No quiero ser amada – Capítulo 4: Hertia Cesca

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Hertia Cesca.

Ella era la única línea de sangre nacida entre el rey de Arundell Edgar II y el reino vecino, Crichton. Cuando Edgar II estaba en la medianoche de su vida, no tenía otros hijos. Como su muerte se acercaba, sus problemas se profundizaron. Hasta ahora ninguna mujer había gobernado en el reino de Arundell. Aun así, hasta el último minuto, el antiguo rey entregó el trono a su única hija, dejando su última voluntad en su lecho de muerte.

“El próximo gobernante será mi hija, Hertia Cesca”.

Varios siguieron su deseo fielmente, pero otros no. Hubo voces disidentes hasta que, eventualmente, algunos nobles conspiraron para coronar al primo de la reina, el duque de Lancas, como el siguiente rey y confinaron a Hertia en el castillo.

La coronación exitosa del trono de Arundell parecía algo difícil de definir al principio pero las cosas pronto se tornaron diferentes cuando Hertia escapó con la ayuda de Crichton.

Hertia rápidamente abrazó a la aristocracia de Crichton, que se había ganado la ira de los nobles de Arundell. Por supuesto, sus acciones eran solo para probar que ella también, como mujer, era capaz de liderar. Y tenía razón. Guió a los nobles de Crichton con inteligencia, temperamento y bravura. Era una mujer con voluntad de hierro que a pesar de tener un hijo de pocos años, se vestía con una armadura de batalla y arrasaba a través del campo de batalla con su caballo de guerra.

La guerra civil y la lucha por el trono duraron un año. Hertia y Lancas, que no podían soportar más tiempo ver cómo su país caía en ruinas, se reunieron y llegaron a un acuerdo.

El trono pasaría al hijo de Hertia después de que Lancas falleciera.

Por lo que el pacto se hizo.

La guerra terminó y el país pronto entró en una era de paz. Y cuando Lancas falleció a corta edad, el niño rápidamente ascendió al trono, pero debido a su joven edad e inexperiencia, Hertia estaba manejando todos los asuntos del Estado en la actualidad.

La madre de Rihannan pertenecía a la sangre real de Crichton que vino a visitar a su familiar, Hestia, al final de la guerra civil entre países. Fue en esa época cuando se enamoró de su padre. Y después de casarse y establecerse en Arundell, sus encuentros con Hertia se hicieron constantes hasta llegar al punto de que la reina se convirtió en su madrina.

Hertia nunca ignoraría la carta de Rihannan. Era la hija de su adorada prima.

—Está bien… —susurró Ned y alzo una bandera blanca.

Entregó los documentos y ella empezó a leer los términos y condiciones sin mucha dificultad.

Mirándola, Ned se preguntó interiormente como había sabido de su malversación de impuestos. Pero no se atrevió a preguntar. Y extrañamente, la chica se veía experimentada, como una adulta madura, no una chica de doce años que acababa de perder a su madre. Alguien acostumbrado a ordenar a innumerables personas.

—Es como pensaba.

Mientras Rihannan estudiaba los documentos con cuidado, abrió varias páginas frente a Ned.

—Me gustaría oír la opinión de un asesor en la interpretación de estas provisiones.

Rihannan sonrió.

—Y, por supuesto, irá según yo quiera. A no ser que prefieras pudrirte en la cárcel.

♦ ♦ ♦

Cuando Mary llegó con el carro, el abogado Ned Gowan se agitó con nerviosismo, escuchando atentamente las instrucciones de Rihannan. Cuando ella terminó, no tuvo tiempo de beber el té y se fue a toda prisa a seguir sus órdenes.

—¿De qué habló con el abogado?

—Le dije que congele todas mis propiedades —respondió a la doncella, cuya expresión estaba llena de curiosidad.

—¿Señorita?

—Mi padre no podrá tocarlas.

Mary estuvo cerca de preguntar otra tontería, pero fue inútil porque Rihannan giró su cabeza y miró hacia la ventana. Abrió las cortinas y miró en silencio al carruaje que entraba por la entrada.

—El conde está aquí, señorita —dijo Mary alegremente.

—Sí. Trae un invitado consigo.

—¿Un invitado? ¿Hoy? —Mary sacudió su cabeza, después palmeó su mano en su mejilla—. Oh, por dios, ¿qué vamos a hacer? No estoy preparada para dar la bienvenida a invitados…

—Está bien. Saldrá de esta casa tan pronto como llegue.

—Pero, señorita, eso no es correcto…

—Vete, Mary —dijo Rihannan, corriendo las cortinas con sus manos.


Maru
¡Quiero sangre en el siguiente capítulo! ¡Bulla! ¡Y que salpique!

Sharon
Esta novela está sacando lo peor de Maru O.O Aunque yo también quiero ver cómo se las arregla Rihannan

10 respuestas a “No quiero ser amada – Capítulo 4: Hertia Cesca”

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