Traducido por Herijo
Editado por Freyna
—¿Qué? ¿Quién se cree para decir eso?
—Dijo que la señorita Artisea es la dueña del marquesado Rosan, así que le informaría a ella.
—¿Qué Tia es la dueña? ¿Y tú simplemente te quedaste allí escuchándolo?
—Era Su Gracia el Gran Duque Evron. ¿Cómo podría atreverme a contradecirlo? Podría haberme cortado el cuello en ese mismo instante.
—Ja.
Miraila sintió arder su garganta y extendió la mano. Bill le ofreció rápidamente un vaso de agua fría. Vació el contenido de un trago, suspiró y volvió a dejarse caer en el sofá.
—Es extraño. ¿Dónde se habrá encontrado esa con el Gran Duque Evron?
Tenía una corazonada. Cuando se trataba de relaciones entre hombres y mujeres, las corazonadas de Miraila nunca fallaban.
Racionalmente, pensaba que no había forma de que una chica insignificante como Artisea pudiera haber cautivado al Gran Duque Evron. No había lugar donde pudieran haberse conocido.
Pero su corazonada le decía lo contrario. De alguna manera, se sentía incómoda, no, terriblemente irritada.
Era una chica fea. Miraila lo pensaba sinceramente.
¿Cómo es posible que no se parezca en nada a mí? Tiene 18 años, pero no tiene ni un ápice de feminidad, ni encanto. Si vive conmigo es solo porque soy la madre que la parió. ¿Adónde podría enviarla a casarse y esperar que la trataran bien?
Eso pensaba, ¡y ahora resulta que el Gran Duque Evron!
Todas las muchachas son iguales. Aunque las criaras encerradas bajo llave, encontrarían alguna grieta, como un marco de ventana por donde se filtra la lluvia, para atraer a un hombre.
—Ni siquiera sabe que lo hago pensando en ella. ¡Maldita niña!
En ese momento, un sirviente golpeó apresuradamente la puerta.
Bill ofreció una pequeña disculpa a Miraila, se levantó y fue a abrir la puerta.
—Mayordomo jefe, el escudero de Su Gracia el Gran Duque Evron está aquí.
—¿Su escudero? ¿Por qué? ¿Qué asunto lo trae?
—Al parecer, después de asistir al baile en la finca del Conde Enda, Su Gracia el Gran Duque y la señorita Artisea se fueron juntos a algún lugar en el carruaje de ella. Su Gracia le pidió al escudero que lo esperara aquí, ya que regresaría a la mansión Rosan.
—¿Qué?
Bill observó de reojo cómo el rostro de Miraila se volvía feroz.
Justo en ese momento apareció Lawrence. Acababa de regresar a casa. Fruncía el ceño, como si algo desagradable le hubiera ocurrido fuera.
—Joven Maestro, bienvenido de vuelta.
Bill inclinó la cabeza educadamente. El sirviente se arrodilló rápidamente.
Lawrence solo dirigía su mirada a Bill, el mayordomo jefe, cuando le apetecía. Y hoy parecía ser uno de esos días.
—Bill. El escudero del Gran Duque Evron está ahí afuera. ¿Qué está pasando?
—Oh, eso es…
—Lawrence, mi príncipe, bienvenido a casa.
Miraila salió de la habitación con una sonrisa radiante, llevando un abrigo sobre su fina bata.
Lawrence miró a su madre con expresión irritada.
—¿Ha tenido algún problema con el Gran Duque Evron?
—No. ¿Qué asunto podría tener yo con el Gran Duque? Con un bruto que solo se revuelca en campos de batalla. Solo vino a buscar a Tia esta tarde.
—¿Pasó algo que te enfadara? No habrá sido irrespetuosa con el Gran Duque Evron, ¿verdad?
—Ni siquiera lo vi. Cuando le informaron que Tia había salido, se fue hacia allá.
—Entiendo. Si regresa, madre, manténgase al margen y no intervenga. Yo me encargaré.
—¿Por qué dices eso?
—El Gran Duque Evron es un hombre íntegro. Tia ha hecho algo útil por una vez, pero si alguien como usted interviene, incluso lo que podría funcionar se arruinará.
—¿Qué quieres decir con eso?
Miraila reaccionó sensiblemente. Lawrence habló con frialdad.
—Madre, el Gran Duque la desprecia. ¿Pregunta porque no lo sabe? Y, por desgracia, a mí también me desprecia. Precisamente por la misma razón por la que mi padre no puede confiarme el puesto de Príncipe Heredero.
El significado oculto en sus palabras era evidente. El rostro de Miraila palideció. Sin embargo, no pudo hacer nada. Para Artisea, ella era una tirana sin igual en el mundo, pero para su hijo, era una madre insignificante.
♦♦♦♦
Marcus dudó amargamente durante mucho tiempo ante la petición de Artisea de regresar al marquesado Rosan y ayudarla. Aunque en su corazón había aceptado a Artisea como la heredera, regresar al marquesado era otra cuestión diferente.
—Pronto me casaré y recuperaré el marquesado Rosan de las manos de mi madre. Entonces lo necesitaré, señor Hanson.
Habían pasado casi 18 años desde aquello. Actualmente, todos los empleados en puestos administrativos del marquesado eran gente de Miraila. La propiedad era vasta y su fortuna inmensa. Sería difícil deshacerse de todos ellos de golpe.
—Quiero evitar que se malverse ni una sola cosa del marquesado Rosan y recuperarlo todo adecuadamente. Señor Hanson, usted conoce todo lo necesario, y además, ¿no lo conocen bien la mayoría de los sirvientes veteranos?
—Bueno, eso es cierto, pero…
—Por lo tanto, creo que no tendrá dificultad en evaluar y controlar la situación. Sería aún mejor si toda la familia Hanson pudiera venir a ayudar. Por favor, regrese a la posición que le corresponde y ayúdeme.
—Pero, ¿no pesa sobre mi familia la acusación de envenenamiento de aquella época?
—Eso fue hace 18 años. Aquel envenenamiento ya es un asunto cubierto de polvo. Su Majestad intervino para resolver la situación, pero no identificó al verdadero culpable.
»Mi madre intentó incriminar a la familia Hanson, pero no solo carecía de pruebas, sino que nadie le creyó. Por eso consideraron que era mejor dejar que el asunto muriera.
—Heredera Aparente…
—Así que ella misma se asegurará de que este asunto no vuelva a salir a la luz.
Fue un incidente terrible en el que la familia del marqués fue aniquilada. Haber encubierto al culpable era también una carga muy pesada para el emperador.
—Si por casualidad aquel incidente volviera a surgir, esta vez, como heredera, estaré aquí, así que lucharemos juntos hasta el final. Y si aun así le preocupa, puede cambiar de nombre y ocultar su identidad hasta que todo esté resuelto.
—Viví 60 años en la mansión del marqués Rosan, y de ellos, 45 los pasé sirviendo justo al lado del amo Michael. No solo los sirvientes, sino también muchos nobles me conocen.
—¿Qué importa si es un engaño evidente? La afirmación de que mi madre no fue la culpable de ese envenenamiento también fue un engaño evidente.
»Me convertiré en la Marquesa Rosan, señor Hanson. Como única heredera, puedo manejar los asuntos ocurridos a mi discreción. Si usted está dispuesto a regresar, yo resolveré los problemas restantes.
Sin embargo, Marcus no pudo asentir de inmediato. La herida era demasiado profunda. Pero tampoco se negó.
♦♦♦
De vuelta en el carruaje, Cedric fue el primero en hablar.
—Estoy asombrado, señorita.
—¿Perdón?
—La mejor manera de mover el corazón de una persona es, precisamente, conmoverla, ¿no es así? Aunque aún es joven, parece saberlo muy bien.
—No intentaba conmover al señor Hanson. Intentaba darle una excusa adecuada.
—¿Una excusa?
—El señor Hanson está pasando apuros económicos. Además, tiene a su cargo a su nieta de apenas 14 años. Seguro que lleva mucho tiempo deseando salir de Reve. Pero sin una excusa apropiada, no aceptaría mi mano.
Eso dijo Artisea. Y añadió que por eso se había disculpado.
Cedric sonrió levemente. Artisea se ruborizó un poco.
—¿Por qué sonríe?
—Parece que se considera a sí misma una villana.
—Porque lo soy.
Para Artisea, eso era una verdad tan rotunda como que el sol sale por la mañana. Pero Cedric no pensaba así.
—Quien recuerda momentos honorables, desea por naturaleza escapar del deshonor. Y el honor solo puede definirlo uno mismo. Usted no le dio una excusa a Hanson, sino que le permitió recordar aquel momento honorable. Por eso, él regresará por usted.
—¿Por mí?
—Así es. Porque ama el marquesado Rosan, y usted es su última descendiente.
—Pero yo… no soy hija biológica del marques Michael.
—Como mayordomo jefe, probablemente él sepa quién es su padre biológico. Usted es una descendiente legítima de la casa de Rosan. De no ser así, el anterior marqués nunca la habría aceptado.
—Ya… veo. Nunca lo había pensado de esa manera.
Cedric preguntó.
—¿No siente curiosidad por su padre biológico?
—No. Es algo que no tiene sentido saber. Sea quien sea mi padre biológico, legalmente es un adúltero que tuvo relaciones con la esposa del jefe de la casa, y en realidad, es un idiota que cometió actos lascivos con la concubina favorita del emperador. —dijo Artisea, mordiéndose el labio.
Las ruedas del carruaje comenzaron a girar, y la vibración del traqueteo se transmitió a sus cuerpos. Artisea permaneció en silencio durante un buen rato. Como Cedric tampoco dijo nada, el silencio llenó el carruaje hasta que llegaron frente a la mansión Rosan.
Una vez más, Cedric bajó primero y ayudó a Artisea a descender. Artisea inclinó la cabeza hacia él.
—Gracias por acompañarme. Si no hubiera sido por usted, Su Gracia, el señor Hanson no habría confiado en mí. Habría pensado que la hija de Miraila venía a tramar alguna conspiración.
—No tiene por qué dármelas. Imagino perfectamente la importancia que tendrá el día de hoy para usted y para el marquesado Rosan. Le agradezco que me haya permitido estar presente en tal ocasión. Si necesita algo más, por favor, llámeme de nuevo.
—Si me habla así, realmente le pediré cosas sin reparo. Ahora mismo no tengo poder, ni fortuna, ni gente.
—Pero tiene esto, ¿no es así?
Cedric se tocó ligeramente la sien con el dedo índice.
Artisea sonrió.
—Si realmente es útil o no, tendré que demostrarlo a partir de ahora.
—Lo espero con interés.
En ese momento, apareció el escudero de Cedric, trayendo un caballo de las riendas. Bill lo seguía apresuradamente. Había salido por orden de Lawrence.
—Bienvenido, Su Gracia. Bienvenida de vuelta, señorita.
Artisea ladeó la cabeza y miró a Bill.
Bill habló con voz tensa, agarrándose los puños. Hoy ya había disgustado a Cedric una vez, así que no pensaba que fuera a escucharle. Pero la orden de Lawrence era estricta, y no tenía más remedio que transmitirla.
—Su Gracia, el joven maestro Lawrence me encargó decirle que desea encarecidamente invitarlo a cenar.
Cedric entrecerró los ojos y miró a Bill mientras se ponía los guantes de montar que le ofrecía su escudero. Sintió el impulso de reprenderlo con unas palabras más, pero decidió dejarlo pasar.
—Lo dejaremos para otra ocasión. Aunque si la señorita me invitara, sería otra historia.
Artisea sonrió.
—Siendo soltera, me resulta un poco inapropiado invitar a mi casa a estas horas a un caballero que no es pariente.
—Sabía que diría eso. Entonces, me retiro. La próxima vez vendré a verla con el Corazón de Santa Olga.
Cedric se inclinó respetuosamente. Artisea también dobló una rodilla en una cortés reverencia.
Cedric montó a caballo. Cuando ya se iba, Artisea recordó algo de repente y lo detuvo.
—Ah, por cierto, ¿puedo preguntarle una cosa?
—Diga.
—¿Por qué me trata con lenguaje formal? La última vez me habló de manera informal.
Artisea levantó la vista hacia Cedric.
Cedric pensó que sus ojos turquesa eran brillantes y a la vez profundos, de un color intenso.
—No hay necesidad de respetar a la hija de Miraila, pero a la persona que será mi esposa debo respetarla como es debido. —dijo Cedric, y giró las riendas de su caballo.
Artisea bajó la cabeza, sintiendo que el calor le subía al rostro.