiera ayudarla.

—Pregunté por qué ese pase de subasta sería inútil —dijo una vez más.

¿Por qué está preguntando por qué sucederá eso? Fue entonces cuando Aria entendió la pregunta del hombre. ¿Debería estar preguntando eso tan de repente?

Lo miró para ver si era miembro de la subasta. La mayor parte de su cuerpo estaba cubierto por la capa negra, por lo que no podía ver lo suficiente como para obtener la información que deseaba. Incluso los estrechos espacios entre su ropa mostraban tela negra debajo. Sin embargo, había una cosa que ella sabía. La gente común no podría tener una piel tan fina como la suya. Trabajaban demasiado duro para eso.

¿Es un noble?

Tenía que ser un noble sin importancia ya que era un rostro desconocido para Aria, quien recordaba casi todos los rostros de los nobles que habían participado en numerosas fiestas. Debía haber venido del campo para participar en la subasta.

Pensando eso, las piezas del rompecabezas encajaban. Haría comprado este costoso pase de subasta y haría llegado a la capital, pero después de enterarse de que sería inútil, debía haberse sorprendido. Curiosamente, sus movimientos rápidos y su tono informal la estaban molestando, pero ella no podía pensar más allá de eso.

—Me estás lastimando la muñeca. Déjame ir.

—Respóndeme.

—Si me sueltas la muñeca.

Él no la soltó, y la miró con incredulidad. Solo entonces, Aria encontró su ritmo. En la superficie, el hombre podría ser mayor, pero en realidad, ella era mayor.

Aunque había vivido una vida de placer básico, eso también le había dado experiencia, por lo que no fue difícil para ella comprender la situación e identificar al hombre. Si hubiera sido unos años mayor, no habría sido tan torpe en la forma en que estaba buscando sus respuestas.

—Parece que tienes mejores habilidades que mis caballeros, así que no me digas que no me estás soltando la muñeca porque tienes miedo de perder contra una niña tan joven. Y duele mucho. ¿Qué harás si no puedo usar mi mano? —le susurró con una sonrisa.

Fue entonces cuando el hombre miró la muñeca que agarraba. Un color azulado y magullado se alzaba sobre su pálida piel. Al darse cuenta de que no tenía que esforzarse demasiado para hacerlo, señaló a su compañero con los ojos antes de soltar lentamente su muñeca.

Sus escoltas aún no podían moverse, pero la muñeca de Aria estaba libre de su agarre. Sin embargo, la salida fue bloqueada por el hombre y no podía escapar de la tienda.

Aria se acarició la mano previamente agarrada varias veces para sacudir las sensaciones de hormigueo que ascendían a través de su brazo. La extremidad había sido sujetada con tanta fuerza que estaba entumecida. Ella lo encontró extremadamente grosero.

—Ahora, respóndeme —continuó el hombre con una mirada aguda. La estaba mirando como si no fuera a dejarla ir de no responder correctamente.

—Escuché un rumor —le explicó con calma.

—¿Qué rumor?

—Que el casino está a punto de ir a la bancarrota —mintió Aria casualmente porque no había prometido decir la verdad, ni estaba obligada a hacerlo.

Su cara se endureció. Parecía que su conjetura de que el hombre había comprado el boleto de la subasta había sido correcta.

—Se dice que el vizconde Lupre ha adquirido una enorme deuda al expandir su negocio de manera imprudente. También se rumorea que está preparado para deshacerse del casino, renunciar a su título y huir por la noche —agregó.

El vizconde Lupre era el dueño del casino. Él era el aristócrata destinado a ser ejecutado después de ser atrapado traficando humanos. También era el hombre que causó el colapso de su familia al transmitir estos crímenes a sus hijos.

—Este es el final de mi respuesta, así que apártate para poder irme.

—Si tu respuesta es una mentira, no te dejaré ir.

Los ojos azules del hombre se encontraron con los de Aria. Tenía una cara con intenciones asesinas. La piel de gallina se deslizó por la espalda de Aria y sintió que el sudor frío se deslizaba por ella. Sabía que él estaba dándose un farol, pero no podía mantenerse al margen frente a una amenaza tan feroz.

—¿Cómo juzgas la verdad de un rumor? —dijo, incapaz de controlar su voz temblorosa, y riéndose con torpeza.

—Es una cuestión de consideración.

La respuesta fue convincente, al contrario de sus acciones. Tomó un retrato completo de Aria en sus ojos, decidido a encontrarla si fuera necesario. Todo su cuerpo estaba quemado en su mente.

Sus ojos se quedaron mucho tiempo en el rubí en forma de rosa ubicado en su pecho. Parecía saber de dónde era, así que la cara de Aria se puso pálida. Su calma y mentira se desvaneció.

¡Necesito huir…! ¡Necesito evitarlo!

Quería irse de ese lugar de inmediato. No quería enredarse con ese hombre otra vez. Sintió una sensación de peligro. Una amenaza que no había conocido en el pasado se convertiría en una espada que definitivamente le cortaría el cuello. Estaba segura de que lamentaría esa reunión.

—Mi respuesta es solo esta, así que deja ir a mis caballeros —dijo Aria con una tez que indicaba que estaba a punto de colapsar, y el hombre llamó a su compañero con el dedo. Su camarada soltó suavemente a sus escoltas. A pesar de su libertad de movimiento, no se movieron en absoluto, recelosos del hombre que los había vencido.

Sin embargo, el casino se cerraría pronto ya que un grupo dirigido por el príncipe heredero interferiría con él; el boleto de la subasta de alto precio se convertiría en una hoja de papel endeble, y el viejo tendría que sufrir una pérdida masiva.

Él parecía desconcertado por el consejo de Aria. Parecía que no tenía intención de revender el pase a la subasta solo por las palabras de la pequeña.

Es desafortunado ya que tiene grandes manos diestras, pero no puedo ayudarlo más que esto.

Como no tenía intención de repetir su advertencia, se fue de la tienda general. Fue entonces cuando uno de los hombres, que no se había movido de la esquina hasta ese momento, la agarró del brazo delgado.

¡Cómo es que eres tan incompetente!

Aria salió corriendo de la tienda general con sus inútiles guardias y Jessie.

♦ ♦ ♦

—¿Qué quiere que haga? —le preguntó de inmediato el hombre que había vencido a los caballeros de Aria mientras revisaba el carruaje que desaparecía rápidamente.

—¿Es un carruaje de los Roscent?

—Sí.

—Escuché que tienen un hijo primogénito… ¿El conde tenía una hija de esa edad?

—Hay una joven llamada Mielle. Escuché que otra niña fue adoptada después de que él se volvió a casar, pero dicen que es un chivo expiatorio sin ninguna etiqueta adecuada. Por lo tanto, creo que era Lady Mielle.

—Mielle…

¿Su nombre significa cariño? No era un nombre apropiado para alguien con una cara tan tímida. Incluso después de un acontecimiento tan inesperado, ¿no mantuvo la compostura y jugó conmigo? 

Era una audacia impensable para una niña en su adolescencia.

El hombre bajó la mirada hacia su mano, que había sujetado a Aria por la muñeca. Era una muñeca muy delgada y delicada. Otras señoritas de su edad podrían ser así, pero la de ella era especialmente pequeña.

¿Qué es este sentimiento…?

También había una sensación extraña en sus cálidas palmas. Era una sensación familiar pero desconocida. Era muy débil, pero era algo que había sentido antes en alguna parte.

¿Dónde diablos…?

No podía entender ese sentimiento ya que no tenía relación con la familia del conde Roscent.

Mientras miraba distraídamente su mano, su compañero le preguntó:

—¿Qué quiere hacer? ¿Debería ponerle un hombre encima?

—No, ya sé de qué familia es. Primero, atacaremos el casino. Si ese rumor realmente se extiende, el vizconde huirá y debemos someterlo rápidamente.

—Sin embargo, todavía nos falta información, y nuestro plan tampoco es perfecto.

—Un plan incompleto es mejor a que el vizconde Lupre desaparezca en la noche.

Sería una molestia si se fuera a un país extranjero. Sería mucho mejor atraparlo en el país.

—Esto también podría ser una travesura de una joven ignorante.

—Aun así, tenemos que tenerlo en cuenta por si acaso.

Incluso si los rumores eran mentira y hacía su ataque sorpresa con información y planificación insuficientes, no había ningún riesgo aparte por el hecho de que las cosas serían un poco engorrosas.

Sin embargo, si lo que Aria había dicho había sido verdad, y el vizconde se escapaba mientras estaban formulando un plan, tendrían que solicitar ayuda a los países vecinos. Sería un esfuerzo molesto, engorroso e incluso vergonzoso. Por lo tanto, era mucho mejor terminar los asuntos dentro del país.

Todo por una chica que estaba segura de que el casino sería destruido. En la superficie, el casino estaba batiendo récords de ventas todos los días, pero la niña creía lo contrario. Ese era un hecho que nadie conocía sino él mismo y sus hombres que participarían en la ruina del casino.

Aunque había dicho que había escuchado el rumor sobre el vizconde Lupre, por todos los detalles que había dado, tenía que haber sabido la historia interna. Tenía que darse prisa.

—Entonces, ¿para cuándo estableceremos la fecha?

—Hoy.

—Hoy… ¿Se refiere a hoy?

—Sí. En una hora, reúne y despliega todo lo que tenemos. Atacaremos de inmediato ya que no sabemos cuándo escapará.

—Hoy es un poco difícil… —dijo su compañero, pero después de ver la expresión determinada del hombre, inclinó la cabeza—. Entiendo. Me prepararé de inmediato.

Su compañero se movió rápidamente después de recibir la orden y pronto desapareció de su vista. El hombre miró su mano y comprobó el calor restante. Aunque en su mayoría había desaparecido, la expresión de Aria de cuando se dio la vuelta todavía estaba viva en su mente. Su figura felina lo hacía sentir extrañamente excitado.

Este no es el momento.

Pero ahora no podía sumergirse en tales sentimientos. Necesitaba atrapar al culpable y solidificar su posición lo más rápido posible. Después de borrar el rostro de Aria y el calor de su mano de su mente, desapareció rápidamente en la oscuridad.

♦ ♦ ♦

Aria regresó a casa y pensó en pedirle a la condesa que despidiera a los dos caballeros que la habían escoltado de inmediato, pero decidió no hacerlo porque pensó que podría ser una buena oportunidad.

No solo habían fallado en proteger a su maestro, sino que ni siquiera lo habían intentado. Tenían que avergonzarse de sus acciones cobardes y vergonzosas, por abandonar su deber como caballero de la lealtad a costa de sus vidas.

Si esto se supiera, no solo perderían sus títulos, sino que también podrían terminar pasando toda su vida bajo la vergonzosa etiqueta de haber abandonado a su maestro ante el peligro, ciertamente una debilidad y una vergüenza que no querrían exponer. Por eso no había mejor oportunidad de controlarlos que ahora. Era la oportunidad de morder y chupar su sangre como una sanguijuela. Prometió drenarlos hasta que solo quedaran sus conchas muertas.

Un esclavo con una debilidad que valía diez millones de veces más que un caballero que había jurado su vida. Aria sonrió a los caballeros escoltas, que parecían sentir que el mundo se derrumbaría sobre ellos. Mientras esperaban la cruel eliminación de la Parca, sus cuerpos se endurecieron con esa inesperada sonrisa amistosa.

Con la ayuda de uno de ellos, Aria desmontó del carruaje y abrió la boca para hablarles clara y tranquilamente:

—Había pasado mucho tiempo desde que salí, así que terminé en ese estado difícil. Es por eso que los plebeyos no son buenos. Son demasiado violentos e incapaces de medir su fuerza.

Al entrar en la mansión, los caballeros siguieron a Aria, tragando saliva. Era inevitable pensaran que estaba considerando su castigo si hablaba del desagradable incidente que acababa de suceder. Los caballeros la siguieron nerviosamente a su habitación ya que aún no se había dado la orden de disolución.

La habitación de Aria estaba ubicada en el tercer piso, ya que ella quería una habitación con la mejor vista. Mientras subían las escaleras, los sirvientes y las criadas se inclinaron ante ellos.

Aria, que no les había respondido antes, respondió cuidadosamente a todos y cada uno de sus saludos, retrasando el tiempo hasta su destino. A medida que aumentaba el número de veces que dejaba de caminar, los labios de los caballeros que esperaban su sentencia de vida o muerte se secaron y sus manos temblaron. Pronto, llegaron al cuarto y, tan pronto como Jessie entró y cerró la puerta, Aria abrió la boca con lentitud. Fue solo por un momento, pero fue como si el tiempo se hubiera detenido para los caballeros.

—Además, mis guardias no pudieron mantener sus cuerpos protegidos, mucho menos a mí —dijo Aria mientras se sentaba en su suave sofá.

Las caras de los caballeros cayeron con pálidas expresiones. La gestión de los guardias estaba en manos del conde, pero si había una razón válida, un representante podría asumir temporalmente el cargo.

Ahora que el sucesor, Caín, estaba ausente, la siguiente persona en la fila era la madre de Aria, la condesa. Si fuera ella, ciertamente los echaría. No. No importa quién fuera, no los dejarían ser.

¿Quién querría mantener a los caballeros que no pudieron proteger a su maestro?

Los dos caballeros se resolvieron con el castigo que estaba por venir. Si los errores de ese día eran revelados al mundo, se determinaron a esconderse por el resto de sus vidas. La respuesta estaba más o menos establecida, pero la oración final aún no se había dado, por lo que los dos esperaron en silencio las siguientes palabras mientras mantenían sus ojos en el suelo.

—Bueno, no pudieron evitarlo porque el oponente era extremadamente hábil.

Aria le hizo señas a Jessie para que le sirviera un poco de agua. Jessie, que puso la caja con el reloj de arena en el suelo, dudó un poco antes de verter el agua en una taza.

—Entonces, estoy pensando en pasar por alto esto, solo por esta vez. Fue inevitable —dijo, sosteniendo la taza en su mano.

Era difícil determinar quién fue más rápido, ya que ambos levantaron la cabeza al mismo tiempo. Parpadearon como si lo que acababan de escuchar fuera una alucinación. Pensaron que tenían que haber escuchado mal. Incluso la misericordiosa Mielle los despediría, así que no había manera de que Aria les mostrara piedad.

—Por cierto —Aria se llevó la taza a la boca y cuando la inclinó, el agua de la taza corrió por su garganta. Después de tomar un sorbo y dejar la taza sobre la mesa, ella continuó—: El agua está un poco tibia. ¿Hay alguien que pueda traerme agua fría?

Ambos caballeros salieron corriendo de la habitación antes de que ella terminara de hablar. La mano de Jessie, que sostenía la jarra, flotaba en el aire. Sin saber qué hacer, Jessie miró alternativamente la puerta por la que habían pasado los caballeros y a Aria.

Cuando Aria vio eso, se recostó en el sofá y se rio.

—Jessie, tú también deberías salir por un momento.

—¿Si? Oh, sí… —Avergonzada, Jessie movió la caja de reloj de arena que había dejado en el suelo a la mesa antes de retirarse.

Tan pronto como se fue, Aria empujó la pintura del paisaje en una esquina de la habitación a un lado, y empujó la pared sin patrón una vez más. Luego, una manija hecha de hierro salió con un chasquido de lo que una vez había parecido una simple pared debajo del marco, como una cerradura que se desbloqueaba,.

Cuando tiró de la manija, apareció un espacio lo suficientemente grande para una persona. Cada habitación tenía una habitación oculta, un secreto del cual solo el dueño de la habitación estaba al tanto. Este sería su escondite, preparado en caso de un evento desafortunado.

Por lo general, la explicación del escondite sería escrita en una nota secreta por el jefe de la familia, y solo el dueño de la habitación la leería. Aria, que nunca había sido reconocida como miembro de la familia del conde en su vida anterior, solo descubrió ese espacio un mes antes de su muerte.

Y lo había encontrado por casualidad cuando se había vuelto loca de celos de la triunfante Mielle y la inquebrantable realidad que estaba viviendo. Aria, enloquecida en ese momento, había destruido todo en los marcos y las paredes de su habitación. Docenas de objetos habían sido esparcidos por el suelo, y uno de los jarrones que había arrojado había golpeado accidentalmente el interruptor en la pared, revelándole la ubicación secreta.

A pesar de todo eso, no pude usarlo cuando realmente importaba.

Como no se había escondido en el momento donde debería haberse escondido, cuando su muerte se había acercado, Aria decidió usar el espacio secreto que nunca había usado en su vida anterior para el reloj de arena que le había dado la vida de vuelta.

Tan pronto como escondió el reloj, llamaron a la puerta. Parecía que los fieles perros habían llegado. En cuanto los llamó, los caballeros entraron apresuradamente a la habitación, cada uno con un vaso de agua para Aria. Se doblaron sobre una rodilla como si estuvieran llevando regalos a un dios, y Aria sonrió brillantemente mientras aceptaba cada una de sus tazas.

—Cuidadme de ahora en adelante.

¡Mis lindos cachorros!


Maru
Creo que queda bastante claro quién es ese hombre que nos han presentado... Y no me gusta que crea que Aria es Mielle.

Sharon
¿Sí? Yo creo que su rostro cuando se de cuenta que la plebeya es la que tiene la actitud de la nobleza va a ser hilarante. Después de todo, es mejor que subestimen a Aria hasta que sea demasaido tarde

3 respuestas a “La Villana Revierte el Reloj de Arena – Capítulo 8: Un nuevo encuentro (4)”

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