Matrimonio depredador – Capítulo 8: Los ojos de una bestia

Traducido por Lugiia

Editado por Meli


Su zona íntima estaba empapada por completo; lo aceptó o sin ninguna dificultad. No solo eso. Incluso lo succionó con ansias; su carne palpitaba sin cesar al haber sido estimulada de antemano. Se sintió avergonzada y poco familiarizada con su cuerpo, que actuó fuera de control.

Como si todavía no fuera suficiente, el hombre rozó sus manos desde su pantorrilla hasta sus muslos y luego agarró su culo apretado.

Empujó su miembro tanto como pudo, sabía muy bien que las mujeres encontraban el máximo placer en un punto particularmente profundo.

—¡Ahhh…! —gimió, su cuerpo tembló por las repentinas acciones.

La reprendió; le dio una ligera bofetada en los glúteos, dejando la marca de su mano.

—Quédate quieta —respondió, la trató como una niña. 

Él entrecerró sus ojos al ver que los ojos de Leah estaban llenos de lágrimas. Y murmuró algo en un idioma que ella no podía entender: era la lengua de los Kurkan.

Luego, con una mano, el hombre barrió hacia la parte de atrás de su cabeza su cabello despeinado a causa del sudor. Le dio una breve advertencia al tocar y sujetar sus enrojecidas caderas blancas: una clara señal de que se acercaba el comienzo.

Lugiia
Leah, te está diciendo con sus acciones que te prepares porque te van a dar 😮

—Deja de mirarme así.

No entendió lo que dijo y tampoco tuvo oportunidad de averiguarlo; ya que, en ese instante, él sujetó sus caderas. Su delgada cintura se estrechaba cada vez que él la golpeaba de forma feroz.

Con el trato rudo que le daba, Leah sintió que su pequeño cuerpo se desgarraría en cualquier momento.

Se puso roja de la vergüenza, en especial por su posición: la parte inferior de su cuerpo estaba en el aire. Se sentía incómoda por la forma en que su cintura estaba casi doblada con los muslos apoyados en su musculoso torso. Todo el tiempo, su grueso y largo cuerpo se frotaba contra su tierna piel interior.

—¡Ah! Umm… ¡Ahh!

De repente, un sonido gutural llegó a sus oídos. El hombre bestial gimió de puro placer mientras sus entrañas se sacudían y se tensaban. Venas azules aparecieron en su cuello mientras su mandíbula se endurecía.

Debido a su inconmensurable fuerza, le fue fácil sujetar y abrir sus piernas para tener un mejor acceso.

—¡Oh! ¡Ahhh! ¡Tú… estás yendo demasiado rápido! —gritó Leah frenéticamente.

Pese a sus súplicas, el hombre no bajó el ritmo. 

Durante los segundos que siguieron, ninguno de los dos dijo una palabra, solo los chirridos, las respiraciones jadeantes, los llantos y los gemidos llenaron la habitación.

Acurrucó su cabeza en el hueco del cuello del hombre; mordió su hombro con fuerza y le arañó la espalda con las uñas. Cuando se hizo insoportable, sus dientes se hundieron en el cuello expuesto. Pronto, sus ojos se encontraron.

Leah hizo una pausa. Sintió que se ahogaba en su mirada acalorada. Los ojos que brillaban en oro eran en realidad los ojos de una bestia.

Fue solo un instante, no fue capaz de mantener su mirada ya que, en un abrir y cerrar de ojos, él la besó, y esta vez ella abrió sus labios sin dudarlo.

La cama debajo de ellos crujió y ella pensó que se derrumbaría, pero incluso con la cama protestando bajo sus salvajes empujones, el hombre siguió embistiendo sin cuidado. Su pecho duro como una roca presionó el cuerpo de Leah.

—Ugh…

El hombre dejó salir un ardiente gemido. Su miembro se hinchó, y un líquido brotó de él, se disparó por todo su interior. Cantidades anormales del líquido la llenaron, el excedente se le veía gotear.

Aliviada de que hubiera terminado, su cuerpo exhausto cayó sobre la cama. Cubrió muy bien sus ojos y se tomó un momento para apaciguar su aliento caótico.

No puedo creer que él haya acabado dentro.

Le dijeron los Kurkans podían quedar embarazadas o fecundar a otros, solo si cumplían ciertas condiciones especiales. Sin importar eso, fue maleducado que acabó en su interior sin avisar.

Aun así, no tendría sentido abordar su rudeza. Por ende, Leah solo se sonrojó y respiró hondo sin decir nada.

Se sintió un poco mejor, y levantó su cuerpo con cuidado. El hombre tenía su miembro alojado entre sus piernas así que, cuando ella retrocedió un poco, su carne se deslizó hacia afuera, creando sonidos pegajosos.

Leah se inquietó y se cubrió el estómago con las manos; su cuerpo tembló al sentir la salida del líquido.

Justo cuando estaba feliz por el hecho de que todo había terminado, su miembro volvió a capturar su atención. Sus ojos lo recorrieron, fue como si se revelara en contra de sus deseos; se hinchó ferozmente, ajustándose a su tamaño cuando estaba excitado.

El hombre sonrió.

Al ver esto, Leah huyó rápido, pero en realidad, era solo su corazón, que latía frenéticamente, el que había huido a kilómetros de distancia. Resulta que solo pudo arrastrarse a un mísero pie de distancia. Su mano apenas pudo tocar el borde de la cama cuando sintió que la arrastraban hacia atrás.

—Nunca podrás escapar de mí —dijo, tomando con facilidad la cintura a Leah, la arrastró; sonrió por la vista de la postura en cuatro puntos de Leah—. Buena idea, ¿deberíamos intentarlo por atrás?


Meli
Creo que contuve la respiración durante todo el capítulo. Leah, qué envidía

6 respuestas a “Matrimonio depredador – Capítulo 8: Los ojos de una bestia”

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