¡No quiero ser princesa! – Capítulo 20: Su Contraataque

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


Después de decir esas palabras, una abrumada Lidi me miró avergonzada, incapaz de responderme.

Entiendo lo que está pasando por su corazón. ¿Cómo debería decirlo? Su ansiedad, no hay forma de que pueda ayudarla con eso.

Al leer el estado de ánimo tal como estaba, se convirtió en una actitud indiferente.

― ¿Puedo escuchar la razón?

Sabía que no tenía forma de escapar. Manteniendo mi apariencia y, continuando con una sonrisa en mis labios, le pregunté el motivo.

Como conozco, de antemano, la situación, con una expresión de alivio, me arrodillaría con valentía sobre una rodilla a sus pies. Pero sé más o menos cómo me sentiría, así que en cualquier caso, dejaré que Lidi continúe.

Con ese pensamiento en mente, escuché su historia.

Ella estaba hablando con desesperación y sentimientos de preocupación por su padre, no queriendo que él asumiera la culpa, ya que él no tenía nada que ver en su decisión. Lidi estaba diciendo que, aceptaría toda la responsabilidad. Realmente pensé, en que no tiene que llegar tan lejos para castigarse.

Pensando en eso, si mi prometida no fuera ella, sino otra chica. ¿Qué habría hecho si surgiera la misma situación?

¿Estaría contento de evitar un compromiso con el que no tenía la intención de estar de acuerdo? ¿O sería atrevido el hacerme sufrir el ridículo y emocionarme por eso?

La respuesta era tan simple, que no tuve que pensar en absoluto.

En todo caso, me olvidaría mucho de lo que tenía para comer ayer para la cena y disfrutaría del nuevo manjar frente a mi mesa.* Fácilmente, podía imaginarme haciendo eso.

Ayanami
simplemente seguiría con su vida y a lo que sigue jajaja es demasiado práctico este príncipe

Por supuesto, hacer algo así como asumir la responsabilidad sería problemático.

No permitiría que tal cosa sucediera. Pero si se trata de Lidi entonces, esa es una historia diferente.

No, eso no está del todo bien. La respuesta correcta es no caer en tal situación.

―Al parecer se trata de una historia importante para Lidi, así que la escuchare. Desde aquí, todo lo que diga será solo entre Lidi y yo.

―Muchas gracias.

― ¿Entonces? ¿Se trata de no poder casarse?

Ocultando, completamente, mis pensamientos internos, le pregunto a Lidi. Para empezar, la dejaré sacar todo de su pecho, y luego hablaremos sobre la verdadera razón para no querer casarse conmigo.

―Es una historia vergonzosa, pero ya no poseo los requerimientos para casarme con Su Alteza.

― ¿Requerimientos? Eres la hija del primer duque, nuestras edades son adecuadas y eres hermosa. Sobre todo, te deseo y me gustas. Por lo tanto, no creo que haya problemas.

―Su Alteza solo se burla de mí. No tengo tales méritos. Sobre esto, siento muchísimo molestarlo, pero…yo…eso es…

Lidi, quien estaba tratando de decirme, de repente, vaciló.

Diciendo las palabras “no soy una doncella” debe ser doloroso para ella. Comparado con su comportamiento audaz de anoche, su actitud, ligeramente, avergonzada es, extrañamente, linda.

―Ah, la ayudare ―, pensé mientras le sonrío.

―Podría ser, que la dama ya no es una doncella. ¿Es lo que quieres decir?

Como si dijera que sí, pasó el tiempo, mientras se producía un asentimiento estremecedor, momento a momento.

Ah sí, es porque ya lo sabía, que me pregunto si puedes dejar de incentivarme con un gesto tan lindo.

―Es cierto. No tengo ninguna excusa, pensaba hablar con mi padre durante el día cuando llegara a casa. Decirle que ya no poseo las cualidades para estar atada en un matrimonio con Su Alteza, pero cuando llegó aquí con Su Alteza, quien llamó mi nombre como su prometida, a mí, quien no tiene las calificaciones, es un completo error. Realmente, no tengo excusa. Voy a aceptar el castigo.

Escuchando brevemente su queja, entonces un ―que suerte, eso estuvo cerca ―se filtró, débilmente, de mi voz.

Si hubiera llegado tarde, incluso un día después, sin error, se habría convertido en algo problemático.

Aun así, desde que estoy aquí, está bien. Lo más probable, es que ese sea el alcance de su plan. Esperé lo suficiente.

Caray, debería estar bien capturarla ¿verdad?

―No te preocupes, no es obligatorio, porque ese no es un problema en absoluto.

― ¿Eh?

Declaré, sonriendo dulcemente, los ojos de Lidi se abrieron a causa de la sorpresa.

No se esperaba esto. Creyó, desesperadamente, en la llamada “importancia de la castidad.”

Sí, bueno, ese debería ser el caso, es correcto. Pero como la realidad es que fui yo quien tomó la virginidad de la dama en cuestión y, ​​debido a que la ceremonia se ha completado, no hay ningún problema.

Sin decir nada y esbozando una sonrisa amarga, escucho a Lidi.

― ¡¡Su Alteza!!

Con una cara a punto de llorar, alzó la voz, pero no me dejaré hechizar.

―No disolveré el compromiso.

― ¡¿Por qué?! Acabo de decir que ya no soy una doncella. Para casarse con la realeza, la más importante de las exigencias es ser una doncella. ¡En lugar de eso, usted, más que nadie, debería entenderlo!

Lidi lanza palabras fuertes sin pensar.

Ah, esta chica, cuando está enojada, habla bastante, ella lo dijo tan abiertamente, en este punto que, simplemente, no puedo soportarlo, la risa se escapo de mis labios.

―Ja, ja, ja

― ¿Hay algo gracioso?

―Ah, lo siento, lo siento.

Comencé a disculparme con Lidi quien temblaba de ira. Ya estoy en mi límite. Esta oportunidad, la aprovecharé. Y luego nunca la dejare ir. Con un movimiento natural me moví hacia ella.

Además, aunque era cauteloso, logré que ella se pusiera de pie, solo para poder examinarla, sin que lo supiera.

Entonces solo así, la abracé.

― ¡¿Su Alteza?!

―Ah, finalmente te atrapé.

― ¿Qué quiere decir con “ah”? Su alteza esto…

Después de la sensación suave de anoche y el tiempo que estuve a su lado, suspire de alivio.

En mis brazos, Lidi estaba luchando y resistiéndose. La abracé cada vez más fuerte. Su dulce olor, hizo que mi corazón palpitara de placer.

―Por eso, dije que estaba bien, ¿no? Dije que asumiría la responsabilidad tantas veces ¿verdad? No hay ningún error en que recibí la castidad de la dama, es por eso, que no hay ningún problema en absoluto. Eso de si eres una doncella o no, en lugar de alguien más, soy yo quien lo sabe mejor. Además, nadie va a denunciarnos.

Ya es hora de que se dé cuenta de mi verdadera identidad. Si regreso a mi tono habitual a propósito, lo notara, en efecto, en un abrir y cerrar de ojos, Lidi se puso pálida.

Ella lo descubrió ¿verdad?

Aun así, para estar más seguro, sin duda, susurré cerca de su oreja.

―Eres cruel, sabes. Cuando me desperté, pensé en llevarte conmigo al castillo y casarnos lo más pronto posible. Pero me dejaste atrás y te fuiste a casa como si nada. Te estaba abrazando, pero de alguna manera te cambiaste con una almohada ¿No es correcto, Diana?

En mis brazos, Lidi se congeló por completo. Continué disfrutando de su reacción y reanudé mi ataque verbal.

―Encontrarte fue problemático, ya sabes. Quiero decir, porque no me dijiste nada sobre ti.

― ¿A…po…lo?

Finalmente, descubrió quién la abrazó ayer.

Ella, tímidamente, pregunta y era bueno que obtuviera la respuesta correcta. Puse más fuerza en mis brazos.

Aun así, con una cara que dice “No lo creo”, poco a poco voy a revelarle la historia real.

Cada vez que ella recibía un shock, para calmarla, dejaba caer pequeños besos.

―Espera…pa…ra

―Eres tan fría, ¿verdad? Incluso cuando hicimos el amor de forma tan apasionada ayer. Ahora dime, ¿cómo es que una mujer como tú fue a esa clase de fiesta?

Espero escuchar su testimonio y aprovechar esta oportunidad para preguntar más. Detuve la linda resistencia de la chica.

Frustrada, mientras su rostro estaba distorsionado por la ira, Lidi me frunció el ceño, quitándose la fingida ignorancia, me respondió.

―Porque no quería casarme contigo, solo pensé en que debía perder mi castidad lo antes posible. Y entonces, recordé los rumores de un playboy que no parecía causar problemas en el futuro.

―Como era de esperar, tu objetivo era ese. Entonces, esa es la razón por la que aceptaste la invitación de la forma en que lo hiciste. Bueno, ya que tu objetivo era yo al final de cuentas, está bien, te perdonaré esta vez, pero no lo haré si lo haces una segunda vez, ¿sabes?

La razón era como lo pensé, pero incluso entonces, las palabras que salieron de su boca estaban llenas de ira.

Esta vez estuvo bien, ya que yo era el compañero, pero como era de esperar, había una posibilidad de que alguien más estuviera allí. No podía tolerarlo, los pensamientos de que otros hombres, además de mí, la hubieran tocado. Mirando a Lidi con ardientes pensamientos de celos, desvié por completo mi torpe mirada.

―Tú y yo, desde ese momento hemos terminado. Hacer algo así dos veces es algo que no sucederá.

―No quiero eso. ¿No estamos oficialmente comprometidos?

― ¡Es por eso que debes anularlo!

En el momento en que Lidi dijo esas palabras, incluso yo, pude entender y ser consciente de cómo mi humor se estaba volviendo cruel y brutal.

Una niña que dice cosas tan tontas, cómo debemos disciplinarla, esos pensamientos dominaron mi mente.

―No lo consentiré. ¿No es eso simplemente obvio? La mujer de la que me enamoré, que me encanto a primera vista, la mujer ideal que he estado buscando todo este tiempo está frente a mi y no sólo eso, sino que ya es mi prometida. Esta situación tan conveniente, no hay manera de que la pase por alto…absolutamente, no te dejaré escapar.

Solo le enseñaré y capturaré.

―Ideal, dices…

A Lidi, que estaba preguntando, no quiero responderle.

Una niña que no sabe lo que se conoce como “Etiqueta de hombres y mujeres”, una niña que no sabe cosas innecesarias.

―Pero, para la dama que es hija del Primer Ministro, y yo que soy el Príncipe Heredero, que no nos hayamos encontrado ni una vez hasta ahora, es una historia divertida, ¿no?

En cualquier caso, traté de cambiar el tema de conversación.

―Al principio, parece que el Primer Ministro había tratado de reunirnos y, sinceramente, había hecho varios ajustes. Pero hasta ahora, nunca se habían puesto en práctica. ¿Me pregunto exactamente por qué?

Si escucho, Lidi abrió la boca con amargura y como si no importara.

―El deseo de mi padre era que mi esposo fuera Su Alteza. Hice cuanto pude, utilicé todas las excusas disponibles y escapé.

―Entonces, ¿la historia de que eres una chica enfermiza, también es una mentira?

―Enfermarme es algo que casi nunca me sucede.

De alguna manera, todo parece ser, completamente, parte del plan de la niña, pero, para llegar tan lejos, me hace sentir abrumado. Sin pensar, mientras miraba al techo, murmuré.

―Está bien. Dime ¿Realmente me odias tanto?

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