Marietta – Extra 2: La petición de Marietta (1)

Traducido por Den

Editado por Sharon

Corregido por Aurora Blue


—¡Bienvenido a casa, mi querido esposo!

Cuando Belvant regresó a casa del trabajo, su amada esposa, Marietta, corrió a saludarlo a la entrada de la mansión al escuchar el sonido de su carruaje llegando. El General Fargus bajó del carruaje y miró la sonrisa de su amada que se parecía a un capullo de rosa floreciendo y la expresión aterradora del hombre conocido como el feroz dios de Oltaire, se transformó para revelar una amplia sonrisa.

¡Aah! !Qué adorable, Marietta, que es mía solo mía! ¡Te extrañé…!, clamó en su corazón, aun cuando la había visto a penas en la mañana.

Esta adorable esposa, quien era mucho más joven que el General, cuya personalidad dócil y alegre la han hecho ganarse el cariño de todos los que la rodean, todavía tiende a comportarse de una manera un poco infantil. Incluso hoy, estuvo esperando en el vestíbulo, con un ánimo alegre, a que su amado regresara a casa. Al verlo llegar, se levantó el ruedo de la falda de su vestido y corrió como un hada a su encuentro hasta alcanzar el carruaje.

—¡Sir Belvant! —exclamó Marietta antes de arrojarse a sus brazos, convirtiendo la expresión intensa y aterradora del hombre, que se asemejaba mucho a la de un demonio malvado e inquietante, en la cara de un apuesto caballero.

Belvant frotó su mejillas contra la pequeña cabeza rubia y olió su fragancia única, en un intento de asegurarse de que solo le pertenecía.

Bien, no hay olor de otro hombre.

El impulsivo General era un soldado que estaba en constante guardia, sin dejar ninguna abertura en ningún aspecto de su vida.

—¡Ja, ja, ja! ¿Qué pasa, Marietta? Estás siendo más adorable y mimada que de costumbre… ¿Te sentiste sola?

Aunque su figura saltando hacia un hombre era impropia de una dama, él era feliz con sus acciones impulsivas y adorables. Su amada esposa le mostraba su amor con todo su ser.

—¡Por supuesto que extrañé a mi marido! —respondió ella mirando con adoración el rostro apuesto del hombre—. Pero bueno, hoy… tengo un favor que pedirte, esposo mío.

Atraído por sus grandes pupilas azules, Belvant no pudo resistirse y le robó un beso. Marietta, de inmediato, correspondió con entusiasmo.

Una vez se separaron, el rostro de Marietta brillaba de felicidad. Belvant sostuvo el pequeño cuerpo de la joven con solo una mano y caminó hacía la casa..

Como de costumbre, ella apoyó la cabeza en su hombro de Belvant y envolvió sus manos alrededor de su cuello.

—¿Tienes que pedirme un favor? ¡Qué raro! Si es tu deseo, Marietta, entonces te concederé lo que quieras. Cualquiera que sea el país que quieras, los derrotaré por ti, ¿de acuerdo?

Como se esperaba de un dios feroz, el nivel de su generosidad era diferente. Sin embargo, por favor, no lo pongas en acción.

—Bueno, como se esperaba de mi amado Belvant. Uhm, mi deseo es… —Enderezó su cabeza y se acercó a su oído—. Es vergonzoso decirlo, así que te lo diré más tarde. ¡Je, je, je! —susurró en voz baja, y rió al mismo tiempo que acercaba su mejilla enrojecida a la de su marido.

¡Mi señor Belvant, te quiero!, exclamó en su corazón.

—¿E-Es, es una petición embarazosa? —preguntó Belvant mientras su respiración se volvía desigual y se esforzaba en contener la necesidad de querer atacar a su adorable esposa que había nacido en él. La muchacha era similar a un gatito lindo e indefenso.

—Sí. Pero es un poco inapropiado.

—Humm… ¿Es así?

A las palabras de Marietta, Belvant, quien dejó volar su imaginación sobre lo embarazosa que sería la petición de su esposa, sintió que su cuerpo de treinta años comenzaba a llenarse de energía lujuriosa.

—Entonces, dime cuando estemos los dos solos. Déjamelo a mí, concederé lo que desees. ¡Me dedicaré de todo corazón a cumplir tu petición!

—¡Oh, cielos! ¡Qué marido tan confiable…!

Hablando de dedicarse de todo corazón, Marietta, que había estado mirando los pectorales de Belvant, pensó furtivamente:

¡Sus músculos son tan encantadores, incluso hoy! Haaa… Me pregunto si me reprenderían si los acaricio suavemente.

—Bueno entonces, te lo diré más tarde —respondió, centrandose en la conversación.

—Sí, más tarde…

Marietta miró a su marido con lel rostro un tanto sonrojado; Belvant, por su parte, la observó con una mirada amorosa y apasionada.

Ambos crearon una atmósfera rosa a su alrededor. Los sirvientes que los observaban, incluida Sierra, que era leal a la princesa Marietta, suspiraron.

Por favor, guarden ese tipo de demostraciones de afecto para cuando estén en su dormitorio… Son así todo el tiempo…, pensó ella.

Belvant pensó que era raro que Marietta hiciera una petición. Al ser la princesa más joven del reino Stellaus, fue criada con esmero y mimada por todos. Eso significaba que todo aquello que deseaba, las personas a su alrededor se lo otorgaban de antemano. Debido a eso, parecía carecer de codicia. Se la veía bastante satisfecha con todo lo que tenía y no parecía deseara mayores lujos ni nada parecido como la mayoría de las princesas lo hacían. Eso incluía los vestidos nuevos y joyas finas que él le ofrecía.

«Esto es lo que mi padre me compró».

«Este fue un regalo de cumpleaños que me dió mi hermana mayor».

Ella siempre recordaría el origen de sus posesiones y las usaría muchas veces con gusto.

Aunque es económico, en realidad era necesario que los nobles comprasen joyas e invirtieran dinero.

—Por tanto, preste atención, General Fargus —le dijo Sierra un día. —Es necesario comprar muchos pasteles a la princesa, tambien vestidos y accesorios para asistir a las reuniones de la nobleza. Esas necesidades siempre fueron suplidas por los miembros de su familia en Stellaus; pero, a partir de ahora, será su deber como su esposo proporcionarlas.

—Pero, ¿por qué pasteles?

—Es importante comprar pasteles para la señorita Marietta. Y no simples , debe comprarlos en las tiendas donde los nobles y los miembros de la familia real compran; al igual, que el resto de las cosas. A medida que aumenten las ventas, las novedades aumentarán, y eso también avivará la economía.

—¿Es así? Bueno… Entonces, dejaré que hagas lo que sea necesario.

—¡Es importante que el esposo los provea a la esposa, General Fargus! Por favor, debe intentar entender más el corazón de una dama. ¿Por qué cree que escribí el ”Informe sobre Marietta” donde hice una lista con todas las preferencias de la princesa? Ella realmente necesita cosas románticas y, seguramente, considerará los vestidos que le compre como valiosos tesoros. ¡No los vestidos que las doncellas le preparen!

—Ya veo… ¿Marietta se pondrá feliz si soy yo quien los elija?

—Estará tan encantada que bailará en el lugar.

Imaginando la reacción de Marietta, ambos suspiraron. Los dos personas eran iguales en términos de su amor hacia Marietta.

—Entendido. Lo tendré en cuenta, entonces. Me gustaría tu cooperación para notificarme sobre lo que Marietta necesite. ¿Está bien, Sierra?

—Con mucho gusto, señor.

—Entonces, ¿puedo hacer una observación también?

—¿Sí…?

—Sería bueno para ti entender más sobre el corazón de un hombre. Ve y mima más a Adlan, así podrá esforzarse más en su trabajo si se siente satisfecho. No tengo ninguna petición má que esa.

—¿Qué…? !Espe…! —El rostro de Sierra se puso rojo y no pudo finalizar su replica.

—Los hombres se sienten felices si confían en ellos —explicó Belvant, no queriendo incomodar a Sierra—. Si te convence, puedes intentar saltar hacia Adlan como Marietta hizo hace unos momentos. Seguro que él estará encantado.

La doncella solo pudo soltar una risa nerviosa mientras observaba la espalda de Belvant alejarse, luego se sentó de rodillas mientras murmuraba abatida:

—Ser derrotada por el General Fargus de esa forma… —Soltó un suspiro—. ¡Tan lamentable!

♦️ ♦️ ♦️

Marietta llevaba puesto solo un fino camisón cuando salió del baño, su cabello rubio flotaba tras su espalda sin las restricciones del estilo arreglado de una típica joven esposa que lucía durante el día, logrando incitar los instintos masculinos de su marido.

—Marietta, ven —pidió Belvant, quien la esperaba sentado en el borde de la cama.

—Sí, querido esposo.

Marietta, quien siempre había sido obediente, en cuanto a Belvant se tratara, se acomodó entre sus brazos cuando llegó junto a él. Apretó sus mejillas contra los músculos de su pecho, extendió los brazos para rodear su torso y sonrió mientras acariciaba los músculos de su brazo.

¡Ahhh! ¡Los músculos de mi esposo son tan encantadores, incluso esta noche! Debido a lo tensos que están, seguramente debe haber estado entrenando arduamente.

Ser capaz de comprender cómo los músculos eran utilizados con sólo tocarlos, podría asegurarle un futuro en el Ejército como entrenadora de músculos.

—Ven, ¿cuál es tu petición? —preguntó Belvant apretando el agarre de su adorable esposa. El valiente guerrero esperaba con ansias que fuera algo indecente, su cuerpo ya se sentía muy exitado de solo imaginar la posibilidad.

—Uhm, yo… Quiero aprender cómo montar a caballo.

—¿Montar a caballo?

Para su decepción, no era nada indecente, en absoluto. Sin embargo, cómo un General de renombre, no dejó que sus pensamientos se filtraran y respondió seriamente.

—¿No sabes hacerlo?

—No es eso. No me refiero a la forma en que las damas lo hacen: sentadas de lado sobre la silla. Quiero montar como los hombres. Durante la fiesta de té de esta tarde, escuché que es popular entre las mujeres poder montar y manejar caballos en Oltaire. Oye, esposo mío, ¿puedo hacerlo también?

Las manos de Marietta acariciaban con suavidad los brazos de Belvant, su mirada expectante en su adorable rostro encantó al General, como lo hacía siempre. De inmediato, dio su consentimiento:

—Esta bien. Siempre y cuando tengas cuidado de no salir lastimada.

—¡Gracias! ¡Muchas gracias! —expresó emocionada—. Se dice que montar a caballo también es bueno para la salud y belleza, debido a la forma en la que se ejercita bien tu cuerpo.

—Ya veo. Por eso se ha vuelto popular entre las mujeres… Como ya eres lo bastante hermosa, creo que sería conveniente el ejercicio para así mantener una buena salud.

Con esto, pensó que la conversación había terminado, así que la empujó sobre la cama mientras la besaba.

—Por favor espera —interrumpió Marietta. Belvant se detuvo y la ayudó a sentarse—. También hay otro favor que me gustaría pedirte. Para montar a caballo, parece que es importante entrenar tus piernas y lumbares. Escuché de todos que sería mejor pedirle a mi marido que me ayude con eso…

—¿Yo? Sí, te ayudaré con cualquier cosa. ¿Debería llevarte en un largo viaje?

—Parece que hay una mejor forma. Yo… Uhm…—Marietta sonrió—. Por favor, déjame estar encima esta noche.

—¡¿E-Encima, dices?! —Belvant casi se atraganta. Un pensamiento lujurioso vino a su mente, pero no estaba seguro de si su inocente esposa hablaba de lo mismo.

—La condesa Hyamir me lo dijo: “Hay una forma maravillosa de entrenar tus piernas y lumbares al mismo tiempo que complace a los hombres, por lo que será mejor que le pidas ayuda a tu esposo para hacerlo todos los días”… ¿Es verdad, esposo. ¿Estará bien eso? ¿Podemos hacerlo de una manera para que pueda estar encima? Responde, te lo ruego.

—Eso… —El feroz Dios de Oltaire fue derribado de un solo golpe. Gruñó y cubrió con sus manos; su cara enrojecida con la imágenes morbosas que aparecieron en su mente.

Den
Jajaja, lo pilló de imprevisto. Se viene lo bueno (〃 ̄ω ̄〃ゞ

Sharon
Esta Marietta... ¡Después no le culpes si no puedes levantarte~!

8 respuestas a “Marietta – Extra 2: La petición de Marietta (1)”

  1. Jajaja pero Belvant q no estabas abatido x q no le atinaste al tipo de petición de Marrieta 🤣🤣🤣
    Gracias por la droga 😆😆😆

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