¡No seré un enemigo! – Capítulo 53: Charla ociosa – La mano cubierta de sangre

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


Los sirvientes que caminaban sutilmente frente a esa persona, se arrodillaron en silencio en la esquina del pasillo. Sin embargo, una joven sirvienta, vestida con una ropa negra, que parecía una sombra alzó la voz al ver que algo caía de la mano de esa persona al piso de mármol blanco.

Inmediatamente, una anciana a su lado, que vestía la misma ropa negra, cubrió la boca del sirviente más joven. Dejando a un lado, que este era el palacio central, en el ala este de este palacio, se esperaba o se prohibía que la gente dijera algo.

Este es el palacio de la reina.

No importa lo que haga el dueño del palacio, ¿qué tipo de apariencia era esta?, las sirvientas y los caballeros de la reina, no pueden abrir la boca. Es decir, si todavía se apreciaban a sí mismos.

Desde que se casó aquí, hace cuatro años, esa persona siempre había usado un vestido atado con una faja de estilo Ruain. El dobladillo del vestido verde oscuro, tenía sangre goteando de las yemas de sus dedos derechos, creando manchas.

El cabello castaño rojizo, característico de la gente de Ruain estaba, casualmente, medio atado, lo que permitía que el cabello fluyera hacia la espalda, donde destacan sus huesos.

La reina posee un cuerpo delgado que no se adapta a alguien que está en la posición más noble dentro de un país. Y, ese cuerpo delgado, se alejó inestablemente.

Después de que la Reina Marianne se fue, la anciana retiró la mano de la boca del joven sirviente con alivio.

— ¡Haa, qué sorpresa!

—También me sorprendió. Sabías que no sería extraño que te azotarán de inmediato, si te consideran desagradable. Qué descuidado.

La joven sirvienta, que respiraba aire en sus pulmones, asintió ante la reprensión de la anciana.

—Uhm, estoy de acuerdo que es mi culpa. Gracias por la ayuda. Pero…estoy sorprendida.

Entonces, agregó el joven sirviente.

—Aunque había escuchado sobre cómo esa persona se lastima la mano.

La reina Marianne, a veces, se lastima los brazos. Ella siempre sería la que alimentaría al pájaro que mantiene y, a veces, el pájaro la roía durante ese momento.

Por eso, hay muchas cicatrices de heridas en sus manos.

—Últimamente, son más frecuentes, ¿verdad?

Aunque antes solo eran pequeñas heridas, recientemente, el sangrado ni siquiera se detenía, y la reina caminaba por el palacio, sin ningún tipo de cuidado. .

Entonces, el joven sirviente dijo con un cuerpo tembloroso.

—Lo que me recuerda, uno de mis superiores dijo que había visto algo antes.

Incluso cuando los sirvientes entran a la habitación para limpiarla, los demás nobles, básicamente, ignoran su existencia. Por eso, la reina Marianne cambió la comida para mascotas como siempre.

Tenía un pájaro no tan grande, pero como la jaula de pájaros era grande, su mano no podría alcanzar la bandeja de comida si su brazo no entra. Pero, cuando hacia eso, al pájaro no le gustaba y royó la mano de la reina.

Sin embargo, la reina se rió como si algo que debería ser doloroso, fuera divertido.

Aun cuando su piel estaba desgarrada y la sangre se filtraba, solo miraba al pájaro que le estaba royendo la mano así.

—Era como si estuviera ofreciendo su propia sangre.

¿Por qué la reina continuaría haciendo eso? Nadie entendía su razón. Si las sirvientas preguntaran, serían reprendidas, por lo que parecía que no debían abrir la boca, a toda costa.

Después de tener esa conversación y ver pasar a otro noble, el joven sirviente y la anciana se fueron, dirigiéndose a su propia estación.

Mientras avanzaban, la anciana pensó:

—Desde que el conde Patorishiel comenzó a venir con frecuencia aquí, la figura del vizconde Credius no está por ningún lado…parece que hay un cambio en el campo de batalla, aunque me gustaría saber cuál es…”

Ella suspiró, mientras se detenía.

Aunque el pájaro quiere volar desde la capital real, el ir y venir del palacio del príncipe se controla estrictamente, y uno no puede moverse tanto. A lo sumo, uno puede vestirse como un sirviente y moverse por el palacio real.

Si intentara abandonar el palacio real, ya que se examina la cara de todos al salir, se descubren muy rápidamente que ella es la criada del príncipe, Maybell.

Basado en el rumor en el palacio real, descubrió que el Marqués Everal logró superar el ataque de Ruain.

El príncipe Reginald está a salvo. Parece que un mago ha aparecido al lado del marqués y le ha brindado ayuda. Aunque se sentía aliviada, no podía estar tranquila aquí. Debido a su posición, el príncipe debe derrotar al ejército de Ruain que ha estado marchando a la capital real.

Maybell piensa que sería bueno si logra escapar. Con eso, el príncipe no necesitaría soportar más dificultades, y puede correr a la llamada nación amiga y vivir allí incluso como un caballero.

Sin embargo, el cabello plateado conspicuo, seguramente, se convertirá en una señal de que él es el príncipe, para cualquiera que quiera perseguirlo. Seguramente, por la forma en que perdió a su padre y cómo su madre incluso se convirtió en un sacrificio, es que desea abandonar a la familia real de Faruzia.

Es por eso que Maybell solo puede recopilar información, mientras reza para que llegue el día en que pueda transmitirla.

Hoy, se escapó del palacio del príncipe para encontrar al rey, cuya figura no pudo encontrar desde que él nombró y envió a los generales que liderarían las tropas contra Ruain.

Quizás, se lo considera cautivo de la reina y las personas que están del lado de Ruain. Si es posible, tenía que ser ayudado…si se le permitiera insertar sus sentimientos personales, Maybell no quería que ese rey se salvará.

Sin embargo, si el rey no estuviera aquí, la reina terminaría convirtiéndose en la regente que movería el país. En realidad, como la condición física del rey es mala, se aisló y la reina había estado actuando como mensajera. Mientras lo hacía, ella también había comenzado a mover varias cosas. Debido a eso, parece que la cantidad de soldados reunidos por el lado de los generales, para atacar y expulsar a los Ruain, no podía ser más de lo que esperaban.

Y luego, con el permiso de la reina, el conde Patorishiel y los demás que habían pasado por el territorio del ejército de Ruain, pudieron entrar y salir fácilmente sin tener ninguna investigación sobre ellos.

Aun así, incluso después de buscar en el palacio real durante los últimos días, no se pudo encontrar al rey en ningún lado. Así fue como Maybell llegó al palacio de la reina esta vez.

Mientras pretendía continuar limpiando, Maybell, gradualmente, se movió aún más adentro.

Sin embargo, no pudo encontrar ningún lugar sospechoso. Cuando estaba cansada, un noble pasó cerca de ella, así que entró a la capilla para esconderse.

La capilla que se construyó para la realeza, además del sacerdote, nadie más podía entrar y salir, a menos que se realizará una ceremonia.

Después de esconderse allí por un tiempo, Maybell salió de la capilla, pero al percibir el olor a sangre, se volvió hacia la capilla.

Desde ese día, un rumor secreto se extendió entre los sirvientes.

Que el rey ya había sido asesinado por la reina.

♦ ♦ ♦

—Ufufu…parece haber un rumor de que soy una reina que mató a su esposo, ¿eh? —me pregunto quién descubrió eso, Owen.

Marianne dijo eso, mientras sonreía al visitante, el conde Owen Patorishiel.

Ella no estaba completamente molesta ni enojada por ese rumor. Era como si estuviera hablando del problema de otra persona, y el conde Patorishiel dijo con una expresión un tanto sombría.

—De nuevo, hay otra herida en esos hermosos dedos…

Al acercarse a la reina, que estaba parada al lado de la jaula, el conde le tocó la mano derecha con ambas manos y la envolvió.

Sin embargo, Marianne solo se rió y retiró la mano.

— ¿Me pregunto dónde está la belleza en estos dedos que solo son piel y huesos?

—No, son hermosos. Todo es el resultado de tu resistencia hasta el día de hoy.

El conde Patorishiel se arrodilló, tocó el borde de su vestido y lo besó.

—No ha cambiado desde que nos conocimos. Siempre te has visto radiante, reina Marianne.

—Estás diciendo que todavía me ves como una tonta niña de 13 años, ¿verdad? Qué persona tan estúpida.

El conde miró a Marianne con una mirada tan sincera que sorprendería a Kiara si ella viera esa mirada. Sin embargo, la reina no le devolvió la mirada.

Ella solo miraba al pájaro verde dentro de la jaula, mientras continuaba sonriendo.

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