Lucía – Capítulo 72: Conociendo gente (1)

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


El baile de tres días que comenzaría desde la tarde de hoy, se celebraría en el espacioso salón del Palacio Exterior, pero la fiesta de celebración se celebraría en el Palacio Interior.

Su carruaje llegó al Palacio Real y disminuyó la velocidad al entrar en el Palacio Interior. En el Palacio Interior, los carruajes tenían prohibido moverse a cierta velocidad.

Debido a la baja velocidad, casi no hubo sacudidas dentro del carruaje. Hugo se enderezó y se inclinó hacia ella, luego la empujó contra la pared del carruaje y comenzó a besarla. Había estado reteniendo lo que quería hacer por un tiempo, así que estaba molesto.

Ante el repentino beso profundo, la cara de Lucía se sonrojó inmediatamente. Cuando sus labios se separaron, lo miró a los ojos y vio que estaban llenos de emoción. Ella notó las manchas rosadas en sus labios y su rostro se calentó.

—Tus labios están manchados de maquillaje.

Hugo se frotó los labios con la mano para comprobar y vio que estaba manchado con lápiz labial rosa.

—Si lo limpias con la mano, se extenderá.

Lucía sacó su pañuelo de su bolso y le limpió los labios.

—El mío también está extendido, ¿no? —preguntó ella.

—Lo limpiaré por ti.

Lucía le tendió el pañuelo. Hugo ni siquiera consideró tomarlo y solo la besó de nuevo. Metió su lengua en su boca, besándola profundamente y luego continuó con unos pocos besos en los labios. Observó su rostro ponerse rojo brillante y luego le susurró con diversión:

—Tus labios están todos limpios. ¿Qué hay de los míos?

Lucía finalmente se dio cuenta de su significado de “limpiar” y golpeó su hombro. Mientras miraba su rostro sonriente, ella limpió los pequeños rastros en sus labios con su pañuelo.

—Mi maquillaje estaba perfectamente colocado…

—No lo necesitas. En el futuro, no te lo pongas en los labios.

—¿Por qué?

—Por si acaso te manchas.

—Entonces, ¡no me beses!

—¿Por qué no puedo?

Cuando él respondió agriamente, Lucía se quedó sin palabras.

—La flor del maquillaje es el lápiz labial. Es como el toque final.

—Incluso sin hacer eso, eres bonita.

Quería tragarse sus labios rojos y húmedos cada vez que los veía. Quería chupar sus delicados labios, mordisquearlos y atormentar su suave lengua. Quería tragar su saliva y verla sin aliento con los ojos enrojecidos. ¿Por qué tenía que contenerse? No tenía intención de hacerlo ni quería hacerlo.

Al ver que sus labios se acercaban de nuevo, Lucía lo bloqueó con las manos. Ella miró su expresión infeliz y expresó su fuerte rechazo.

—Este no es el momento ni el lugar. Por favor. Estamos en camino a un evento importante.

Hugo se apartó obedientemente y se apoyó contra el carruaje. No sabía cómo se relacionaban un evento importante y un beso, pero el hecho de que fuera un evento importante era cierto. No porque fuera la celebración de la adhesión del rey, sino porque era su etapa de debut.

El carro que se movía lentamente se detuvo. La puerta se abrió desde afuera. Hugo se levantó y salió del carruaje primero, luego extendió su mano hacia adentro. Lucía respiró hondo y luego se levantó también. Había un espacio bastante alto entre el carro y el suelo, pero había escaleras simples para aliviar ese espacio.

Lucía tomó su mano, luego bajó cuidadosamente las escaleras y bajó del carruaje.

—¿Estás nerviosa?

—Un poco.

Hugo la besó en la punta de los dedos.

—Las personas con un estatus superior al tuyo pueden contarse con una mano. Son otros los que tienen que estar nerviosos frente a ti.

—Bueno.

Lucía le sonrió dulcemente. Hugo le devolvió la sonrisa, luego desvió la mirada y comenzó a caminar hacia adelante. Lucía se adelantó también, mirando hacia adelante.

Tan pronto como entraron en el pasillo, Lucía sintió docenas y cientos de miradas volar hacia ella y quedarse sobre ella. Inconscientemente, apretó su mano con más fuerza. Su gran mano le daba su apoyo. No estaba sola. Él estaba a su lado. Su pequeña ansiedad desapareció. Después de unos momentos de silencio, la multitud se agitó y gradualmente se hizo más fuerte.

Lucía siguió su ejemplo, caminando en línea recta y sin mirar nada a su alrededor. Mientras caminaba rápidamente, nada pudo entrar en sus ojos. Cuando se detuvo, Lucía también lo hizo. Cuando él inclinó la espalda y bajó la cabeza, Lucía también la siguió y dobló la cintura.

—Puedes levantarte. Finalmente llego a conocer a la famosa duquesa.

Ah…

No fue hasta que Lucía levantó la cabeza que se dio cuenta de a quién estaba saludando. Un hombre que vestía un atuendo formal y tenía una corona de oro en la cabeza.

Él fue el que fue entronizado hoy, el rey de Xenón, Hesse el noveno. El medio hermano de Lucía , Kwiz . A su lado estaba Beth, quien también se puso la corona de la reina.

—En privado, eres la hermana de este rey. ¿No es así?

—Me siento más que honrada—contestó ella.

El rey que actuaba amigablemente y le hablaba no le era familiar. El medio hermano de Lucía en el sueño había enviado una orden documentada y la había casado con el conde de Matin. Lucía no tenía rencor contra el rey. Sin embargo, el interés no tan inocente del mismo no era bienvenido. El punto de interés del rey no estaba en ella como su hermana sino en ella como la duquesa.

Si esto hubiera visto lo que pasaba en el sueño, Lucía probablemente habría estado encantada. Después de todo, en este momento del sueño, estaba sola y exhausta. Sin embargo, en esta vida, Lucía tenía un esposo confiable a su lado. No tenía necesidad de anhelar el afecto de su hermano.

—Puedes llamar a este rey “hermano mayor”.

—¿Cómo podría atreverme? Por favor, retire su exorbitante solicitud, Su Majestad —respondió Lucía.

Su actitud, mientras bajaba ligeramente la cintura con una sonrisa y respondía, no era humildad por el bien de la forma. Era un firme y rotundo rechazo.

Kwiz miró a Lucía y soltó una risa falsa. Esta pareja era igualmente difícil de tratar. ¿Decían que ella vivía tranquila e invisible dentro de un palacio separado?

Kwiz había observado innumerables grupos de personas y, por lo que sus agudos ojos podían ver, no era una princesa tonta. Sus ojos estaban llenos de inteligencia. Era muy raro que Kwiz conociera a alguien con quien quería sentarse y hablar. Su hermana, que conoció por primera vez hoy le dio esa sensación exacta.

Y aquí pensé que el viejo muerto solo dejó un hijo, pensó Kwiz.

Incluso cuando Kwiz alababa a Lucía, no se olvidaba de darse una palmada en la espalda.

Hugo había levantado bruscamente la guardia, pero terminó teniendo que tragarse la risa ante su astuta respuesta. Ella era bonita, amable, inteligente, confiada. Hugo tenía una línea interminable de retórica para decorar a su esposa.

Ojojojo.

Kwiz miró al duque de Taran que miraba a su esposa con una mirada derretida y sintió un hormigueo detrás de la cabeza. Quería compartir su asombro con alguien. Sus ojos se encontraron con los de la reina y ella le dio una sonrisa significativa y luego desvió la mirada. ¡La reina ya lo sabía! Por alguna razón, se sintió molesto.

—Esta es la orden del duque, ¿no? —preguntó el rey.

—¿Qué quieres decir? —inquirió Hugo.

—¿No es por eso que mi hermana es tan fría con este rey en nuestra primera reunión?

—Quiero decir, uno debería haber hecho el papel de hermano mayor.

Lucía se sorprendió un poco cuando los vio intercambiar palabras casuales. La relación entre él y el rey era mucho más abierta de lo que ella pensaba.

Beth se echó a reír mientras veía a la duquesa mirar a su esposo con orgullo en sus ojos. Su expresión delirantemente feliz mientras miraba a su esposo era linda y adorable. Beth sintió que podía ver por qué el duque de Taran se enamoró de la duquesa.

 ♦ ♦ ♦

Hombres reunidos con hombres y mujeres reunidas con mujeres. Nadie se acercó descuidadamente a donde el rey y el duque de Taran discutían asuntos serios con delegaciones extranjeras.

Lucía estaba junto con la reina y otras mujeres nobles de alto rango. Ella estaba parada al lado de la reina y otras personas estaban a su alrededor. Actualmente, Lucía estaba casi al mismo nivel que la reina.

Lucía resultó ser la única esposa asistente entre las esposas de las familias de duque y marqués que pertenecían a la fiesta real. La duquesa del duque de Ramis ya había fallecido, la marquesa Philip estaba ausente por llorar a su suegra y la marquesa DeKhan estaba ausente por razones de salud.

La marquesa DeKhan pronto fallecerá, pensó Lucía.

En su sueño, Sofía se había casado con el afligido marqués de DeKhan. Lucía no sabía quién se convertiría en la esposa del marqués Dekhan en esta vida.

Mientras respondía apropiadamente a las mujeres que hablaban a su alrededor, Lucía ocasionalmente buscaba a su esposo con los ojos.

Mi esposo.

Ese hombre apuesto era su esposo. De todas las personas en el lugar, él era, con mucho, el mejor. Su imponente presencia no se desvanecía incluso cuando estaba con el rey. Incluso en su sueño, su presencia era obviamente abrumadora.

Mientras Lucía tomaba sorbos continuos de su cóctel, su estado de ánimo se hizo más ligero. No podía decir si era por borrachera o porque estaba borracha en la atmósfera.

Ella se reía con el grupo con bromas tontas, hablaba en los momentos apropiados y, a veces, miraba en su dirección. La diversión de mirarlo era bastante interesante. Una cantidad considerable de mujeres seguían mirándolo. Ella quería alardearles de que él era su hombre.

Por un lado, estaba orgullosa pero, por otro lado, estaba molesta. Ella quería decir algo infantil como “no lo mires, se desgastará”.

 Ah. Esa mujer tiene grandes pechos.

Los atuendos de las mujeres nobles de la capital eran definitivamente más atrevidos que las mujeres nobles del norte. Un vestido que revelaba abiertamente el escote era tan común que la gente se había vuelto insensible. Ni siquiera se lo consideraba arriesgado. A menudo se podía ver una belleza con cintura delgada y senos grandes.

Los ojos de Lucía seguían dirigiéndose hacia los pechos de las mujeres. Actuaba como si no estuviera mirando pero seguía mirando. Todas las mujeres que vio en su sueño tenían grandes pechos. Y era evidente que a Hugo le gustaban las mujeres tetonas.

¿Qué tienes que comer para que sea tan grande?

Lucía quería preguntar. Y echó un vistazo a su atuendo. El vestido en sí era bastante hermoso, pero el estilo era suave. A pesar de que la parte posterior estaba expuesta, no se podía ver desde el frente, por lo que no parecía arriesgado.

Lucía no tenía ninguna queja sobre el vestido. Le quedaba bien. Pero sentía un poco de envidia de las mujeres seguras de sí mismas que mostraban con confianza su cuerpo.

Lucía volvió la cabeza y prestó atención a la conversación de las mujeres. Incluso si no estaba enfocada en ellas, tenía que demostrar que estaba escuchando hasta cierto punto.

Hugo dejó que las aburridas conversaciones fluyeran por un oído y, de vez en cuando, la estaba monitoreando. Mientras la veía tomar unos vasos de cóctel, le preocupaba que se emborrachara. Y en el momento en que ella se dio la vuelta, su rostro cayó y sus entrañas se incendiaron.

Qué. Es. Eso.

Su espalda inmaculada era claramente visible. Debido a que todo este tiempo, la había estado observando desde el frente, no había podido mirar el vestido con cuidado. ¿Quién hubiera pensado que la espalda sería así? Estaba contento con los vestidos de Antoine porque eran diferentes de los vestidos habituales que revelaban el escote. Pero no sabía que lo apuñalarían por la espalda así.

La despediré.

Hugo apretó los dientes. La diseñadora tenía que ser cambiada. Le había dado tanto dinero, pero ¿esa mujer realmente le cortó la espalda para ahorrar en costos de material?

El vapor se levantó de su cabeza. Quería gritar a todos los hombres en el pasillo que fijaran sus ojos en el suelo. Apenas logró recuperar la compostura y llamó a un sirviente.

—Consígueme un chal. Uno que pueda cubrir los hombros de una noble dama.

Aunque era una petición inesperada, el sirviente obedeció y salió corriendo a buscar un chal que cubriera los hombros de una noble dama, de quién sabe dónde.

Delicioso.

El cóctel era del gusto de Lucía. Cogió un vaso nuevo de nuevo.

—Oh…

La gente a su alrededor de repente exclamó. Lucía comenzó a girar la cabeza y sintió un suave chal cubrir sus hombros. Entonces un brazo se extendió y tomó la copa de cóctel en su mano.

—Creo que has bebido lo suficiente, mi esposa.

Hace un rato, él estaba a cierta distancia, pero en algún momento la había seguido. Lucía se sorprendió y lo miró sin expresión. Tomó su mano vacía y le puso un vaso de jugo de naranja.

Lucía protestó con los ojos. Como haciendo alarde de ella, tragó el cóctel que le tomó de una sola vez. Mientras Lucía observaba cómo movía la manzana de Adán, se le ocurrió la idea de que quería besarlo allí y se sorprendió al pensarlo.

Debo estar borracha.

Justo como él dijo, ella parecía haber bebido demasiado.

—Esto es…

Lucía jugueteó con el chal. Era un chal azul que no le quedaba nada a su vestido rosa.

—Parece que hace frío, así que quédatelo —contestó Hugo.

El clima de hoy era más cálido que frío. Lucía quería preguntar por qué, pero había gente alrededor así que silenciosamente ajustó el chal. Hugo dio un paso atrás para confirmar que la mitad de su espalda estaba ahora cubierta y satisfecho.

—¿Fuiste a buscar a tu esposa porque no podías esperar?

Kwiz habló alegremente y se acercó a ellos. Kwiz había estado observando al duque de Taran que no podía apartar los ojos de la duquesa. Aunque Kwiz lo había presenciado, no podía creerlo. Un grupo de personas vino, siguiendo a Kwiz .

Las mujeres naturalmente fueron a sus respectivos maridos y el grupo se convirtió en un grupo de parejas casadas. Las personas que querían estar en este grupo se pararon a su alrededor, formando un círculo más amplio.

Los hombres perdieron interés en su tema actual y las mujeres que se dedicaban a charlas pequeñas y sin sentido se callaron. Los hombres comenzaron a discutir principalmente sobre política y asuntos exteriores. Lucía no estaba muy interesada en este tipo de charla. Estaban hablando de un país lejano.

Lucía soportó su aburrimiento y lo miró. No estaba tan involucrado en la conversación, pero de alguna manera, cuando la gente quería escuchar su opinión y él abría la boca, todos se enfocaban en él.

Cuando alguien en el grupo mencionaba un tema, habría un debate sobre el mismo. Su actitud de esperar y ver no tenía intención de irrumpir, y el calor de la atmósfera solo se elevó hasta el punto en que no se necesitaba disuasión. Aun así, era bastante aburrido para Lucía.

Tal vez el alcohol la estaba afectando porque estaba un poco caliente. Ella quería quitarse el chal, así que golpeó ligeramente el dorso de su mano. Cuando su mirada se movió hacia ella, ella hizo un gesto para quitarse el chal. Frunció el ceño ligeramente y sacudió la cabeza.

Pero hace calor.

¿Por qué no podía quitárselo? Se sentía huraña, pero cuando vio pasar a una mujer tetona, su alegría se disparó. Golpeó nuevamente el dorso de su mano y señaló con los ojos que quería decir algo.

Él se bajó y le susurró al oído.

—¿Qué?

Lucía acercó su cabeza a su oído y le susurró.

—Te gustan las bellezas tetonas, ¿verdad?

Hugo la miró y luego volvió a hablarle al oído.

 —¿De qué estás hablando de repente?

 —Los hombres son todos así.

 —No escuches a esas mujeres que dicen tonterías todo el tiempo.

Hugo pensó que había escuchado algo extraño de las mujeres nobles.

 —Deshazte de la confianza de que no soy una de las mujeres que dicen tonterías.

Lucía frunció los labios ligeramente. Aunque no le gustaban los chismes, era secretamente bastante divertido. Mientras no calumniara a otro, era un pasatiempo agradable cuando no había nada de qué hablar y el tiempo pasaba sin previo aviso. Cuando una mujer noble con el don de la elocuencia lo dejaba en la multitud y comenzaban las risas y las conversaciones, podían pasar fácilmente unas pocas horas.

—Escuché que todas las mujeres con las que has estado son bellezas tetonas.

Lucía realmente no había escuchado eso. No había nadie a su alrededor con un hígado lo suficientemente grande como para abrir una brecha entre ellos. Ella había obtenido información sobre sus pasadas mujeres de Jerome y entre esas mujeres, no había nadie en particular que la molestara. La mayoría de ellas eran mujeres que ni siquiera podían acercarse a ella como duquesa.

A Lucía no le importaban sus verdaderas mujeres del pasado. Más bien, sus futuras amantes que ella vio en el sueño eran más vívidos en su memoria, por lo que se preocupaba más por ellas. Podía ser porque tenía envidia de la belleza y la confianza de las mujeres que acompañaban al duque de Taran. Incluso la duquesa que vio en su sueño no era una belleza, pero sus senos eran grandes.

Lucía estaba ligeramente intoxicada, por lo que su estado de ánimo era un poco más alto de lo habitual. Ella se molestó un poco y pudo hacer algo audaz como burlarse de él.

Sus ojos rojos temblaron intensamente. Lucía estaba bastante sorprendida y abrió mucho los ojos. Estaba nervioso. El hombre que parecía estar tranquilo incluso si el cielo se derrumbaba se sacudió. Lucía lo encontró asombroso e interesante. Ella tiró de su brazo haciéndole bajar su cuerpo y luego le susurró al oído nuevamente.

—¿No me digas que es realmente cierto?

Verlo atónito la hizo reír un poco. Y ella podía ver una variedad de emociones complicadas girando en sus ojos. Parecía que estaba enfadado, pero estaba mostrando desconcierto e incredulidad, lo cual era raro y precioso.

Oh, Dios mío. Qué lindo.

El gran hombre era adorable. Le estaba mostrando esta expresión a ella sola. Le hizo cosquillas en el corazón y no pudo evitar reírse.

Los ojos de Hugo se entrecerraron mientras miraba a su intrépida esposa que se atrevió a burlarse de él. Bajó la cabeza hacia su oreja y la mordió suavemente. Ella lo miró con sorpresa y su rostro gradualmente se puso rojo. Hugo estaba satisfecho con su reacción y con calma volvió a levantar la cabeza.

E-Está loco… En serio…

Lucía miró su cara desvergonzada y despreocupada con incredulidad.

¡Cómo puedes hacer eso aquí! 

Lucía se volvió y tragó su grito.

La gente alrededor tenía expresiones muy extrañas y miradas alternas entre la pareja ducal. Era raro que la nobleza que luchaba por el control de la expresión revelara emociones explícitas en un lugar público. Pero todos mostraban expresiones muy emocionadas. Lucía no pensó de antemano que su acto de intercambiar susurros con él atraería la atención de la gente. Ella había estado un poco emocionada por el alcohol.

Lucía estaba avergonzada y su rostro parecía estar en llamas. Primero tenía que escapar de aquí. Lucia trató de alejarse rápidamente, pero su mano fue más rápida cuando la atrapó por la cintura y la atrajo hacia ella.

—¿A dónde vas, mi esposa?

Él colocó sus labios cerca de sus oídos y habló con voz ronca. Lucía luchó por salir de sus brazos.

—Es grosero preguntarle eso a una dama. Por favor déjame ir.

La comisura de sus labios se alzó en una sonrisa.

¡No! ¡No lo hagas!

Por alguna razón, Lucía sintió un mal presentimiento y gritó por dentro, pero sus labios ya habían descendido sobre sus labios antes de separarse. Hubo jadeos de aquí y de allá, se escuchó algo cayendo al suelo y se escuchó el sonido de algo crujiendo en sucesión.

Lucía no tuvo el valor de mirar a su alrededor y, tan pronto como él le soltó la cintura, clavó los ojos en el suelo y salió corriendo. De hecho, era evidente para cualquiera que viera que ella estaba huyendo.

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