¡No quiero ser princesa! – Capítulo 18: Su batalla


Glen, rápidamente, me dijo que no sería simple para el primer ministro de un país tener tiempo libre. Eso fue lo que también pensé pero, conseguí fácilmente la aprobación para verlo, lo que era un poco antinatural.

La reunión era en la oficina del Rey.

Sabiendo que tenía tiempo libre en medio del trabajo entonces, por supuesto, era un hecho que padre era el que le dio el permiso.

Era, especialmente, raro para mí el pedir una cita con el primer ministro.

Comprendí, casi de inmediato, que padre estaba muy interesado, por lo que se quedó al lado del primer ministro.

Era evidente, ya que tarde o temprano, tenía que enfrentarlo a él también. Más bien, me ahorró tiempo y esfuerzo estando los dos allí.

Le agradecí a Glen y, después de unos minutos, fui hacia la oficina.

Si no actuaba ahora, para el anochecer sería demasiado tarde, el primer ministro volvería a casa y eso sería problemático.

Me sentí aliviado de que, de alguna manera, fuera capaz de atraparlo antes de que se fuera a casa.

Llamé a la puerta antes de entrar en la oficina, vi que mi padre y el primer ministro estaban discutiendo acerca de algo.

Me quedé en silencio a un lado, hasta que me llamaran. Después de un rato terminaron de hablar, padre volvió su mirada hacia mí.

―Freed, viniste.

Le di las gracias a mi Padre, mientras me hacía un gesto con la mano, sin importarle las formalidades.

Nuestra relación el uno con el otro, es bastante estrecha, como Padre e hijo. Incliné la cabeza y mi padre rió satisfactoriamente.

― ¿Qué sucede? Rara vez quieres hablar con el Primer Ministro.

Di una sonrisa torcida, cuando padre saltó de repente al tema principal. ¿Estoy siendo una molestia? Sacudí la cabeza hacia él.

Lo ignoré, mientras hablaba con el primer ministro sobre mis asuntos.

―Me disculpo por tomar de su tiempo, Primer Ministro. Para ser honesto, quisiera pedirle un favor.

Un hombre, cuyo cabello plateado estaba alisado hacia atrás, es totalmente diferente al de ella, llevaba anteojos de marco negro en ese rostro difícil de leer y bien parecido, no puedo creer que este sea su padre, sonrió levemente y luego asintió.

― ¿Me está pidiendo un favor? Por supuesto, si está dentro de mis habilidades, por favor hágamelo saber, Su Alteza.

Supongo que se parecen mucho la forma en que ella y el Primer Ministro se inclinan, expresando sus elegantes modales. A pesar de que difieren en el exterior, aun así, son padre e hija.

A pesar de estar en sus cuarenta, no le gusta ser llamado Duque, él puede hacer sus deberes con compostura y habilidades magníficas.

No quiero hacer las cosas incómodas, si es posible, me gustaría que nos habláramos con confianza, una vez más, hablé con él.

―Más que un favor, es sobre su hija, la princesa Lidiana. Me gustaría saludarla de inmediato, ya que el compromiso se hizo con grandes honores y ya ha sido decidido. ¿Qué le parece, sería una molestia el hacerlo?

Les dije con una sonrisa en mi cara, cuando el primer ministro y mi padre escucharon mi petición contestaron al unísono con un “¿Eh?”

¿Es tan sorprendente? Me sentí un poco incómodo.

Desde el principio, me han dicho que el compromiso ya había sido decidido, por qué se sorprenden tanto, si solo quiero verla.

Los ignoré y seguí hablándoles, a las dos personas que tenían una expresión perpleja en sus rostros.

―Si es posible, me gustaría escuchar su respuesta ahora mismo, sin embargo, creo que el Primer Ministro tendrá algunas condiciones, ¿verdad? Me gustaría escucharlas también.

―Freed, ¡¿qué estás diciendo?!

El rostro de Padre tenía una expresión desconcertada.

― ¿A qué te refieres?

Respondí con indiferencia, aunque comprendía vagamente lo que quería decir. Sin embargo, mi respuesta indiferente, hizo que mi padre se molestara aún más.

― ¡Como que “a qué me refiero! ¡¡Tú!! El otro día en ese momento, ¿no dudabas en aceptar el compromiso? ¡¿Ahora, por qué estás diciendo que te gustaría ir a su mansión y dar tus saludos?!

Padre gritó cerca de mi oído, mientras agité mi mano, en negación, para corregir su confusión. No es que no me gustara mi compromiso con ella.

―Ese es un gran malentendido, padre. Estoy realmente ansioso por este maravilloso compromiso.

Les conté mis verdaderos sentimientos, sus rostros se quedaron aún más perplejos.

El Primer Ministro me llamó de repente, mientras decía [Su Alteza], aunque estaba claramente confundido.

―Con el debido respeto, Su Alteza, tenía la sensación de que no estabas muy contento con el compromiso con mi hija.

Como era de esperar, parece haberse dado cuenta. A pesar de que muchas veces puse una sonrisa en mi cara, tal vez, él sabía de forma natural, que estaba fingiendo.

Pero, sin embargo, antes de que lo supiera, mi padre ya había hecho los arreglos necesarios para sellar el compromiso, creo que debería darle un caluroso aplauso por todos sus esfuerzos.

―Mi error. Bueno, llegué a pensar en varias cosas, pero reconozco mi matrimonio con su hija. Si es posible, quiero su cooperación en esto.

―Estoy agradecido de que aceptaras pero, todavía…

Increíble, de repente cambió su opinión. Supongo que era razonable.

Las cejas del primer ministro se cerraron, mostrando inquietud por mi comportamiento, mientras me lanzaba su opinión no apreciada.

―Para ser honesto, creo que si Su Alteza no está tan entusiasmado con este compromiso, pensé que sería mejor cancelarlo. Ciertamente, seré castigado unilateralmente, pero no importa incluso si es Su Alteza la pareja, si mi hija va a ser infeliz, entonces este compromiso será inútil.

Sus palabras me dieron escalofríos.

El primer ministro, que se sabe tiene un título como político de cabeza fría, pero tenía un lado que era indulgente con su hija.

Aunque tuve una buena impresión sobre él, se nota que está claramente preocupado por la infelicidad de su hija con respecto al matrimonio, estaba empezando a perder la paciencia y debía dejarle entender a toda costa.

―Eso no es necesario. He decidido ir a conocer a la princesa, a quien he jurado, desde el fondo de mi corazón, que amaré. No tiene que preocuparse por eso.

El primer ministro miró fijamente mi cara, claramente, mostró su intención para solicitar una última confirmación. Me quedé mirando hacia él sin vacilar ante su mirada, que parecía ver a través de mí.

―Su Alteza, esas palabras suyas, ¿puedo creer en ellas?

Incluso Padre echó un vistazo a la cara del primer ministro, mientras yo, firmemente, asentía con la cabeza a su pregunta.

Cuando el Primer Ministro me vio asentir con la cabeza, se sintió aliviado, su expresión rígida se aflojó y luego asintió.

―Si Su Alteza lo está diciendo entonces, no tengo nada más que decir. Además, esto es lo que quería originalmente. Usted tiene mi completo apoyo.

―Me disculpo y gracias.

Bajé la cabeza hacia el Primer Ministro, mi Padre giraba la cabeza y me observaba mientras decía.

―Realmente, ¿qué está pasando aquí? Todavía no entiendo nada, lo único que puedo decir, es que tú hijo mío tienes la intención de salir seriamente, conocer a tu prometida y aceptarla, a ella que será tu princesa, ¿verdad?.

―Claro, no hace falta decirlo, por favor, como sea posible, también me gustaría acortar el tiempo para la ceremonia.

Si se me permitiera, me precipitaría a la iglesia hoy mismo, cuando revelé mi intención, mi padre suspiró resignado.

―No digas cosas tan estúpidas. El tiempo más corto que puedes tener es por lo menos medio año, todavía necesitamos ponernos en contacto con otros reinos. Realmente, quien pensaría que te volverías tan agresivo hacia tu matrimonio. Incluso ahora…todavía no entiendo lo que estás pensando.

―Sólo quiero ir a verla lo más pronto posible.

Le respondí, mientras sonreía cansadamente, pero aun así él, firmemente, prometió diciendo “lo entiendo, lo entiendo. Hablaremos de esto más tarde.”

♦ ♦ ♦

―Por cierto, Su Alteza, hay algo de lo que quiero hablar.

Iba con el Primer Ministro dentro del mismo carruaje en dirección hacia la mansión.

Tan pronto como estuvimos los dos solos, el primer ministro aflojó su corbata y luego, con voz seria, habló conmigo.

Para que me hable en este momento, estoy seguro en un nueve de diez opciones que será sobre ella.

― ¿Se trata de la princesa?

―Sí.

Cuando le pregunté por eso, él respondió con una afirmación.

Por supuesto, había obtenido sólo información vaga acerca de ella, así que le pedí que hablara.

―Estoy escuchando.

―Muchas gracias, para decirle la verdad, esta es una declaración habitual, pero, mi hija y su compromiso con Su Alteza, hay ocasiones en las que ella, no hace más que pensar en que le es desfavorable.

Para que el primer ministro tuviera dificultades para decirlo, hubo un sentimiento amargo, brotando en mi interior.

Entendía lo que dijo, pero escucharlo directamente de su padre, es algo que no espere.

―Teniendo eso en cuenta, no puedo dejar de pensar que fue el destino quien decidió que reciba este matrimonio, aunque yo quería rechazarlo. Sin amor entre mi hija y su alteza, en su matrimonio, sólo puede dar lugar a la infelicidad.

Inesperadamente, con una cara amarga, el Primer Ministro reveló inconscientemente, sus verdaderos pensamientos.

―Siempre pensé que el Primer Ministro quería tener un matrimonio político.

―Sólo quería que mi hija fuera feliz. Había muchas condiciones a tener en cuenta, pero he juzgado que Su Alteza es suficiente para protegerla y dejarla a su cuidado. Nunca pensé en usar a mi hija para la política.

Ciertamente, un hombre como el Primer Ministro, en realidad nunca usaría a una hija para la política.

―Perdóneme.

Me disculpé por el cruel malentendido, cuando el Primer Ministro negó con la cabeza.

―No, es natural que parezca ser así. Quizás, supongo que mi hija también lo pensó de esa manera.

Sentí un poco de lástima hacia él, que tenía una mirada lejana. Tal vez su amor por ella no la alcanzó lo suficiente.

―Por lo tanto, al conocer a mi hija, existe la posibilidad de que resulte en algo malo. Por supuesto, en la medida de lo posible, trataré de cooperar…. ¿De quién crees que toma su terquedad? De mí y, definitivamente, no cederemos hasta final.

Asentí con la cabeza hacia las palabras del Primer Ministro. Ella, seguramente, tiene su terquedad.

―Creo que estoy seguro de que se sorprenderá cuando se encuentren. Pero, por esta razón, antes de conocer a mi hija Su Alteza, pensé que me gustaría decirle esto. Entiendo que podría ser cobarde al decirlo en un lugar como este, pero Su Alteza, usted me dijo que la amaba, ¿verdad? Para ser honesto, todo lo que puedo decirle es, por favor muéstrele su máxima sinceridad, aunque no entiendo cómo mi hija le responderá a Su Alteza, ¿estará realmente bien?

―Usted lo dijo muy claramente.

Hablando de sentirse preocupado, el Primer Ministro tenía una mirada seria en su rostro, mientras asentía.

―No es como si estuviera ocultándolo.

―No voy a dar marcha atrás. Ella será mi princesa.

Volví a declarar mi resolución, el Primer Ministro cerró los ojos, luego inclinó la cabeza profundamente.

―Tiene usted mi agradecimiento, Su Alteza. A partir de aquí, si hay algo que pueda hacer, por favor avíseme.

―Eso no es necesario. No me voy a casar sólo por ese tipo de razón, después de todo.

Hablando de eso, los ojos del Primer Ministro se abrieron de par en par, mientras me miraba fijamente.

De repente se relajó y asintió con la cabeza.

Más que como primer ministro que miraba el futuro de un país, era como un padre que está preocupado por el futuro de su hija.

―Pero, Su Alteza, aunque estoy muy agradecido por nuestra discusión, siendo por mi hija, a la que nunca conoció, ni siquiera una vez, ¿por qué iría tan lejos para aceptar el matrimonio? Por casualidad, ¿ya se han visto en alguna parte?

Él tenía una mirada confundida, mientras le daba una respuesta ambigua.

―Me pregunto dónde…

En respuesta a mi ambigua contestación, la luz en los ojos del Primer Ministro brilló. Sin embargo, sin decirlo, estaba convencido cuando asentí firmemente.

Es un hombre muy capaz. No hay error, puede haber llegado a sospechar que algo sucedió. Pero, por la forma en que le hablé, dejó de hacer otras preguntas.

Como esperaba, es sólo cuestión de tiempo para que todo quede expuesto. De las preguntas del Primer Ministro, creo que no se puede evitar y, en realidad, no me importa si él lo sabe.

Sin embargo, no sé qué piensa ella acerca de esto.

Normalmente, si uno pensara en ello, sería mejor no decir nada acerca de habernos visto en el baile de máscaras. Eso no sería bueno para alguien como ella.

De la forma en que lo veo, antes de que el primer ministro escuche de eso, sería mejor que deje de hablar, antes de estropearlo.

Me imaginé el momento en que ella sea expuesta y estaría muy nerviosa por ello. Me reí sin querer.

Y en ese preciso momento, el carruaje se detuvo, lentamente, frente a una mansión espaciosa y cercana al castillo.

Ya es hora.

Los latidos de mi corazón se aceleraron incontrolablemente, cuando las comisuras de mi boca se levantaron, naturalmente, en una sonrisa.

Mi reunión con ella está cerca.


Ayanami
XD qué pensará Lidi cuando lo vea llegar...bueno lo sabremos pronto

7 respuestas a “¡No quiero ser princesa! – Capítulo 18: Su batalla”

  1. La narrativa de ésta novela es bonita, la forma de expresarse es muy educada y formal, muy diferente a otras novelas que he leído, creo que se ajustan más a la época donde era esencial mostrar modales pulcros.

  2. Me encanta cuando es EL prota el que narra su parte de la historia, siempre son “ellas” las que se enamoran y hablan de su amor primero que se me hace super curioso la parte explicada de los protas, me encanta (°\\\\\°)

  3. Es raro re leer lo ya leído jajajajaj me gustan las 2 perspectivas pero chale esta es demaciado larga cuando ya sabemos que pasa jajajja

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